SI PUDIERA ESCOGER ENTRE ACCCIÓN AFIRMATIVA Y ELECCIÓN ESCOLAR, ¿CUÁL ELIGIRÍA?

Por James E. Hanley
American Institute for Economic Research
17 de julio del 2023

NOTA DEL TRADUCTOR: la fuente original en inglés de este artículo es james e. hanley, american institute for economic research, school choice, July 17, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto

Hay dos programas educativos diseñados para ayudar a que estudiantes de minorías tengan éxito. Uno beneficia sólo a un pequeño número de estudiantes de minorías, principalmente de clase media superior, al cambiarlos de ir a buenas universidades a grandes universidades. El otro beneficiaría un número vastamente mayor de estudiantes de minorías al moverlos desde escuelas muy malas de kínder a secundaria a escuelas buenas y ocasionalmente grandiosas de kínder a secundaria.

Si usted sólo pudiera apoyar una de estas políticas, ¿cuál escogería?

Por supuesto, estoy hablando acerca de acción afirmativa y elección escolar. Hablando estrictamente, las dos políticas no entran en conflicto. Uno podría apoyar a las dos sin contradecirse. Pero, en la práctica, la mayoría de la gente favorece sólo una u otra.

La acción afirmativa fue originalmente vista como una forma de compensación por discriminación en el pasado, y así fue creada como un punto final conceptual. Era importante tener un propósito claro que pudiera definitivamente lograrse, pues la acción afirmativa requería un favoritismo racial explícito, lo cual viola la Cláusula sobre Protección Igualitaria de la Enmienda 14 de la Constitución de Estados Unidos. Pero, también, la discriminación pasada había implicado un favoritismo racial inconstitucional, así que una suspensión temporal de la neutralidad racial para corregir esa violación pasada, fue considerada aceptable.

Por ejemplo, un cuerpo de bomberos integrado totalmente por blancos, que había discriminado históricamente contra aspirantes negros, podía practicar la acción afirmativa hasta tener una proporción apropiada de bomberos negros. Luego, en el futuro podría terminar la acción afirmativa y en el futuro sólo ser neutral en cuanto a raza pues es igualmente posible que negros y blancos sean buenos bomberos.

Similarmente, universidades que habían discriminado explícitamente contra minorías podrían usar la acción afirmativa para alcanzar proporciones adecuadas de estudiantes de diferente raza, pero, luego, a partir de ello sería neutral en cuanto a raza. Pero, surgió una cosa incómoda en el camino hacia ese futuro brillante. Cuando las universidades de élite fueron obligadas por decisiones legales o iniciativas ciudadanas a considerar a los solicitantes sobre una base de neutralidad racial, cayó la matrícula de minorías, en especial entre afroamericanos y latinos. Resultó que, a diferencia de los bomberos, no todos los grupos étnicos satisfacían por igual los requisitos estrictos de ingreso a universidades de élite. Cualquiera sea la razón, algunas universidades de élite tenían que encontrar formas de continuar con la acción afirmativa, a fin de mantener su nivel deseado de matrícula de afroamericanos y latinos.

Las universidades no de élite no tuvieron este problema pues sus estándares para ingresar no eran tan estrictos. La gran mayoría de universidades en el país no usan la acción afirmativa, y muchas -incluso muchas universidades de artes liberales y de comunidades- tienen matricula esencialmente abierta. Así que, no es acceso a la universidad lo que brinda la acción afirmativa; sólo acceso a universidades de élite.

Por supuesto, muchos afroamericanos y latinos admitidos a escuelas de élite no necesitaban el golpe de acción afirmativa para entrar. Eran lo suficientemente excelentes como para sobrepasar esas elevadas barras académicas de las universidades sin alguna bonificación basada en la raza. Así que, sólo una porción de estudiantes de minorías en las escuelas de élite ingresó debido a la acción afirmativa. Pero, también, obviamente esos estudiantes eran académicamente fuertes, pues, de lo contrario, ni siquiera habrían sido considerados para recibir el impacto de la acción afirmativa. Esto significa que ellos habrían entrado a alguna otra escuela buena, tal vez apenas por debajo del nivel de élite, en donde aún habrían obtenido una buena educación y tenido excelentes prospectos de carrera.

Así que, la acción afirmativa ha evolucionado hacia un programa muy limitado que ayuda a un número relativamente pequeño de minorías que ya tienen un rendimiento alto, y probablemente en mucho de clase media alta, a ingresar a escuelas de élite en vez de escuelas casi de élite. Tal vez, vale la pena luchar por ello. No es del todo inverosímil discutir que la élite que actualmente domina nuestro país, lo que sea que nuestras odas a la democracia puedan sugerir en contrario, al menos debería reflejar los diversos tipos de diversidad en Estados Unidos. Pero, parece algo limitado en alcance para que un presunto esfuerzo logre una justicia social mayor.

En contraste, la elección escolar apunta a un conjunto vastamente más amplio de estudiantes de minorías, y aborda en específico a aquellos estudiantes que están en la clase media baja a la más baja, atrapados en fallidas escuelas públicas urbanas, y, en consecuencia, los educativamente más en desventaja.

Cualquiera sea la razón del pobre desempeño de las escuelas públicas, es clara la evidencia de que escuelas privadas e independientes financiadas con fondos públicos [charter schools] tienen un mejor desempeño que aquellas (generalmente a un costo menor), disparando el logro académico de estudiantes de minorías de bajo ingreso, aumentando su posibilidad de asistir a la universidad, y reduciendo la posibilidad de terminar en prisión. Hasta puede mejor el desempeño entre estudiantes que permanecen en las escuelas públicas.

En definitivo, pelear por eso vale la pena, y parece que vale un mayor gasto de energía que ayudar a un puñado de cuasi élites a llegar a ser élites. Y, aun así, el mismo grupo que suple la mayoría de defensores de la acción afirmativa también suministra la mayoría de opositores firmes contra la elección escolar.

Notoriamente, la oposición no viene de padres de los propios estudiantes de minorías. La mayoría de escuelas privadas financiadas con fondos públicos está subscrita en exceso y, cuando los padres pobres tienen la oportunidad de dirigir los dólares de impuestos hacia escuelas privadas para las matrículas de sus niños, imitando a la gente acomodada, lo hacen con entusiasmo. Eso sugiere que la oposición a la elección escolar viene principalmente de quienes ya tienen más éxito socioeconómico, que los niños que se pretende ayudar con la elección escolar.

En resumen, los que están relativamente bien debaten a favor de ayuda extra para otros que están relativamente mejor, a la vez que obstruyen la ayuda para aquellos que están menos bien.

Esto es profundamente irónico, en especial cuando esa misma gente tiende a identificar al racismo institucional como un problema vigente. Por ejemplo, gran parte del apoyo hacia la acción afirmativa parece basarse en el supuesto de que, de alguna forma eso es difícil de identificar directamente, el racismo institucional podría ser la razón por la que la hija muy inteligente de un corredor de bolsa negro se queda apenas corta para calificar directamente en su ingreso a Harvard. Pero, hay pocos ejemplos más visibles y claramente identificables de racismo institucional que el sistema de escuela pública urbana. Debido a que las escuelas públicas están territorialmente basadas, y mejores vecindarios tienen mejores escuelas (cualesquiera sean las razones) los niños de minoría más pobres se envían selectivamente hacia las peores escuelas del país, de forma que enfrentan las barreras más altas para el logro educativo y futuras ganancias socioeconómicas.

Como se hizo ver arriba, no existe contradicción lógica en apoyar tanto la acción afirmativa como la elección escolar. Pero, hay poca evidencia de que, en realidad, mucha gente lo hace. Si la norma es que debemos elegir tan sólo una de ellas para apoyarla, en verdad ¿tiene sentido poner nuestra energía detrás de la política que ayuda a quienes ya les está yendo bien o detrás de la política que ayuda a aquellos en mayor necesidad de nuestra ayuda?

James E. Hanley es un analista político sénior del independiente Empire Center for Public Policy. Obtuvo su PhD en Ciencia Política en la Universidad de Oregón, seguido de una beca postdoctoral bajo la ganadora del premio Nobel en Economía del 2009, Elizabeth Ostrom, y enseñar por veinte años Ciencia Política y Economía a nivel universitario. Las ideas expresadas aquí no necesariamente reflejan las ideas de su empleador.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.