¿TODO MUNDO GANA?

Por Gary M. Galles
American Institute for Economic Research
13 de noviembre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es gary m. galles, american institute for economic research, gain, November 13, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

A menudo, economistas han escrito y dicho que, puesto que ambas partes ganan con un acuerdo de intercambio voluntario, los sistemas de propiedad privada basados en el mercado bien pueden ser resumidos como “mutuamente beneficiosos.” Que recuerde de más de cuatro décadas de enseñanza universitaria, cada libro de principios de economía ha dicho algo como eso.

La razón de tal “veredicto” positivo unánime entre economistas sobre las relaciones de mercado voluntarias es que resume adecuadamente los resultados para la parte A y la parte B cuando eligen intercambiar entre sí. Cada unidad voluntariamente intercambiada beneficia a ambas partes.

Pero, la conclusión de que todo mundo gana sólo se deduce si no hay otras partes afectadas adversamente. ¿Qué pasa si también había una parte C, que le suplió a A antes que B la superara en el negocio? C pierde en relación con sus circunstancias previas. Otros que también querían una porción del negocio de A, pero fallaron en lograrlo, también pueden alegar que fueron injustamente “excluidos” de él por B.

Tal vez, tales preocupaciones acerca de “¿qué pasa si C?” son la razón de que más gente no se convenza de las conclusiones “mutuamente beneficiosas” que los economistas derivan. Ellos pueden temer que les pasará como C en sus esfuerzos en el mercado. Tales temores se podrían intensificar para quienes han aprendido de la descripción de Joseph Schumpeter del capitalismo como un “vendaval de destrucción creativa,” e incluso más si conocieran que él escribió que “Este proceso de destrucción creativa es el hecho esencial acerca el capitalismo.”

Esas inquietudes pueden explicar por qué tantas formas de proteccionismo son buscadas políticamente, a pesar del hecho de que socavan la competencia de libre mercado y las inmensas ganancias que los consumidores derivan de ella.
Si bien las personas quieren disfrutar todas las ganancias que reciben de la competencia de mercado para sus asuntos como consumidores, si aquellas son productoras del bien X, también quieren las incluso mayores ganancias que pueden lograr en ese mercado por la protección contra quienes las pueden sobrepasar competitivamente. Ellas quieren tener su queque y también comérselo, y esa hipocresía “se traga” más fácil si se pueden rechazar como falsas las evaluaciones de economistas de que “todo mundo gana” con la competencia del mercado.

Debido a que aquellos como C algunas veces son dañados por el resultado del proceso de competencia por el negocio de A (la parte “destructiva” de la historia), los creyentes en la libertad económica podrían lograr mayor claridad sobre este concepto, tanto para sí mismos como para el “tono” que ponen al explicarlo a otros.

También, esto parecería deducirse del hecho de que “mutuamente beneficioso” y “destrucción creativa” parecen ir en desacuerdo, sin embargo, los textos económicos apoyan ambas descripciones.

Un ejemplo del lado “mutuamente beneficioso” es el uso frecuente de lo que economistas llaman una Caja de Edgeworth, que sólo considera dos partes en su forma básica. Dados sus supuestos, muestra que ambas partes ganan en cualquier comercio voluntario, y dado que nada más se toma en consideración, puede considerarse que “mutuamente beneficioso” es una buena descripción.

En el lado de la “destrucción creativa” está la discusión económica estándar de permitir el comercio de un bien entre dos países distintos que tienen diferentes costos de oportunidad en la producción. Aquella demuestra que ambos países logran beneficios netos al abrirse al comercio. Pero, también hay efectos destructivos en cada país – pierden los productores del bien en el país de alto costo de oportunidad, tal como les pasa a los consumidores del bien en el país que inicialmente tenía precios inferiores.

Los efectos destructivos de esas ganancias del intercambio pueden desaparecer de la vista si sólo se enfocan en las ganancias netas para los países involucrados por medio del uso de una definición de “compensación potencial” de la eficiencia económica. Ese enfoque es que, si se pueden lograr beneficios netos, los “ganadores” podrían potencialmente compensar a los “perdedores” lo suficiente como para permitir que todos sean ganadores. Si en la realidad se paga una compensación aceptable (como debe ser el caso para quienes los derechos de propiedad les permiten decir “no” a un arreglo), tal acuerdo de hecho haría ganadores a todos. Pero, por lo general, tal compensación potencial no es pagada, de forma que los “perdedores” siguen siendo perdedores. Alguien termina peor, violando la descripción típica de economistas de que una mejora en la eficiencia no deja a nadie peor que antes.

¿Cómo podemos aclarar el enredo?

En el tanto que aquellos como la parte C quedan peor comparados con sus niveles previo de bienestar en el ejemplo previo, debemos rechazar que “todo mundo afectado gana” proveniente de toda interpretación del intercambio individual voluntario. Una mejor descripción sería aquella en que el intercambio voluntario no viole derechos de propiedad de nadie.

En nuestro ejemplo, ambos, A y B tienen el poder de decir sí o no a cualquier acuerdo en que se puedan involucrar, derivado de sus derechos de propiedad. Aún más, ambas partes, para prorrogar su relación, requieren continuar diciéndole sí a ella. Y, permitir que A rechace continuar su relación voluntaria con C para mejores condiciones con B es lo que perjudica a C.

Aún cuando en el ejemplo C pierde, él no tiene derechos de propiedad que hayan sido violados. Todos tienen los mismos derechos de propiedad privada -el derecho a ofrecer sus bienes o servicios o recursos para otros en cualesquiera términos que encuentran conjuntamente aceptables- y nadie ha visto que ese derecho se haya disminuido.

Por desgracia, decir que los derechos de propiedad de nadie han sido violados viene a ser menos inspiracional a que “todo mundo gana” o “nadie es dañado.” Pero, ese no es el final de la historia.

El hecho es que defender conjuntamente los derechos de la propiedad de todos es el medio por el que todos nosotros ganamos con el capitalismo. Esto lo ilustran bien los papeles tradicionales del gobierno: la defensa nacional es proteger en conjunto nuestras vidas y propiedad de la agresión externa; la policía y cortes y cárceles son para proteger conjuntamente nuestras vidas y propiedad de agresión por nuestros vecinos. La protección conjunta de los derechos de todos ante violación por terceros asegura más esos derechos, permitiendo mayores ganancias de relaciones voluntarias a ser construidas con base en ellos.

Así es cómo las ganancias del mercado también se extienden a la parte C. Siempre que hay libertad económica, se ofrecen mejores y mejores opciones a consumidores, lo que eleva grandemente su bienestar. Como dijo George Reisman, en respuesta a alegatos de que los mercados son una lucha perjudicial para la supervivencia en las junglas de los más aptos, “el único sentido en que sobrevive el “más apto” es que sobrevivan los productos más aptos y métodos de producción más aptos, hasta que se reemplacen por productos y métodos de producción aún más aptos.”

Pero, ¿por qué esto significa que hasta aquellos en circunstancias como las de la parte C, cuya paga y prospectos pueden reducirse debido a una falla específica en los negocios, aún pueden beneficiarse, en vez de ser dañadas por el capitalismo? De nuevo, Reisman es instructivo:

Aún en esos casos en que la competencia aislada resulta en que un individuo tenga que pasar el resto de su vida en un estado más bajo al que antes disfrutó, él no puede razonablemente alegar que la competencia le ha dañado. Los más que él puede alegar razonablemente es sólo que, a partir de este punto, las inmensas ganancias que él deriva de la competencia son menores a las aún más inmensas ganancias que previamente derivara de ella.

Dado que la competencia subyace en la producción y oferta de todo, él continúa estando en capacidad de comprar y es la que es responsable del poder adquisitivo de cada dólar suyo. En efecto, bajo el capitalismo, la competencia procede a elevar el estándar de vida del asalariado promedio por encima de hasta el de la gente más rica del mundo de unas pocas generaciones previas.

Por tanto, la “supervivencia del más apto” que en la realidad tiene lugar en los mercados no atados de manos por la interferencia del gobierno -el proceso de descubrimiento e introducción de los bienes y servicios más aptos y las formas organizacionales y productivas más aptas- beneficia grandemente a todos los consumidores en vez de dañarlos. Y hacer esas ganancias lo más grandes posibles se facilita si se protegen los derechos de los individuos a cooperar con cualquiera en cualesquiera términos que encuentren aceptables, combinado con los derechos de terceros a decir no a cualesquiera ofertas que encuentren inaceptables. Restringir esos derechos por la vía de alguna de las muchas formas en que el proteccionismo gubernamental puede proveer beneficios adicionales a esos “favorecidos” con tales intervenciones, pero, por igual, abrir la puerta a tales restricciones en nombre de otros buscadores de favores, con el paso del tiempo impondrá daños mucho mayores a virtualmente todo mundo. Ese es el sentido en que habilitar el libre intercambio voluntario para todos es, de hecho, mutuamente beneficioso.

El Dr. Gary M. Galles es profesor de Economía en la Universidad Pepperdine. Su investigación se enfoca en las finanzas públicas, la elección pública, la teoría de la firma, la organización industrial y el papel de la libertad, incluyendo las ideas de muchos liberales clásicos y de fundadores de los Estados Unidos. Sus libros incluyen Pathways to Policy Failure, Faulty Premises, Faulty Policies, Apostle of Peace, y Lines of Liberty.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.