EL JUEGO DE LA ACCIÓN AFIRMATIVA

Por James E. Hanley
American Institute for Economic Research
11 de julio del 2023

NOTA DEL TRADUCTOR: la fuente original en inglés de este artículo es james e. hanley, american institute for economic research, affirmative, July 11, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Continuará el juego de la acción afirmativa, ahora en pleno desarrollo por cuarenta años, a pesar de la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos, en Students for Fair Admission v. Harvard. Todo lo sucedido es un ligero cambio en las reglas.

El propósito verdadero de la acción afirmativa es bien conocido: aumentar el número de estudiantes de minoría, primordialmente, afroamericana y latina, en universidades de élite. Pero, la creación explícita de preferencias raciales va contra la Cláusula sobre Protección Igualitaria de la Enmienda 14 [de la Constitución de Estados Unidos], que, si se lee estrictamente, prohíbe cualesquiera distinciones legales con base en raza.

Así, el juego es que las universidades de élite se figuren cómo proseguir secretamente el propósito verdadero sin violar las reglas de la Constitución. En realidad, ellas no tienen por qué engañar a la Corte Suprema; tan sólo tiene que darle a la Corte un pretexto que pueda pretender creer.

Las escuelas dieron varios de esos pretextos, un “tiren de todo y vean qué palos aguantan,” pero, uno central es que la diversidad amplía el ambiente educativo para todos los estudiantes. Entonces, irónicamente, el propósito de la acción afirmativa no es, en apariencia, ayudar a que Brianna de Brooklyn [dando a entender un sitio en que vive gente de ingresos relativamente bajos] ingrese en la mejor universidad que ella puede, sino mejorar la educación de Harper de los Hamptons [dando a entender un sitio en que vive gente de ingresos relativamente altos]; la acción afirmativa es para beneficio de los hijos blancos ricos de Estados Unidos.

Conocemos que la razón alegada no es la verdadera razón, porque los críticos de la Corte no se están quejando de los efectos dañinos de la decisión de la Corte sobre la educación de la joven élite de Estados Unidos; explícitamente están objetando que eso significará que habrá menos jóvenes afroamericanos y latinos en las mejores universidades. Pero, el valor verdadero del propósito alegado no es lo que importa – lo que importa es si es un pretexto lo suficientemente convincente como para persuadir a la Corte a ignorar las preferencias raciales directas dadas a ciertos grupos raciales.

También, la Corte sabe que el propósito alegado no es el verdadero propósito. Pero, dependiendo del grado de simpatía de los Jueces de la Corte hacia el propósito verdadero, cada juez estará más o menos dispuesto a aceptar el pretexto. A los Jueces intervencionistas [los “liberales” en Estados Unidos] que favorecen con fuerza el verdadero propósito de la acción afirmativa, les molestaban menos las violaciones de la neutralidad racial de la Cláusula sobre Protección Igualitaria, y estaban más dispuestos a aceptar los pretextos que a excusarlos. Los Jueces conservadores [liberales en el sentido clásico], siendo menos favorables, si no es que claramente hostiles al propósito verdadero de la acción afirmativa, se inclinaban menos hacia la aceptación de los pretextos al pie de la letra y más motivados a quitar la hoja de parra y echar una mirada escéptica firme hacia las políticas de las universidades.

Sin entrar en un detalle extenso, desde una perspectiva constitucional estricta, el argumento conservador es más fácil de formular. La Cláusula sobre Protección es indiscutiblemente totalmente neutral. Interpretar que igual protección para todos como dando a entender protección extra para algunos, requiere algo de trabajo político pesado que no lo requiere un argumento textual estricto.

A pesar de derribar las políticas de las universidades la mayoría, al menos implícitamente, reconoció el juego dentro del debate legal sobre la acción afirmativa, al afirmar algo melancólicamente que “Lo que no se puede hacer directamente, no puede hacerse indirectamente.” Pero, por supuesto que lo puede. Es tan sólo un asunto de figurarse cuán indirecto usted tiene que ser, antes que una mayoría de la Corte piense que da la cobertura suficiente como para aceptar el subterfugio.

Y, la mayoría, aunque parezca extraño, les dijo directamente a las universidades exactamente qué método les daría indirectamente su participación, al decir:

“nada en esta opinión debería construirse como que prohíbe a las universidades considerar la discusión de un solicitante acerca de cómo la raza afectó su vida, ya sea por medio de discriminación, inspiración, o algo parecido.”

Eso es nada menos que un manual de cómo hacerlo. Los funcionarios de admisiones tan sólo tienen que usar su juicio profesional para calificar “apropiadamente” acerca de la raza a las discusiones de los solicitantes.

Por supuesto, los estudiantes afroamericanos y latinos estarán fácilmente en capacidad de venir con declaraciones plausibles acerca de cómo la raza ha afectado sus vidas, y sus historias de cómo fueron inspirados para sobreponerse a sus circunstancias, seguirán un argumento familiar y satisfactorio (no importa que algunos serán hechos por escritores fantasmas para los hijos de cirujanos y corredores de bolsa). Y es tan bueno como usar una casilla de selección explícita para evitar darles un bono a estudiantes blancos. ¿Qué funcionario de admisiones en las universidades de élite comprará la historia de un solicitante blanco acerca de su lucha contra la discriminación, o fallará en sentirse consternado ante un alegato de estar inspirado por su blancura? Lo que sea que escriban estudiantes asiáticos puede ser subjetivamente determinado que no es tan emotivo como lo que otras minorías escriben, así que la discriminación continuara su ritmo, en tanto no se haga demasiado evidente.

Es tan obvio que hace que uno se pregunte si, en realidad, los conservadores tienen una simpatía tácita hacia el verdadero propósito de la acción afirmativa, y que ellos están conscientemente indicando a las universidades de élite. “He aquí el subterfugio que no es en realidad acerca de raza que estamos dispuestos a comprar; por favor, siga esta guía de forma que no tengamos que preocuparnos en oír eso nunca más.”

Lo que sea que ellos estaban pensando, el efecto es que, en vez de acabar con la acción afirmativa, se aseguraron de que el juego continuara. Se perseguirá el mismo propósito verdadero de ayudar a que un número pequeño de estudiantes afroamericanos y latinos ingrese a universidades de élite, y se mantendrá el pretexto continuo de que estamos haciendo algo distinto.

James E. Hanley es un analista político sénior del independiente Empire Center for Public Policy. Obtuvo su PhD en Ciencia Política en la Universidad de Oregón, seguido de una beca postdoctoral bajo la ganadora del premio Nobel en Economía del 2009, Elizabeth Ostrom, y enseñar por veinte años Ciencia Política y Economía a nivel universitario. Las ideas expresadas aquí no necesariamente reflejan las ideas de su empleador.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.