¿CÓMO LO SUPO GEORGE ORWELL?

Por John P. Rossi & John Rodden
Acton Institute
17 de octubre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo son john p. rossi & john rodden, acton institute, Orwell, October 17, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra roja en el texto.

Para aquellos atrapados detrás de la Cortina de Hierro, 1984 de George Orwell parecía más un documental que un trabajo de ficción distópica. ¿Cómo un hombre que nunca había viajado a la Rusia comunista logró acertar tanto?

La colocación típica de este título captura en una frase la exploración minuciosa del tema: George Orwell y Rusia. Masha Karp no es la primera en evaluar la relación de George Orwell con Rusia estalinista -y la relación con Orwell tanto con Rusia estalinista como la post comunista- pero, es la primera en enmarcar un estudio bien investigado alrededor de ellas. Aún más importante, es la primera autora nacida en Rusia que encara estos asuntos en un trabajo académico tan extenso como un libro, que con prudencia extrae de fuentes rusas así como de la riqueza de crítica en idioma inglés ahora disponible.

Estos hechos, por sí solos, hacen de George Orwell and Russia un estudio notable merecedor de atención. Los lectores sospecharán que nada nuevo puede decirse de Orwell, la figura literaria más citada en el siglo XX -el autor interminablemente más referido de eslóganes y acuñaciones que oscilan desde Gran Hermano, crimen de pensamiento, y Neolengua hasta doble pensamiento, hoyo de la memoria, y Habitación 101- se verán sorprendentemente complacidos de que George Orwell and Russia esté tachonado tanto de observaciones frescas como fascinantes.

Por encima de todo, George Orwell and Russia encara una pregunta incesantemente hecha por lectores en el mundo comunista, así como por su audiencia en idioma inglés. ¿Cómo lo supo él? ¿Cómo lo supo este inglés, quien no sabía hablar o leer el ruso tan profundamente como para comprender la realidad vivida por los rusos promedio bajo el estalinismo? ¿Cómo él entendió tan bien la naturaleza de la tiranía estalinista y la experiencia cotidiana de hacer frente a las traiciones de la Revolución Rusa?

Estas son precisamente las preguntas que le fascinaron a la propia Masha Karp cuando, como mujer joven en sus tempranos veintes viviendo en Leningrado (ahora San Petersburgo), leyó por primera vez a Orwell a fines de los setentas. Como muchos otros rusos antes y después de ello, estaba impactada de que un escritor que nunca había puesto un pie en un país comunista, pudiera capturar como se sentía vivir bajo el comunismo. Ella sigue una larga fila de ciudadanos heterodoxos de Europa Oriental y soviéticos, que van desde Czeslaw Milosz hasta Joseph Brodsky, quienes se atrevieron a leer 1984 durante la era de la Guerra Fría. Ellos siempre sintieron que era un “milagro” que George Orwell capturara tan plenamente la naturaleza de la tiranía totalitaria de la Rusia de Stalin, país en el cual él nunca puso un pie.

Igualmente milagroso, como lo reconoce Karp, fue que la visión dantesca de Orwell continuara siendo inquietantemente apropiada para la URSS de décadas posteriores – tal como lo es la Rusia actual. No es el menor de sus logros en su libro su consistente explicación de su mirabilia [milagros] de perspicacia imaginativa, cuando ella describe cómo la experiencia arduamente adquirida de Orwell sobre las corrupciones del colectivismo fortificó y profundizó su visión política, permitiéndole conjurar un mundo aterrador cuyos numerosos eslóganes pronto se convirtieron en expresiones usuales en el lexicón cultural. Su valioso estudio debería leerse con cuidado por todos aquellos a quienes les importa el pasado soviético, agonizan ante el presente ruso, y se preocupan por el futuro del mundo.

ESPAÑA: LA EXPERIENCIA DECISIVA

Aproximadamente una docena de años luego de su encuentro original con el trabajo de Orwell, en 1991, cuando estaba colapsando la Unión Soviética, Masha Karp se reubicó en Londres, en donde estableció por sí sola una presencia respetable en la escena intelectual británica en relación con asuntos pertinentes a Rusia, además de ser una crítica abierta de Vladimir Putin. Previamente, la editora de Russian Features en la BBC, sirvió como traductora e intérprete, así como editora, de la revista oficial de la Sociedad George Orwell, basada en Londres. También, es autora de la primera biografía en idioma ruso de Orwell, publicada en el 2018.

En George Orwell y Rusia, Karp primero investiga y analiza el desarrollo de la consciencia política naciente de Orwell – esto es, su interés creciente en el socialismo y su creciente percepción de lo que era realmente el comunismo. Ella arguye que la “educación política” de Orwell empezó cuando pasó tiempo en París en 1928-29 con su tía Nellie Limouzin y su esposo. Eugene Lanti, ambos de quienes fueron por mucho tiempo líderes radicales del movimiento Esperanto, los que pasaron a través de una fase estalinista, pero, más tarde, llegaron a desilusionarse con el estalinismo.

Karp afirma extensamente que Nellie y Lanti ejercieron una influencia decisiva sobre el joven Eric Blair [nombre original de George Orwell] en sus años veintes – y en específico sobre el carácter de su desarrollo político como socialista. Lanti, quien había visitado la URSS e inicialmente admiró el experimento soviético, era un comunista y cofundador internacional del movimiento Esperanto, un intento por crear y diseminar un idioma internacional; Nellie abrazó el comunismo a mediados de los años veinte luego de que en esa época se hicieron amantes.

¿Sobreestima Karp la influencia del movimiento Esperanto en general y de Nellie y Lanti en particular? Gran parte del caso es fomentado con frases como “ha de haber,” “indudablemente él sabía,” “probablemente él pensó,” etcétera. Aquí, Karp se arriesga a presionar muy fuertemente, dada la evidencia aquí presentada, sobre la afirmación de que la relación de Blair con su tía y el movimiento Esperanto conformaron su formación política. La riqueza de la información acerca de Lanti es interesante, pero esta aseveración provocadora sería más persuasiva para el lector escéptico si se propusiera más tentativamente. El caso justifica una investigación ulterior, y Karp con justificación liga su interés en los idiomas (él era un lingüista dotado, fluido en el idioma birmano) con su aguda atención hacia la conexión entre el lenguaje y el pensamiento (y las sutiles implicaciones políticas, de lo que trata en su famoso ensayo “La política y la lengua inglesa”), todo los cuales le dieron un enfoque diferente al socialismo y comunismo. Sus intereses políticos nacientes fueron impulsados por su asociación al círculo de pacifistas y anarquistas asociados con las revistas londinenses Adelphi y la New English Weekly a principios de los años treinta.

Karp hace ver, justamente, que los esbozos y ficción previos, incluyendo la semi autobiográfica Down and Out in Paris and London [Sin blanca en París y Londres] y tres novelas tradicionales (Burmese Days [Los días de Birmania], 1934; A Clergyman’s Daughter [La hija del clérigo], 1935; and Keep the Aspidistra Flying [Que no muera la aspidistra], 1936), no reflejan una visión política distintiva. (En contraste, ella estima altamente la última novela de Orwell de los años treinta, Coming Up for Air [Subir por aire], su retrato de Inglaterra en vísperas del inicio de la Segunda Guerra Mundial, con su atmósfera de presentimiento acerca de la guerra que se venía.)

Karp asevera que la comprensión intensa de la naturaleza colectivista, autoritaria, del socialismo de estado y el inicio de su reconocimiento de que era algo único -esto es, el comunismo como una forma de totalitarismo- se remonta a 1936-37, al visitar el norte de Inglaterra para estudiar la condición de la clase trabajadora, cuyo resultado fue The Road to Wigan Pier [El camino a Wigan Pier]. No todo mundo está de acuerdo. Por ejemplo, el primer biógrafo de Orwell, Bernard Crick, en George Orwell: A Life [George Orwell] (1980), juzgó que Orwell se retrató a sí mismo como siendo mucho de un neófito de la política, arguyendo que su comprensión del marxismo e ideología de la izquierda británica era mayor de la que Orwell admitió al visitar Wigan. Karp está en un terreno más seguro con su investigación más reciente.

No hay duda que el punto de inflexión en la educación política de Orwell se dio durante su época de lucha en la Guerra Civil española en los primeros meses de 1937. España completó tanto su compromiso con lo que él describió como “un Socialismo democrático tal como yo lo entiendo” (Orwell siempre inicializó con mayúscula el sustantivo en la frase), como su reconocimiento de que la naturaleza fundamental del comunismo era totalitaria. En España vio cómo las fuerzas comunistas traicionaron la revolución y estaba indignado con lo que llamó “el servilismo de los llamados intelectuales” en su deshonestidad en relación con el comunismo.

Karp nota un impacto importante de la experiencia española sobre Orwell. Por primera vez, allí se dio cuenta de cómo se podría subvertir la propia idea de verdad objetiva, al ver historias de acontecimientos que estaba teniendo lugar que él sabía no eran ciertos, sino producidos para fines políticos. El tema saldría a la superficie en 1984.

Karp se impresiona mucho de lo que ella llama la “intuición notable” de Orwell, que le permitió ver aquello en que sus compañeros izquierdistas eran ciegos – que la Unión Soviética era un régimen totalitario que difería poco del nazismo. También, él se dio cuenta que, como lo hicieron pocos de sus camaradas del ala izquierda, que el comunismo no era una idea revolucionaria sino una fuerza contrarrevolucionaria, algo que ella señala les tomó años para que lo aprendieran algunos de sus compañeros izquierdistas. Algunos nunca lo hicieron.

Tal vez, la contribución académica más impresionante y significativa de su estudio es el descubrimiento de Karp en Moscú, en unas oficinas centrales regionales de la policía soviética, de un reporte propagandístico relacionado con las actividades de Orwell en España, acusándolo de “trabajo subversivo.” (Orwell había luchado con una milicia trotskista que fue calificada de traidora por los soviéticos, y luego sufrió una herida en su garganta cuando servía en el frente de Aragón. Sus documentos fueron incautados en un registro de la policía española y pasados a autoridades comunistas soviéticas.)

LA “EDUCACIÓN POLÍTICA” POSTERIOR DE ORWELL

Karp destaca el papel que ciertas figuras desplegaron en reforzar las lecciones de España y dieron forma a la “educación política” de Orwell sobre las tendencias tiránicas del comunismo soviético, en particular, Franz Borkenau, Gleb Struve, y Arthur Koestler. Ellos le enseñaron las sutilezas de la doctrina y práctica comunista y agudizaron su perspicacia política. Darkness at Noon [Obscuridad a mediodía] de Koestler tuvo un rol en formar algunos de los conceptos que aparecerían en 1984, en especial la manera en que el protagonista Rubashov llegó a aceptar su crimen de pensamiento, confesándolo para no traicionar al Partido. Struve llamó la atención de Orwell sobre We [Nosotros] de Zamyatin, que le ayudó a dar forma a la concepción de Orwell de 1984. Karp cree que fue Borkenau quien más influyó en su pensamiento. Orwell había comentado favorablemente su condena del papel del comunismo en la Guerra Civil Española en The Spanish Cockpit [El reñidero español], que le educó sobre los detalles de la doctrina comunista y funcionamientos internos del sistema comunista en Rusia.

La experiencia de Orwell sobre el comportamiento ruso en la Segunda Guerra Mundial y en particular lo que él llamó el culto repugnante hacia Stalin de muchos de sus compañeros izquierdistas, en verdad brindó las bases de sus dos obras maestras, Animal Farm [Rebelión en la granja] y 1984. La parodia perfecta de Rebelión en la granja de la traición de la Revolución Rusa marcó lo que Orwell se refirió en “Why I Write” [Por qué escribo] (1946), como su aspiración de “fusionar en un todo el propósito político y el propósito artístico.” Karp está impresionada por la disposición generosa de Orwell de permitir que Rebelión en la granja se tradujera para aquellos detrás de la Cortina de Hierro sin cobro alguno. También, señala que los traductores de Orwell supusieron que él podía leer y entender el idioma ruso. ¿Cómo podría él, de otra forma, retratar tan ingeniosa y sutilmente cómo fue traicionada la Revolución Rusa?

En su discusión de 1984, Karp contrasta las respuestas de lectores en Occidente con la de ciudadanos soviéticos. Los occidentales vieron la novela como un retrato de un futuro distópico y una advertencia de lo que encararían gobiernos democráticos del mundo. Los ciudadanos rusos no vieron tanto al libro como un trabajo de imaginación artística -de hecho como un trabajo de ficción- sino, más bien, como un trabajo de arte que reflejaba su realidad. No era un retrato de una sociedad futura de los ochentas. Era un retrato de su presente. Para ellos, 1984 ya había arribado.

Karp se propone recordarles a los lectores qué tan importe fue la experiencia rusa para Orwell. Otros comentaristas de sus dos acusaciones clásicas del totalitarismo se enfocaron en su obsesión con la amenaza creciente del comunismo. Ella quiere poner el foco en sus interacciones con el comunismo en un contexto específico y un lugar específico, Rusia, y dejar que los lectores comprendan la centralidad de esa tierra en el pensamiento de Orwell. Ella también llama la atención hacia la relevancia actual de su obra para la política y sociedad rusa, mostrando cómo las políticas y (el culto a la) personalidad asociada con Vladimir Putin necesita de llamadas renovadas a prestar atención a las advertencias de Orwell sobre la adoración del líder y el abuso del poder.

Lectores con un interés en asuntos académicos relacionados con el estudio del trabajo y vida de Orwell también se sentirán satisfechos de que Masha Karp sea escrupulosa al trazar las fuentes y meticulosa en sus menciones de ellas. Con tantos debates oscilando alrededor del legado de George Orwell -de hecho, las controversias sobre su herencia representan una cuestión política menor por derecho propio- George Orwell and Russia es ciertamente bienvenido en el tanto que permite a los lectores seguir las líneas de argumentación de Karp y evaluar la calidad de su evidencia.
Claramente escrito y directamente presentado, George Orwell and Russia apelará así no sólo al lector en general, sino, también, a académicos interesados en un tratamiento experto de esta dimensión significativa del trabajo y recepción de George Orwell, posiblemente la más importante figura literaria de tiempos modernos.

John P. Rossi es profesor emérito de historia en la Universidad La Salle en Philadelphia.

John P. Rodden recientemente ha escrito acerca de tópicos tales como “1984 encabeza la lista de más vendidos en la Rusia de Putin,” “Rusia versus Ucrania: La batalla por Nikolai Gogol,” y “Putin, Ucrania, y la Guerra Cultural.”

Traducido por Jorge Corrales Quesada.