TOMAS SOWELL, LAS FALACIAS DE LA JUSTICIA SOCIAL

Por Gary M. Galles
American Institute for Economic Research
3 de octubre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es gary m. galles, american institute for economic research, Sowell, October 3, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Como alguien que ha leído mucho del trabajo de Thomas Sowell acerca de política pública (mi área de interés específico), he aprendido que cualquier cosa que él escriba sobre estos temas vale la pena que se lea. Él no sólo nunca ha fallado en informarme, sino que ha agregado a mi (obviamente limitado) juicio. Durante décadas, en vez de seguir modas y muchedumbres crédulas, ha guiado a aquellos dispuestos a pensar cuidadosamente en un curso mucho más preciso y productivo. Él no es engañado por malentendidos o tergiversaciones ilógicas del mercado o el comportamiento humano, giros y trucos retóricos (incluyendo redefinir la libertad), o herramientas estadísticas y sus muchos abusos posibles.

También, a él no le intimidan los ataques de quienes desean ser gurúes, guías o gobernantes sobre la gente, pero él ha destrozado su credibilidad intelectual. Eso es por una buena razón. Como hizo ver Anna Gal, en un comentario temprano de Social Justice Fallacies, Sowell ha sido descrito como “el hombre más inteligente en la habitación,” y, como dijo en una ocasión Walter Williams, “usted no puede ganarle un argumento a Thomas Sowell.” Así que, la izquierda trata de ignorarlo y espera que nadie más lo note, pero, esa puede ser una de las razones más fuertes para ponerle una atención estrecha a Sowell.

En el pasado, Sowell ha escrito mucho sobre justicia social, así que su último libro no es del “todo nuevo.” Pero aquí, como dice en su sobrecubierta, se enfoca directamente, en, “cuántas cosas que se piensan como siendo verdaderas simplemente no se pueden sostener por sí mismas ante hechos documentados, que, a menudo, son lo opuesto de lo que es extensamente creído,” y la amplia brecha entre la “visión de justicia social” y “si la agenda de la justicia social nos llevará al cumplimiento de esa visión.”

En la página inicial de su breve libro (escasamente más de 200 páginas en total, incluyendo 57 páginas de notas, cuyo poder explicativo y esclarecedor se presenta en contraste agudo con el procedimiento operativo estándar que él critica), él habla de “otras cosas iguales,” Eso me impactó, pues mis análisis de política pública me han dirigido a advertir a mis estudiantes que los economistas usan el supuesto de “otras cosas iguales” para aprender acerca de mecanismos y relaciones específicas, sin la confusión de temas confusos, sino que la parte difícil de la aplicación en el mundo real es, a menudo, reconocer lo que no es igual, y tomarlo en cuenta adecuadamente.

El recurso que uso más frecuentemente es la forma en que el gasto del gobierno es a menudo tratado en discusiones sobre política. Muchos quieren enumerar los efectos de ese gasto (o “estímulo”) como si las demás cosas fueran iguales. Pero, otras cosas relevantes no pueden ser iguales, pues el gobierno no tiene recursos propios. Sólo tiene lo que toma de residentes por la vía de impuestos (siendo a menudo la regulación una variante de impuesto), deuda (que no es sino impuestos diferidos) e inflación (que, en esencia, es un impuesto a las tenencias de dinero de los estadounidenses). Desestimar esas cosas con suposiciones típicamente tácitas de “igualdad de condiciones” que no pueden ser ciertas, es garantizar que malinterpretemos la realidad.

El ángulo lúcido de Sowell acerca de esto es que “entre más cosas hay, influyendo en los resultados, menores son las probabilidades de que todas esas cosas sean iguales.” Esto es crítico pues “En el corazón de la visión de justicia social está el supuesto de que, debido a que disparidades económicas y otras entre seres humanos exceden grandemente cualesquiera diferencias en sus capacidades innatas, estas disparidades son evidencia de prueba de los efectos de vicios humanos tales como explotación y discriminación,” pero “podemos leer montones de literatura sobre justicia social sin encontrar un único ejemplo de la representación proporcional de diferentes grupos en iniciativas abiertas a la competencia – en cualquier país del mundo actual, o en cualquier momento en los miles de años de historia registrada.” En otras palabras, dados cero ejemplos del mundo real en donde otras cosas eran lo suficientemente iguales como para que la representación proporcional tuviera algún sentido como estándar a partir del cual se pueda considerar cualquier desviación, como prueba de mala conducta que requiere reparación coercitiva, respaldada por montañas de evidencia en contrario (mucha de la cual Sowell cita), el supuesto o premisa central de mucha de la discusión sobre justicia social es falso. Y tal premisa esencial defectuosa no puede establecer la verdad de las conclusiones que tantos desean alcanzar.

Pero, en vez de reconocer eso como señal para pensar más cuidadosamente antes de decir, “por lo tanto,” en vez de ello Sowell hace ver que “muchos supuestos y frases en la literatura sobre justicia social se repiten sin cesar, sin prueba empírica alguna,” lo que la convierte en la “falacia aparentemente invencible en el corazón de la visión de la justicia social.”

En adición al defecto fatal en el origen de mucha de la discusión sobre justicia social, existe otro defecto importante antes que se deriven muchos “por lo tantos.” En palabras de Sowell,

“Podemos estar de acuerdo en que “oportunidades iguales para todos” sería deseable. Pero, eso de ninguna manera garantiza que tengamos ya sea el conocimiento o el poder requerido para hacer posible ese objetivo, sin el sacrificio ruinoso de otros bienes, que oscilan desde libertad hasta sobrevivencia.”

Todo de lo que he escrito aquí proviene del Capítulo 1 de Social Justice Fallacies. Hay mucho más en capítulos titulados, “Falacias Raciales,” “Falacias de Piezas de Ajedrez,” (una referencia a la famosa crítica de Adam Smith del “hombre del sistema” que quiere dictar lo que otros deberían hacer), “Falacia del Conocimiento” (a los que les gusta este capítulo, en particular la discusión del conocimiento consecuencial y a quienes les gustaría profundizar más, deberían regresar al libro previo Knowledge and Decisions de Sowell), y un capítulo final muy interesante, en particular su discusión del conocimiento consecuencial titulado “Palabras, obras y peligros.”

El último capítulo contiene la idea de Sowell de que “Para personas que están buscando hechos, en vez de metas políticas o ideológicas, hay muchas pruebas prácticas que pueden ser [pero rara vez lo son] aplicadas,” lo que refleja una de sus descripciones características de lo que se esconde detrás de tantas políticas que no han cumplido sus promesas utópicas – “preguntas no hechas, mucho menos se responden.” Eso, a su vez, conduce a Sowell a su “punto mucho más importante:”

“Una visión social prevaleciente no tiene que presentar ninguna prueba fáctica, cuando la retórica y repetición pueden ser suficientes para lograr sus objetivos, en especial cuando ideas alternativas pueden ignorarse o suprimirse. Es esa supresión, lo que es un factor clave – y es ya un factor amplio y creciente en instituciones académicas, políticas y otras en nuestros propios tiempos.”

Entonces, eso vuelca a Sowell hacia la pregunta de qué necesitarán nuestros hijos para “resolver los nuevos temas controversiales” que ahora están siendo promovidos. Ellos necesitarán:

“Una educación que los haya equipado con las habilidades, conocimiento y experiencia intelectual para confrontar y analizar ideas opuestas – y sujetar esas ideas al escrutinio y análisis sistemático. Eso es precisamente lo que ellos no obtienen al ser sistemáticamente indoctrinados con lo que sea que hoy esté de moda. Tal “educación” hace que generaciones completas se conviertan en presas fáciles de lo que sea con que vengan demagogos habilidosos, con una retórica embriagadora que pueda manipular las emociones de la gente.”

Vale la pena leer Social Justice Fallacies de Thomas Sowell. Y, hacerlo es importante pues “la realidad dolorosa es que ningún ser humano tiene, ya sea el amplio rango de conocimiento consecuencial, como el poder abrumador, requerido para hacer que el ideal de la justicia social se convierta en una realidad.” No conozco un economista con vida que pueda ayudarnos a ver mejor nuestra salida a apostar el futuro de la sociedad sobre la base de que no es una realidad.

El Dr. Gary M. Galles es profesor de Economía en la Universidad Pepperdine. Su investigación se enfoca en las finanzas públicas, la elección pública, la teoría de la firma, la organización industrial y el papel de la libertad, incluyendo las ideas de muchos liberales clásicos y de fundadores de los Estados Unidos. Sus libros incluyen Pathways to Policy Failure, Faulty Premises, Faulty Policies, Apostle of Peace, y Lines of Liberty.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.