LA POBREZA DE LA VISIÓN COLECTIVISTA DE SLAVOJ ZIZEK SOBRE LOS DERECHOS DE PROPIEDAD

Por Saul Zimet
Fundación para la Educación Económica
28 de diciembre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es saul zimet, foundation for economic education, Zizek, December 28, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra roja en el texto.

¿Por qué es que una noción de los derechos de propiedad facilita confiablemente la diseminación de la prosperidad, mientras que teorías que compiten rutinariamente diseminan la pobreza y desesperación de las masas?

Durante un reciente panel de discusión en el Instituto de Arte e Ideas de Londres, el influyente filósofo marxista Slavoj Zizek desplegó un alegato frecuente contra la hoy notoria clase de ricos empresarios de la tecnología.

“Creo que es significativo decir (aunque tal vez el término es puede ser demasiado radical – no es tan simple como eso), que estamos entrando en una era con nuevos amos feudales,” explicó el profesor distinguido global de la New York University. “Estas corporaciones ultra ricas son poseídas por individuos. ¿Cómo se enriqueció tanto Bill Gates? Él monopolizó nuestros bienes en común. Si queremos comunicarnos, tenemos que pasar a través de sus productos. Así que, no es ganancia en el sentido de explotación de sus trabajadores. Es una renta. Le estamos pagando a él una renta, le estamos pagando renta a Jeff Bezos, etcétera, etcétera.”

En diversas formas, esta es una acusación fallida, incluso el hecho que falsamente sugiere que los recursos llamados “en común” ya existían antes que fueran “monopolizados” por empresarios de la tecnología. Como expliqué en un ensayo distinto, tipos como Gates y Bezos primordialmente se han ganado su riqueza no monopolizando recursos que ya existían, sino facilitando la creación de nuevas tecnologías que han, por lo general, enriquecido mucho más al resto del mundo, en vez de empobrecerlo.

Pero, aparte de haber acusado falsamente a Gates y Bezos de algo que empíricamente ellos no hicieron, hay una falla teórica en la crítica de Zizek que permanecería aún si él hubiera dirigido su acusación de robo a objetivos que se lo merecen, como los señores feudales parásitos de antaño que metafóricamente Zizek invoca. Y la falla teórica está en la idea de la propiedad ampliamente colectivizada que él llama “nuestros bienes en común.”

A menudo, se invoca esta idea de propiedad colectiva por colectivistas de diferentes vetas, desde socialista, a comunista, a fascista, para justificar la confiscación de los ingresos de productores de riqueza pacíficos. Así que es importante entender la distinción fundamental entre propiedad individual y colectiva, y de cómo la primera facilita la diseminación de la prosperidad, mientras la última expande la pobreza y desesperación entre las masas.

LA TEORÍA LABORAL INDIVIDUALISTA DE LA PROPIEDAD

John Locke, una figura temprana de la Ilustración Occidental a quien algunas veces se le considera como el fundador del liberalismo, desplegó algo el trabajo crucial de la prosperidad moderna al darnos su teoría laboral de la propiedad
En su revolucionario trabajo de filosofía Two Treatises of Government [Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil], escribió:

“Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores pertenecen en común a todos los hombres, cada hombre tiene, sin embargo, una propiedad que pertenece a su propia persona; y a esa propiedad nadie tiene derecho, excepto él mismo.
El trabajo de su cuerpo y la labor producida por sus manos, podemos decir que son suyos. Cualquier cosa que él saca del estado en que la naturaleza la produjo y la dejó, y la modifica con su labor y añade a ella algo que es de sí mismo, es, por consiguiente, propiedad suya. Pues al sacarla del estado común en el que la naturaleza la había puesto, agrega a ello algo con su trabajo, y ello hace que no tengan ya derecho a ella los demás hombres.”

Si bien varios detalles de la teoría laboral de la propiedad de Locke están sujetos a debate y corrección, su idea esencial ha seguido siendo el principio central del libre mercado: para adquirir algo justamente, uno debe producirlo de materiales previamente no cultivados, o alternativamente recibirlo en una transacción voluntaria o donación de alguien quien justamente la adquirió por sí mismo.

Las personas siempre necesitan recursos para mejorar el bienestar y seguridad de ellas mismas y de cualquiera que a ellas les importe. Aun para aquellas que ya son ricas, la idea de tener siempre “suficiente” riqueza es un mito, pues usted siempre puede invertir más en cosas que hacen que usted y sus seres queridos estén mejor, tal como una protección mayor contra peligros futuros, mayor conocimiento científico, etcétera. La pregunta es ¿Cuáles formas de acumulación de recursos se incentivan más en la gente para busque dentro de un sistema dado? Al eliminar la opción de confiscar riqueza de sus productores contra su voluntad, y, por ende, dejar disponibles sólo estrategias productivas de búsqueda de riqueza, la adhesión a la teoría laboral de la propiedad de Locke crea una economía de creación en vez de destrucción.

Este es el por qué mercados relativamente libres prácticamente siempre y en todas partes han sido precondición para un aumento exponencial del crecimiento económico, lo que tomó lugar sin precedente en una escala global luego del surgimiento del capitalismo en sólo los pocos últimos siglos pasados, con una declinación en la pobreza con una concordancia exponencial y sin precedente.

Cualquier divergencia de esta concepción de libre de mercado de los derechos de propiedad, como esas divergencias típicas del socialismo, comunismo, corporativismo, feudalismo, y fascismo, deben necesariamente asumir la forma de alguien a quien en cierto momento se le permitió expropiar el producto del trabajo de alguien contra su voluntad. Por dos razones (que son dos lados de la misma moneda), esas tolerancias disminuyen el incentivo para producir riqueza:


  1. Ellas crean la oportunidad para que otros expropien la riqueza que usted produce.
  2. Ellas le dan rentablemente a usted la oportunidad de asignar algo o todos sus recursos en la expropiación de riqueza preexistente de otros, en vez de producir riqueza nueva usted mismo.


Para ilustrar esto, considere el ejemplo del impuesto, que se ha mostrado por evidencia empírica que reducen el crecimiento del PIB. El impuesto sobre una actividad productiva, como la mano de obra y la inversión, desincentiva tal actividad al hacerla menos rentable, y, en los márgenes, convierte la actividad rentable en una actividad costosa, pues la imposición socializa las ganancias dejando que las pérdidas sean privadas. Y, en el otro lado de la moneda, un mayor impuesto incentiva la reasignación de recursos lejos de la actividad productiva y hacia la actividad de suma cero de influir en la política tributaria a favor de uno, como haciendo cabildeo u otra campaña para influir en el poder político. Los economistas llaman a esa práctica búsqueda de rentas.

BIENES EN COMÚN POSITIVOS VERSUS NEGATIVOS

¿Son los bienes en común mejor definidos como aquellos que ya pertenecen a todo mundo, o los que aún no pertenecen a nadie?

Como señaló el filósofo legal pionero Samuel von Pufendorf en su libro de 1672 Of the Law of Nature and Nations [De jure naturae et gentium], el término “bienes en común,” en tanto se relaciona con los derechos de propiedad, se ha usado en al menos dos vías diferentes. Pufendorf explica (según la traducción de C.H. y W.A. Oldfather),

“El término bienes en común [comunalidad] se interpreta negativa o positivamente. En el primer caso, se dice que las cosas son en común, según se consideren antes de la interposición de cualquier acción humana, como resultado del cual se considera que pertenecen de forma especial a este hombre y no a aquel. En el mismo sentido, se dice más que tales cosas no son de nadie en sentido negativo que en uno positivo; es decir, que aún no se asignan a una persona concreta, ni que tampoco puedan ser asignadas a una persona en particular. Además, son llamadas ‘cosas que están al alcance de todos.’ Pero, las cosas comunes, por el segundo y positivo significado, difieren de las cosas poseídas, sólo en el sentido de que las últimas pertenecen a una persona mientras las primeras pertenecen a varias de la misma forma.”

Mientras lee la cita de Locke en la sección previa, usted podía haber observado que él se refirió a la tierra como “común para todos los hombres,” lo que puede parecerse mucho a algo que diría Slavoj Zizek. Y, de hecho, los escritos de Locke no siempre plantean la comunidad en la concepción negativa como la describe Pufendorf. Pero, el impulso de su teoría se inclina fuertemente hacia la concepción negativo. A pesar de la versión temprana de Locke, una teoría laboral de la propiedad plena y consistente debe aceptar la concepción negativa de los bienes en común, y rechazar la concepción positiva que le da la propiedad de los recursos a gente que nada tuvo que ver con la creación o utilización de esos recursos.

Al afirmar que los bienes en común pertenecen ya a todo el mundo, la concepción positiva hace que la vida económica sea cuestión de consumir tanto como sea posible de lo que ya se considera suyo, antes que todos los demás tengan oportunidad de consumirlo de primero. Al darle libertad a otros de consumir cualquier cosa que usted produce sin su consentimiento, transforma cualquier inversión en producción, que de otor modo sería una acción sostenible de superación personal, en un sacrificio contraproducente para quien sea más competente en la productividad absorber de los demás.

Por el contrario, al mantener que los bienes en común aún no pertenecen a alguien pero pueden ser transformados pieza por pieza en propiedad privada por medio del trabajo productivo, la concepción negativa de los bienes en común protege a los individuos de la expropiación de los productos de su trabajo. Así, ello facilita y expedita la transformación de recursos sin explotar, sin ser cultivados, en riqueza que haga crecer la economía. Al permitirles a las personas reclamar la propiedad privada sobre alguno de los recursos aún no explotados que ellas logran descubrir y utilizar, la concepción negativa de los bienes en común motiva la transformación del valor potencial en valor real. En una economía de mercado, esto prácticamente enriquece a todo mundo al aumentar el suministro y reducir el precio de los bienes y servicios, facilitando mejoras en los estándares de vida, tal como un consumo más barato de necesidades básicas y mayor inversión en el progreso tecnológico.

En lenguaje económico, los resultados de la concepción positiva son conocidos como “la tragedia de los bienes en común,” Como lo ha explicado el New York Times en reportes de extinciones de especies causadas por la sobrepesca en aguas en común:

“Si una población de peces es controlada por un agente único, perfectamente racional -un ente idealizado al que los economistas se refieren como ‘el único dueño’ – él o ella lo administrará para maximizar su valor total a lo largo del tiempo. Para casi cualquier población, eso significa dejar muchos peces en el agua, en donde pueden continuar criando peces jóvenes. El único dueño, entonces, con cautela retirará el equivalente biológico del interés, sin reducir el capital – la población saludable que permanece en el océano.

Pero, si la población de peces está disponible para muchas partes independientes, la competencia se convierte en una preocupación principal. Si hoy no extraigo tanto como puedo, no hay garantía de que mañana usted no tomará todo.”

El ejemplo de las poblaciones de peces es particularmente claro, pero, la misma lógica, en esencia, se aplica a cualquier uso de recursos, pues la asignación de recursos más inteligente es rara vez idéntica a cualquier uso que al momento es considerado como más conveniente. Entre las demostraciones históricas más destacadas de ello está la liberalización económica de China de fines de los años setenta, que facilitó que casi mil millones de personas de China se escapara de la pobreza en apenas las últimas cuatro décadas. Luego que, sólo entre 1959 y 1962, la colectivización masiva de la agricultura con el “Gran Salto hacia Adelante” de Mao Zedong ocasionó la muerte por hambre de un estimado de 20 millones de personas, fue la introducción gradual de derechos de propiedad privada, primero en el contexto de la producción agrícola en la provincia de Anhui y, luego, gradualmente, a través de mucho de China, lo que resultó en un crecimiento económico y abundancia material nunca antes vistos en la región.

EL SAQUEO DEL COLECTIVISMO

La economía global de hoy, y prácticamente toda economía nacional dentro de ella, no se ajusta a noción alguna consistente de derechos de propiedad. Aún Estados Unidos es una mezcla de elementos de diversos sistemas económicos, con algunos sectores siendo dominados por redistribuciones masivas de recursos bajo la amenaza de la fuerza gubernamental, y otros sectores operando principalmente según los principios capitalistas de libre mercado de intercambio voluntario, por los que Estados Unidos es famoso. Uno de los sectores que casi más que cualquier otro se ajusta a los principios el mercado libre es la industria de la tecnología, en donde Gates y Bezos han amasado sus fortunas.

Ellos básicamente lograron su riqueza al venir con ideas de nuevas tecnologías y modelos de negocios que crearon oportunidades y productos en donde ninguno existía previamente. Su capital inicial vino en parte de invertir sus propios salarios duramente ganados, y en parte de otros quienes invirtieron en ellos por elección. Ellos contrataron empleados voluntarios para construir productos y operar las empresas bajo términos contractuales que nadie fue obligado a aceptar. Y, cuando se edificaron los productos, fueron vendidos a clientes dispuestos en transacciones mutuamente beneficiosas.

Y ahora que todo el trabajo está hecho y las inversiones riesgosas han dado sus frutos, Slavoj Zizek quiere un pedazo. Aún más, él alega que Gates y Bezos obtuvieron su riqueza quitándosela a él y supuestamente al resto del público en general. La crítica descansa en la concepción positiva de los bienes en común, por la cual usted puede señalar un activo con el que no tuvo nada que ver y alegar su propiedad, a expensas de todos aquellos que laboraron e invirtieron para producirlo. Cuando Zizek describe los activos de los industriales de la tecnología como “nuestros bienes en común,” está otorgando propiedad de esos activos a sí mismo y otros quienes nunca habían tenido control de ellos y, así, nunca cedieron voluntariamente su control. Así, está acusando a trabajadores e inversionistas privados de robarle a la sociedad como un todo.

Esta acusación general de robo es el tipo de base que a menudo ponen socialistas, comunistas, fascistas, y otros colectivistas, para justificar el saqueo masivo de los miembros más productivos de la sociedad, una vez que han dado sus frutos por la mano de obra e inversión. Este saqueo puede asumir diversidad de formas, desde aumentos de impuestos para financiar programas asistenciales, a nacionalizar empresas o industrias enteras, hasta una revolución total y una casi total redistribución de recursos, como ha sucedido en algunos de los momentos más extremos de la historia política.

Pero, cualquiera sea la forma que tome, el saqueo de los colectivistas siempre tendrá una consecuencia catastrófica. En el grado en que separa el control de los recursos de quienes correctamente son sus dueños según la teoría laboral de la propiedad, disminuye el incentivo y habilidad para producir riqueza y, a partir de ello, erosiona la capacidad de la sociedad para mantener la prosperidad económica.

En casos extremos, tales disminuciones de la prosperidad económica pueden asumir formas tan horrendas como la hambruna masiva en la China maoísta. Pero, como demuestra la historia del crecimiento económico, hasta aparentemente pequeños cambios en la tasa de crecimiento, como los que pueden resultar de un aumento marginal del impuesto, se suman en el largo plazo y tienen un enorme efecto absoluto sobre los estándares de vida de la gente ordinaria, lo que en el margen hace la diferencia entre vida y muerte. Aquellos interesados en saquear los cofres de Gates y Bezos, en vez de ganar sus recursos por medio del trabajo e inversión pacífica y productiva, pueden considerar la tasa de crecimiento en el largo plazo como un precio pequeño a pagar por una ganancia material inmediata, pero lo hacen a expensas de los pobres del globo en el corto plazo y de la población humana total en el largo plazo.

El economista de la Universidad de Harvard Gregory Mankiew no exagera al concluir en su frecuentemente usado libro de texto universitario Macroeconomía que, “El crecimiento económico en el largo plazo es el único determinante más importante del bienestar económico de los ciudadanos de un país. Cualquier otra cosa que estudien los macroeconomistas -desempleo, inflación, déficits comerciales, etcétera- palidecen en comparación.”

Si usted quiere aparecer como moralmente justificado de apropiarse de los activos de los ricos, como lo hacen tantos intelectuales y políticos de la élite, puede ser una estrategia decente acusar a industriales de la tecnología productivos de haberse robado esos activos. Pero, si usted quiere asegurar la capacidad de la civilización para confiablemente producir una abundancia material mayor y mejor, reducir las barreras a estándares de vida más altos y eliminar gradualmente la pobreza en una suma positiva que no tiene la característica auto derrotista de hacer de la élite económica su enemigo político, tendrá que respetar los derechos de miembros de la sociedad pacíficos y productivos de retener el control sobre los productos de su propio trabajo a menos y hasta que ellos elijan ceder ese control voluntariamente.

Saul Zimet fue compañero Hazlitt en la Fundación para la Educacipon Econpomica. Él escribre sobre el prosgrso humano, la pol´tiica de ls porpieda, y del conocimiento maximalista.

Traducido por Jorge Corrales Quesada