¿ELEGIRÁ AMÉRICA ENTRE JAVIER MILEI O HUGO CHÁVEZ?

Por Jonathan Miltimore
Fundación para la Educación Económica
Sábado 13 de enero del 2024

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es jonathan miltimore, foundation for economic education, Milei, January 13, 2024. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra roja en el texto.

Una dosis fuerte de Adam Smith es lo que Milei está ofreciendo, y es precisamente lo que Argentina necesita.

En enero del 2007, el nuevamente reelecto Hugo Chávez envió lo que el New York Times describió como un “mensaje escalofriante a inversionistas extranjeros.”

“Dejen que sea nacionalizada,” dijo el presidente venezolano sobre CANTV, el proveedor de telecomunicaciones más grande del país. “Todo lo que fue privatizado, sea nacionalizado.”

En el transcurso de pocos años, Chávez cumpliría su palabra. El socialista apretó su puño sobre la economía de Venezuela al nacionalizar diversas industrias, incluyendo la minería de oro, banca, y transporte.

Aunque muchos en Occidente aplaudieron la movida, el movimiento de nacionalización de Chávez mostraría ser desastroso.

El producto doméstico bruto de Venezuela, que era de $316 miles de millones en el 2008, había caído a $288 miles de millones para el 2016. Cuando el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, aceleró la expansión de la oferta de dinero en Venezuela en un intento por estimular el crecimiento, el PIB se hundió todavía más y pronto arribó la hiperinflación. El banco central de Venezuela estima que, entre el 2016 y el 2019, Venezuela experimentó una inflación de poco menos de 54 millones por ciento.

Para el 2019, 96% de los venezolanos estaba viviendo en condiciones de pobreza, y 79% estaba viviendo en pobreza extrema, provocando un éxodo masivo de alrededor de 4.6 millones de venezolanos.

Hoy, en Argentina, algo muy distinto está pasando.

Argentina, la segunda economía más grande en Suramérica tan sólo detrás de Brasil, vio su tasa de inflación anual alcanzar 161% en noviembre, consecuencia de una expansión masiva de su oferta de dinero.

Pero, los argentinos han escogido un camino diferente.

En noviembre, el país eligió al libertario Javier Milei como su nuevo presidente. Y, mientras que Hugo Chávez dijo “Todo lo que fue privatizado sea nacionalizado,” en esencia Milei está diciendo lo opuesto: “Todo lo que fue nacionalizado, sea privatizado.”

Milei empezó recortando a la mitad el número de ministerios federales en Argentina, reduciéndolos de 18 a 9. Eso fue seguido de una devaluación masiva de la moneda.

Milei no se detuvo allí. En un anuncio reciente por la televisión, él dijo que “repelería leyes que impiden la privatización de empresas estatales.”

Estas palabras fueron respaldadas por un decreto de 300 medidas diseñadas para desregular servicios de internet, eliminar varios controles gubernamentales de precios, repeler leyes que desalientan la inversión de capital externo, abolir el observatorio de precios del ministerio de Economía, y “preparar todas las empresas propiedad del estado para ser privatizadas.”

Milei lo remató el miércoles con un proyecto de ley ómnibus de 351 páginas que se enfoca en el estado regulatorio de Argentina y que le otorgaría a Milei poderes de emergencia “hasta el 31 de diciembre del 2025.”

Otorgar poderes de emergencia a cualquier presidente no es cosa menuda, incluso durante una crisis genuina. Aunque el proyecto de ley de Milei está diseñado para limitar el poder del estado, no para expandirlo -un contraste notable con el paradigma típico de respuesta a crisis- la historia y acontecimientos recientes en El Salvador muestran cómo los poderes de emergencia se pueden abusar y utilizar para violar los derechos humanos y la libertad.

Que Milei logre la aprobación de su agenda completa es poco claro, pero hay razón para el optimismo.

Su impactante elección es en sí evidencia de que los argentinos están hambrientos de cambio. Él ya ha mostrado un pragmatismo impresionante para casarlo con su atractivo político innegable, rodeándose de un conjunto de talentosos expertos en política. Eso incluye a Federico Sturzenegger, anterior economista jefe del banco central de Argentina, quien hace dos décadas logró revertir el fallido Banco de la Ciudad de Buenos Aires. Las reformas de Sturzenneger fueron tan efectivas que se convirtieron en un caso de estudio en Harvard.

Por supuesto, el éxito de ninguna manera es seguro.

Una recuperación de décadas de peronismo -una mezcla de socialismo, nacionalismo, y fascismo que dominó por años el sistema político argentino- no se dará de la noche al día. Y la clase política de Argentina ha pasado los últimos años convirtiendo una mala situación en una peor.

Aún así, el gran economista Adam Smith en una ocasión hizo ver que la clave a la prosperidad económica es sorprendentemente simple.

“Poco más se requiere para llevar un estado al grado más elevado de opulencia desde la barbarie más baja, excepto paz, impuestos fáciles y una administración de justicia tolerable,” dijo el autor de La Riqueza de las Naciones.
Milei lo sabe. Él no solo ha leído a Smith (en adición a economistas de la escuela austriaca como Friedrich Hayek y Ludwig von Mises). En un perfil del 2017, él se denominó “heredero de Adam Smith.”

Una dosis fuerte de Adam Smith es precisamente lo que Argentina necesita, y Milei ha diagnosticado correctamente la aflicción de la otrora próspera economía argentina.

El estado no crea riqueza; sólo la destruye,” dijo Milei en una ampliamente vista entrevista en el 2023.

La propia trayectoria económica de Estados Unidos es más que un poco alarmante, razón por la que los estadounidenses deberían estar prestando atención a los acontecimientos en Suramérica.

En décadas venideras, en que la deuda federal continúa creciendo, los pagos de intereses sobre la deuda gubernamental se multiplican, y el poder adquisitivo del dólar se erosiona aún más, es muy posible que enfrentemos una elección similar a esa de los venezolanos y los argentinos.

¿Elegiremos entre Chávez y Milei?

Este artículo apareció originalmente en The Washington Examiner.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la Fundación para la Educación Económica.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.