EL TRABAJO INTERNACIONAL REMOTO AYUDA O DAÑA

Por Peter Jacobsen
Fundación par la Educación Económica
Pregunte a un Economista No. 20
Miércoles 26 de julio del 2023

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Trazando los efectos de expatriados trabajando en el exterior.

Esta semana, en “Pregunte a un Economista,” estoy respondiendo una consulta de un amigo mío y viajero por el mundo, Nick. Nick quiere saber acerca del impacto de estadounidenses que viajan y trabajan remotamente en el extranjero. Dice él,

“Usted debería escribir una pieza que examina el impacto sobre economías locales de (principalmente) estadounidenses que trabajan y viven remota y temporalmente en ubicaciones más baratas, como Ciudad de México, Bali, etcétera. Hay mucho debate (estímulo versus colonialismo) volando a través del mundo de los viajes. ¿Estoy interesado en escuchar sus ideas.”

Así, ¿están estadounidenses beneficiando a otros países al trabajar en el exterior, o su presencia subvierte la prosperidad y conduce a una “colonización” moderna? Consideremos el impacto.

LOS COSTOS VISIBLES

De manera que, ¿cómo podría ser negativo que estadounidenses trabajen en el exterior? Nick está en lo correcto en cuanto a que algunas veces opositores llamarán colonización a este acuerdo, pero esta crítica en sí es muy vaga como para enfrentarla. En vez de eso, podemos enfocarnos en costos potenciales inmediatamente visibles.

El primer tema posible es con costos crecientes. Imagine migrando hacia Lima, Perú, a un grupo de estadounidenses y que empieza a trabajar remotamente. En promedio, estos trabajadores tienen ingresos superiores al peruano promedio, por tanto, en el caso de muchos bienes, están dispuestos sobrepasar a compradores peruanos. En otras palabras, la mayor demanda conducirá a precios superiores para nacionales peruanos.

El segundo tema que la gente puede plantear es que los bienes y servicios que estadounidenses valoran puede ser diferentes de los bienes y servicios que valoran los peruanos. En este caso, productores peruanos pueden hacer más dinero sirviendo a consumidores estadounidenses con los productos que estos disfrutan, en vez de productos tradicionalmente demandados. En otras palabras, los consumidores estadounidenses pueden desplazar algunos productos culturales, como comida.

Temáticamente, estas son inquietudes similares. En ambos casos, el temor es que estadounidenses expatriados desplazarán los deseos de ciudadanos nativos con sus patrones de compra.

Un tema final, relacionado, es que podemos imaginar ciertos aspectos compartidos de la cultura que pueden desaparecer al ingresar expatriados. Imagine que una religión compartida, lenguaje, u otro factor, está en la raíz de algún bien social positivo, como la confianza social. Al introducirse diferentes culturas, pueden diluirse los valores o entendimientos compartidos y se pueden perder los bienes sociales.

Estos son costos verdaderos que no deberíamos ignorar. Pero, el análisis no concluye aquí – necesitamos considerar los beneficios a la par de los costos.

LOS BENEFICIOS (Y COSTOS) NO PREVISTOS

Para responder acerca de los dos primeros temas, necesitamos destacar cierta dificultad en ver beneficios para peruanos autóctonos. Más expatriados significa más demanda de productos peruanos, lo que se traduce en precios mayores. Pero, es importante ver, los precios mayores de bienes peruanos significan más dinero que se paga a productores peruanos.

En otras palabras, aumentan los ingresos de ciudadanos domésticos. Eso no para ahí. Si un expatriado estadounidense compra un vestido a un sastre peruano, ambos mejoran con la transacción (evidenciado en su disposición a involucrarse en el intercambio voluntariamente). Entonces, el sastre puede depositar ese dinero en un banco local. Así el banco está en capacidad de tomar ese depósito y prestar dinero a una panadería local. Luego, la panadería puede usar los fondos para contratar nuevos trabajadores.

De forma que, los expatriados estadounidenses no son los únicos que se benefician al trasladarse. También, peruanos locales reciben el beneficio de un ingreso mayor. Es posible que el resultado final sea que algunos peruanos estén mejor y algunos estarán peor en el corto plazo, pero, en el largo plazo, el intercambio voluntario conduce a que las sociedades se enriquezcan de modo generalizado.

Aún más, algunos estadounidenses son igualmente perdedores en el corto plazo. Cuando estadounidenses salen para vivir a otros países, cae la demanda de vivienda en, digamos, California. Para californianos esto significa menores valores de la tierra.

Por tanto, a pesar del encuadre de críticos al trabajo remoto, vivir expatriado no es algo que beneficia a estadounidenses a expensas de peruanos. En vez, eso beneficia a algunos estadounidenses y algunos peruanos a expensas de distintos estadounidenses y distintos peruanos. Y, como un todo, a largo plazo, la sociedad mejora materialmente, lo cual mediciones como el Reporte Fraser de Libertad Económica en el Mundo lo dejan claro.

Esto nos lleva al segundo punto, y relacionado, acerca de bienes, No es obvio por unas pocas razones que la demanda estadounidense de comida típicamente estadounidense desplazará la comida tradicional peruana. Primera, el mayor ingreso de peruanos significará más demanda de esos productos, Segunda, es posible que muchos expatriados estén interesados en apoyar productos culturales.

La mayoría de personas no escoge al azar dónde vivir. Elige el lugar porque disfruta de la idea de vivir allí. En muchos casos, una apreciación de la cultura local es una de esas razones. Por tanto, económicamente, la mejor apuesta parece ser a favor de la libre movilidad.

Finalmente, está la inquietud acerca de que la cultura local (no sólo de productos culturales) desintegre. Imagine que su comunidad tiene una religión compartida, y un expatriado extranjero convence a sus niños para que se conviertan a su religión. Ahora, imagine que esto pasa masivamente. De repente, las reuniones religiosas familiares se convierten en campos de batalla.

En este punto, es importante reconocer los límites del análisis económico. La economía toma tal cual es la asignación de derechos de propiedad y hace inferencias acerca de las valoraciones de las personas con base en esa asignación de derechos de propiedad. Así que, si usted va al mercado a comprar una docena de huevos con $2, sabemos que usted valora una docena de huevos en más de $2.

Pero, la economía no nos dice si, en primer lugar, usted debería haber tenido $2. Que la propiedad de un bien en particular sea o no moralmente legítimo es una cuestión que requiere de un análisis ético que va más allá del dominio libre de juicios de valor del análisis económico.

En resumen, la economía puede discutir acerca de los resultados predecibles de diferentes patrones de propiedad, pero no nos dice cuál es el patrón moralmente correcto de la propiedad en sí. Ninguna de las leyes morales es arrancada tan sólo a partir de las leyes de oferta y demanda.

Por ello, ¿cómo examinamos el costo de la pérdida de una cultura cohesiva? Bueno, si se supone que la gente tiene derecho a vivir bajo una cultura en particular, entonces, los expatriados imponen costos significativos cuando desintegran la cohesión cultural (en tanto ellos lo hagan).

Pero, la aseveración de que las personas tienen un derecho a una cultura específica, parece ser complicada. ¿Qué si alguien dentro de la sociedad cambia la cultura? ¿Qué si aquellas lo hacen porque se impresionan con ideas y elementos de otras culturas? ¿Deberíamos impedirles que hagan el cambio? ¿Deberíamos congelar nuestras culturas en ámbar para que permanezcan inmóviles y estancadas por siempre?

La idea de que cualquiera tiene derecho a vivir en una cultura específica impone innumerables obligaciones tanto a extranjeros como a vecinos.

En última instancia, es mi creencia que todas las culturas tienen elementos positivos y negativos, y permitir intercambios a través de culturas brinda una oportunidad que vale la pena aprovechar. Lo admito, pienso que vale proteger ciertos aspectos de cualquier cultura. Pero, es importante notar que leyes que bloquean el libre movimiento de gente e ideas no es la única forma de preservar aspectos valiosos de una cultura.

En el mercado de ideas, la mejor forma de proteger buenas ideas no es censurando malas ideas. Más bien, exponer malas ideas y ejercer una lucha contra ellas provee la defensa más robusta.

Similarmente, en tanto un elemento de la cultura está en riesgo por culturas que compiten de expatriados, y la población local desea defender la cultura, la mejor oportunidad de hacerlo no parece ser por medio de prohibición. Más bien, un esfuerzo consciente por mantener la cultura por medios voluntarios parece ofrecer lo mejor de ambos mundos, de aumentar la prosperidad material y conservar importantes valores culturales.

Peter Jacobsen enseña economía y tiene la posición de Profesor Gwartney de Economía. Recibió su educación de posgrado en la Universidad George Mason.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.