EL DECRECIMIENTO MATA GENTE – SÍ, LITERALMENTE

Por Christopher Lingle & Emile Phaneuf III
American Institute for Economic Research
19 de diciembre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es christopher lingle & emile phaneuf III, american institute for economic research, degrowth, December 19, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El mantra del “crecimiento sostenible” ha dado espacio a una nueva narrativa que apunta al “decrecimiento” como imperativo para la supervivencia humana. Sus proponentes afirman que puede salvar al planeta, “deshacer el capitalismo,” e incluso “permitir que las sociedades prosperen sin crecimiento.” Tal vez impulsados por buenas intenciones, los proponentes del “decrecimiento” están dibujando un curso que disminuirá las posibilidades de la prosperidad humana, en un mundo caracterizado por las condiciones impuestas por una escasez de recursos naturales.

Si en realidad sentimos empatía por la difícil situación de la humanidad y el ambiente natural, debemos desatar la creatividad e innovación que nos ha llevado al punto con la menor cantidad de pobreza absoluta de la historia y alejarnos de catástrofes reales o imaginarias.

La afirmación de que proseguir narrativas anti crecimiento es una respuesta a recursos naturales “cada vez más escasos” es falsa e induce al error, ignorando la evidencia histórica en contra. Lo que se ignora es la existencia de recursos humanos ilimitados – la ingeniosidad y espíritu humano que han llevado a mejoras en los estándares de vida para la mayoría de la humanidad, a lo largo de la historia moderna.

En efecto, el recurso infinito de ingeniosidad humana ha hecho retroceder límites que, de otra forma, son impuestos debido a la cantidad de recursos físicos en el mundo natural. Una insistencia en que la “escasez cada vez mayor” de recursos requiere una reducción o un freno al crecimiento, pasa por alto que los argumentos a favor del “pico del petróleo” se han trasladado continuamente hacia un futuro lejano.

Si bien el éxito en el pasado de escapar de los puños de la escasez no es garantía de qué traerá el futuro, es una fuente de optimismo en vez de predicciones pesimistas de los oponentes al crecimiento económico.

Tal como es ahora, ambos enfoques (“crecimiento sostenible” y “decrecimiento”) involucran una mala caracterización que repudia lo humano y los elementos humanos asociados con el capitalismo y los mercados. Todavía más, ambas narrativas atribuyen aspectos humanos injustificados al “estado” como mecanismo de mediación que se supone trae ganancias colectivas para la humanidad. Esta controversia está bajo escrutinio extremo por una rama entera de la economía; esto es, la Elección Pública.

Resulta que necesariamente un poder político concentrado y expandido abajo estas narrativas involucrará una reducción en la libertad humana y una disminución de la prosperidad humana. Siguiendo los argumentos montados por académicos de la Elección Pública, la amenaza existencial no proviene del deterioro del ambiente físico o la supervivencia de la raza humana, per se.

Un estudio de la experiencia histórica con el poder político concentrado y expandido revela resultados peores de la calidad tanto en el ambiente humano como en el natural. Evidencia de esta afirmación se encuentra en el abandono de las condiciones materiales de la mayoría de la población de la URSS y la degradación ambiental en Rusia y los estados soviéticos satélites. (Ver el desastre del Mar Aral).

LOS MERCADOS VERSUS LA POLÍTICA

Desentrañar la lógica detrás de los movimientos de crecimiento sostenible y decrecimiento hay una antipatía hacia el uso humano de la propiedad privada en un intento de mejorar sus condiciones interactuando en los mercados; esto es, el capitalismo. En particular, el movimiento del decrecimiento se identifica firmemente con el control social o de la propiedad privada; esto es, compartiendo los medios, si no es que los fines, del socialismo.

Por su parte, los defensores del socialismo tienden a ver la propiedad privada como el PROBLEMA que conduce a la miseria humana y degradación ambiental. A su vez, prescriben control político sobre recursos como una vía para moderar estos problemas.

En contraste, defensores del capitalismo y la libertad de acción humana argumentan que la propiedad privada es la SOLUCIÓN que permite que surjan acuerdos pacíficos de conflictos acerca del uso de los recursos. A su vez, la propiedad privada brinda incentivos para la conservación y administración de los recursos por sus dueños.

Ninguno de estos enfoques garantiza resultados “perfectos.” Pero, un examen de los incentivos diferentes que guían a los actores en un ambiente político o privado, es revelador en términos de cuál servirá al pueblo en general y al ambiente natural.

Los agentes políticos tienen información limitada sobre la evaluación de valores presentes o futuros de los recursos o de cuál uso servirá “mejor” a los ciudadanos, ya sea como consumidores o productores. También, es el caso que agentes políticos tiendan a ser sordos o inmunes ante errores de juicio, debido a una débil rendición de cuentas por errores que conducen a costos dispersos en vez de personales. En sí, hay un mecanismo de retroalimentación débil que corrija o revierta las malas elecciones de política.

En contraste, los mercados les proveen a los actores privados una información extensa y dinámica sobre valoraciones de recursos y capital, al ser revelados por interacciones e intercambios. También, es el caso que los actores privados tenderán a sufrir las cargas directas por errores de juicio, las que proveen un incentivo personal para que se hagan las correcciones tan pronto como sea posible.

CONDICIONES PARA LA PROSPERIDAD HUMANA

Existen ciertas fuerzas económicas en operación que valen la pena se consideren, que podemos ponerlas a operar al pensar sobre recursos escasos (supuestamente “cada vez más escasos,” afirman los impulsores del decrecimiento). La primera es los precios del mercado. Cuando hoy al hacerse más escaso un bien de lo que era ayer (manteniendo constante la demanda), hay una presión al alza en su precio. Como con cualquier cosa que se compra y vende, alzas en los precios relativos tienden a conducir a un aumento en la cantidad ofrecida (al ver los suplidores una oportunidad de obtener ganancias), a menudo a través de innovación tecnológica o cuando productores rivales ingresan al mercado. Al mismo tiempo, un alza en el precio relativo tenderá a conducir a un descenso en la cantidad demandada, usualmente por medio de una sustitución. Como lo señalaron correctamente dos economistas soviéticos allá atrás en los años ochenta, “Todo está interconectado en el mundo de los precios, así que el cambio más pequeño en un elemento es pasado a lo largo de la cadena a millones de otros.”

En cuanto a la política, gobiernos que permiten precios de mercado sin restricciones brindan señales acerca de la escasez relativa, y la propiedad privada brinda incentivos. Sin embargo, la propiedad privada sólo está segura bajo la regla de la ley: dando a entender que líderes políticos deben vivir bajo el mismo conjunto de reglas que los ciudadanos que aquellos lideran.

Si el objetivo es la prosperidad humana (y eso debería tener una posición privilegiada en nuestro enfoque), entonces, debemos preguntar cuáles son las condiciones que la permiten. Como se aseveró de previo, la propiedad privada y precios de mercado facilitan los incentivos y la retroalimentación. La regla de la ley protege a la ciudadanía contra el comportamiento depredador, no solo de otros individuos, sino, también, de actores del estado. Pero, al menos de igual importancia es la presencia de una cultura que favorece la paz sobre la guerra, valora la empresariedad, y ve al intercambio voluntario como una suma positiva (en vez de suma cero, que asume que, si un lado gana, el otro lado tiene que perder).

¿Podemos “quedarnos sin” recursos naturales? Hay de hecho recursos finitos en nuestro planeta. Podemos, por supuesto, reciclar materiales usados y (en su momento) minar asteroides y hasta colonizar otros planetas. Pero, para ir un paso más allá, Julian Simon afirma que “La historia de los últimos 200 años, en efecto, en toda la historia de la humanidad, nos ha mostrado los acontecimientos extraordinarios, en contra de todo sentido común, de que, entre más recursos naturales usamos, más tenemos de ellos.” Esto puede sonar contraintuitivo dada la antes mencionada limitación de recursos en la tierra, pero Simon formula el caso de que el precio de extraer recursos naturales de la tierra se ha reducido a lo largo de la historia.

De forma que, sí. El crecimiento puede darse siempre si podemos dejar de albergar ideas peligrosas que nos dicen que el crecimiento es indeseable o insostenible. El obstáculo primordial para una prosperidad continua de la condición humana es la interferencia humana (política o ideológica) en la libertad de otros.

Por tanto, ¿qué tiene que ver el crecimiento económico con la prosperidad humana? El economista de Oxford, Paul Collier, probablemente lo resumió de la mejor manera cuando afirmó que “El crecimiento económico no es un curalotodo, pero la ausencia de crecimiento mata todo.”

Christopher Lingle es compañero visitante sénior en AIER, profesor visitante de Economía en la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. Académico de investigación en el Centro para la Sociedad Civil (Nueva Delhi), asesor económico de política internacional para el Instituto Asiático de Diplomacia y Asuntos Internacionales (AIDIA-Katmandú), compañero sénior internacional del Instituto de Derechos de Propiedad (Estados Unidos), compañero sénior en el Centro para la Educación de Mercado (Malasia), y compañero sénior visitante de Advocata (Colombo, Sri Lanka). Sus intereses de investigación son las áreas de Economía Política y Economía Internacional con un enfoque en economías de mercado emergentes y reforma de la política pública en Europa del Este y Central, Asia del Este, América Latina, y Sur de África.

Emil Phaneuf III escribe sobre asuntos monetarios y criptomonedas y ha pasado más de una década trabajando en el desarrollo de negocios internacionales alrededor del mundo. Posee una Maestría (un título doble) en Economía de la OMMA Business School Madrid y de la Universidad Francisco Marroquín, así como una Maestría en Artes en Ciencia Política de la Universidad de Arkansas. Es estadounidense pero ha vivido en Japón, Nueva Zelandia y (ahora) en Brasil.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.