LAS UTILIDADES NO CAUSAN INFLACIÓN: FALACIAS CAUSALES COMO DESINFORMACIÓN

Por Peter C. Earle
American Institute for Economic Research
23 de enero del 2024

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es peter c. earle, american institute for economic research, inflation, January 23, 2024. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En una era inflacionaria, las falacias económicas son un negocio en auge. No son nuevos los intentos recientes que promueven la idea de que las corporaciones elevaron los precios en busca de mayores ganancias, al crear la inflación de los últimos tres años. Al llegar a su cúspide la inflación en el 2022, se hizo frecuente dicho alegato (junto con un puñado de otros), como lo ha sido muchas veces antes de eso. Es una aseveración rápidamente abrazada por gran cantidad de individuos, quienes, viendo condiciones económicas malas o en declinación, están naturalmente predispuestos a culpar a productores y a los productivos más generalmente, en contraste con políticos y tecnócratas.

En el transcurso de los últimos años, a los ciudadanos de Estados Unidos se les ha dicho que dueños de gasolineras, Vladimir Putin, transportistas oceánicos, y otros entes han de ser culpados por el disparo de los precios. Se han hecho esfuerzos por confundir a los estadounidenses (y s cualquiera que se halle en el camino) entre estadísticas de inflación de mes a mes y las de año a año. También, a los estadounidenses se les ha mentido en relación con los precios en Estados Unidos versus los de otras naciones. Por suerte, ese pedazo de desinformación -la idea de que cientos de miles de empresas se han coludido para elevar los precios a fin de aumentar sus márgenes de ganancia y, al hacerlo, concibieron la inflación que continúa afectando a los estadounidenses- es fácilmente demostrado como errado.

Tensan la credibilidad quienes aseveran que las empresas, no la política monetaria, son las responsables de la inflación ya han anticipado la crítica de que la coordinación determinada de los precios de innumerables entidades privadas. En vez de ello, arguyen que ocurrió una especie de efecto de ganancia por seguir al líder, en que el alza de ciertos precios conduce a aumentos en otros y, en última instancia, a un bacanal de manipulación de precios. Desde un punto de vista teórico, esto es absurdo. Cualquiera que haya comprado joyería o un tiquete de avión está familiarizado con el concepto de demanda elástica, de la misma forma que consumidores de insulina, alimentos, y electricidad entienden la demanda inelástica. Al menos debería elevar dudas la idea de que, en esencia, todos los bienes y servicios pueden aumentar en su precio y márgenes de ganancia se expanda a través de la mesa.

Podemos fácilmente desacreditar la idea de que, elevar intencionalmente los precios a través de una economía entera, en busca de utilidades más sustanciosas, da cuenta de la horrenda inflación vista desde el 2020. Cuando una firma eleva sus precios, o aumenta el precio de un bien en particular en una economía (por ejemplo, gasolina), los consumidores tienen menos dinero para gastar en otros bienes y servicios. De hecho, eso es la causa de fuerte descontento al aumentar los precios de la energía. Cuando los precios en la bomba se elevan lo suficiente, la gente reduce viajes, vacaciones, y similares. Precios crecientes restringen los presupuestos familiares, al tiempo que los hogares responden a los nuevos precios ajustando su gasto.

A continuación se presenta la medición de la Dispersión de la Inflación (Gasto de Consumo Personal) del Banco de Reserva Federal de San Francisco, que traza el número de bienes y servicios dentro del índice que crecen o decrecen a lo largo de un periodo suavizado de tres meses.

El cuadro mencionado se puede encontrar en peter c. earle, american institute for economic research, inflation, January 23, 2024.

La línea roja indica el porcentaje de bienes y servicios indizados que estaban aumentando (en un promedio de tres meses); la azul el porcentaje de aquellos que estaban disminuyendo. Entre aproximadamente julio del 2021 y junio del 2023, estaba creciendo más de 90 por ciento de los miles de precios de los miembros que constituyen el índice, a la vez que menos de 10 por ciento tenía precios decrecientes. En diciembre del 2021, un porcentaje suavizado de tres meses de los constituyentes del Gasto de Consumo Personal (GCP) con precios crecientes se mantuvo en 97.45 por ciento.
Aquellos con precios decrecientes totalizaron un negligible 2.55 por ciento. Para fines de noviembre del 2023, casi 87 por ciento de los precios de bienes y servicios en el GCP (de nuevo, suavizado a lo largo de tres meses) estaba creciendo, con sólo 13 por ciento declinando durante el mismo lapso.

La porción de ítems/gastos y categorías de gasto muestra aumentos de precios de dos veces las desviaciones estándar por encima de la tasa de inflación de 12 meses durante un promedio de cinco años.

El cuadro del Índice de Difusión de los Aumentos de Precios se puede encontrar en peter c. earle, american institute for economic research, inflation, January 23, 2024.

Empresas deliberadamente elevando precios explicarían un aumento de uno o un puñado de precios, pero no un aumento simultáneo de prácticamente cada precio concebible en la economía. Como se mencionó antes, al aumentar los precios del petróleo o el combustible (o los precios de cortes de cabello, o leche, o llantas de tractores), los consumidores se ajustan y los precios de otros bienes y servicios tienden a caer. Estos son cambios en los precios relativos: ajustes entre sí de los precios de los bienes y servicios. En contraste -y como se revela en los datos y cuadros de arriba- la inflación es un aumento en el nivel general de precios de todos los bienes y servicios disponibles en una economía durante un período de tiempo definido. El único fenómeno económico que puede resultar aumentando en el momento en casi todos los precios en una economía, es un aumento rápido en la cantidad total de dinero en una economía, como fue la respuesta de política determinada de la Reserva Federal ante el brote del COVID-19 en el 2020.

Pero, ¿los dolorosos precios en aumento, de lo que por sí sola es responsable la Reserva Federal, resultan en mayores ganancias? No, en realidad, por varias razones. Primera, si bien comprensiblemente los consumidores se enfocan en los precios al consumidor, los precios de los insumos y, en particular, los precios de los insumos de capital (por ejemplo, precios de las materias primas) por igual se elevan durante períodos inflacionarios. Segundo, no todos los precios en la economía aumentan al mismo tiempo. Rezagos entre aumentos en los precios al consumidor, al productor, y bienes de capital hacen que el cálculo de utilidades en un momento dado esté sujeto a distorsiones debido a los efectos de inyección (Cantillon). En adición, vale la pena observar que los negocios pueden y logran, en ciertos momentos, mayores ganancias sin elevar los precios de los bienes finales en los mercados, y que ganancias en los inventarios pueden aumentar las utilidades durante períodos inflacionarios. También, vale la pena notar la vasta diferencia que hay entre utilidades nominales, que no toman en cuenta la inflación, y utilidades reales, que sí lo hacen. Las primeras son principalmente ignoradas en intentos intensos por culpar a firmas privadas, en vez de la política de la FED, del rápido descenso en el poder adquisitivo.

En el medio de todo esto, de nuevo una caída en la tasa de inflación se ha confundido con una declinación de los precios – en particular en el discurso político. Los precios, que empezaron a crecer en el 2020debido a medidas de política monetaria expansiva masivamente, no han caído abrumadoramente; sólo ha declinado su tasa de aumento. Los precios siguen aumentando más rápido de lo que fueron antes de la pandemia.

Los intentos por atribuir la inflación en todo o hasta en parte a las ganancias de las empresas se extienden más allá de malas interpretaciones económicas y una ciencia social animada políticamente, al combinarse falacias post hoc, ergo propter hoc [si sigue a eso, luego se debe a eso], sobre simplificaciones ingenuas, y generalizaciones apuradas, en una ideología política simplista. Aparentemente, el mito es tan contagioso como lo es fácilmente descartado.

Sólo un aumento substancial en la oferta de dinero dentro de una economía puede conducir a un surgimiento rápido de los niveles generales de precios y al dolor y angustia asociados del consumidor. Mire más allá de su comerciante local, más allá del gran supermercado al lado del camino, y aún más allá de los grandes bancos en la ciudad adelante. Es el banquero central sentado en el tubo del dinero el responsable de la angustia financiera que todavía, cuatro años después de los estragos de la pandemia, plaga a los ciudadanos de Estados Unidos.

Peter C. Earle, Ph. D, es compañero senior de investigación, quien se unió al American Institute for Economic Research (AIER) en el 2018 y tiene un Ph. D en Economía de la Université d’Angers, una Maestría en Artes en Economía Aplicada de la American University, una Maestría en Administración de Negocios (en Finanzas), y una licenciatura en Ingeniería de la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point. Antes de unirse al AIER pasó más de 20 años como corredor y analista en mercados en diversas firmas de valores y fondos de inversión en el área metropolitana de Nueva York, así como involucrándose en una extensa consultoría en los sectores de criptomonedas y juegos. Su investigación se centra en mercados financieros, criptomonedas, temas monetarios, la economía de los juegos y problemas de medición económica. Su nombre ha sido citado en el Wall Street Journal, Bloomberg, Reuters, CNBC, Grant´s Interest Rate Observer, NPR y muy diversas publicaciones en otros medios y publicaciones.

Traducido por Jorge Corales Quesada.