LA REVOLUCIÓN ECONÓMICA EN ARGENTINA- UNA SEÑAL DE ALERTA POR EL FUTURO FISCAL DE ESTADOS UNIDOS

Por Vance Ginn
American Institute for Economic Research
1 de enero del 2024

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es vance ginn, american institute for economic research, Argentina, January 1, 2024. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El nuevo autodescrito “anarcocapitalista” presidente de Argentina, Javier Milei, está causando asombro en todo el mundo con sus intentos agresivos por restaurar la economía abismal de la nación. El 20 de diciembre, firmó un decreto para remover muchas regulaciones gubernamentales que sofocan el comercio internacional y la actividad doméstica.

Con una tasa de pobreza en Argentina ascendiendo a 40.1 por ciento a principios del 2023 y la carga de la deuda debida al Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora de $45 mil millones, junto con sus otras montañas de deuda, ahora es el momento de un enfoque serio a favor del crecimiento que aleja al gobierno del camino.

Desde la inauguración de Milei el 10 de diciembre, ha puesto en marcha iniciativas osadas. Estas incluyen reducir el gasto gubernamental tanto como cinco por ciento del PIB de la nación, recortar a la mitad el número de ministerios federales hasta nueve, y, más notoriamente, declarar que devaluará la moneda nacional, el peso, en más de 50 por ciento.

Para dar un panorama, algunos estiman que la decisión de devaluar el peso y otros cambios de política podrían llevar una ya elevada inflación de más de 160 por ciento hasta tan alto como 300 por ciento.

Observadores han sido rápidos en criticar estas acciones y sus efectos potenciales sobre el país, pero tiempos de desesperación claman por medidas desesperadas. Y Estados Unidos, sobre todo, no debería señalar con el dedo. Si es algo, deberíamos estar dispuestos a aprender una o dos cosas del enfoque proactivo de Milei.

Si bien las acciones de Milei exacerbarán temporalmente la inflación y presionarán más la economía, tal como él lo ha reconocido, también se dirige a ampliar el futuro del país. Moverse desde una economía dominada de arriba a abajo por el gobierno hacia una edificada sobre el capitalismo de libre mercado, es un cambio institucional importante.

Ahora sabemos a partir del trabajo del economista Douglass North que estos cambios económicos son los que más apoyan formas que permiten a la gente prosperar, pero que el período de ajuste será desafiante. En la actualidad hay muchos obstáculos al libre intercambio de las personas en el mercado, y estas ineficiencias toman tiempo en ser corregidas por medio de un sistema de precios que funciona bien. Pero, después de esta “terapia de choque” viene un futuro más brillante.

También, tal vez habrá una fuga desde la moneda del país, el peso, hacia el dólar estadounidense, lo que debería ayudar a estabilizar los mercados, la inflación, y la actividad económica. Esto brindaría un ancla mejor de la que hoy brinda el peso, aun cuando el ancla del dólar tiene sus propios problemas.

Es difícil concebir cómo Argentina fue una de las naciones más ricas del mundo tan sólo hace un siglo.

En una época sobrepasando los poderes europeos en su fortaleza económica, la posición de Argentina sufrió una caída en picada en 1929 cuando abandonó el patrón oro. El cambio inició un período desafiante cuando políticas comerciales proteccionistas, influenciadas por el anterior presidente de Argentina Juan Domingo Perón, erosionaron su estatus comercial otrora progresista. Es más, regulaciones excesivas distorsionaron aún más las señales de precios, y el surgimiento de una dictadura militar durante los años setenta y ochenta hizo que todo se desplomara.

Pero, los problemas no se detuvieron allí.

En el 2001 y el 2002, Argentina experimentó una crisis económica severa cuando el gobierno dejó parcialmente de
pagar su deuda, congeló cuentas bancarias, y abandonó el dólar. El resultado se caracterizó por el colapso económico, el desempleo, y una extensa inconformidad política y social.

Argentina tuvo un duro inicio del siglo XXI, y sus desafíos sólo se han multiplicado como bola de nieve a partir de ese entonces. Inflación rampante, exacerbada por la incesable impresión de dinero por el banco central a fin de cubrir deudas crecientes, ha conducido a un desplome en la credibilidad del peso argentino.

Así que la estrategia de Miley posiblemente empeorará las cosas antes que puedan mejorar. Junto con un encogimiento del gobierno, su objetivo de balancear el presupuesto para fines del 2024 es una medida histórica orientada a aliviar la deuda con recortes en el gasto, en vez de aumentos en impuestos, camino a menudo seguido cuando se necesita más dinero. Pero, como lo confirma el trabajo del desaparecido economista Alberto Alesina, el mejor camino hacia adelante para lograr la austeridad es recortar el gasto gubernamental, no elevar impuestos, para evitar una recesión más profunda y una deuda más elevada.

Se requiere un optimismo cauteloso, por cuanto los líderes de la nación tienen una historia de abuso del poder, y no podemos prever cómo ejercerá su influencia Milei con el paso del tiempo. Una decisión preocupante es su intención de elevar impuestos a los granos, lo que sería un duro golpe a muchos agricultores. Pero, aún así, las cosas deberían lucir mejor si él se adhiere a lo que inicialmente se propuso hacer y a lo hecho hasta el momento.

Al observar los Estados Unidos la trayectoria económica de Argentina, debe tomar nota del cuento cauteloso incorporado en el enfoque de Milei. Enfocarse en la reducción del gasto gubernamental y disminuir el ámbito del gobierno se alinea con la receta necesaria para combatir la inflación, no sólo allí, sino aquí.

Los desafíos inflacionarios en Estados Unidos, enraizados en una hoja de balance inflada de la Reserva Federal para ayudar a financiar un excesivo gasto gubernamental deficitario, requieren que el Congreso tome una acción decisiva. La inflación escurrirá aún más los presupuestos familiares hasta que sean apretadas las riendas sobre el gasto gubernamental, y que la FED recorte su hoja de balance más agresivamente.

No debemos ser tan orgullosos como para no derivar un consejo de Argentina. Los resultados peligrosos de un gasto gubernamental desenfrenado se pueden manifestar en cualquier lugar, haciendo más necesarias políticas estratégicas, tales como limites responsables al gasto, entre más tiempo su puesta en práctica es retrasada.

Las decisiones osadas de Argentina, aunque recibidas con escepticismo, podrían ser el faro que Estados Unidos necesita para navegar con éxito a través de sus propias tormentas. Pero, hasta ese entonces, mantengámonos aclamando lo que el liberal clásico presidente Milei está haciendo en Argentina.

Vance Ginn, Ph.D., es fundador y presidente de Ginn Economic Consulting, LLC y compañero de invstigación asociado de AIER. Es economista principal del Pelican Institute for Public Policy y compañero sénior de Young Americans for Liberty. Previamente, sirvió como director asociado de política económica en la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca en el 2019-20.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.