LA ÉTICA ESENCIAL DEL SOCIALISMO

Por Adam Martin
American Institute for Economic Research
23 de julio del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es adam martin, american institute for economic research, socialism, July 23, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

“¡Eso es socialismo! gritan aquellos de la derecha al ver el gasto gubernamental que a ellos no les gusta.

“¡El agua del tubo es segura de beber debido al socialismo! gritan aquellos de la izquierda en respuesta a aquellos de la
derecha.

Por mucho tiempo, el término “socialismo” ha sido una palabra útilmente ambigua para que gente del espectro político se reúna alrededor de ella sin tener que pensar mucho. Este ensayo le pondrá un punto final a esa práctica. Estoy bromeando. Mis ambiciones son más humildes: llevar un poco de cierta claridad a quienes les preocupa pensar qué tipos de políticas realmente incorporan el carácter distintivo socialista. Ellas están allí afuera, pero probablemente no son las políticas en las que está pensando.

Dos puntos por aclarar. Primero, tomo como un hecho que el socialismo viene en grados. La planificación central a plenitud es probablemente imposible, pero algunos regímenes se acercan más que otros para lograrlo. China es menos socialista hoy de lo que fue durante el Gran Salto hacia Adelante.

Segundo, por ética socialista no doy a entender aspiraciones socialistas. Ni la egalité ni la fraternité. Estos son los valores que dirigen a muchos socialistas a lograrlo. Más bien, quiero enfocarme en los medios institucionales que socialistas se proponen lograr. Las instituciones son reglas que despliegan ciertos guiones de ética: qué puede hacer usted, qué debe hacer usted, y qué se permite que usted haga. Ideas que cuentan como socialistas comparten un supuesto ético que está muy divorciado de sus ideales anhelados.

QUÉ DEBE HACER EL SOCIALISMO

¿Qué es lo que (principalmente) tienen en común la planificación leninista, el socialismo de mercado, el anarcosindicalismo y otras formas de auto designado socialismo? La definición más común, y punto de inicio útil, es la propiedad en común de los medios de producción. En otro artículo, uso el debate acerca del cálculo socialista para desarrollar una idea complementaria acerca de qué debe hacer el socialismo para seguir siendo socialista. ¿Cuál es la naturaleza operativa de una economía socialista?

Oskar Lange propuso que los socialistas podían usar la teoría económica de los mercados como substituto de la competencia de mercado. De ahí, el “socialismo de mercado.” Los planificadores centrales establecerían los precios y les dirían a los administradores y empresas que usaran esos precios para hacer sus cálculos. El famoso argumento de F.A. Hayek acerca del conocimiento disperso puede, entonces, leerse como una respuesta a esta pregunta: ¿Qué hace a los precios socialistas de mercado diferentes de los precios capitalistas de mercado? Ellos no sólo reflejan el conocimiento que planificadores centrales y sus estadísticos subordinados pudieran suministrar, sino el conocimiento disperso, constantemente cambiante, a menudo local y tácito, de prácticamente todos los participantes en el mercado.

Israel Kirzner puso su dedo sobre la condición clave que permite a los precios de mercado reflejar esa vasta cantidad de conocimiento: libertad de entrada a los mercados. Si los individuos no son libres de entrar en un mercado, los precios de mercado no pueden reflejar su conocimiento. Los planificadores centrales socialistas deben prohibir la libertad de entrada. Si no lo hacen, no hay un plan central, sino más bien una planificación dispersa. La única esperanza que tiene un ciudadano privado con una nueva idea, es convencer al funcionario gubernamental de que vale la pena que su idea se intente. Esto se presenta en contraste directo con lo que Adam Thierer amablemente llamó “Innovación sin Permiso.”

Lo mismo es cierto de muchas variantes anarquistas de socialismo. Si los medios de producción se mantienen en común por los trabajadores, alguien con una nueva idea acerca de qué o cómo hacerla debe obtener la aprobación de sus congéneres. Lo que Hayek, siguiendo a Henry Manne, llamó “propiedades diversas” -dando a entender una propiedad que está separada del control por un grupo unido- es condición esencial de la iniciativa libre. Prohibir la iniciativa libre es un hilo en común a través de la mayoría de socialismos propuestos, así que lo tomo como aspecto definitorio del credo. El servicio a la comunidad requiere la supervisión de la comunidad.

MADRE RUSIA, ¿PUEDO?

Usted debe pedir permiso para servir a otras personas. Eso es lo que tomo como siendo la ética esencial del socialismo. Cuando escritores en la revista Jacobin atacan la caridad privada, deberíamos tomarles por sus palabras.

Servimos a otros por muchas razones, tanto en el régimen capitalista como en el socialista. Un trabajador fabril socialista busca ayudar a sus compañeros trabajadores. Otro sólo quiere evitar la penalización por su superior. Un empresario busca hacer felices a sus clientes. Otro lo hace sólo por dinero. Tanto el capitalismo como el socialismo suponen una división del trabajo y, así, el servicio hacia otros constituye una parte importante de cómo los individuos gastan su tiempo, y permiten que una amplia variedad de motivaciones guíe esas decisiones.

La diferencia es esta: En un régimen capitalista, sin importar qué tan egoísta puedo ser, yo no necesito pedir permiso para servir a mis congéneres de una forma novedosa. En un régimen socialista, debo buscar el permiso de otros -ya se trate de funcionaros de gobierno o colegas trabajadores de uno- antes que pueda servirles de forma novedosa.

Actos individuales de servicio pueden eximirse. Formas de servicio que encajan con El Plan (para planificadores centrales) o con lo que la comunidad quiere (para anarquistas socialistas) no necesitan pedir permiso individualmente.
El servicio en una escala lo suficientemente pequeña es imposible de vigilar y, así, por lo general, está más allá de la aplicación de la ley. Pero, queda por fuera cambiar libremente la forma en que nos servimos entre sí en cualquier escala. Eso requiere ya bien ajustar El Plan o apelar a la Voluntad de los Trabajadores que controlan los medios de producción. El socialismo es la ausencia de iniciativa para servir a nuestro prójimo.

POR FAVOR, SEÑOR, ¿PUEDO SERVIR ALGO MÁS?

Los profesionales del cuido de la salud querrían poder hacer que servicios estén disponibles en áreas rurales. Lo siento, necesitan tener un certificado de necesidad. A individuos en diferentes ámbitos de la vida les gustaría hacer ataúdes, trenzas de cabellos, o crear arreglos florales. Lo siento, todos ellos necesitan tener licencias. A un desarrollador le gustaría construir viviendas multifamiliares que sean pagables. Lo siento, hay una regulación de zonaje permitido que va contra poder hacerlo.

¿Quiere alimentar a quienes carecen de vivienda? Primero, asegúrese que se autorice por sus inspectores de la salud de la ciudad.

Ese es
el socialismo. O, más precisamente, la ética socialista en operación. Debemos pedir permiso antes de servir a nuestro prójimo. Los procedimientos para buscar tal permiso varían en qué tan onerosos son. Entre más onerosos, la ética socialista se ha llevado a cabo con mayor perfección. El socialismo gremial es socialismo.

¿Qué acerca de los ejemplos con los que empezamos, beneficios asistenciales e infraestructura gubernamental? En el margen, impuestos y transferencias crecientes por lo general dejan a los individuos libres de servir a pobres de otras maneras. Uno puede preocuparse porque esto crea una cultura en la que individuos ven al estado como su cuidador, pero ese sería un efecto aguas abajo de la política, en vez de ser la naturaleza de la política. Similarmente, un gobierno que provea acceso fácil a agua potable limpia, típicamente deja a otros ser libres de proveer una alternativa o fuentes superiores de agua para los consumidores.

A pesar de lo anterior, aquí entra una cuestión de escala. Si la provisión de algún servicio se hace lo suficientemente amplia tal que en efecto desplaza la provisión privada, de facto opera como socialismo. Tomando un caso extremo e irreal, si el gobierno grava en un 100 por ciento el ingreso individual -muy antes que eso suceda entrarían factores compensadores- no habría recursos que quedaran para ser asignados por individuos.

Para ver por qué esto puede ser importante, considere un caso intermedio: educación pública. En Estados Unidos existen escuelas privadas y muchas florecen. Y, para individuos lo suficientemente ricos como para formar parte de un distrito escolar, igualmente existe de facto un mercado de escuelas públicas, Pero, los recursos bajo el mando de la educación pública son vastos. Hay mucho de desplazamiento, y es difícil competir con escuelas públicas “gratuitas.” Es más, estados establecen políticas educativas (tal vez por una buena razón) que restringen el rango de nuevas ideas que pueden ser sometidas a prueba en el sector. Lo que nos deja es un sistema cuasi socialista, cuasi mercado, que cae en algún lugar en el centro.

Los seres humanos encontramos nuestra vocación más elevada sirviéndonos los unos a los otros, ya sea por medio de la familia y amistad, mediante caridad y solidaridad e incluso a través del comercio. Cuando usted escucha llamados para prohibir formas de servir, usted está justificado en responder, “¡Ese es el socialismo!”

Adam Martin es profesor asociado de economía agrícola y aplicada en el Colegio de Ciencias Agrícolas y Recursos Naturales de la Universidad de Tecnología de Texas y compañero de investigación en economía política en el Instituto de Libre Mercado. El Dr. Martin obtuvo su PhD en Economía en la Universidad George Mason y una licenciatura en Economía y Teología en la Universidad de Dallas.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.