ES HORA DE DESHACERSE DEL PESO Y DOLARIZAR A ARGENTINA

Por Steve H. Hanke & Emilio Ocampo
Independent Institute
18 de octubre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es steve h. hanke & emilio ocampo, independent institute, Argentina, October 18, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Con Argentina haciendo frente a la tercera tasa de inflación más alta en el mundo de 250 anual (según mediciones por Hanke), muchos argentinos han dado apoyo al candidato presidencial Javier Milei. De hecho, Milei actualmente se espera que logre la mayoría de votos en la elección general del 22 de octubre [Nota del traductor: no resultó así; obtuvo el segundo lugar detrás del candidato peronista del gobierno y delante de una candidata relativamente cercana ideológicamente a Milei]. El apoyo a Milei ha sorprendido a muchos. Se centra en el hecho de que ha prometido oficialmente hacer lo que los argentinos hacen todos los días: Deshacerse del peso y reemplazarlo con el dólar de Estados Unidos.

No sorprende el hecho de que opositores de Milei, ya sean peronistas o de centro-derecha, y sus voceros en Argentina se opongan a la dolarización. Han estado repitiendo una falsedad tras otra en un intento por socavar la idea de la dolarización.

Lo que resulta un tanto sorprendente es que una serie de economistas extranjeros y presuntos expertos financieros hayan opinado o intensificado las llamas de la propaganda anti dolarización. Para mencionar tan sólo unos pocos de los más notables: Ronin Brooks, Arminio Fraga, Guillermo Ortiz, Mark Sobel, Alejandro Werner, e Iván Werning. Algunos hasta han afirmado que el incumplimiento de su deuda, no la dolarización, es la solución a los problemas de Alegantina. Otros, careciendo de originalidad, han tomado como suyo parafrasear al anterior presidente del ala izquierda de Ecuador, Rafael Correa, al afirmar que la adopción del dólar equivaldría a un suicidio monetario. Y, por si fuera poco, docenas de economistas argentinos han firmado una carta vapuleando la dolarización por ser un “espejismo.” Es claro que ninguno de ellos conoce los 96 casos exitosos de dolarización que han sido documentados por Hanke en un artículo recientemente publicado “Historical Episodes of Full Dollarization.”

Este alboroto es reminiscente del enfrentamiento en 1981 de la primera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher con el sistema establecido del keynesianismo británico – una confrontación que la Dama Hierro ganó cómodamente. En 1981, Thatcher brindó un destello de confianza y crecimiento por la vía de un estrujamiento fiscal. Para reiniciar la economía, instituyó un fiero ataque al déficit fiscal británico, emparejado con una política monetaria expansiva. Sus medidas fueron inmediatamente condenadas por 364 distinguidos economistas. En una carta al periódico Times, redactaron una respuesta visceral keynesiana: “Las políticas actuales profundizarán la recesión, erosionarán la base industrial de nuestra economía y amenazan su estabilidad social y política.”

Rápidamente, Thatcher fue vindicada. Menos de un año luego de que aquellos 364 pusieron sus firmas en esa carta, la economía empezó lo que se convirtió en una larga e impresionante recuperación.

Lo que sigue ausente en las polémicas de críticos de la dolarización es una comprensión de principios económicos básicos, sentido común, las experiencias de otros países con la dolarización, y un conocimiento de la historia argentina y su situación actual. El primer hecho que debe comprenderse es que el pueblo argentino ya ha escogido al dólar como su moneda preferida. Los argentinos tienen más de $200 mil millones en billetes verdes almacenados en cajas de seguridad en los bancos o en sus casas “bajo el colchón.” En comparación, la oferta de pesos, medida por M3, vale menos de $50 mil millones. Nadie en Argentina desea tener pesos. Si bien Argentina puede oficialmente no estar dolarizada, permanece siendo el país más fuertemente dolarizado fuera de los Estados Unidos.

Algunos economistas afirman que, de adoptar al dólar como medio legal de cambio, Argentina perderá ingresos substanciales procedentes del señoreaje y la habilidad para compensar impactos externos. La realidad es que el señoreaje se perdió hace ya mucho tiempo como resultado de la dolarización espontánea. Y la idea de que el peso permitirá a Argentina amortiguar impactos externos es absurda. De hecho, un peso inestable es el principal motor de las turbulencias en Argentina.

Resulta que, algunos expertos notables han sabido lo que la mayoría de argentinos han sabido por muchos años: la dolarización es la única salvación de Argentina. Hace casi 50 años, en un testimonio ante el Congreso de los Estados Unidos, Milton Friedman hizo una fuerte defensa de la dolarización de Argentina. Cuando Friedman testificó a mediados de 1973, la tasa de inflación en Estados Unidos era de 6.5 por ciento y en Argentina de más del 65 por ciento. Hoy, las cifras son 3.7 por ciento y 250 por ciento, respectivamente.

Y resulta que, Friedman no es el único peso pesado que haya defendido la dolarización. Important e indicar que Larry Summers fue la voz clave susurrándole al oído del presidente Jamil Mahuad cuando en el 2000 este anunció que Ecuador se dolarizaría. El hecho destacable es que, al contrario de muchos expertos del FMI y otros, la dolarización de Ecuador ha sido un éxito, ha sido ampliamente apoyada por los ecuatorianos, y es el régimen cambiario más longevo en la historia de Ecuador.

Javier Milei no requiere que alguien le susurre en su oído, Lo que necesita es que votantes argentinos hagan en las casillas electorales lo que hacen con sus billeteras: Dolarizar.

También se publicó en el National Review del miércoles 18 de octubre del 2023.

Steve H. Hanke es compañero sénior en el Independent Institute y profesor de economía aplicada y fundador y codirector del Instituto para la Economía Aplicada, la Salud Global, y el Estudio de la Empresa de la Universidad Johns Hopkins.

Emilio Ocampo es profesor de finanzas e historia económica en UCEMA (Buenos Aires), en donde también dirige el Centro para el Estudio de la Historia Económica. Sirve como asesor de Javier Milei, encargado de la dolarización.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.