SI VIVIMOS DE MENTIRAS, EXIGIREMOS POLÍTICOS ENGAÑOSOS

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
19 de julio del 2023

NOTA DEL TRADUCTOR: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein, american institute for economic research, politicians, July 19, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto

Recientemente, el editor sénior del American Institute for Economic Research, James Harrigan, preguntó retóricamente, “¿Cuál fue la última vez que un político de cualquier procedencia usó la frase “honor sagrado” con una cara impasible? Jefferson, señaló Harrigan, no estaba “inventado la Declaración [de Independencia] de la nada,” sino que, en vez de ello, estaba capturando la “mentalidad estadounidense.” En su evocador ensayo acerca del cuatro de julio, “The Harmonizing Sentiments of the Day,” [“Los sentimientos armonizadores del momento”], Harrigan concluyó, “Así que se nos deja con una pregunta importante en nuestra propia época: ¿Cuáles son los sentimientos armonizadores de nuestro momento?

Una vez extraño a la “mentalidad estadounidense,” el deshonor y el engaño son “sentimientos armonizadores” esenciales en sociedades totalitarias. En una sociedad controlada por la fuerza, mentir es una forma de vida para el gobierno y sus ciudadanos, quienes armonizan para sobrevivir.

El día previo a ser exiliado fuera de la Unión Soviética, Aleksandr Solzhenitsyn publicó el texto de su ensayo famoso “Live Not By Lies” [“Vivir sin mentira”]. La doctrina marxista de que el estado puede determinar nuestro ser nunca será verdad, explicó Solzhenitsyn, pero su falacia puede mantenerse por las mentiras de ciudadanos. Vivimos de mentiras, señaló Solzhenitsyn, cuando

“Hayamos sido adoctrinados en cursos políticos, y de la misma manera se fomentó la idea de vivir cómodamente, y que así todo vaya bien para el resto de nuestra vida. No es posible huir del entorno y de las condiciones sociales. La vida diaria define la conciencia. ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¿Acaso no podemos hacer nada?”

“No podemos hacer nada” es una mentira. La verdad real que Solzhenitsyn escribió es, “podemos hacer -¡todo!- aún si nos conformamos y mentimos a nosotros mismos que eso no es así. No son ‘ellos’ los culpables de todo, sino nosotros mismos, ¡sólo nosotros!”

Lo que podemos hacer, arguyó Solzhenitsyn, es “Nunca con conocimiento apoyar mentiras! Él explicó la cura para sobreponerse al sentimiento armonizador totalitario del engaño.

“Cuando los hombres renuncian a mentir, la mentira sencillamente muere. Como una infección, la mentira sólo puede vivir en un organismo vivo.

No nos presionemos. No hemos madurado lo suficiente como para dirigirnos a las plazas a gritar la verdad o a expresar en voz alta lo que pensamos. No es necesario. Es peligroso, pero déjennos negarnos a decir lo que no pensamos.”

Václav Havel, fue un disidente, escritor de obras de teatro, y primer presidente de Checoeslovaquia luego del comunismo. Havel hizo eco de Solzhenitsyn al escribir,

“La Consciencia precede al Ser, y no a la inversa, como alegan los marxistas. Por esta razón, la salvación de este mundo humano yace en ningún otro lugar más que en el corazón humano, en el poder humano de reflexionar, en la modestia humana, y en la responsabilidad humana. Sin una revolución global en la esfera de la consciencia humana, nada cambiará para mejorar.”

Que “la Consciencia precede al Ser” significa que tenemos el gobierno que merecemos. Ya no más podemos pretender ser víctimas del mundo que vemos.

Al elegir vivir en un mundo interior gobernado por nuestro auto engaño, obtenemos un gobierno que decide a través del engaño y sofoca vigorosamente ideas alternativas. En la mentalidad estadounidense de hoy, ¿está el sentimiento armonizador prevaleciente arrimándose peligrosamente cerca de normalizar el engaño totalitario?

Durante el COVID, en particular en los primeros días de la pandemia, el público estaba aterrorizado. Mucho prefirieron seguir con el programa y dejar de lado la responsabilidad ante sus a menudo difíciles decisiones de salud. No querían interrupciones en su fantasía de que su elección preferida era una decisión fácil. Sin embargo, la vida es compleja; hay pocas respuestas únicas que sirven para todo. No dispuestos a tolerar la ambigüedad inherente en la vida, ellos renunciaron voluntariamente a su libertad. Exigieron un gobierno que les mintiera y engañara.

Torrentes de propaganda orquestada de odio fueron dirigidos contra quienes tomaron elecciones médicas diferentes. Estos ataques incansables se diseñaron para agitar una población ya agitada, fácilmente engañada para que apoyara los ataques a libertades constitucionalmente garantizadas. El resultado era predecible. Como escribiera Aldous Huxley, “La forma más segura de iniciar una cruzada a favor de una buena causa es prometer a las personas que tendrán la oportunidad de maltratar a alguien. Ser capaz de destruir con una buena consciencia, es ser capaz de portarse mal y llamar a su mal comportamiento una “indignación justa”: este es colmo del lujo psicológico, el más delicioso de los placeres morales.” La indignación justa puede ser otro sentamiento prevaleciente en la mentalidad estadounidense de nuestro tiempo.

Vimos durante el COVID que muchos no quisieron decidir por sí mismos qué era la verdad. La mala información vino a significar incluso verdades que iban en desacuerdo con la ortodoxia oficial del momento. Sólo un 30 por ciento de los estadounidenses estuvo de acuerdo en que la “mala información” sobre las vacunas del COVID era una expresión constitucionalmente protegida. ¿Por qué el 70 por ciento de las mentes de estadounidenses estaba despreocupada acerca del que el gobierno violara derechos constitucionales básicos? ¿Eran ellas víctimas de un gobierno engañoso, o su auto engaño creó un gobierno mentiroso e intimidatorio?

En julio, el juez federal Terry Doughty emitió una orden provisional prohibiéndole a la administración Biden intimidar empresas de medios sociales para que censuraran mensajes o cerraran la plataforma a gente. Él determinó que “Cada ciudadano de Estados Unidos tiene el derecho decidir por sí mismo qué es cierto y qué es falso. El gobierno… no tiene derecho a determinar la verdad.”

Escribió Doughty: “Uno de los propósitos de la libertad de expresión es permitir la discusión acerca de diversos tópicos de forma que el público pueda tomar decisiones informadas… Sin un debate libre acerca de estos temas [vacunas, mascarillas, cuarentenas, etcétera], cada persona es incapaz de tomar por sí misma la decisión apropiada en relación con su salud.” (Vea también, “How AIER Helped to Hobble Fauci’s ‘Ministry of Truth”)

El Dr. Aaron Kheriaty es uno de los querellantes acerca de lo que el juez Doughty decidió. Kheriaty dijo que “La característica común de todos los sistemas totalitarios es la prohibición de preguntar: todo régimen totalitario primero monopoliza lo que cuenta como racional y determina qué preguntas se permiten hacer.”

El Dr. Kheriaty tiene razón a medias. No se nos permitió hacer preguntas porque muchos no quisieron oír respuestas incómodas.

Por supuesto, vivir con mentiras no es sólo sobre vacunas. No se hacen preguntas acerca de la sabiduría de que niños hagan una transición, por medio de intervenciones médicas, hacia otra identidad de género. En algunos círculos la gente prefiere que le aseguren que esos procedimientos quirúrgicos y hormonales médicos inequívocamente salvan vidas.

Tampoco se puede cuestionar la economía verde subsidiada. “Ellos” deben hacer algo acerca del clima es un estribillo frecuente. Se niega la verdad de que los problemas no son resueltos por planificadores sociales, sino por individuos libres de cooperar entre sí en el curso de un proceso social emergente.

Podemos continuar con otros ejemplos. No tenemos que imaginarlos, sólo tenemos que estudiar la historia. En sus memorias, el ministro de armas de Hitler, Albert Speer, hizo ver que “En circunstancias normales, personas que le dan sus espaldas a la realidad pronto son corregidos por la burla y crítica de aquellos a su alrededor.” En sociedades totalitarias, no hay tal instrumento correctivo. En vez de él, continuó Speer, “todo autoengaño se multiplicó como si estuviera en un salón de espejos distorsionadores, conviertiéndose en una pintura repetidamente confirmada de un mundo fantástico de sueños que ya no más tuvo relación alguna con el triste mundo del exterior.”

Si le hemos dado nuestras espaldas a la realidad, nadie ni ningún acontecimiento llega para salvarnos. Temporalmente podemos renunciar a nuestra libertad por nuestras propias mentiras, pero, como advirtió Solzhenitsyn, “si nos alejamos” de renunciar a nuestra “participación diaria en el engaño,” deberíamos “dejar de quejarnos de que alguien no nos deja respirar – ¡nos lo hacemos a nosotros mismos!”

En el 2024, cuando mentirosos engañosos estén entre nuestras elecciones políticas, se debe a que nosotros el pueblo no hemos aprendido que perdemos nuestra libertad cundo mentimos y demandamos mentiras. La verdad nos puede hacer sentir incómodos, pero ella preservará la libertad.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones como la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.