No hace mucho tiempo atrás, un amigo me dijo personalmente que yo era un “liberal extremista.” Al principio creí que eso me inquietaría, pero, tras repensarlo, más bien me enalteció, pues enfatizaba mi defensa a ultranza y mejora personal en lo posible de mis principios liberales contra la concentración de poder del estado y de los buscadores de rentas al que se asocian en promover sus propios intenses a costas de los de la mayoría de ciudadanos.

MILTON FRIEDMAN ACERCA DE LA CONCENTRACIÓN DEL PODER

Milton Friedman en “Capitalism and Freedom,” en The New Individualist Review
Vol.1, No. 1 Abril de 1961 y tomado de Online Library of Liberty

A principios de los años sesenta, muchos países desarrollados aún estaban viviendo bajo algunas políticas intervencionistas introducidas para regimentar la empresa privada, como parte del esfuerzo por ganar la Segunda Guerra Mundial, tales como controles de los tipos de cambio, tasas confiscatorias del impuesto al ingreso, controles de salarios y precios, etcétera. Al mismo tiempo, aún no era clara la substancia tras la cual iba el nuevo liberalismo renacido, luego de las catástrofes de la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, y la Segunda Guerra Mundial. Ese es el contexto en el cual Milton Friedman hizo la siguiente declaración:

“Considerada como un medio para el fin de la libertad política, la organización económica es clave debido a su efecto sobre la concentración o dispersión del poder. El tipo de organización económica que proporciona libertad económica directamente, es decir, el capitalismo competitivo, también promueve la libertad política porque separa el poder económico del poder político, y de esta manera permite que una compense a la otra.” (De Capitalismo y Libertad de Milton Friedman).

Ahora sabemos que, en vez de arribar a un sentido consensuado acerca de lo que significa ser un nuevo liberal, tenemos al menos a tres diferentes campos ideológicos que reclaman el nombre, los liberales clásicos, los nuevos liberales, y los liberales. Los liberales clásicos son los impulsores del laissez-faire del siglo XIX. Los nuevos liberales son los herederos de los liberales clásicos. Ellos han refinado los argumentos a favor del gobierno limitado y representativo bajo el principio de legalidad, el respeto a los derechos a la propiedad privada, y una economía de mercado. Entre ellos, encontramos a Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, y el propio Milton Friedman.

La etiqueta liberal fue capturada [básicamente en Estados Unidos] por un grupo que, al contrario de los nuevos liberales, aboga por el mantenimiento e incluso expansión de la intervención estatal, usualmente, pero no de forma exclusiva, para lograr algunos objetivos políticos, asociados con el asistencialismo. Para aquellos, “socialismo democrático” no era y no es una contradicción en términos, como lo percibiría Friedman. Esa es la razón por la que, para Friedman, esos liberales, que no se dan cuenta que la concentración de poder político y económico, puede, al final de cuentas, terminar limitando libertades civiles y otras libertades políticas, están traicionado algunos de los valores que ellos profesan mantener.