EL IMPRESIONADO Y LOS OHS

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
22 de octubre del 2023

Si excluimos a los misántropos, la mayoría de personas hoy puede -sin una simplificación excesiva- dividirse en dos campos diferentes: el Impresionado y los Ohs. El Impresionado se asombra inmensamente ante el mundo moderno.
Ellos están enormemente agradecidos con las innumerables comodidades y beneficios en la vida bajo la economía global moderna. Se dan dan cuenta que casi todos nuestros ancestros no sólo la pasaron sin la comodidad y conveniencia de cosas parecidas al aire acondicionado, automóviles, viajes aéreos, aspirina, lavadoras de platos automáticas, telefonía, música grabada, y computadoras portátiles y teléfonos inteligentes conectados 24/7/365 por Wi-Fi a la Red, también el Impresionado se da cuenta que la mayoría de nuestros ancestros la pasó sin acceso a antibióticos, luz artificial, plomería interior, la habilidad para bañarse todos los días, e incluso suministros regulares de comida.

En contraste, los Ohs, o bien son ignorantes cerca de cómo vivía la mayoría de nuestros ancestros, o creen que son irrelevantes las experiencias de nuestros ancestros para valorar el estado actual del mundo. A diferencia del Impresionado, los Ohs comparan el estado del mundo de hoy con lo que imaginan es un Mundo Perfecto. Luego, los Ohs observan una realidad innegable: Tan maravilloso como lo es hoy el mundo, no es perfecto. Podría ser más maravilloso. Las imperfecciones abundan.

Al notar los Ohs esas imperfecciones, en su consternación, lanzan su quejido “Oh.” No importa qué tan altos sean los estándares de vida para casi todos en las economías hoy orientadas hacia el mercado, los estándares de vida podrían ser mayores. Los costos de lograr, conservar, y elevar más esos estándares de vida hasta podrían ser menores. La “distribución” de la abundancia de bienes y servicios incluso podría ser más igual. Y, si hubiera una estética menos desagradable en la sociedad industrial y comercial -qué pasa con sus fábricas, minas, oleoductos, centros comerciales, contaminación lumínica, vendedores telefónicos y sitios vulgares en la red- de hecho, las personas con sensibilidades finamente refinadas sufrirían menos irritaciones.

Resulta ser curioso qué tan incuriosos son los Ohs sobre la verdadera naturaleza y fuente del crecimiento económico. La mayoría de Ohs parece pensar que la efusión diaria masiva de bienes y servicios, si bien podría elevarse más por una intervención gubernamental inteligente, no podría disminuir con tal intervención, o, al menos, reducida como para que le importe a gente sensata. Como los Ohs ven los asuntos, la riqueza se genera automáticamente por una máquina llamada “la economía,” que fuera propiamente creada -y mantenida- por el estado. Esta máquina se ralentizará o balbuceará sólo si el gobierno falla en operarla apropiadamente – por ejemplo, al erigir aranceles proteccionistas a las importaciones de acero, subsidiar la edificación de un nuevo estadio de beisbol, y alimentar la máquina económica con inyecciones regulares de dinero recientemente creado.

A diferencia del Impresionado, quien siempre se queda boquiabierto al contemplar la cantidad estupenda de esfuerzos detallados individuales vigentes necesarios para la producción de incluso los productos económicos más sencillos, los Ohs se sienten permanentemente decepcionados porque la máquina económica nunca funciona tan bien como imaginan. Los Ohs, verás, sólo observan fenómenos superficiales. Por ejemplo, los Ohs ven un reporte sobre la riqueza de Jeff Bezos o la valoración de mercado de Amazon y, sin mirar más profundamente, concluyen que si gran parte de la riqueza de Bezos fuera “redistribuida” hacia estadounidenses más pobres y si Amazon fuera obligada a cobrar precios incluso más baratos, el mundo sería un sitio mejor.

Los Ohs -démosles ese tanto- son excelentes en aritmética. Saben que, si el precio al menudeo de algún ítem vendido por Amazon se reduce, el nuevo precio será menor al precio viejo. ¡Brillante! También, saben que la riqueza neta de Bezos, expresada en dólares, es múltiples veces más alta que la riqueza neta de cualquier estadounidense promedio.
Además, los Ohs saben que, si el gobierno fuera a substraer X dólares de la riqueza de Bezos y luego agregara esos X dólares a las cuentas bancarias de otros estadounidenses, el resultado inmediato sería una reducción en la diferencia entre la riqueza monetaria de Bezos y la riqueza monetaria de otros estadounidenses.

¡Es un desempeño de nota 100 en aritmética! Orgullosos de sus elevadas notas académicas, los Ohs siempre dicen “oh” si y cuando el gobierno se niega a reconocer el mérito de los Ohs para dictar políticas que llevan a la práctica esos ejercicios aritméticos.

Los Ohs “abuchean” escandalosamente cuando, por ejemplo, el Impresionado habla en contra de la “redistribución” del ingreso o la riqueza. El Impresionando hace lo más que puede para informar a los Ohs que la riqueza monetaria de los empresarios, tales como Jeff Bezos, reflejan los éxitos de los empresarios en complacer a los consumidores. Por tanto, el Impresionado afirma, que sería injusto apropiarse de su riqueza tan sólo para dársela a individuos que no hicieron nada por ganarla. Seamos realistas, observen al Impresionando: Más que ninguna otra persona, en efecto Jeff Bezos construyó Amazon, mientras esos individuos que obtendrán del gobierno algún dinero “redistribuido” tomado de Bezos, en efecto no construyeron Amazon.

Segundo, el Impresionado explica que “redistribuir” ingreso o riqueza monetaria no es sólo un asunto de que el gobierno vuelva a barajar la propiedad de sumas de dinero. Es cierto que la imposición “redistributiva” toma de individuos ricos como Bezos y, después, le da lo tomado a otra gente. Pero, el Impresionando se da cuenta que, lo que en última instancia es “redistribuido,” son recursos. Elevar los impuestos a Bezos en verdad no ocasionará que él reduzca su consumo. En vez de eso, lo incitaría a retirar de su empresa una cantidad de recursos igual en valor que la cantidad de impuesto que debe pagar. Entonces, Amazon operará menos eficientemente. Tendría menor cantidad o menos bien conservados vehículos de entrega; sus trabajadores recibirán un menor entrenamiento; sus bodegas serían equipadas con maquinarias que amplían menos su productividad; sus trabajadores de logística operarían con un software peor.

Entre las consecuencias estarían una productividad menor del trabajador en Amazon y, por tanto, salarios reales menores. Esta productividad reducida también se manifestaría en que los consumidores obtengan de Amazon productos de menor calidad y más caros. Y el deterioro en la calidad del servicio de Amazon y aumento en los precios significará menor presión sobre Walmart y otros minoristas para que compitan.

Los Ohs no se dan cuenta de esta realidad porque sólo ven los efectos inmediatos. Se olvidan de la indescriptible complejidad e inconmensurable interrelación de los fenómenos económicos modernos. El Impresionado -siendo, bueno, impactado con asombro ante esta complejidad e interrelación- sabe que los esquemas simplistas favorecidos por los Ohs están destinados a tener malas consecuencias, que casi con certeza compensan cualesquiera beneficios que esos esquemas puedan producir.

Pero, a pesar de ser advertidos por el Impresionado, los Ohs continúan perdidos. Tercamente se adhieren a la creencia de que la realidad económica es bastante simple -que la realidad económica en verdad no inspira asombro- los Ohs, naturalmente así se adhieren a la creencia de que la realidad puede ser fácilmente diseñada para que calce entre sus fantasías.

Mientras tanto, el Impresionado permanece asombrado ante la ingenuidad de los Ohs.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.