Lectura apropiada para un domingo… de un premio Nobel en Economía bien merecido.

REFLEXIONES FINALES ACERCA DE ADAM SMITH

Por Vernon L. Smith
Law & Liberty
28 de junio del 2023

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Nota de los Editores: Para nuestro Foro de Junio, Law & Liberty está colocando ensayos de la serie “La Libertad es Importante” de la Biblioteca en Línea de la Libertad, en celebración del aniversario 300 del nacimiento de Adam Smith.

De forma convincente, Caroline Breashears hace ver que la retórica se encuentra en la base del sistema más amplio de Adam Smith: “Al vender pan, al defender nuestros caracteres, o buscar la simpatía de nuestro vecino, nos involucramos en el arte de la persuasión.”

En efecto, la persuasión es básica en la teoría de la sociedad de Smith. Las reglas que creamos y seguimos son consecuencias de haber arribado a un consenso transmitido en los conceptos smithianos de propiedad, aprobación, impropiedad, y desaprobación. Sin persuasión, no puede llegarse a un acuerdo entre vecinos de que “Las acciones con tendencias benéficas, que proceden de motivaciones correctas, parecen requerir sólo recompensas, porque tales son solamente los objetivos idóneos de la gratitud, o promueven la gratitud simpatizadora del espectador.” [Teoría de los Sentimientos Morales (TMS por sus siglas en inglés)]. La verdad de esta proposición de beneficencia se revela en la expresión común en inglés “deuda de gratitud” y en la forma fuerte de darle gracias a usted de un “le debo una.” La proposición es general, predictiva, y, de forma matemática, la acción beneficiosa Z, bajo las condiciones X, invoca una respuesta de recompensa Y, pues es el objeto aprobado de gratitud sentida por el espectador (de juego limpio e imparcial). En toda aplicación, uno identifica (Z, X) luego observa sí o no ocurre la respuesta Y predicha. (Ver V. Smith y B. Wilson Humanomics, Cambridge University, 2019 para algunos diseños experimentales y resultados observados motivados por unas pocas de muchas proposiciones exactas en la TMS.)

Smith critica al utilitarismo, cuya forma moderna ha buscado explicar todo, incluso la venta de pan, la defensa de los caracteres, y la búsqueda de la simpatía de nuestro vecino, como consecuencias de las elecciones de acción del individuo que rinden utilidades. En la teoría de la sociedad de Smith, todo mundo es estrictamente auto interesado. Aún más, en la proposición de arriba, debe ser conocimiento común entre los protagonistas que más que cantidad o calidad de un bien es deseado o preferido. A usted y a mí nos gustan los aguacates, que son cosa buena para nosotros, pero a muchos no les gustan. Por tanto, si usted me hace un favor (beneficio), lo puedo recompensar con una docena de aguacates recogidos de mis árboles. Pero, a diferencia de las cuentas convencionales modernas, Smith distingue entre ser auto interesado y actuar en el interés propio de uno.

Así, explícitamente,

“Aunque puede ser verdad que cada individuo… se prefiere naturalmente a toda la humanidad, sin embargo no osará mirar a los seres humanos a la cara y declarar que actúa según este principio. Siente que jamás podrán aceptar tal preferencia, y que por más natural que le parezca, a ellos invariablemente les parecerá excesiva y extravagante. Cuando se analiza desde la perspectiva desde la que es consciente que otros lo ven, comprende que para ellos él es sólo uno más de la multitud, en ningún aspecto mejor que ningún otro integrante de la misma. Para actuar de forma tal que el espectador imparcial pueda adoptar los principios de su proceder, que es lo que más desea, deberá en esta como en todas las demás ocasiones moderar la arrogancia de su amor propio y atenuarlo hasta el punto en que las demás personas puedan acompañarlo.” (TMS).

Como forma de persuadir a sus lectores, Smith invoca la frase “estar de acuerdo con” más de 40 veces en la TMS.

Así que, en el modelo de Smith, individuos estrictamente auto interesados son a la vez propios y ajenos en sus acciones debido a su experiencia conjunta de compañerismo comprensivo, validado por terceras partes que concurren. Esencialmente, esta perspectiva está en conflicto con la maximización de utilidad independiente, en ausencia de justamente así percepción extrasensorial. El componente “utilitario” del modelo de Smith está en los pocos servicios que nos hacemos el uno al otro, tal como se predijo en la proposición de arriba: “Ese afecto, esa armonía, ese comercio, son percibidos …como algo de más importancia para la felicidad que todos los pequeños servicios que pueden esperarse de ellos.” (TMS)

Smith modela relaciones que motivan el flujo dependiente del contexto de los “pocos servicios,” en que cada uno tiene un valor de utilidad. En el utilitarismo, es lo contrario. Toda acción elegida revela lo que ha de haber sido lo más alto en utilidad, una teoría sin contenido predictivo. Uno busca bases de datos o lleva a cabo experimentos sin la guía del diseño teorético para ver qué regularidades se pueden descubrir. Si bien tales ejercicios pueden ser de inmenso valor en la ciencia, yo sólo quiero enfatizar que su motivación no emana de una teoría predictiva. Notablemente, la TMS ofrece un conjunto de proposiciones predictivas aún relevantes para la socioeconomía contemporánea, doscientos sesenta y cuatro años después de su primera publicación.

Al leer el ensayo compresivo de Leonidas Montes, se me recuerda una segunda distinción metodológica en la articulación de Smith de su teoría de la sociedad y la economía. La primera, arriba, es su distinción entre ser auto interesado y actuar auto interesadamente. La segunda distinción complementaria es entre los orígenes de la acción humana y las consecuencias de la acción humana (como lo hizo ver Samuel Alexander en La Belleza y Otras Formas de Valor, Thomas Y. Crowell Company, 1968). Las ciencias utilitarias modernas no hacen esta segunda distinción pues es consecuencia de la acción que rinde utilidad y, por tanto, que motiva la acción. En la proposición de Smith acerca de la beneficencia, el caso fuerte de obligación sentido por el receptor de un favor para recompensar la acción se origina en sus emociones de gratitud. “Una “deuda de gratitud” es intensa y solo puede removerse por una acción gratificante realizada por el favorecido.

En el atesorado Capítulo II del Libro I de la WN, la división del trabajo se considera una consecuencia no prevista del comercio. Pero, ¿de dónde proviene la propensión a comerciar? Como es su costumbre, Smith presiona más profundamente en la búsqueda de sus orígenes. Fallando en encontrar uno, él hace ver que el comercio es una característica única de los humanos. Pero, ese fracaso no disminuye su hallazgo de que la riqueza de las naciones es consecuencia de la división del trabajo, en sí una consecuencia del comercio, el cual es una consecuencia de las ganancias provenientes de los intercambios, sin que sea acompañado de alguna intención más allá de lograr esas estrechas ganancias auto interesadas. Por tanto, en todas partes la gente se involucra a través de los mercados, causando que todos prosperemos, pero sin tener ni idea acerca de por qué. Entre tanto, la vasta mayoría se imagina, como lo hizo J.S. Mill, que, al haber resuelto el problema de la producción, necesitamos enfocarnos en cómo distribuir mejor su producto, como si pudiéramos lograr lo que colectivamente podemos pensar es lo que queremos mediante un diseño de arriba hacia abajo – una creencia, como podría decirlo Smith, que es la fuente de la mitad de los problemas del mundo.

Fue la distinción clara en la mente de Smith entre orígenes y consecuencias lo que enmarcó su idea de que la creación de riqueza fuera una consecuencia de la propensión a intercambiar totalmente natural y socialmente impulsada. La creación de riqueza por la vía de la división del trabajo no fue una idea nueva, pero Smith le dio un gran significado comprensivo que aceleró la tendencia liberal clásica.

Peter Onuf, elegante y correctamente, resume las contribuciones intelectuales y prácticas de Adam Smith para la comprensión de la acción humana. Estoy agradecido de haber aprendido eso de él.

Las “etapas de desarrollo histórico” de Adam Smith sirven como metáfora para adaptar la propiedad, desde derechos a la persecución en calor [doctrina que permite que la policía pueda perseguir a un sospechoso que huye hacia un hogar sin una orden, cuando tiene una causa probable para hacer el arresto] en un mundo de abundante cacería y recolección de productos, hasta animales domesticados, plantas domesticadas, tierra apropiada, y acumulación de capital, por encima de las necesidades de subsistencia en las nuevas clases sociales. La claridad de Smith aseguró que se evitaran los errores de la teoría del valor trabajo de David Ricardo.

Creo que Smith vio a América del Norte como un laboratorio de pruebas para su sistema simple de libertad natural. Él podía simpatizar con las aspiraciones crecientes de los colonos, permaneciendo, a la vez, como un leal ciudadano británico en desacuerdo, pues creía que Gran Bretaña sólo sería libre si el desacuerdo fuera parte del aprendizaje nacional. La libertad era un producto natural del “experimento en razonamiento” de Hume-Smith. Benjamin Franklin simbolizó su contraparte en Estados Unidos. Él era el gran anciano de los fundadores esclavistas, quien compartió la idea de Adam Smith de que la esclavitud era una abominación moral, pero, a la vez, contempló que no hubiera excepciones raciales al principio de que “todos los hombres son creados iguales” de la Declaración de Independencia y la Constitución, abriendo el camino para la expansión posible de la libertad para todos los hombres, e incluso a mujeres y niños.

Finalmente, me refiero al ensayo informativo de Brianne Wolf. Lo llamo informativo pues soy un consumidor de los trabajos de Smith, no un académico literario acerca de sus pensamientos y aquellos de sus seguidores. Fue sólo tarde en mi carrera cuando pude apreciar mi trabajo como parte del método de razonamiento experimental de Hume-Smith. Su ensayo, como aquel de quienes respondieron mi pieza original, para mí representa una oportunidad de aprendizaje.

Brianne Wolf hace preguntas importantes acerca de mi discusión del concepto de justicia de Smith siendo negativa.
Como lo hace ver, y estoy de acuerdo, justicia negativa es a lo que Adam Smith se refiere como “simple justicia.” Pero, luego asevera:

“V. Smith afirma que la justicia para Smith es primariamente negativa. ‘¿La [Justicia] es negativa porque el camino por el cual obtenemos más justicia es reduciendo la injusticia;’ esto es, acciones que causan daño. Ciertamente Smith describe la justicia simple de tal forma. Pero, también, sugiere que posiblemente aquella no sería aprobada o bien apreciada por sus congéneres, si ellos ejercitaran sólo ese tipo de justicia. Él [Adam Smith] escribe, ‘El hombre que se limita a ser inocente y meramente se abstiene de dañar a sus vecinos sólo merecerá que sus vecinos respeten su inocencia y que las mismas normas se le apliquen religiosamente a él.’” (TMS)

Mi lectura de esta cita de la TMS difiere en cuanto a que el hombre que observa las leyes de justicia no puede esperar que se le recompense por hacer eso. Más bien, que él “que meramente se abstiene de dañar a sus vecinos solo merecerá que sus vecinos respeten su inocencia y que las mismas normas se le apliquen religiosamente a él.”

Yo interpretó la TMS de esta forma pues la cita es una elaboración de lo que él dice en el párrafo previo:

“Aunque la simple falta de beneficencia no merece sanción alguna por los pares, las muestras excelsas de esa virtud son dignas de la mayor recompensa. Al ser conducentes al mayor bien, son los objetivos naturales y aprobados de la más viva gratitud. Aunque la violación de la justicia, al contrario, expone al castigo, la observancia de las reglas de dicha virtud no parece ser digna de ninguna recompensa. Es indudablemente correcto el practicar la justicia, y por eso ello merece la aprobación que se debe a la corrección. Pero como no hace un bien efectivo real, tiene derecho a una muy pequeña gratitud. La mera justicia es en la mayoría de los casos una virtud negativa y sólo nos impide lesionar a nuestro prójimo. El hombre que sólo se abstiene de violar la persona, la propiedad o la reputación de sus vecinos, tiene ciertamente muy poco mérito efectivo.” (TMS, letra cursiva agregada)

La afirmación de que “la simple falta de beneficencia no merece sanción alguna” se refiere de regreso a la segunda proposición de beneficencia de Smith: “La beneficencia siempre es libre, no puede ser arrancada por la fuerza, y su mera ausencia no expone a castigo alguno, porque la simple falta de beneficencia no tiende a concretarse en ningún mal efectivo real.” (TMS)

Adam Smith está diciendo que la sociedad trata simétricamente a la beneficencia y la justicia. De la misma forma como no penalizamos “la falta de beneficencia,” no recompensamos “la falta de romper la ley.” No hay recompensa por manejar a través de una luz verde, sólo un castigo por fallar en detenerse en una luz roja. Su precisión impecable al articular la teoría sólo se igual por el rigor de sus aplicaciones en la vida.

Casi al concluir la TMS, Smith registra su evaluación crítica de la ley positiva:

“Todo sistema de derecho positivo puede ser considerado como un intento más o menos imperfecto de un sistema de jurisprudencia natural o de una enumeración de las normas concretas de la justicia… Para impedir la confusión que reinaría si cada persona se tomase la justicia por su mano, el magistrado, en todos los gobiernos que han adquirido suficiente autoridad, se encarga de hacer justicia a todos, y se compromete a escuchar y resolver todas las demandas por daños. Además, en todos los estados bien gobernados, no sólo se designan jueces para zanjar las controversias entre individuos, sino que se prescriben normas para regular los fallos de esos jueces, y se pretende por lo general que dichas normas coincidan con las de la justicia natural. Ciertamente no lo hacen siempre en todos los casos.… Algunas veces… el interés del gobierno, a veces el interés de clases particulares de hombres que tiranizan el gobierno, tuerce las leyes positivas del país con respecto a lo que prescribiría la justicia natural… En ningún país las decisiones de la legislación positiva coinciden exactamente… con las reglas que dictaría el sentido natural de la justicia. Los sistemas de derecho positivo, entonces, aunque merecen la máxima autoridad en tanto que registros de los sentimientos de la humanidad en épocas y naciones diferentes, nunca pueden ser considerados sistemas precisos de normas de justicia natural… Cabría haber esperado que los análisis de los juristas, tras las diversas imperfecciones y mejoras del derecho de los distintos países, hubiesen dado lugar a una investigación sobre cuáles son las reglas naturales de la justicia, independientemente de toda institución positiva… Pero aunque las argumentaciones de los juristas produjeron algo en esta línea… fue sólo en tiempos en el mundo cuando se pensó acerca de un sistema general de ese tipo… En las leyes de Cicerón y Platón, donde naturalmente podríamos haber esperado encontrar algunos intentos de enumeración de las reglas de la equidad natural que debían ser puestas en vigor por el derecho positivo de todos los países, no hay nada parecido. Sus leyes son leyes de policía, no de justicia.” (TMS)

Quiero terminar agradeciendo a los cuatro distinguidos académicos de Smith por sus respuestas a alguien que es un consumidor profundamente respetuoso y beneficiario del trabajo de Smith. Somos afortunados al vivir en un país libre; un país que sobrevive al faccionalismo; un país en donde es posible que el desacuerdo sobrepase formas de populismo opresivo y de mente estrecha; un país que es aún influido predominantemente por principios de gobierno desde abajo hacia arriba, a pesar de amenazas recurrentes a esos principios que asustan. La extensa celebración del aniversario 300 del nacimiento de Adam Smith brinda evidencia de que estos principios continúan siendo importantes. Que nuestros descendientes nunca fallen en honrar esta tradición pionera.

Vernon Lomax Smith es un economista estadounidense y profesor de economía y derecho empresarial en la Universidad de Chapman. Anteriormente fue profesor de economía en la Universidad de Arizona, profesor de economía y derecho en la Universidad George Mason y miembro del consejo del Mercatus Center.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.