COHETES DE BOTELLA [COSA O PERSONA HOY DE MODA Y MAÑANA DESAPARECIDA] Y CIELOS QUE CAEN: CÓMO SVB QUEBRÓ Y PORQUÉ NO ES EL FIN DEL MUNDO

Por Tarnell Brown
American Institute for Economic Research
17 de marzo del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es tarnell brown, american institute for economic research, SBV, March 17, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En lo que parecía una tarde adormecida del viernes 10 de marzo del 2023, fuimos testigos del segundo mayor colapso bancario en la historia de Estados Unidos. Alrededor de mediodía, el Departamento de Protección e Innovación Financiera de California (DFPI por sus siglas en inglés) anunció que había tomado posesión del Banco Silicon Valley [SVB por sus siglas en inglés), una institución predilecta del sector tecnológico, y nombró a la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés) como interventor judicial del ahora fallido banco. Irónicamente, la empresa matriz de la firma, SVB Financial Group, acababa de ser premiada como Banco del Año en una reunión de gala en Londres a inicios de mes. No fue sorpresa que inversionistas asustadizos reaccionaron de inmediato ante la noticia, como que en el día previo, los cuatro bancos más grandes de Estados Unidos perdieron alrededor de $52 miles de millones de valor de mercado. Más luego acerca de por qué esto sucedió.

¿Cómo llegamos hasta aquí, y qué significa esto? Bueno, primero, demos una mirada a cómo operaba el SVB, y qué lo hizo único dentro del sector bancario. Si bien de ninguna manera el SVB era el perro más grande entre su hermandad bancaria, aun así, era una historia de éxito, habiendo crecido hasta tener alrededor de $209 miles de millones en activos desde su fundación hacía casi 40 años. Desde su creación, el SVB sirvió como banco para un nicho especializado, desempeñando un rol crítico en suplir capital para empresas que recién inician. Como lo señala Deborah Piscione en su libro Secrets of Silicon Valley: What Everyone Else Can Learn from the Innovation Capital of the World, en el momento en que se fundó el SVB, los bancos tradicionales sufrían de una incomprensión fundamental acerca de las necesidades de las firmas que recién empiezan. Entendiendo que las empresas que recién inician no generan ingresos de inmediato, los fundadores Bill Biggerstaff, Robert Medearis, y Roger Smith crearon un modelo de administración de riesgos que inicialmente conectaba a clientes con su vasta red de abogados, contadores, y capitalistas de riesgo. Una vez que esas relaciones se establecían, empezaron a colectar depósitos de empresas que recién empiezan que ellos ligaban con sus socios capitalistas de riesgo.

Luego vino una recepción de ingresos de dos partes, cuando SVB empezó a prestar tanto a firmas de capital privado-capital de riesgo como a las empresas que recién inician. Al principio, a las empresas que recién empiezan se les requería que garantizaran al banco con alrededor de la mitad de sus acciones como colateral para el préstamo, pero, cuando muchos de sus clientes que pidieron prestado repagaron sus préstamos tempranamente, el requerimiento de colateral se redujo a siete por ciento. También quienes pedían prestado eran requeridos a participar en una relación exclusiva con SVB – un requisito que, en última instancia, sentó las bases para la desaparición del banco. Cuando el SVB creó un esquema de administración del riesgo que, por mucho tiempo, funcionó internamente para ellos, falló en permitir a los deudores diversificar su propio riesgo. Este es un factor importante en la tragedia reciente, cuando la mayoría de los clientes del banco eran susceptibles a un tipo particular de riesgo; esto es, al riesgo de la tasa de interés, Como regla general, las firmas tecnológicas tienden a financiar sus operaciones con ventas de acciones, dado que el costo de obtener este tipo de capital es bajo, comparado con asumir una deuda. Esto no es decir que no pidieran prestado; pues, como se hizo ver antes, gran parte de los negocios del SVB lo formaban préstamos a tales firmas. Más bien, como lo sostiene la Teoría de del Intercambio Estático, las empresas consideran el costo ponderado del capital, y toman decisiones que maximizan el rendimiento sobre estos costos.

Para capitalistas de riesgo y otros inversionistas, a menudo, las acciones tecnológicas son atractivas, a pesar de su riesgo, debido al crecimiento potencial de las empresas. Pero, ellas, a menudo, pagan bajos dividendos y tienen altos cocientes de precio con respecto a las ganancias. En realidad, a nadie le preocupa si sus inversiones están sobrevaluadas cuando las tasas son bajas, pues las ganancias futuras esperadas son mayores en un ambiente de tasas bajas. Sin embargo, cuando las tasas se elevan, los inversionistas tienden a moverse hacia una preocupación por ganancias en el corto plazo. Eso es, empiezan a buscar cielos más seguros para hacer sus inversiones. Eso causa una dificultad doble a las firmas tecnológicas; hay menos demanda de sus acciones, y es mayor el costo de asumir deudas.
Esto tiene un impacto negativo en los flujos de fondos y en la habilidad de reinvertir para su crecimiento.

La dieta reciente de alzas en las tasas de Fondos Federales por la Reserva Federal causó que muchos clientes del SVB empezaran a retirar fondos, para aumentar su liquidez y financiar sus operaciones. Recuerde, las acciones de estas firmas no estaban siendo objeto de gran demanda, y habían aumentado los costos de pedir prestado, así que retirar sus propios depósitos representaba el menor costo de capital. Para honrar esos retiros, el SVB tenía que empezar a vender activos – y aquí es donde la cosa se pone interesante. Cuando las tasas de interés eran bajas, el SVB usó una practica estándar de la banca conocida como el margen de interés neto, para generar un rendimiento ordenado de los depósitos de sus clientes. En esencia, con la tasa de interés de los Fondos siendo efectivamente cero, ellos invirtieron los fondos de los depositantes en valores relativamente estables con altos rendimientos, embolsándose la diferencia entre el interés pagado a las cuentas de depósito y los rendimientos.

Los valores comprados fueron una mezcla de bonos del Tesoro y valores a largo plazo respaldados con hipotecas. Su exposición ante los valores hipotecarios era alto; al capitalizar rendimientos de 1.5 por ciento, se ha reportado que invirtieron $80 miles de millones de sus $189 mil millones en estos vehículos. No hay nada inherentemente riesgoso en esos bonos hipotecarios, pero, como cualquier bono, son altamente sensibles a cambios en las tasas de interés, También, no son tan estables como sus pasivos compañeros de largo plazo, que el SVB estaba usando para asegurar los depósitos de corto plazo: bonos del Tesoro. Imposibilitados para vender estos valores para satisfacer el estrujamiento de efectivo, el banco fue obligado, en vez de ello, a vender su portafolio de $21 miles de millones de bonos del Tesoro el miércoles 8 de marzo. El problema es que este portafolio ahora estaba rindiendo un 1.79 por ciento, un recorte importante por debajo del rendimiento actual de bonos del Tesoro a 10 años plazo de un 3.9 por ciento, resultando en una escasez de $1.8 miles de millones. Todavía tenía obligaciones por cumplir, de forma que, el día siguiente, SVB anunció que estaba vendiendo $2.25 miles de millones, tanto en acciones convertibles comunes como preferidas, para llenar el faltante.

Los inversionistas no quedaron impresionados, sino preocupados porque el valor de sus acciones se diluiría aún más. Los precios de las acciones terminaron reducidos el día en un 60 por ciento. Además, una cantidad de fondos de capital de riesgo influyentes, como Founders Fund de Peter Thiel, empezó a aconsejar a sus clientes para que retiraran sus depósitos de SVB, disparando una corrida del banco. Para el viernes en la mañana, el presidente ejecutivo de CVB, Gregory Becker, empezó a buscar desesperadamente una forma de elevar capital, incluyendo encontrar un comprador del banco, pero, alrededor del mediodía, el DFPI y la FDIC le quitaron la corriente. Ante los fracasos de la semana previa de los bancos de criptomonedas Silvergate y más temprano en la semana SVB, la venta anunciada el jueves de acciones del SVB desató una liquidación generalizada de las acciones del banco, que vio a los cuatro bancos más grandes de Estados Unidos -Morgan Stanley, JPMorgan Chase, Banco de América, y Wells Fargo- perder un valor combinado de $55 miles de millones en el mercado accionario, cuando los inversionistas en los bancos se preocuparon ante la habilidad de los bancos de cumplir con sus obligaciones si los depositantes empezaban a retirar en masa sus cuentas. Esto posiblemente no fue ayudado al decir el presidente de la FDIC, Martin Grutenberg, en un discurso ante el Instituto de Banqueros Internacionales esa misma semana, que los bancos tenían colectivamente alrededor de $620 miles de millones en pérdidas no realizadas -al tener un activo que ha declinado en valor pero que todavía no ha sido vendido -relacionadas con sus tenencias de bonos.

A primera vista, todo esto puede parecer que describe una pintura triste acerca del estado del sector bancario. Pero, lo opuesto debería ser el caso, en ausencia de un ataque irracional de histeria en masa. Para mitigar tal posibilidad, los funcionarios de la FDIC, del departamento del Tesoro, y de la Reserva Federal habían decidido que todos los depositantes, tanto del Silicon Valley Bank como de Silvergate (Silvergate decidió voluntariamente liquidar y reducir sus operaciones) serían resarcidos. Típicamente, el Fondo de Seguro de Depósitos de la FDIC se financia con tasas a las instituciones miembros, y garantiza sólo los depósitos de quienes tienen $250.000 o menos en una cuenta bancaria. Depositantes no asegurados, o aquellos con depósitos de más de $250.000, deben esperar hasta que los activos del banco se liquiden y vendan para recuperar cualquier depósito superior a los límites asegurados. Estos límites han sido dispensados para los depositantes de ambos bancos; todos los clientes estarán en capacidad de recuperar sus depósitos sin pérdida alguna, que la FDIC cubrió agregándole una tasa especial a los bancos miembros.

Además, la Reserva Federal está en medio de considerar una facilitación bancaria general para otras instituciones financieras que pueden tener una exposición significativa ante lo del SVP; en esencia, un tipo de esquema de préstamos que hace que esos estén disponibles para bancos que pueden tener problemas de liquidez de corto plazo, a fin de mitigar corridas posibles. Si bien algunos ven eso como un rescate inapropiado por los contribuyentes, la realidad es que la FED genera sus propios fondos por la vía del ingreso de sus vastas tenencias de bonos del Tesoro y la tasa de interés más alta que cobra por préstamos a sus bancos miembros. Si bien es apropiado que la FDIC y la Reserva Federal actúen para calmar a inversionistas nerviosos y clientes de los bancos, los factores más imperiosos a favor de la estabilidad descansan en las propias instituciones bancarias.

SVB, Silvergate, y Silicon sirvieron un nicho de bancos especializados, con sus negocios altamente concentrados en uno o dos sectores industriales. Esto concentra el riesgo entre pares que son ampliamente susceptibles a los mismos tipos de riesgos. Las instituciones bancarias más tradicionales hacen sus negocios a través de muchos sectores divergentes, diseminando el riesgo y asegurándose ante los efectos de un impacto singular particular. Hablando de riesgo, como un banco regional con menos de $250 miles de millones de activos totales, el SVB era inmune ante regulaciones de cobertura de liquidez (LCR por sus siglas en inglés), que requieren que los bancos tengan una cantidad de activos líquidos que sea congruente con el financiamiento de 30 días de valor en salidas de efectivo. Esto es crítico, como modelo de negocios de cualquier banco, incluso bancos de nichos especializados, que involucran utilizar depósitos a corto plazo para extender préstamos a largo plazo. En vez de asegurar su propia liquidez, casi el 40 por ciento de sus tenencias al momento de su colapso estaba conformado por bonos hipotecarios que eran definitivamente ilíquidos, comparados con la venta de bonos del Tesoro relativamente líquidos, para llenar el bache. Los bancos más tradicionales mantienen una variedad más amplia de activos que cumplen con las LCR, haciéndolos menos posibles de ser incapaces de enfrentar salidas requeridas.

Como resultado, claramente es poco posible que los bancos más tradicionales sean particularmente sensibles a pérdidas no realizadas, en su portafolio de valores que deben mantener hasta su madurez. Los bonos a largo plazo no son el nódulo básico de sus tenencias de activos, que son lo suficientemente diversificadas como para cubrirse ante cosas como tasas de interés crecientes. Finalmente, hay suficientes bancos saludables funcionando para cubrir y absorber los activos de SVB sin un gran impacto en el mercado. De nuevo, los bonos del Tesoro e hipotecarios mantenidos por el SVB eran estructuralmente sólidos sin un gran riesgo subyacente. Tan sólo, mantuvieron demasiados de ellos por largo tiempo, exponiéndose a los efectos del alza en las tasas de interés. De hecho, es justo señalar que la razón más grande para no temer algún gran efecto de contagio que sacuda al sector bancario, es que los administradores del SVB eran sencillamente irresponsables. El incremento en la Tasa de Fondos Federales no tuvo lugar de la noche a la mañana, era algo anticipado y estaba anunciado, y en lo absoluto tomó a alguien por sorpresa. Su fracaso en tomar los pasos apropiados para cubrirse ante una política deflacionaria inminente fue groseramente negligente, y, en última instancia, poco posible que se repita por administradores bancarios cuyas responsabilidades van más allá de un mercado de boutique específico.

Tarnell Brown es un economista y analista de política pública basado en Atlanta, Georgia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.