LAS INTERMINABLES CONFUSIONES DEL PROTECCIONISMO

By Samuel Gregg
Law & Liberty
12 de julio del 2023

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Ya sea el capitalismo de las partes interesadas desde la izquierda o el giro hacia el nacionalismo económico de algunos en la derecha, Estados Unidos y muchas otras naciones están experimentando un retroceso hacia políticas intervencionistas. En particular, los librecambistas se encuentran a la defensiva. Los cargos contra ellos oscilan desde que venden trabajadores estadounidenses de cuello azul a cambio de camisa baratas y videojuegos de poco precio, hasta ser sicofantes de China comunista.

La vaciedad de estas polémicas no es difícil de demostrar. Lo que a menudo está ausente en estas discusiones es una apreciación de la historia, de que esa mezcla de ideas alternativamente conocida como mercantilismo -o, más precisamente, neo mercantilismo- le dieron configuración y forma al proteccionismo moderno.

La investigación histórica en el neo mercantilismo ilustra que es un error ver argumentos acerca de la política económica internacional moderna como un concurso primariamente entre liberalismo económico y marxismo. Las ideas neo mercantilistas por mucho tiempo han sido un jugador igual en esa competencia, tal vez uno, en ciertos momentos, dominante. Pero, entre más se aprende acerca de la historia del neo mercantilismo, más evidentes se hacen las contradicciones de la visión neo mercantilista que impulsan muchos políticos, que hoy está siendo impulsada a través del espectro político.

Estas son justamente algunas de las razones por las que The Neomercantilists: A Global Intellectual History, escrito por el científico político Eric Helleiner, es un trabajo tan especial en el momento. Para Helleiner, el neo mercantilismo describe ese conjunto de ideas que emergieron en respuesta a la demolición por Adam Smith de los supuestos y preferencias políticas que subyacen a lo que Smith llamó famosamente el “sistema mercantil”, que dominó al mundo económico europeo desde mediados del siglo XVI hasta fines del siglo XVIII.

Es difícil entender muchas de las elecciones de los responsables de las políticas económicas en los siglos XIX y XX a través del globo si se aprecia insuficientemente la influencia del neo mercantilismo. Captar la escala y naturaleza de esa influencia fue lo que llevó a Helleiner en primer lugar a estudiar el lugar del neo mercantilismo en los debates acerca de la política económica internacional. No obstante, al investigar el tema, Helleiner se vio particularmente “impactado por la ausencia de un análisis integral de los orígenes intelectuales [del mercantilismo].”

El libro Neomercantilists representa el esfuerzo de Helleiner por corregir esa deficiencia. Su investigación más que llena el vacío. Es tanto exhaustiva como legible. Al mismo tiempo, el análisis de Helleiner demuestra (1) por qué el pensamiento mercantilista ha fallado en sobreponerse a las críticas de larga data del proteccionismo y programas de desarrollo guiados por el estado y (2) por qué las políticas neo mercantilistas son, a pesar de lo anterior, políticamente atrayentes.

SMITH ESTABLECE EL ESTÁNDAR

Helleiner no se propone desacreditar el pensamiento neo mercantilista. Su objetivo es identificar y entender los conceptos esenciales que impulsan este modo de pensar, y la razones de por qué lo abrazan muchos intelectuales, economistas, y responsables de políticas. El resultado es un estudio detallado de los escritos de pensadores neo mercantilistas. Estos incluyen figuras bien conocidas como el economista alemán-estadounidense Friedrich List (1789-1846), pero, también, contribuyentes más obscuros como el político chino Liang Qichao (1873-1929) y el funcionario naval ruso y prominente funcionario público Nicolai Semenovich Mordvinov (1754-1845).

El análisis que hace Helleiner de las ideas articuladas por esos y muchos otros neo mercantilistas establece claramente cómo y por qué ellos arribaron a sus ideas positivas acerca de aranceles, subsidios, y política industrial. También, él explica cuidadosamente las formas en que estas ideas se alinearon -o, por igual, las que no- entre sí. Dos ideas claves emergen de esto.

La primera es que la mayoría de neo mercantilistas concede la verdad de muchas de las ideas de Smith acerca del comercio. Eso da fe del poder del logro intelectual de Smith. Pero, también, subraya el reconocimiento de los neo mercantilistas de que, luego de La Riqueza de las Naciones, no hubo un regreso ya sea a la teoría económica pre smithiana o a un mundo económico pre smithiano. Eso es lo que los hace a ellos neo mercantilistas, en vez de simples recicladores de argumentos de los mercantilistas pre smithianos, como el colega escocés de Smith, Sir James Steuart (1712-1780).

La segunda de las ideas de Helleiner tiene que ver con la variedad total del pensamiento neo mercantilista. En muchos casos, ella se deriva de desacuerdos duraderos y profundos entre los propios pensadores neo mercantilistas.
Por ejemplo, muchos neo mercantilistas vieron sus ideas como parte integrante de un caso a favor de la expansión colonial. En contraste, otros consideraron sus recetas económicas como contribuyendo al crecimiento de la paz entre naciones libres, en un mundo libre de imperialismo. También, neo mercantilistas estuvieron en desacuerdo acerca de los objetivos económicos de sus políticas. ¿Era para llevar a los países al punto en que sus industrias pudieran competir internacionalmente sin asistencia del gobierno? O, ¿sería el proteccionismo un estado de cosas permanente?

¿QUIÉN ES UN REALISTA?

Inicialmente, uno puede concluir que estas diferencias reflejan una disposición de parte de neo mercantilistas para pensar creativamente acerca del conjunto más óptimo de los modernos acuerdos económicos domésticos e internacionales. Pero, bajo un examen más cercano, las a menudo destacadas disimilitudes deben mucho a la lucha perpetua de los neo mercantilistas por desarrollar una teoría económica coherente que trascienda las particularidades de contextos inmediatos, sobre los cuales los neo mercantilistas invariablemente se enfocaban.

Otra forma de comprender esto es que los neo mercantilistas (en mucho como sus sucesores de la actualidad) alegaron ser realistas. Esto es lo que hizo a muchos neo mercantilistas hostiles a la estructura teórica detallada que muchos de ellos ridiculizaron (de nuevo, como sus descendientes intelectuales) como la “religión del libre comercio” o “teología del libre comercio.”

Sin embargo, Helleiner señala que pensadores del libre comercio tienen tanto derecho en alegar que son realistas. Desde la época de Smith, los librecambistas han estado preocupados por conocer ciertas verdades acerca de la naturaleza humana y su importancia para la vida económica. Eso es realismo en el sentido más profundo del término.
También es el punto de desarrollar teorías que reflejan principios básicos de razonamiento asociado con lo que pensadores de la Ilustración Escocesa llamaron “la ciencia del hombre.” El propósito de tales teorías no era la abstracción en aras de la abstracción. Era para arrancar la verdad desde la escoria del error. ¿Qué puede ser más realista que eso?

En contraste, el enfoque de los neo mercantilistas en los detalles de situaciones dadas les dificultó desarrollar una posición intelectualmente coherente. Por ejemplo, no pudieron brindar razones basadas en principios de por qué un sector económico, en vez de otro, debería recibir un tratamiento preferencial del gobierno. El político rumano, intelectual del fascismo, y seguidor de List, Mihail Manoilescu (1891-1950), incluso concedió que el proteccionismo “carece de alguna base teórica.” Eso se muestra en la casualidad que caracteriza las políticas proteccionistas impulsadas por los neo mercantilistas cubiertos en el libro de Helleiner.

Esa inhabilidad para establecer fundamentos teóricos racionales explica los llamados frecuentes de neo mercantilistas a la conveniencia como justificación de sus políticas preferidas. Con el paso del tiempo, esto condujo a serias inconsistencias en las intervenciones económicas del gobierno. También, descansar en la conveniencia para justificar posiciones neo mercantilistas creo oportunidades para lo que, en la mayoría de casos, en realidad subyace en un arancel o una política industrial: el funcionamiento de intereses especiales. La línea entre conveniencia y amiguismo directo es muy fina.

EXALTANDO AL ESTADO

Algunos neo mercantilistas fueron lo suficientemente honestos para reconocer intelectualmente sus debilidades teóricas. Para compensar por ello, buscaron legitimidad para sus ideas económicas, adosándolas a posiciones políticas que adquirieron ascendencia intelectual y política en períodos históricos específicos. Entre otras, aquellas incluyeron el imperialismo del siglo XIX, el darwinismo social, y, a partir de la mitad del siglo XX, ideologías como el corporativismo, los populismos latinoamericanos de izquierda y derecha, y formas agresivas de nacionalismo étnico.

No es coincidencia que impulsores de políticas neo mercantilistas tendieran a gravitar hacia posiciones políticas que buscan reforzar el poder del estado. Eso, así resulta, no es un virus en el software del neo mercantilismo. Es una característica central del sistema operativo del neo mercantilismo. Ello constituye una continuidad significativa entre el pensamiento mercantilista y el neo mercantilista. En diferentes grados, la mayoría de neo mercantilistas destacados por Helleiner compartieron la convicción pre smithiana de figuras como el primer ministro de Luis XIV, Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), de que sus versiones de economía política elevarían la riqueza y poder de un estado, en ambientes, a menudo muy inestables de la política internacional.

Figuras como Colbert mantuvieron que un estado fuerte y poderoso era necesario para producir una gran riqueza y que esa gran riqueza facilitaba un estado fuerte y poderoso. Este axioma mutuamente reforzado era atractivo para proponentes de un desarrollismo nacional en países en desarrollo, como Argentina durante la década de 1940, así como para líderes políticos ansiosos de solidificar acuerdos políticos particulares, como el primer canciller de la Alemania Imperial, Otto von Bismarck, a fines del siglo XIX. Llegaron a considerar las políticas neo mercantilistas como una forma de hacer a los gobiernos jugadores centrales en la vida económica, sin destruir totalmente las instituciones del mercado.

Irónicamente, construir el poder gubernamental no era el objetivo primordial de neo mercantilistas destacados, como List. Si bien List tenía dificultad para delinear un marco basado en principios para explicar por qué y cómo aplicar aranceles, Helleiner muestra que List no estaba interesado en ampliar la fuerza del gobierno centralizado por sí misma.

Pero, aquí, algunos problemas que acosan a las políticas neo mercantilistas se hacen rápidamente evidentes. Tal vez el más prominente es que no hay nada en la lógica interna del neo mercantilismo que coloque alguna limitación decisiva a la expansión interminable del poder del estado. Así, las políticas neo mercantilistas tienden a marginar la libertad económica con el transcurso del tiempo y gradualmente convertir a actores económicos ostensiblemente libres, en servidores del estado levemente contratados. Las consecuencias bien conocidas para la libertad política son terribles.

¿PUEDE EL LIBRE COMERCIO GANAR ALGUNA VEZ?

¿Es posible que alguna vez la investigación de Helleiner cambie las ideas de exponentes contemporáneos de políticas neo mercantilistas? Las probabilidades son pequeñas. Las perspectivas de adquirir poder al poner en práctica tales políticas es siempre un potente afrodisíaco para líderes políticos y tecnócratas desinteresados acerca de los efectos económicos en el largo plazo del neo mercantilismo. Igualmente seductora es la idea de que, si tan sólo la gente apropiada está a cargo y si se le da las herramientas adecuadas, las economías pueden ser administradas en formas que evitan los auges y caídas del ciclo de negocios en un nivel doméstico e internacional. Para aquellos al final más bajo del espectro económico, los aranceles y la política industrial exponen la perspectiva ilusoria de una seguridad económica interminable.

Tampoco podemos descontar exactamente cuántos intereses especiales descansan en políticas neo mercantilistas para su forma de vida. Los más evidentes son empresarios políticamente conectados que resienten la competencia. Otro conjunto de facilitadores son esos legisladores ansiosos de repartir favores a cambio de apoyo político. Luego, están los ejércitos de abogados comerciales, cuya riqueza se deriva del hecho de que, la simple complejidad de reglas y regulaciones siempre cambiantes asociadas con políticas neo mercantilistas, requieren una clase de gente con habilidades para navegar en el fango neo mercantilista. Quite la complejidad por la vía de la liberalización comercial, y la demanda de sus servicios declina dramáticamente.

Dicho eso, Helleiner expone bien y verdaderamente, sin alguna intencionalidad aparente de su parte, la simple inestabilidad inherente a políticas neo mercantilistas y su base teórica intelectualmente frágil. En diferentes momentos de la historia, estas debilidades se han hecho más obvias, así como lo hacen los privilegios que esas políticas dan a intereses especiales y su equipo de apoyo de actores políticos y legales.

En tales condiciones, pueden emerger oportunidades para que las ideas liberales de mercado cambien las configuraciones políticas en dirección hacia un mundo económico más libre. Pero, los librecambistas no deberían hacerse ilusiones: la influencia de ideas neo mercantilistas tanto en responsables de políticas como en ciudadanos es poderosa y persistente. No hay garantía de que buenas ideas superarán a ideas malas. Pero, si el libro de Helleiner demuestra algo, es que los librecambistas tienen de su lado la claridad y rigor intelectual. Es mucho más difícil decir eso acerca de los proteccionistas.

Samuel Gregg es Compañero Distinguido en Economía Política del American Institute for Economic Research, y editor contribuyente de Law & Liberty. Autor de 16 libros -incluyendo el premiado The Commercial Society (Rowman & Littlefield) [Un análisis moral y económico de la Economía de Mercado: Fundamentos y Desafíos en una Era Global], Wilhelm Röpke’s Political Economy (Edward Elgar), Becoming Europe (Encounter), el galardonado Reason, Faith, and the Struggle for Western Civilization (Regnery) [Razón, fe y lucha por la Civilización Occidental], y alrededor de 400 artículos y piezas de opinión- él escribe regularmente acerca de economía política, finanzas, conservadurismo estadounidense, civilización Occidental, y teoría de la ley natural. Es Académico Afiliado del Instituto Acton y Académico Visitante en el Centro B. Kenneth Simon de Estudios Estadounidenses de la Fundación Heritage.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.