Es extenso, pero usa teoría y práctica de juegos para explicarnos debidamente conductas propias de los humanos.

¿SON LOS HUMANOS INHERENTEMENTE EGOÍSTAS?

Por Anthony Gill
American Institute for Economic Research
8 de setiembre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es anthony gill, american institute for economic research, selfish, September 8, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Uno de los supuestos principales que guían el análisis económico es que los seres humanos son maximizadores auto interesados de la utilidad. En resumen, los individuos realizan las elecciones que les rinden el mayor beneficio neto del costo Este supuesto permite a economistas modelar el comportamiento humano y hacer predicciones relacionadas con las compras de consumidores, la toma de decisiones empresariales, y de la política pública.

Por lo general, los estudiantes en mi curso de Introducción a la Economía Política aceptan este supuesto, aunque creen que el interés propio es sinónimo de egoísmo, que, después, ellos afirman es socialmente destructivo y que debería contrarrestarse con regulación gubernamental.

La discusión de si las personas son auto interesadas, y si esto se iguala al egoísmo, parece ser académicamente esotérica. Sin embargo, entender este tema es importante para la política pública en términos prácticos. Si la gente es exclusivamente auto interesada, y posiblemente egoísta, la cooperación será más difícil de lograr. Esto mueve a quienes hacen las políticas a descansar en la acción gubernamental coercitiva (o a “dar empujones”) para obtener resultados “pro sociales” Pero, si los humanos demuestran una disposición a dejar de tener ganancia de corto plazo, en favor del sacrificio y la generosidad, muchos de los problemas socioeconómicos pueden resolverse sin intervención gubernamental.

Un juego sencillo jugado por estudiantes ilustra que, si bien los humanos tienden hacia el interés propio, también actúan con motivaciones pro sociales. Un cuerpo creciente de investigaciones está revelando que la pro socialidad se encuentra más a menudo en sociedades basadas en el mercado (versus comunitarias).

EL JUEGO DEL ULTIMÁTUM

Para explorar con estudiantes el comportamiento auto interesado, uso el Juego del Ultimátum.

Las reglas son sencillas. Hay dos jugadores quienes permanecen anónimos entre sí. Al Jugador A se la dan $100 y se le dice que los divida ente él mismo y el Jugador B en incrementos de un dólar. Esta división es enviada anónimamente al Jugador B, quien decide si acepta o rechaza la oferta. Si B acepta la oferta de A, entonces, ambos jugadores se alejan con la cantidad de efectivo según la división ofrecida por A. Si B rechaza la oferta, ningún jugador recibe dinero alguno.

La anonimidad asegura que la oferta que enfrenta el Jugador B sea una elección de una sola vez, lo que elimina la posibilidad de reciprocidad estratégica.

En lo que economistas llaman “racionalidad leve” [modelos de racionalidad que imputan preferencias y creencias específicas a los individuos dejando sin especificar las preferencias o creencias], la oferta auto interesada, maximizadora de utilidad del Jugador A, debería ser mantener $99 y ofrecerle a B sólo $1. La respuesta levemente racional del Jugador B debería ser aceptar la oferta, pues $1 es mejor que cero dólares. Esto es “levemente” maximizador porque sólo estamos interesados en el valor monetario del intercambio. En la racionalidad leve, $1 › $0, ceteris paribus.

La elección ante el Jugador B al ofrecérsele una división de $99/$1 es sencillamente elegir entre $1 (al aceptar la oferta) o $0 (al rechazarla). La anonimidad hace completamente irrelevantes (en un sentido racional leve) a los $99 que A conservó. El Jugador A le está dando una opción sencilla a B: ¿Quiere usted $1 o $0?

Para probar que la gente preferiría tener $1 en comparación con $0 en una elección simple, yo elijo al azar estudiantes entre el gran salón de conferencias antes del juego y les pregunto si ellos quieren $1 sin ataduras. Durante más de tres décadas de hacer eso, ninguna persona jamás rechazó esa oferta.

Dado que una persona estrictamente racional preferiría tener $1 en vez de cero, la oferta levemente racional que A formula debería ser una división de $99/$1, al saber que B nunca rechazaría un dólar gratuito. Aún más, esta oferta es mutuamente beneficiosa; ¡todo mundo está mejor!

Observe que una división de $100/$0 no es óptima para el Jugador A, pues crea un escenario en que B es indiferente en cuanto a sus elecciones. Ella obtendría $0 por aceptar o rechazar la oferta. Dado que se presenta un “lanzamiento de moneda,” el Jugador A debería anticipar una aceptación del 50 por ciento de las veces para una utilidad esperada de $50, no de $99. Al hacer la transacción mutuamente beneficiosa, A puede “racionalmente garantizar” para sí mismo una asignación de $99.

Aquí es en donde hago una diferencia definicional entre “egoísmo” e interés propio. Una persona “egoísta” no tiene consideración por el bienestar de otros. Una persona verdaderamente “egoísta” elegiría maximizar su beneficio aún si dañara a alguien más. Aunque no habría daño al Jugador B con una oferta de $100/$0, ciertamente el Jugador A no está preocupado por beneficiar a B. Yo llamaría a eso “débilmente egoísta.” Aunque $1 no parecería ser mucho mejor, una división $99/$1 sí mejora el bienestar de B, por tanto, en un grado pequeño es una “consideración por el otro.” El Juego del Ultimátum no sujeta a prueba si uno es fuertemente egoísta y está dispuesto a dañar a otro en su beneficio, pero, si podemos demostrar que la gente puede no ser tan auto interesada como lo pensamos, entonces, caracterizar a las personas como “egoístas” sería más difícil.

Teóricamente, si ambos jugadores son estrictamente auto interesados, el resultado más común sería una oferta de $99/$1 con ambas partes aceptándola.

¿Es esto lo que sucede? No, ni siquiera está cerca.

LA GENTE NO ES LEVEMENTE RACIONAL

De hecho, rara vez se hace una oferta de $99/$1 y, cuando se hace, casi siempre es rechazada.

Considere el gráfico 1, que presenta los resultados de un juego cuando se jugó en el 2019 entre 124 estudiantes universitarios de la Universidad de Washington. A los estudiantes se les informó sobre las reglas del juego y cada estudiante hizo una oferta como Jugador A. Las ofertas fueron al azar y devueltas a los estudiantes, a quienes, entonces, se les pidió aceptar o rechazar la oferta que recibieran como Jugador B. Los resultados fueron asombrosamente consistentes con todo otro juego de reiteración que he jugado tan atrás como 1984.
(Ver abajo el “Apéndice” para nota metodológicas adicionales).

El gráfico 1: Juego del Ultimátum - Otoño del 2019 puede verse en anthony gill, american institute for economic research, selfish, September 8, 2023.

Yo dividí las ofertas de los estudiantes en cinco categorías: Egoísta (una división de $100/$0); Racional (una división de $99/$1); Semi Racional (cualquier división entre $98/$2 y $51/$49); Igualitaria (una división de $50/$50) y Altruista (A le ofreció a B más efectivo del que se dejó).

Observe que la oferta más común no fue la respuesta (levemente) Racional. En vez de ello, la respuesta modal fue la Semi Racional. Una pequeña mayoría de estudiantes (alrededor de 51 por ciento) le hizo al Jugador B una oferta Semi Racional de al menos $2, aunque las ofertas Semi Racionales típicas estuvieron entre $10 y $40. La siguiente oferta más frecuente (alrededor de 30 por ciento) fue la Igualitaria. Doce estudiantes Altruistas le ofrecieron al jugador B más de lo que ellos conservaron. Hubo dos jugadores Egoístas que mantuvieron todo el dinero para sí.

En términos de respuestas, no sorprendió ver rechazadas ambas ofertas Egoístas. Tampoco fue inusual que todas las ofertas Igualitarias y Altruistas fueran aceptadas. Una división pareja parece ser inherentemente justa para nuestra sensibilidad, y parecería extraño que alguna persona racional rechace una oferta “altruista.”

La acción interesante de este juego viene con las ofertas y respuestas Racionales y Semi Racionales. De las ocho ofertas Racionales, sólo un Jugador B aceptó el “dólar gratis.” Siete estudiantes “descartaron” el dinero.

En cuanto a las ofertas Semi Racionales, yo calculé que la cantidad promedio de efectivo necesario para lograr que alguien la aceptara era de $30.90, mientras que el rechazo promedio fue de $23.16. Esto implica que toma aproximadamente $27 (medio camino entre las respuestas promedio de aceptación y rechazo) para que el jugador A se sienta confiado en que B estará de acuerdo con el trato que se ofrece. De nuevo, esto fue notablemente consistente con años previos en donde la piedra angular entre aceptar y rechazar estuvo generalmente en el rango $25-$30. Sí, ¡en realidad, algunos jugadores rechazaron $20!

¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO? UNA HISTORIA MÁS ROBUSTA

Dicho todo, este ejercicio en apariencia indica que la gente no es inherentemente auto interesada, lo que socava uno de los supuestos claves de la realidad subyacente en la teoría económica. La realidad es mucho más detallada y sugiere varias implicaciones prácticas.

Primera, este ejercicio no repudia la noción del interés propio a favor del altruismo puro. Note que la oferta modal (y mayoritaria) fue “semi racional.” En efecto, al tomar en cuenta las ofertas Egoístas y Racionales, una mayoría de los Jugadores A quiere recibir más dinero que el Jugador B. Aún más, una sólida mayoría (alrededor de 70 por ciento) de los que recibieron una oferta Semi Racional la aceptó. Aun cuando se incluyan las respuestas a ofertas Egoístas y Racionales, la mayoría de Jugadores B estuvo contenta aceptando menos que el Jugador A.

Segunda, que la vasta mayoría (alrededor de 92 por ciento) de los Jugadores A no estaba dispuesta a hacer una oferta Egoísta o (estrictamente) Racional, indica ya sea que tiene algún grado de impulso altruista, o que se da cuenta que una oferta Egoísta o Racional sería vista como un insulto para el Jugador B, dadas las normas sociales relacionadas con compartir la buena fortuna de uno (por ejemplo, ser elegido para jugar un juego). Para evitar el rechazo del Jugador B (resultando en cero dólares), la respuesta más segura es compartir más de sólo $1. Por supuesto, ofrecer una división Igualitaria o Altruista es, en esencia, pan comido, pero, de nuevo, debería observarse que la oferta modal indica que el Jugador A quiere más, lo que tiende hacia la visión leve de racionalidad económica.

Una visión de racionalidad de mayor espesor acepta la idea de que la gente vive en un mundo con normas sociales que tanto condicionan como limitan nuestras acciones. A partir del nacimiento, se nos enseñan lecciones sobre la importancia de compartir por nuestros padres, maestros, y la cultura popular. Nosotros contamos con esas lecciones al tomar decisiones acerca de la asignación de recursos, en especial en lo referente a la buena suerte (como parece significar ser elegido para este experimento – ¡dinero gratis!). Más importante, entendemos que otros están condicionados por normas sociales similares y que violarlas puede dañar nuestra reputación. La cultura general constriñe nuestro deseo más leve de ser egoísta y de atrapar lo que podamos sin compartir. Esto agrega mayor espesor a las preferencias bajo las que actuamos; queremos ganancia financiera, pero, a la vez, queremos ser amados y encantadores.

Hasta en un juego anónimo, surgen con fuerza las normas sociales sobre compartir cuando las personas son motivadas para que sean generosas o se preocupen por la reputación o por la culpa que puedan sentir al violar “buenos modales.”
La habilidad de estas normas para sobreponerse en interacciones anónimas es importante en el tanto mucha de nuestra economía de mercado descansa en comerciar con extraños.

El Juego del Ultimátum se ha jugado con dinero de verdad (y más rigurosamente) en muchas culturas y ambientes económicos diferentes. Un equipo de investigación centrado alrededor de Joseph Henrich descubrió, para mucha de su sorpresa, que las sociedades integradas al mercado tienden a ser más generosas y colaboradoras que las comunitarias tradicionales. Esto se reafirmó en un artículo fascinante de Benjamin Enke, que muestra que esas sociedades basadas en el mercado tenían mayor posibilidad de incorporar lecciones de generosidad en su folclore.

Nada de esto sugiere que las personas no sean racionales. Más bien, revela la racionalidad de mayor espesor de los humanos que entienden que el comportamiento generoso hacia otros (incluyendo regalar) beneficia a la sociedad como un todo, lo que redunda en ellos en mayor prosperidad. La política pública debe recordar esto. Los esfuerzos de los gobiernos por obligar a resultados de colaboración pueden borrar normas y valores preexistentes que acentúan relaciones voluntarias y pacíficas entre vecinos y extraños. Si los responsables gubernamentales de políticas descansan en el supuesto de que los individuos son limitadamente racionales y egoístas, puede que pongan en práctica políticas que socavan la racionalidad de mayor espesor que hace que los mercados funcionen eficientemente. Debemos cuidarnos ante esto y confiar más en nuestros bien intencionados instintos de que la gente, en verdad, es generosa, amable, y cooperadora.

APÉNDICE: NOTAS ACERCA DEL JUEGO DEL ULTIMATUM

A los estudiantes de mi curso de economía política se les dijo que jugaran el juego “como si” sobre la mesa hubiera dinero de verdad; sabían que no habría desembolsos en efectivo. Como tales, los estudiantes pueden haber tomado el juego con menor seriedad, tal vez elevando el número de respuesta de Igualitario y Altruista. Pero, mis resultados son consistentes con experimentos en donde se usa dinero de verdad.

Yo reporto cifras del 2019 en el tanto son consistentes con resultados que van tan atrás como 1995. La “interrupción por el COVID” del 2020 hizo que fuera difícil reproducir el juego, tal como se jugó previamente. Por desgracia, un error al administrar el juego en el 2021 invalidó las respuestas.

En el 2022, de nuevo, el juego se jugó en un salón de conferencias. Los resultados fueron extrañamente anómalos en donde los estudiantes resultaron ser más altruistas que en casos previos. Por primera vez en casi 30 años la respuesta modal fue Igualitaria. Y más o menos 60 por ciento de las ofertas de los Jugadores A fueron Igualitarias (48 por ciento) y Altruistas (12 por ciento). Es un misterio por qué los estudiantes serian demostrablemente más igualitarios y altruistas que en previas cohortes. Le doy la bienvenida a la especulación.

Anthony Gill es profesor de economía política en la Universidad de Washington y compañero sénior distinguido del Instituto para el Estudio de la Religión de la Universidad Baylor. Habiendo obtenido su PhD en ciencia política en la Universidad de California, en Los Ángeles, en 1994, el profesor Gill se especializa en el estudio económico de la religión y la sociedad civil. Recibió el Premio a la Enseñanza Distinguida en la Universidad de Washington en 1999 y es también miembro de la Sociedad Mont Pelerin.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.