EL LIBERALISMO NO NECESITA DE ENEMIGOS

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
22 de marzo del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein, american institute for economic research, liberalism, March 22, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En su atractiva fábula política The Awakening of Jennifer Van Arsdale, George Leef escribe, “El liberalismo es la única filosofía que no requiere que haya enemigos… Minimiza el conflicto y le pide a la gente que resuelva a través de medios pacíficos cualesquiera problemas que surgen.”

Por liberalismo, Leef se refiere al movimiento del siglo XVII que empezó a liberar a los individuos de intereses establecidos, “de restricciones de instituciones poderosas que dominaban sus vidas – los intereses de monarcas y líderes de la iglesia y guildas.”

Leef indica que “la energía e ingenio humano” se liberaron “para perseguir ganancias comerciales, en vez de confinarlos a promover los intereses de los gobernantes.”

“Bajo el liberalismo,” escribe Leef, “la única forma para que una persona mejore su vida es por medio de la cooperación con otros. No hay sitio para el robo, explotación, y dominio a los que invitan otros sistemas.” No hay necesidad de hacer enemigos.

¿Es el crecimiento del colectivismo y la declinación del liberalismo la razón por la que los estadounidenses están más furiosos como nunca antes? Con la furia viene la necesidad de culpar; muchos están seguros de que sus enemigos son otros estadounidenses. Aun cuando el mercado de valores cierre en sus niveles más altos de todos los tiempos, todo ese odio es mal augurio del futuro.

¿Qué pasará en un mercado a la baja? La incertidumbre económica engendrará temor, creará más furia y una necesidad de “enemigos.” Los políticos autoritarios explotarán estas debilidades humanas.

Gente infeliz, furiosa, miserable, tenderá a culpar a otros por sus sufrimientos. “Los frustrados,” escribe Erich Hoffer en The True Believer [El verdadero creyente], “oprimidos por sus limitaciones, culpan de su fracaso a limitaciones existentes.”

¡Tenga cuidado! advierte Hoffer cuando el “oprimido” va en busca de un movimiento masivo como alivio para su infelicidad, “el poder cae en manos de quienes no tienen fe, ni respeto, por el individuo.”

Queriendo tener enemigos a los cuales culpar, el público les da a los totalitarios un punto de entrada. En 1926, se reporta que Stalin dijo, “No puede haber en la vida un placer más grande que escoger al enemigo de uno, infligir una tremenda venganza en él, y luego irse tranquilamente a dormir.”

El sistema soviético y sus incentivos sacó a la luz lo peor de la naturaleza humana. Durante el Gran Terror de Stalin en 1937-38, para erradicar a sus “enemigos,” reporta el historiador ruso O.V. Khlevniuk, “1.6 millones de personas fueron arrestadas, y 700.000 de ellas fueron fusiladas… aproximadamente cada día 1.500 ‘enemigos’ fueron asesinados.” Esta embestida asesina la facilitaron muchos soviéticos “ordinarios,” que valoraban por encima de todo la lealtad hacia Stalin y el estado. Nos engañamos si pensamos que la mentalidad que permitió a Stalin asumir el poder absoluto era exclusivo de Rusia en aquel tiempo. Cuando la necesidad de enemigos supera la moralidad, no hay otras oportunidades.

En Camino de Servidumbre, escribe F.A. Hayek, “Parece casi una ley de la naturaleza humana que le es más fácil a la gente ponerse de acuerdo sobre un programa negativo, sobre el odio a un enemigo, sobre la envidia a los que viven mejor, que sobre una tarea positiva.” Hayek explica que lo totalitarios explotan nuestra disposición a complacernos con el odio tribal. Escribe él:

“La contraposición del ‘nosotros’ y el ‘ellos,’ la lucha contra los ajenos al grupo, parece ser un ingrediente esencial de todo credo que enlace sólidamente a un grupo para la acción común. Por consecuencia, lo han empleado siempre aquellos que buscan no sólo el apoyo para una política, sino la ciega confianza de ingentes masas.”

Para una perspectiva acerca del lado de la naturaleza humana que busca enemigos, considere al carácter Dr. Kirilov en el corto ensayo de Anton Chéjov “Enemigos.” La historia de Chéjov empieza con el único hijo del Dr. Kirilov muriendo de difteria.

Un agitado hombre rico, Abogin, se presenta a la casa del Dr. Kirilov pocos momentos después de la muerte de su hijo. Abogin le ruega al doctor que vaya al instante a asistir a su esposa críticamente enferma. Al principio, Kirilov, en una profunda angustia, se rehúsa. Abogin persiste y el doctor accede.

Luego de un viaje de 8 millas en un carruaje, arriban a la casa de Abogin para encontrar que la esposa de Abogin tiene una relación con su amante. Ella había fingido la enfermedad como artimaña para su salida.

Furioso con Abogin, Kirilov está indignado por haber sido puesto a “desempeñar parte de una farsa vulgar.”

Consumido por su furia, el doctor pone la muerte de su hijo y su esposa adolorida fuera de su mente. Kirilov “odiaba y despreciaba” a Abogin, a la esposa de Abogin, y a su amante. La mente del doctor se llenó de pensamientos “injustos e inhumanamente crueles” al grado que “su cabeza le dolía.” Escribió Chéjov, “una convicción firme en relación con esta gente se formó en la mente de [Kirilov].”

Reflexionando sobre la naturaleza de los agravios humanos, predice Chéjov, “Pasará el tiempo y el dolor de Kirilov pasará, pero, aquella convicción, injusta e indigna del corazón humano, no pasará, sino que seguirá en la mente del doctor hasta su tumba.”

Kirilov hace que sus pesares sean permanentes al justificar y repetir interminablemente pensamientos “crueles.” Nuestras quejas se mantienen en su sitio al repetirlas; los pesares son naturalmente efímeros cuando dejamos de justificarlos.

Reconocemos y liberamos nuestros pensamientos no bondadosos o nos adherimos a ellos al repasarlos y justificarlos.
En su libro Bonds that Make Us Free [Ataduras que liberan], el filósofo C. Terry Warner expone, “Participamos en la creación de nuestros problemas emocionales y negamos que hayamos tenido parte en ello. En lo que trata de nuestras emociones y actitudes preocupantes, somos nuestros peores enemigos.”

Warner explica que nuestros enemigos no son independientes de nuestra mente: “La verdad es que nos adherimos a ellos [nuestros enemigos] como con una atadura invisible, y lo hacemos debido a nuestros pensamientos y sentimientos negativos.”

Nuestras mentes pueden tomar decisiones equivocadas o decisiones correctas. Si pensara correctamente, Kirilov podría haberse unido a Abogin al compartir su humanidad en común, pues ambos estaban sufriendo una pérdida profunda. Al seguir el rumbo equivocado, Kirilov elige un enemigo de por vida.

En sus Meditaciones, Marco Aurelio aconsejó, “Si limitamos lo ‘bueno’ y lo ‘malo’ a nuestras acciones propias, no tendríamos motivo alguno para… tratar a otras personas como enemigos.”

Los comprometidos con su lista de enemigos están ansiosos por apuntalar a los aliados. En La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith advierte, “no estamos la mitad de ansiosos en que nuestros amigos deban aceptar nuestras amistades, como que ellos deban entrar entre nuestros resentimientos.”

De nuevo, los políticos autoritarios explotarán nuestra necesidad de hacer enemigos. El liberalismo y su red de lazos comerciales son los antídotos, al brindar incentivos poderosos para ser rectos.

El proceso de mercado promueve las conexiones humanas, no a hacer enemigos. Los mercados libres recompensan a quienes entienden mejor cómo llenar las necesidades de otros. Bajo la regla de la ley [no se permite el amiguismo], el proceso de mercado engendra confianza. En su ensayo “Pérdidas y ganancias,” Ludwig von Mises escribió, “La ganancia es un producto de la mente, del éxito en anticipar el estado futuro del mercado. Es un fenómeno espiritual e intelectual.”

Los mercados permiten intercambios de ganar-ganar; la cooperación gana sobre el conflicto, y la riqueza disminuye la pobreza. En todo nuestro alrededor están los milagros de la cooperación humana, no obstante, gran parte de los medios enfoca su atención en las acciones de políticos.

Durante el COVID, el Dr. Fauci, políticos y sus aliados usaron noticias falsas, propaganda odiosa, amenazas, y censura para agitar el temor y dividir a los estadounidenses. Para el Dr. Fauci y los políticos, las personas son estadísticas para ser manipuladas, obligadas, e incluso convertidas en enemigas.

Para los empresarios, las personas son clientes potenciales para ser servidos. En su ensayo “A Virtuous Cycle,” James Surowiecki explica que el capitalismo “impulsa el trato justo de las personas… tan sólo porque ellas son, bueno, personas.”

La mente humana puede hacer enemigos acérrimos a partir de cualquier tela al acariciar agravios. La fragilidad humana es maná para los autoritarios. Entre más sean indisciplinadas nuestras mentes, más poder obtienen los autoritarios. El individuo sabio que busca la libertad atiende a la fragilidad humana. Las mentes pueden ser creativas o destructivas.
Tenga una menta correcta. Deje de justificar agravios. Abrace el liberalismo. Valore la cooperación voluntaria; al ayudar a otros a florecer, usted florece.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones como la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.