CÓMO ANTICAPITALISTAS ATEOS NO COMPRENDEN EL PUNTO

Por Dan Sanchez
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 18 de enero del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es dan sanchez, american institute for economic research, atheist, January 18, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Por qué ellos se equivocan al burlarse de la mano invisible y de “Yo, El Lápiz.”

Si un economista ve la mano de Dios en la economía, desde una perspectiva secular ¿invalida eso sus argumentos económicos?

El gran economista Ludwig von Mises, quien era ateo o agnóstico, señaló que:

“Muchos economistas, entre ellos Adam Smith y Bastiat, creían en Dios. Por eso se admiraban ante los hechos que habían descubierto el cuidado providencial del “gran Director de la Naturaleza.’ Críticos ateos los culpan por esta actitud.”

UN ORDEN TRASCENDENTE

Por ejemplo, Adam Smith escribió famosamente acerca de cómo los productores en una economía de mercado son “conducidos por una mano invisible” para beneficio del público, aun cuando ellos sólo buscan ganancia privada.

Y Frédéric Bastiat advirtió a la humanidad contra “rechazar el orden que Dios le ha dado” a favor de los grandes esquemas de reformadores sociales.

Leonard Read, en su ensayo “Yo, el Lápiz” escribió sobre cómo, en la producción de mercado de un lápiz “encontramos la Mano Invisible en funcionamiento.” Su lápiz narrador concluye, “Dado que sólo Dios puede hacer un árbol, insisto en que sólo Dios podría hacerme.”

Todos los tres pensadores contribuyeron poderosamente al caso a favor del mercado libre. Críticos anticapitalistas han tratado de menospreciar el caso por descansar en fe religiosa, al citar referencias a Dios y la mano invisible. Defensores del libre mercado han contraatacado que Smith, Bastiat, y Read estaban hablando figurativa, no literalmente.

Pero, aunque ellos estuvieran hablando literalmente, y aún si el ateísmo es cierto, aun así no invalidaría sus argumentos. Esto es porque esos argumentos no descansan en una caracterización divina de la economía.

El punto hecho por Smith, Bastiat, y Read en los pasajes relevantes, es que, en una economía que consiste de individuos humanos que actúan, hay un orden perceptible que emerge de las acciones planeadas de esos individuos, pero que trasciende los planes de cualquier individuo. En ese sentido, el orden de mercado es trascendente en relación con el orden creado por cualquier participante en el mercado.

Smith, Bastiat, y Read demostraron ese orden trascendental usando el razonamiento económico y observaciones empíricas acerca de la naturaleza humana. Esa demostración del todo no descansó en premisas religiosas. Esto es claro de ver en cualquier lectura honesta de La Riqueza de las Naciones de Smith, de “Armonías Económicas” en el libro Obras Escogidas de Bastiat, y de “Yo, el Lápiz” de Read. El que esos hombres vieran en ese orden trascendental algo literalmente divino, no tiene nada que ver con la validez de su demostración razonada de ese orden.

NEWTON Y DIOS

Una comparación interdisciplinaria puede hacer que el punto sea más fácil de ver.

En tanto que Smith, Bastiat, y Read examinaron el orden económico de la sociedad, Sir Isaac Newton estudió el orden físico del universo material. Y está bien establecido que Newton, tal como Mises lo dijo acerca de Smith y Bastiat,
“admiró en los hechos [que él] había descubierto el cuidado providencial del ‘Gran Director de la Naturaleza.’"

Por ejemplo, Newton escribió en su libro Óptica, “¿Por qué la Naturaleza no hace nada en vano? ¿Y, de dónde surge todo ese orden y belleza que vemos en el mundo?” “De Dios,” fue la respuesta clara de Newton.

¿Argüirían los ateos anticapitalistas que eso desacredita la física de Newton?

Ciertamente no. Reconocerían en este caso lo que ellos se rehúsan a reconocer en el otro: que Newton demostró el orden del universo físico usando la razón y evidencia, y que lo que sea que él vio en ese orden de algo literalmente divino, no afecta la validez de su demostración razonada.

¿Por qué el estándar doble? Probablemente se debe a que los críticos de Smith, Bastiat, y Read pueden tener intereses personales contra el capitalismo, pero no la física. Y ellos son particularmente reacios a conceder que hay un orden trascendente en el mercado, porque tal orden obstaculizaría sus planes.

LOS LÍMITES DE LA UTOPÍA

Como escribió Mises, a través de la mayor parte de la historia, la gente asumió que “en el curso de los acontecimientos sociales no existía tal regularidad e invarianza de los fenómenos como las que ya se habían encontrado en el funcionamiento del razonamiento humano y en la secuencia de fenómenos naturales.”

En otras palabras, la gente asumió que no había equivalentes sociales de las leyes de la lógica, matemáticas, y físicas que circunscribieran los esfuerzos humanos. Ajenos a tales restricciones, “Las mentes especuladoras dedujeron planes ambiciosos para una reforma y reconstrucción de la sociedad.” Como escribió Mises:

“Descuidaron la investigación de las leyes de la cooperación social, pues pensaban que el hombre puede organizar la sociedad como mejor le plazca. Cuando la realidad no se ajustaba al deseo del reformador y las utopías resultaban irrealizables, el fracaso se atribuía a la imperfección moral de los humanos. Los problemas sociales se consideraban cuestiones puramente éticas. Para edificar la sociedad ideal sólo se precisaba contar con rectos gobernantes y súbditos virtuosos. De este modo, cualquier utopía podía convertirse en realidad.

El descubrimiento de la interdependencia ineluctable de los fenómenos del mercado puso de manifiesto lo infundado de esta opinión.” (…)

“En el curso de los sucesos humanos se da una regularidad de fenómenos a la que el hombre debe adaptar su acción si quiere alcanzar lo que se propone.”

En otras palabras, economistas descubrieron leyes económicas que, juntas, conforman un orden inmutable, trascendente, de la sociedad de mercado. Y los seres humanos omiten a su riesgo esas leyes y ese orden.

Como lo expuso Dave Prychitko, “La economía es el arte de poner parámetros a nuestras utopías.” Las leyes económicas pueden ser rechazadas, pero no pueden ser desobedecidas, aún por los reyes más poderosos, los legisladores más ingeniosos, los dictadores más brutales, los planificadores centrales más ambiciosos, o los reformadores sociales más santurrones.

Un presidente que piensa que puede desobedecer la ley de la oferta y la demanda e impone precios máximos sin incurrir en escaseces, fracasará, tal como lo hará si piensa que puede desobedecer la ley de la gravedad al poner un pie fuera de su palacio presidencia sin caerse.

Y, cualquier burócrata, que, en desobediencia del “problema del conocimiento,” piensa que puede superar al sistema de precios del mercado libre en la coordinación de la producción de lápices, también fracasará, como lo deja claro “Yo, el Lápiz, de Leonard Read.

Los que tratan de desestimar “Yo, el Lápiz,” no quieren admitir que ellos o sus conspiradores sociales favoritos no pueden engañar o superar el orden trascendente del mercado. Quienes miran la mano invisible con desdén, quieren tener manos libres para rehacer la sociedad según les plazca.

Pero, pensadores seculares intelectualmente honestos no cargados con tal agenda, no se obsesionarán con ninguna diferencia sobre religión que tienen con Smith, Bastiat, y Read. Como Mises, verán la sabiduría en reconocer, respetar, e incluso asombrarse ante el orden trascendente de la sociedad de mercado, ya sea que atribuyan o no ese orden a Dios.

Dan Sánchez es Director de Contenido de la Fundación para la Educación Económica (FEE) y editor en jefe de FEE.org.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.