EL ASOMBROSO BARCO CARGUERO

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
14 de marzo del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux, american institute for economic research, ship, March 14, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Cuando introduzco a mis (mayoritariamente) estudiantes de primer año a la economía del comercio internacional, me robo una idea que aprendí de David Friedman y Steve Landsburg.

Empiezo mostrándoles a mis estudiantes una foto de Thomas Edison. Luego, les pido que se imaginen una versión de época moderna de este inventor, el cual crea una máquina que convierte al maíz en carros. Después, les muestro una foto de un maizal de Iowa, y luego una gran máquina pitando. Ponga maíz en un extremo de esta máquina, aprete un botón, espere unas pocas horas para que la máquina haga lo suyo, y ¡voilà! – los carros emergen en el otro extremo. La siguiente foto que muestro es una de un nuevo y brillante Nissan Maxima.

“¿Qué pensaría usted acerca de alguien quien inventa una máquina que convierte al maíz en carros?”
Les pregunto a mis estudiantes. ¿No aplaudirían ustedes a tal inventor? Y, ¿no entendería también que esa máquina maravillosa sería de un enorme beneficio para la humanidad?”

Todos mis estudiantes asienten en un acuerdo entusiasta.

Entonces, les pregunto que significaría para ellos la existencia de esa máquina para la forma en que nosotros los estadounidenses deberíamos adquirir nuestros automóviles. Les sugiero que, si el costo de hacer crecer todo el maíz necesario para producir la cantidad de carros que queremos, más el costo de operar la máquina, fueran menores de lo que es el costo de manufacturar carros, como actualmente lo hacemos -esto es, con trabajadores en plantas fabriles- no requeriría mucho cerebro producir nuestros carros haciendo crecer el maíz y, después, alimentar ese maíz a la máquina para que haga todas sus maravillas.

Mientras algunos estudiantes comprensiblemente expresan preocupaciones sobre el destino de los trabajadores actuales del automovilismo, trabajadores que, en efecto, perderían sus empleos de fabricación de carros si esa máquina se inventara y usara, aún tengo que encontrar un estudiante que crea que no estarían mejor la economía y el pueblo estadounidense con la invención y operación de máquina tan asombrosa.

Luego de notar el acuerdo unánime de la clase acerca de la bondad de esa máquina, y, también, ver que ese acuerdo perfectamente tiene sentido, les anunció les mostraré una fotografía de una máquina real que convierte al maíz en carros. Anuncio que tal máquina ya ha sido inventada y se usa comúnmente, y expreso una sorpresa falsa de que nunca he oído acerca de ella. Ese anuncio siempre provoca miradas escépticas.

Pero, su escepticismo no se justifica, pues, de hecho, existe tal máquina. La foto que les muestro es un barco de carga. En particular les enseño una de un enorme carguero azul, anclado en el puerto de Baltimore, con automóviles saliendo de su bodega.

“Este carguero, damas y caballeros, de hecho convierte económicamente maíz en carros, tal como lo hace literalmente la máquina que previamente pedí que se imaginaran, En efecto, ¡el carguero es aún más maravilloso que la máquina previa! Una razón es que el barco carguero, a diferencia de la máquina previa, puede crear carros no sólo a partir del maíz, sino, también, de trigo, frijoles de soya, algodón, petróleo, productos farmacéuticos, y muchos otros productos hechos en Estados Unidos por citar. Casi cualquier bien que nos apetece producir puede introducirse en un barco carguero y ser convertido en carros.”


Espero que no piensen que soy inmodesto al reportar ese ejemplo con que sólidamente cemento la atención de mis estudiantes. Pero, no he terminado.

“La naturaleza cuasi milagrosa del barco carguero no termina aquí. También, puedo convertir maíz estadounidense en otras cosas distintas de carros. Puedo convertir el maíz estadounidense en tomates mexicanos, uvas chilenas, café guatemalteco, vino francés, pantalones italianos, textiles malasios, madera canadiense, y diamantes surafricanos. O evoca en nuestra posesión cualquiera de esas cosas al ser también alimentado con trigo, o Wheaties, o lo que sea que no apetezca producir. En resumen el carguero puede convertir casi cualquier cosa en otra cosa. Puede transformar lo que sea que produzcamos en casi cualquier cosa que deseamos consumir.
“¡El carguero es maravilloso!”

En este punto en mi celebración de este carguero espléndido al menos un estudiante protesta porque este barco, a diferencia de la máquina hipotética inventado por el Edison de la época moderna, en la realidad, no convierte al maíz en carros.

Le respondo preguntando en qué forma difiere el carguero de la otra máquina. “Bueno,” responderá típicamente el estudiante, “en la máquina inventada por el Edison de la era actual, la substancia física del maíz es realmente estructurada en automóviles, mientras que el carguero sólo transporta maíz estadounidense a un país diferente y, luego, es vuelto a cargar con carros, que entones los lleva a Estados Unidos.”

“Así qué, ¿cómo difiere de lo que es hecho por la máquina hipotética del Edison de la época actual?”
persisto en preguntar. “En el caso de la máquina de Edison, a nadie le importa qué va dentro de la máquina para convertir maíz en carros. Ciertamente, a los productores de maíz no les importa, y tampoco a los compradores de carros. Lo mismo es cierto para el barco carguero. A nadie le importa cómo el barco sale hoy de Estados Unudos cargado de maíz, y regresa varios días después cargado de automóviles, Todo lo que les importa a los productores de maíz es que se les pague el precio que pidieron por el maíz. A cambio de este pago, entregan su maíz cosechado a los exportadores, quienes lo suben al carguero. Nada de importancia sería diferente si, en vez de ello, los agricultores venden sus cosechas de maíz al operador dueño de la máquina del Edison moderno.”

“Igualmente para los compradores de carros. Están de acuerdo en pagar ciertos precios por los carros a cambio de recibir los carros en la realidad. Los consumidores están satisfechos si los carros que emergen del extremo de la máquina del Edison moderno o de la panza del barco carguero, si los carros que reciben son de la calidad esperada. Desde la perspectiva tanto de productores como de consumidores, el barco carguero es una máquina que no es diferente en aspectos esenciales de la máquina del Edison de la modernidad.”


La lección del barco carguero tiene una aplicación más general, no sólo al comercio que cruza fronteras políticas. Como el intercambio que se realiza usando barcos cargueros, todo comercio -desde el más simple al más complejo- hace maravillas. El comercio permite que todos nosotros convirtamos nuestros talentos en los frutos de los talentos de todos con quienes intercambiamos.

Todo lo que yo, Don Boudreaux, produzco es instrucción económica. Eso es todo. Pero, consumo un número incompresiblemente grande de distintos bienes y servicios, desde comida hasta productos farmacéuticos, de vivienda a cuido de la salud, de vino a apps para el clima, desde ropa -y maíz- hasta carros. No sólo no produzco alguna de las cosas que consumo, sino que posiblemente no podría hacerlo en un millón de años. Obtengo lo que consumo por medio del comercio – una institución que convierte a cada uno de nuestros talentos en los frutos de los talentos de nuestros semejantes.

Asombroso.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.