“HERVIDERO GLOBAL”: UN ASALTO A LA RAZÓN Y LA CIENCIA

Por Christopher Lingle
American Institute for Economic Research
13 de agosto del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es christopher lingle, american institute for economic research, global, August 13, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Una doble moral interesante y preocupante es aplicable a la aceptación de acciones individuales y aquellas de agentes políticos. Un individuo que declara una emergencia cuando no existe, por ejemplo, gritar “fuego” en un teatro lleno, conduciría a una penalización apropiada, pero funcionarios públicos pueden hacer lo mismo sin atraer el mismo escrutinio.

Según el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, “la era del calentamiento global ha terminado” y “la era del hervidero global ha arribado.” Por supuesto, esta afirmación se hizo con poco o ningún sentido de perspectiva o con posibilidad de que algún humano sensato la desafíe o refute.

Este comentario es la última referencia relacionada con lo que pasa y ha estado pasando con el tiempo y el clima. Luego que el calentamiento mostró una disminución, el cambio climático se convirtió en el término operativo, pero se encontró que fue insuficientemente alarmante.

En su momento, la acción climática se convirtió en el antídoto necesario para una “emergencia climática” o “crisis climática.” Habiendo completado el círculo, con el enfoque regresando al fetiche de altas temperaturas durante una oleada de calor estacional, localizada y predecible, la afirmación es que estamos en medio de un hervidero climático.

Aun sin conocimiento de ciencia, como tal, los libros de recetas apuntan que la “ebullición” se presenta cuando el agua se calienta a 212° Fahrenheit (100° Celsius) al nivel del mar. Por su parte, puede ser que el Jefe de las Naciones Unidas sepa que el agua hervirá a menores temperaturas en elevaciones mayores, pero, es poco probable que haya tales altitudes en su nativa Portugal como para permitir observar un punto de ebullición cercano a los recientes promedios globales.

Aunque es frecuente que se sobreestimen referencias relacionadas con el tiempo actual, eso no necesariamente indica cambios o tendencias en las condiciones climáticas. Además de la noción de temperaturas “hirvientes,” los encabezados sugieren que las temperaturas actuales son “abrasadoras” o “escaldan” indicando una mala comprensión de lo que significan esos términos.

Puede ser que, para imponer una narrativa, usar el miedo y complacer la ignorancia es mejor que la coerción. Ciertamente, la persuasión en busca de arreglos cooperativos es lo que debería esperarse de una democracia liberal, representativa, pero, esto por igual es amenazado por el populismo de “Izquierda” como de “Derecha.”

Resulta que el uso de términos extremos en el debate climático no es acerca de exageración o hipérbole, pues la exageración e hipérbole requieren que en las afirmaciones haya un elemento de verdad. Términos usados para expresar el efecto de la temperatura sobre el cuerpo humano son engañosos, falsos y objetivamente mentirosos.

Generar temor es una tendencia bien conocida de propaganda en apoyo de una narrativa, como es el caso de condiciones momentáneas del tiempo para presagiar cambios climáticos posibles o irrevocables. Un ejemplo de cómo un acontecimiento aislado del tiempo se retrata como si fuera evidencia de una idea generalizada de las condiciones globales, puede verse en un reporte reciente de la Radio Nacional Pública de Estados Unidos.

Viendo las mediciones de un único sensor de temperatura del agua en Manatee Bay, cerca del Parque Nacional de los Everglades, en Florida, alcanzar 101.1 grados Fahrenheit, los datos fueron declarados como “alarmantes” como si reflejaran altas temperaturas promedio en el área de la Bahía de Florida. Siguieron diciendo que las temperaturas “abrasadoras” “podrían” significar un riesgo importante para los corales y otra vida marina.

Es significativo saber que la palabra “podrían” en este contexto no tiene un sentido real, pues tales expresiones condicionales no brindan una idea o substanciación acerca de la posibilidad del acontecimiento citado. Quienes apoyan esta narrativa esperan que la mayoría de ciudadanos no sea curiosa y acepte voluntariamente aseveraciones de funcionarios políticos para fines de inducirlos al error o atemorizarlos, de forma que se sometan a cualesquiera remedios de políticas públicas que se impongan.

En todos los casos, no había datos que apoyaran el alegato de condiciones “alarmantes” del agua en el resto de la Bahía de Florida. Aún más, la aseveración de que las temperaturas son “abrasadoras” es confusa, en el mejor de los casos, pues el daño por quemaduras con agua comúnmente se conoce como escaldaduras.

En relación con las escaldaduras, las quemaduras de segundo grado pueden ocurrir por exposición durante 3 segundos a agua con una temperatura de 104°F, mientras que una quemadura de tercer grado requiere al menos 5 segundos de exposición a esa misma temperatura. Resulta que la temperatura del agua marina medida a partir de una única boya en las afueras de la costa de Florida, estaba lejos de esas temperaturas y que es variable en el curso de 24 horas, hasta en 10 grados menos en la noche.

Por supuesto, también el aire ambiental está lejos de lo que serían temperaturas de “hervidero” o “abrasadoras.” Pero, resulta que no hay “ciencia establecida” acerca de las máximas temperaturas ambientales que causarían peligro por el calor.

En efecto, más se sabe acerca del efecto de temperaturas ambientales bajas sobre el cuerpo humano. Si la temperatura cae a menos del límite más bajo, 82.4° Fahrenheit (28° Celsius), se usa más energía para mantener la temperatura interna en un óptimo, y, si las temperaturas son demasiado bajas, ocurrirían escalofríos que causan contracciones musculares involuntarias para generar calor.

La termorregulación de la temperatura del cuerpo es necesaria para conservar la vida humana y la supervivencia de células humanas, para que progresen en vez de sobrecalentarse o morir. El cuerpo humano se involucra en homeóstasis manteniendo el balance, conservando la temperatura interna esencial dentro de un rango seguro sin importar qué temperatura haya afuera del cuerpo, pues, de lo contrario, podrían ocurrir fallos en los órganos.

Resultados de investigación conducida en la Universidad de Roehampton, de Londres, Inglaterra, indican que temperaturas que exceden 104° Fahrenheit (40° Celsius) pueden causar en algunos humanos sean incapaces de deshacerse del calor excesivo, de forma que las funciones corporales llegan a ser anormales. Señala que hay una zona “termoneutral” de temperaturas dentro de la cual el cuerpo no tiene necesidad de aumentar la tasa metabólica o usar más energía, para lograr la temperatura normal esencial de 98.6° Fahrenheit (37° Celsius).

Aunque temperaturas altas pueden impactar la salud cardiovascular (por ejemplo, durante oleadas de calor o mientras se lucha contra incendios) no es un asunto de cambio climático. La coagulación de la sangre (esto es, trombogénesis) puede ocurrir a partir de exposición extensa e ininterrumpida al calor extremo, pero aquella depende de características y condiciones físicas individuales.

Por supuesto, poca gente se expone a temperaturas extremamente altas por largos períodos, y, si lo hace, hay muchas acciones evasivas que puede tomar para protegerse. Después de todo, es ampliamente sabido que el mayor asesino de las temperaturas extremas es la exposición en los rangos bajos de lecturas del termómetro, aún en África y Asia.

Por desgracia la promoción de la “narrativa climática” ha sido exitosa en inducir que ciudadanos ignoren cómo sus libertades y derechos están en peligro provenientes de la imposición de políticas públicas represivas que están siendo respondidas como solución. Aunque los alemanes están siendo sometidos a adopten compensadores caros, los estadounidenses están siendo regañados por usar cocinas de gas y por la posibilidad de que ellas puedan ser prohibidas en una instalación futura.

¡Ay!, los ciudadanos han perdido de vista la intención original detrás del paso de la monarquía a la democracia, cual fue asegurar los derechos de todos los ciudadanos y apoyar la propiedad privada como la base de la libertad humana y la dignidad personal.

Si bien la república estadounidense se fundó para frenar el poder político y limitar el gobierno arbitrario, ahora la democracia se presenta como un juego de “todo o nada” en que algunos frenos a la gobernabilidad democrática conducirán a su desaparición.

Más recientemente, gobiernos alrededor del mundo encontraron que asustar a sus ciudadanos induciría a que ellos acepten, hasta aplaudan, políticas represivas, a cambio de la promesa de que ciudadanos individuales serían protegidos de un único virus. La pérdida de derechos y libertad en respuesta al temor invocado durante la pandemia del COVID-19, es presagio de lo que alegará como necesario pare evitar la amenaza existencial para la humanidad de un tiempo extremo y un cambio climático.

Christopher Lingle es compañero visitante sénior en AIER, profesor visitante de Economía en la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. Académico de investigación en el Centro para la Sociedad Civil (Nueva Delhi), asesor económico de política internacional para el Instituto Asiático de Diplomacia y Asuntos Internacionales (AIDIA-Katmandú), compañero sénior internacional del Instituto de Derechos de Propiedad (Estados Unidos), compañero sénior en el Centro para la Educación de Mercado (Malasia), y compañero sénior visitante de Advocata (Colombo, Sri Lanka). Sus intereses de investigación son las áreas de Economía Política y Economía Internacional con un enfoque en economías de mercado emergentes y reforma de la política pública en Europa del Este y Central, Asia del Este, América Latina, y Sur de África.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.