CONFUNDIENDO LIBERTAD CON PODER

Por Paul Mueller
American Institute for Economic Research
9 de setiembre del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es paul mueller, american institute for economic research, liberty, September 9, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

“El mundo no ha tenido nunca una acertada definición de la palabra libertad, y justamente ahora el pueblo estadounidense necesita mucho una.” –Abraham Lincoln

Así inicia Friedrich Hayek su libro Los Fundamentos de la Libertad. Esas palabras son hoy igual de descriptivas del mundo de como lo fueron en la época de Lincoln. Los argumentos acerca de la naturaleza de la libertad no sólo están dividiendo a la izquierda política de la derecha política, sino que, también, están causando fisuras entre conservadores y libertarios: La Nueva Derecha, los Post Liberales, los NeoCons, los NatCons, los FreeCons, los Libertarios – gente que está buscando poner una etiqueta a un paquete de creencias acerca de la sociedad y el gobierno, sobre todo lo que es la naturaleza y propósito de la libertad.

No me propongo aquí resolver el debate sobre el significado de libertad. Más bien, quiero destacar un abuso reciente de la palabra y recordarle a la gente los argumentos tajantes que hizo Hayek acerca de la libertad hace más de sesenta años.
Pero, primero, el abuso.

Recientemente Sohrab Ahmari publicó un libro provocativo llamado Tyranny, Inc.: How Private Power Crushed American Liberty – and What to Do About It. Mi colega Samuel Gregg ya lo ha comentado extensamente. Pero, quiero acentuar el abuso de Ahmari de la palabra “libertad,” pues apoya su argumento completo y está en el mismo título del libro.

Este abuso o confusión sobre la libertad es extenso. Podemos verlo en el comentario favorable de James K. Galbraith al abogar por un “poder compensatorio” en el mercado. También, lo podemos ver en el reporte Rebuilding American Capitalism. Estos autores se preocupan acerca de la incertidumbre, elecciones limitades, poder, formación de la familia, y desigualdad, pero no de la libertad. Como lo hace ver Hayek, el sentido más antiguo y pleno de libertad significa libertad de coerción – esto es, libertad para actuar según los planes y objetivos propios, en vez de los de alguien más.

Eso es todo. La libertad no es igual a felicidad. Tampoco la garantiza.

La libertad, definida como la libertad de deseos arbitrarios de otros, tampoco significa elección ilimitada. Como lo señala Hayek, un escalador con una opción única de un asidero para continuar su ascenso, no puede decirse que está siendo “coaccionado.” Tampoco, si el escalador cae en una grieta y no tiene forma de salir de ella, podríamos apropiadamente llamarlo oprimido, excepto en un sentido metafórico. Aquí no hay violaciones a la libertad, aun cuando no hay nada que el escalador pueda hacer. Él tiene un tipo de problema diferente.

Y así ocurre a menudo en los casos en que mucha gente pide violaciones o infracciones de la libertad – desde oportunidades laborales limitadas para trabajar a la censura de redes sociales hasta la infelicidad. Ninguna de esas cosas es buena, y deberíamos pensar sobre cómo cambiarlas. Pero, sostener que en estos casos se han violado los derechos o libertad de las personas, es dar un paso en falso. Tales alegatos nos distraen de los temas verdaderos, a la vez que abre la puerta a todo tipo de abuso en nombre de promover la “libertad.”

Por ejemplo, el argumento de Ahmari implica que libertad coincide con riqueza. La gente pobre tiene la menor libertad y la gente rica tiene lo más de ella, debido a los recursos y opciones diferentes que tienen. Hayek hace ver que gente que confunde libertad con “el poder de satisfacer nuestros deseos, o el alcance de la elección de alternativas que tenemos a nuestra disposición” arribará a esa conclusión: identificando “libertad con riqueza.”

También, es posible que ellos confundan libertad con participación política – una creencia frecuente entre post liberales. [El post liberalismo se refiere a un cuerpo de pensamiento político que rechaza los puntos de vista liberales sobre la economía de mercado y la globalización y rechaza los puntos de vista individualistas sobre la sociedad]. No obstante, Hayek advierte que “en este sentido específico un pueblo libre no es necesariamente un pueblo de hombres libres; nadie necesita participar de dicha libertad colectiva para ser libre como individuo.” En efecto, la civilización occidental ha reconocido por siglos la dignidad (y libertad) de todos los hombres independientemente de riqueza o estatus, y la protección igual de la ley se extiende a todas las personas, sean ricas o pobres, queridas o no.

Hayek brinda argumentos convincentes sobre eficiencia, productividad, e innovación, que surgen al limitar la coerción tanto como sea posible al gobernar la sociedad por medio de reglas generales, estables y claras. Él escribió uno de los artículos más famosos en economía en que describe como los precios establecidos libremente dentro de un sistema de propiedad privada transmiten el conocimiento, con base en el cual las personas libres pueden actuar dadas sus circunstancias locales y planes individuales.

Pero, también, deberíamos considerar la dimensión ética de la libertad que Hayek defiende y que post liberales desestiman. Escribe Hayek, “La coacción es precisamente un mal, porque elimina al individuo como ser pensante que tiene un valor intrínseco y hace de él un mero instrumento en la consecución de los fines de otro.” Le robamos a la gente su albedrío moral cuando la obligamos a seguir nuestros planes y trabajar para alcanzar nuestras metas en contra de su voluntad.

Puede que a Amari no le gustan las opciones que tienen los trabajadores de cuello azul, pero es un salto infundado llamarlos oprimidos, coaccionados, o carentes de libertad. Tal idea rebaja su agencia moral y la importancia de la autodirección. También, distorsiona las ideas de cooperación, consentimiento, poder, y propósito de la ley.

El camino que quieren recorrer Ahmari y otros quienes abusan de la noción de libertad negativa, involucra erosionar reglas, leyes, y estructuras en la sociedad, como debilitar o diluir la ley comercial, o los derechos de propiedad, o penalizar a empresas y personas que nos disgustan y reemplazarlas con los objetivos de los legisladores. Sin embargo, en una sociedad libre, las personas tienen la responsabilidad, y privilegio, de navegar por el mundo bajo un conjunto claro de reglas e instituciones al perseguir lo que ellas ven como bueno y correcto.

Argumentar que deberíamos socavar instituciones y erosionar el principio de legalidad por el “bien público,” difiere poco del alegato subversivo y sin sentido de Rousseau, de que la gente “debe ser obligada a ser libre.”

Paul Mueller es compañero sénior de investigación en el American Institute for Economic Research. Recibió su PhD en economía de la Universidad George Mason. Previamente, el Dr. Mueller dio clases en el King’s College en la Ciudad de Nueva York. Su trabajo académico ha aparecido en muchas revistas especializadas, incluyendo The Adam Smith Review, The Review of Austrian Economics, y The Journal of Economic Behavior and Organization, The Journal of Private Enterprise, y The Quarterly Journal of Austrian Economics. También, es autor de Ten Years Later: Why the Conventional Wisdom about the 2008 Financial Crisis is Still Wrong with Cambridge Scholars Publishing.
Escritos populares del Dr. Mueller han aparecido en USA Today y Fox News, así como en el Intercollegiate Review, Christian History, Adam Smith Works, y Religion and Liberty, entre otros. El Dr. Mueller ha dado conferencias y dirigió coloquios para una diversidad de organizaciones, incluyendo a Liberty Fund, el Institute for Humane Studies, el Intercollegiate Studies Institute, y el Russell Kirk Center for Cultural Renewal. También, el Dr. Mueller es compañero de investigación y director asociado del proyecto de Libertad Religiosa en los Estados en el Center for Culture, Religion, and Democracy. Es dueño y opera un alojamiento y desayuno [bead and breakfast] (La Abadía) en Leadville, Colorado, en donde vive con su esposa y cinco niños.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.