¿ES LA INFLACIÓN UN IMPUESTO?

Por Peter Jacobsen
Fundación para la Educación Económica
7 de junio del 2023

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Recibí una interesante pregunta de seguimiento de Heath B. Dice él,

“Esta es una pregunta de seguimiento al mensaje que usted posteó acerca de ‘¿Por qué la Reserva Federal propone una inflación meta del 2%?’

En una ocasión Milton Friedman escribió que, la ‘inflación es un impuesto no legislado.’ ¿Está usted en capacidad de dar su impresión acerca de esa afirmación? Si ella es correcta, entonces, ¿por qué nosotros los ciudadanos estadounidenses permitimos que suceda? Una de las razones de por qué peleamos la guerra revolucionaria se debió a imposición sin representación.”

Ambas partes de la pregunta de Heath me interesan. La respuesta breve es sí, Friedman está en lo correcto. Pero, ¿cómo funciona la inflación como un impuesto y, en palabras de Heath, por qué aceptamos eso?

LA INFLACIÓN COMO UN IMPUESTO

Así que, ¿cómo es la inflación un impuesto? Bueno, para entenderlo, deberíamos hablar acerca de cómo del todo el gobierno puede gastar dinero. El gobierno no es como usted o yo. No gana dinero produciendo bienes y servicios y vendiéndolos a precios mutuamente acordados.

En vez de ello, en esencia, el gobierno tiene tres formas en que puede obtener dinero para gastar. Puede obtener dinero con impuestos, pidiendo prestado, o imprimiéndolo.

La imposición es la más fácil de entender, pues todos pagamos impuestos. El gobierno le cobra a usted cierta cantidad de dinero al ganar ingreso, gastar dinero, tener un pariente que muere, poseer propiedad, o, en realidad, al hacer cualquier cosa. Usted paga el dinero, o se le multa aún con más dinero, y, tal vez, se le envía a la cárcel.

También, el gobierno puede pedir dinero prestado. La forma en que se hace es que el gobierno vende algo llamado bono. La persona u organización que compra el bono le da hoy dinero al gobierno y, a cambio, el gobierno le promete pagarle de regreso más dinero en el futuro (el principal más interés). Es de aquí de donde propiamente vienen los déficits anuales y la deuda nacional.

Finalmente, cuando un gobierno usa un papel moneda, puede gastar dinero tan sólo si imprime más. En realidad, el procedimiento del gobierno de Estados Unidos para hacer esto es un poco más confuso. Nuestro gobierno no paga sus cuentas con dólares recién impresos. En vez de ello, la Reserva Federal compra bonos del gobierno de organizaciones privadas (por ejemplo, bancos) con dinero que saca de la nada.

¿Cómo esto genera ingreso? Para entenderlo, piense si usted tuviera este poder. Imagínese que usted podría crear sus propios dólares y usarlos sólo para comprar bonos del gobierno. ¿Lo haría usted? Usted lo haría si quisiera un puñado de dinero y no le importaría dañar a otros en el proceso. Recuerde, la deuda del gobierno paga interés. Así que, cuando usted compra un bono con dinero impreso, tan sólo está cambiando dinero que sacó de la nada por un activo que le brinda a usted dinero.

Pero, si el gobierno es la organización que le paga interés a la Reserva Federal, ¿cómo equivale esto a más ingreso para el gobierno? Bueno, después de deducir algunos costos, históricamente la Reserva Federal le devuelve el interés al ministerio de Hacienda o Tesoro de los Estados Unidos.

En otras palabras, el Tesoro pidió prestado un préstamo (emitió un bono), la Reserva Federal compra el bono al grupo que le prestó al gobierno, y la Reserva Federal le devuelve al Tesoro todo el interés que tiene que pagar por el préstamo. Esto equivale a algo así como un préstamo sin interés que el gobierno es capaz de darse a sí mismo, y que sólo es posible debido a la creación de dinero por la Reserva Federal.

Pero, esto es creación de dinero, y ¿qué hay acerca de la inflación? Bueno, inflación y creación de dinero van de la mano. Cuando usted aumenta la oferta de cualquier tipo de bien, el precio de ese bien declinará comparado con si usted no hubiera hecho tal aumento en la oferta. La creación de dinero conlleva una inflación de precios relativamente mayor. Esta es la razón por la que Milton Friedman describió la inflación de precios como siempre y en todo lugar un fenómeno monetario.”

Así que, el banco que vende de regreso un bono a la Reserva Federal recibe dinero impreso recientemente. Este dinero nuevo es gastado, y, al irse gastando, en el camino eleva los precios de los bienes y servicios. (Dan Sánchez tiene un buen artículo que explica esto en mayor detalle).

En realidad, la inflación ayuda aún más al gobierno pues, al aumentar la inflación, el costo verdadero de la deuda se reduce, dado que los saldos nominales siguen iguales. Y, como bien sabemos, el gobierno de Estados Unidos es algo así como un deudor en sí mismo.

El resultado es claro. El gobierno tiene más dinero con el cual trabajar del que tendría si no hubiera creación de dinero. Y, al crecer la inflación, los ahorros de los ciudadanos estadounidenses (o cualquiera que, para el caso, tenga dólares estadounidenses) son corroídos. Esta es una transferencia de riqueza desde los ahorrantes hacia el gobierno de Estados Unidos.

Algunos aseveran que eso no es un impuesto debido a tecnicismos en la definición, pero, cuando la acción del gobierno transfiere para sí mismo riqueza desde un grupo de personas, parece justo llamarlo impuesto. En el tanto la inflación se debe al crecimiento de la oferta monetaria, ¡ciertamente, en mi libro ese es un impuesto!

¿NO PUEDEN ELLOS DEJAR DE SALIRSE CON LA SUYA?

Esto nos lleva a la segunda pregunta de Heath: “¿qué por nosotros los ciudadanos estadounidenses permitimos que suceda?” Para responderla, es importante destacar que hay partes que se benefician con la creación de dinero.

Recuerden, cuando la Reserva Federal compra bonos, los adquiere de organizaciones privadas. Esas organizaciones privadas venden los bonos a una tasa que ellos consideran es rentable, de otra forma, en primer lugar, no venderían sus bonos. Cuando la organización vende los bonos, recibe dinero recién impreso. Ese dinero, dado que está ingresando por vez primera al mercado, aún no ha ocasionado que los precios se eleven.

En otras palabras, el primer receptor del dinero nuevo lo recibe antes que la inflación reduzca el poder adquisitivo del dinero. Hay un beneficio al obtener de primero ese nuevo dinero. Los economistas llaman a esto el efecto Cantillon.

¿Quién recibe de primero ese dinero? A menudo son instituciones financieras grandes, como los bancos. Los bancos, por su parte, están bien organizados y entienden el beneficio de obtener el nuevo dinero. Entonces, deberíamos esperar que estén dispuestos a gastar recursos para asegurarse que las políticas de la Reserva Federal los beneficie a ellos.

Por otra parte, ¿quién es dañado por la inflación? Bueno, los costos se dispersan entre millones de personas que mantienen dólares estadounidenses. Dado que el costo se dispersa entre un grupo tan amplio, no organizado, esperaríamos que sería demasiado costoso como para valer el tiempo que persona alguna dedicaría a luchar contra este tipo de política.

Esto ilustra lo que el economista Mancur Olson llamó la lógica de la acción colectiva. Dado que los beneficios se concentran en un grupo pequeño y los costos se dispersan en un grupo grande, es más fácil que el pequeño grupo se organice a favor de la política.

Los economistas Louis Rouanet y Peter Hazlett identifican cómo, en diversos casos, parece que los grupos de interés especial tienen éxito en guiar las políticas del banco central en su propio beneficio, a expensas de la sociedad. Ellos documentan esto en el caso de la respuesta de la Reserva Federal a la crisis financiera del 2007, la respuesta de la Reserva Federal al COVID, y el desarrollo del Euro.

Y, si bien la política del Banco Central puede variar de la explicación básica de arriba a esos casos particulares, el punto esencial ilustrado por Rouanet y Hazlett es el mismo. La Reserva Federal es capaz de usar su herramienta de creación de dinero para satisfacer los grupos de interés especial en detrimento de todos los demás.

Peter Jackson enseña economía y tiene la posición de Profesor Gwartney de Economía. Recibió su educación de posgrado en la Universidad George Mason.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.