DICTANDO LAS PALABRAS-EL CONTROL DE LA CULTURA POR LA IZQUIERDA Y LA GUERRA CONTRA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN-PRIMERA PARTE

Por Marc Glendening
Institute for Economic Affairs
31 de octubre del 2023

RESUMEN


  • Hoy la democracia liberal encara un desafío autoritario muy serio. Mientras conservadores reaccionarios querían anteriormente restringir la expresión que, decían ellos, ofendía la moral pública, ahora los esfuerzos son primariamente dirigidos hacia la comunicación política.
  • Una extensa coalición de partidos y grupos -llamada aquí “Control de la Cultura por la Izquierda” (ICC)- está dirigiendo la actual campaña a favor de una regulación siempre creciente de la expresión. Esta alianza se extiende más allá de los confines tradicionales de la izquierda y ahora influye fuertemente en las grandes empresas, burocracias del sector público (incluyendo la policía) y algunos políticos del partido conservador inglés.
  • La lógica en el corazón del pensamiento del ICC es la idea derivada del post modernismo de que el lenguaje constituye una forma de poder coercitivo: se piensa que la sociedad es “socialmente construida” por ideas dominantes. Se alega que estas mantienen jerarquías existentes y marginalizan una diversidad de grupos de identidad.
  • Para sostener esta interpretación irracional del lenguaje, el ICC ha extendido ampliamente los límites de lo que constituye “daño” para incluir muchas formas de expresión. De ahí el surgimiento del “espacio seguro.”
  • “El discurso de odio” es el concepto clave que el ICC despliega para justificar la “cancelación” de adherentes a posiciones consideradas como transgresoras, e imponer una mayor regulación estatal de la expresión pacífica.
  • La naturaleza mal definida de lo que constituye el discurso de odio representa una amenaza seria a nuestra capacidad de involucrarnos en un debate abierto, democrático. También, subvierte el principio de que la ley debería ser lo suficientemente clara para que los ciudadanos entiendan si su comportamiento es legal o no.
  • Los intentos por revertir la marea autoritaria vigente no deberían basarse sólo en argumentos consecuenciales, sino, también, en una reformulación de la libertad de expresión como un derecho natural.
  • El ICC y sus aliados deber ser reconocidos como una fuerza a favor de un estilo primitivo de política anterior a la Ilustración, que busca usar el poder estatal para limitar severamente los parámetros del debate. Quienes defienden valores políticamente liberales deberían presentarse como residentes en el otro extremo del continuo ideológico.


INTRODUCCIÓN

En el presente la cultura política liberal de Gran Bretaña enfrenta una amenaza mayor de la que ha encontrado desde que nuestra nación emergió como democracia representativa a inicios del siglo XX. Si bien en el pasado ha habido campañas, conducidas usualmente por conservadores religiosos, que han intentado restringir la libre expresión, para así prohibir formas particulares de expresión -por ejemplo, la expresión considerada como blasfema u obscena- hoy la amenaza es cualitativamente diferente.

La nueva amenaza toma la forma de una reinterpretación completa y radical de la base para la libertad de expresión en general. Ella ha logrado amplio apoyo social y tiene bases ideológicas ricas (si bien no unas que son siempre plenamente transparentes para el público). Si se fuera a caracterizar la nueva amenaza por un único compromiso, sería este: que el lenguaje cotidiano debería ser sujeto a un grado extenso de control para promover la igualdad social. Este objetivo y la forma en que se persigue son contrarios al pluralismo liberal.

El estado actual de la vida política en Gran Bretaña, en particular aquel de su ala izquierda, es testigo del efecto extendido de este cambio ideológico reciente. El control sobre la esfera de la comunicación ha llegado a ser un objetivo importante para una amplia extensión de la izquierda contemporánea. Muchas de las iniciativas políticas de la izquierda proceden bajo el supuesto de que las palabras son una fuente de poder social importante. Para que haya una mayor justicia social, razonan ellos, debe prohibirse la expresión de ciertos pensamientos. Según esta teoría, entre más tiene lugar la censura de puntos de vista políticamente incorrectos, más liberada llegará a ser la sociedad británica. El resultado de poner en práctica este programa han sido ejemplos notables de extralimitación de la policía [1], así como el surgimiento de formas más sutiles (pero no por ese hecho menos reales) de regulación cultural en donde antes no había ninguna, y discriminación por organismos oficiales contra quienes parecen presumir estar disfrutando “privilegios.” Para facilitar la expresión, quienes promueven esta agenda antiliberal serán referidos a lo largo de este documento como el “la Izquierda del Control Cultural” (de aquí en delante, el “ICC”.)

Un peligro inherente a la ideología del ICC es que la autoridad que se alega para censurar la expresión de aquellos que desaprueba tiene una tendencia natural a simplemente excluir el debate político legítimo. Lo que es más, es fácil ver cómo esta tendencia inherente se puede explotar cínicamente en la vida política. Pero, bien sea que la motivación es cínica o no, invariablemente el efecto es de censura y antiliberal. Al suprimir las ideas de los oponentes de uno, se cargan los dados de la política: los adversarios de uno automáticamente perjudicados; uno mismo poseído de una ventaja automática. Un ejemplo -uno de los muchos que pueden escogerse- sirve para ilustrar tal fenómeno, En el 2020, la primera ministro laborista Nadia Whittome públicamente afirmó que: “[N]osotros no debemos fetichizar el ‘debate’ como si el debate, en sí, fuera un acto neutral inocuo. …El propio acto de debatir… es un retroceso efectivo de la supuesta igualdad y un pie en la puerta a la duda y el odio.” [2] [énfasis agregado]

El razonamiento de Whittome revela un abandono impactante de los valores liberales: el simple acto de desafiar sus ideas en el espíritu del debate civil no es algo que ella piensa es políticamente deseable.

Tampoco Whittome está sola. Su declaración es sólo una expresión particularmente directa de los supuestos que subyacen en mucho del ICC. Este ensayo afirma que el ICC es un fenómeno político lo suficientemente homogéneo, que merece ser considerado un movimiento político, uno que ha estado ganando influencia en años recientes. El hecho de que la naturaleza unificada del ICC no es más evidente, se explica por el hecho de que su ideología subyacente a menudo permanece solo formulada incompleta o inexplícitamente en las mentes de los adheridos a ella. Por tanto, no siempre es suficientemente obvio que los ejemplos individuales de censura y control de la expresión sean todos manifestaciones latentes del mismo fenómeno. También, la formulación a menudo no explícita de la ideología del ICC explica por qué el movimiento ha obtenido una aceptación tan rápida en grandes partes de la sociedad. Muchos en este contexto no pueden ver la proverbial “madera para los árboles”.

También la poca claridad de la ideología del ICC sirve un propósito relacionado más siniestro, al permitir a sus adherentes a representarse engañosamente a sí mismos como defensores de valores liberales en tanto que buscan socavarlos. Típicamente, representantes del ICC se involucran en un estilo de doble pensamiento: de los labios para afuera a favor del ideal de libre expresión a la vez que están totalmente listos para suprimir la expresión considerada como socialmente indeseable. La etiqueta que se le da a este tipo de discurso indeseable es comúnmente “discurso de odio.” En el 2009. David Miliband, en ese momento Secretario de Asuntos Internos, impidió el ingreso a Gran Bretaña del político holandés Geert Wilders, en donde planeaba filmar una película que alegaba que el Corán era un libro “fascista.” El razonamiento de Miliband era que, si bien Gran Bretaña era un país en donde se valoraba la libertad de expresión, “no hay libertad para gritar “Fuego” en un teatro lleno de gente; no hay libertad de agitar el odio racial y religioso.” [3] Dejando de lado las ideas de Wilders, que muchos muy razonablemente encontrarían repulsivas, es instructivo de que quienes buscan restringir la libertad de expresión la defienden a menudo de los labios para afuera.

Una consecuencia del truco característico prestidigitación del ICC es muy notoria: la inversión peculiar de la terminología política convencional que ha tenido lugar en años recientes. A la vez que conduce su propia agenda antiliberal, exitosamente el ICC ha retratado a sus oponentes -aquellos que sólo impulsan la libre expresión y la diversidad de opinión- como reaccionarios y parte de las “fuerzas del conservadurismo,” independientemente del hecho de si esos opositores en efecto pertenecen a la derecha liberal, la izquierda tradicional, o el centro de la política británica. Por su parte, el ICC presenta su propia posición como “liberal” o “progresista.” [4] Parcialmente ha tenido éxito en esto al posicionarse convincentemente como heredero natural de movimientos que lucharon batallas legales históricas para lograr la igualdad política sobre bases de raza, sexo, sexualidad, etcétera. El resultado es que en la imaginación social genuinamente liberal e intentos bien establecidos por asegurar la igualdad legal se hayan confundido retórica e intelectualmente con las políticas antiliberales del ICC.

La influencia de la ideología del ICC constituye así un desafío significativo al carácter de la vida pública británica – uno que debería ameritar un estudio serio aún en los ojos de quienes simpatizan ampliamente con sus objetivos e influencia.

Este ensayo se enfoca en el “discurso de odio.” La reclasificación de ciertos tipos de expresión como constituyendo eso, ha sido uno de los medios principales por el que en años recientes el ICC ha erosionado los derechos a la libre expresión. Según el ICC, el discurso de odio debe ser detectado y suprimido en el interés de promover la justicia social.
Quienes defienden (o, en algunos casos sólo ejercitan) un derecho robusto a la libre expresión, están crecientemente siendo tratados por el ICC como proveedores abiertos o en el closet de la política de “odio.” Kathleen Stock [5] y Germaine Greer [6] son dos escritoras de alto perfil que han sufrido esa suerte. La tendencia a difamar un compromiso con el debate libre y abierto es sugerencia de la más profunda inspiración anti Ilustración y anti racionalista del ICC. Ser acusado de discurso de odio es el equivalente contemporáneo de ser acusado de blasfemia o sedición. La manera casual y que sirve para todo propósito como se usa el calificativo para descreditar posiciones políticas, indica que la función política es simplemente cerrar el debate y acusar a opositores de uno con un barniz de culpa presunta, como se indica en la declaración de arriba de Nadia Whittome.

La primera tarea de este trabajo es restaurar alguna claridad conceptual al fenómeno que se discute. Primero, se describirá la composición del ICC, al igual que lo será su inspiración ideológica y agenda política. Luego, el ensayo presenta evidencia de las incursiones en los derechos liberales logradas mediante del despliegue por el ICC del concepto de discurso de odio. Finalmente, le siguen argumentos basados en principios contra la legislación sobre el discurso de odio. Todo esto se ofrece con la esperanza de que, darse una mayor cuenta de la naturaleza y escala de la amenaza contemporánea a los valores liberales, pueda inspirar a la gente a plantarse en oposición a ella.

Continúa en la Parte Segunda

Marc Glendening es Jefe de Asuntos Culturales del Institute of Economic Affairs (IEA). Su serie Paralax Views de discusiones en YouTube se enfoca en temas contemporáneos que afectan la libertad cultural. Antes de llegar al IEA, trabajó para Policy Exchange enfocándose en asuntos relacionados con la libertad de expresión e implicaciones políticas de la ley de derechos humanos. En el 2011, cofundó el People’s Pledge inter partidario. Este hizo campaña para un referendo sobre la cuestión de la membresía en la Unión Europea e incluyó a políticos y otros con ideas opuestas sobre el Brexit. Marc es fundador de la Sohemian Society que se dedica a la historia y valores liberales del Soho en Londres.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.