FAUCI CAMBIA SU TONO PÚBLICO ACERCA DE LAS VACUNAS PARA EL COVID

Por Joel Zinberg
National Review
16 de febrero del 2023

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Pero las órdenes que él continuó promoviendo cuando sabía que las inyecciones daban una protección limitada tuvieron resultados desastrosos.

Finalmente, el Dr. Anthony Fauci ha reconocido que siempre ha habido buenas razones científicas para creer que las vacunas contra el virus respiratorio que causa el Covid-19 -el SARS-CoV-2- proveerían una protección limitada contra la infección que no duraría por mucho tiempo. Eso es lo que precisamente ha sucedido: Rápidamente se hizo obvio que la protección contra la transmisión duró sólo pocos meses, y que la efectividad inicial declinó cuando nuevas variantes virales mostraron ser más contagiosas que su predecesora. Pero, Fauci insistió en que vacunas repetidas eran necesarias para todo mundo y, hasta recientemente, impulsó las órdenes de vacunarse. Esto ha resultado en escaseces de trabajadores esenciales, resultados educativos más pobres, y una confianza rebajada en las autoridades de salud pública.

En un artículo del mes pasado en la revista Cell Host & Microbe, Fauci escribió que vacunas contra virus respiratorios por lo general proveen una protección “decididamente subóptima” contra la infección y, rara vez, producen una inmunidad duradera y protectora. La razón es que la mayoría esos virus, como la influenza, que ocasiona la gripe, y el SARS-CoV-2, tiene períodos cortos de incubación durante el cual infectan la mucosa respiratoria y rápidamente se replican ahí sin diseminarse sistemáticamente. Es más, según Fauci, el sistema inmune humano ha evolucionado para tolerar virus respiratorios durante cortos periodos de tiempo de replicación viral en la mucosa. Esto conduce a la enfermedad y la transmisión hacia adelante, sin provocar una respuesta inmune sistémica.

Estos factores invalidan la efectividad de las vacunas, que típicamente descansa en respuestas sistémicas a exposiciones virales. Los virus respiratorios que se replican rápidamente en la mucosa causan enfermedades de corta duración y transmisión a otros, todo antes que las defensas inmunológicas puestas en su sitio por la vacuna puedan llevarse a cabo. Las vacunas contra el virus de la influenza que ocasionan la gripe, por ejemplo, han promediado sólo un 40 por ciento de efectividad contra la infección durante las últimas 17 estaciones de influenza, oscilando entre un 10 y un 60 por ciento. Y, como reconoció Fauci, “la duración de la inmunidad provocada por la vacuna se mide sólo en términos de meses.”

Existen unas pocas vacunas exitosas contra virus respiratorios con largos períodos de incubación, como los que causan sarampión, paperas y rubeola. A diferencia de los virus de corta incubación, estos virus rápidamente se mueven desde la mucosa para diseminarse sistemáticamente, así que provocan fuertes respuestas inmunológicas e inmunidad a largo plazo.

Además, muchos virus respiratorios, incluyendo tanto al SARS-CoV-2 como la influenza, es más posible que muten comparados con los virus del sarampión, paperas y rubeola, lo que conduce a un surgimiento más rápido de nuevas variantes. Esto dificulta la producción de vacunas con protección de larga duración.

Fauci concluyó que las vacunas para la mayoría de virus respiratorios, como influenza y SARS-CoV-2, tienen características en común: ellas producen una protección incompleta y de corta duración contra variantes del virus en evolución que escapan a la inmunidad de la población.” Su utilidad primaria es reducir el riesgo de enfermedad severa, hospitalización y muerte Como escribió el Dr. Paul Offit en el New England Journal of Medicine, “para vacunas contra el SARS-CoV-2, una enfermedad en la mucosa con un periodo corto de incubación, la protección ante enfermedad severa es el único objetivo razonable y lograble.”

Dado este trasfondo, la efectividad pobre de vacunas para el Covid-19 debería ser razonablemente predecible. Además, Fauci hizo ver que todas las vacunas que son exitosas contra virus respiratorios sistémicos -que generan una inmunidad más amplia y más duradera- están replicando sistémicamente vacunas de virus vivos que enfrentan encuentran completamente el sistema inmunitario mucoso y sistémico del huésped. Ninguna de las vacunas para el Covid- 19 cae en esta categoría.

Reportes tempranos alegaron una efectividad del 90 por ciento en prevenir la infección sintomática y asintomática por el SARS-CoV-2. Predeciblemente, esta efectividad duró sólo unos pocos meses. Y, cuando emergieron cepas variantes de SARS-2-CoV-2, se hicieron aparentes “deficiencias en estas vacunas reminiscentes de las vacunas para la influenza,” según Fauci. Durante el surgimiento de la variante Delta en el verano del 2021, la efectividad de la vacuna a corto plazo declinó a un 66 por ciento. Desde ese entonces, la vacuna ha declinado constantemente con cada variante sucesiva.

Cuando las vacunas estuvieron disponibles por primera vez en diciembre del 2020-enero del 2021, los casos de Covid estaban aumentando, y aún había grandes cantidades de gente que no había sido infectada y ganado inmunidad natural luego de recuperarse. Las obligaciones de vacunación para trabajadores del cuido de la salud en hospitales y hogares de ancianos podían justificarse para protección de esos trabajadores esenciales y proteger a la gente vulnerable que ellos cuidaban. Pero, en corto tiempo, quedó claro que, si bien las vacunas para el Covid continúan protegiendo contra enfermedad severa y la muerte, habían perdido en mucho su habilidad para detener la transmisión viral.

No obstante, en agosto del 2021 Fauci defendió órdenes de vacunación para niños de escuelas de menos de doce años, más de un año después que era claro que este grupo etario prácticamente no tenía riesgo de sufrir enfermedad severa de Covid o muerte. Meses después, él defendió órdenes generalizadas pues la “sociedad necesita ser protegida. Y usted no lo logra sólo protegiéndose usted, sino protegiendo a la gente a su alrededor al vacunarse.”

Fauci tiene que haber sabido que esa afirmación era inexacta con base en factores científicos que él cuenta en su artículo reciente y en datos en evolución a los que tenía acceso, que muestran una declinación en la efectividad de la vacuna. Cualesquiera sean sus motivaciones para hacer esa afirmación errada, las políticas que eso inspiró fueron desastrosas.

Se despidieron trabajadores quienes, tal vez mal aconsejados, estaban dispuestos a desafiar las órdenes de vacunarse y asumir el riesgo de su propia enfermedad severa, aún cuando las vacunas no protegían de infección a nadie de ellos ni a sus compañeros trabajadores. Miles de trabajadores esenciales, incluso bomberos, oficiales de policía, y personal militar y médico, perdieron sus empleos y aún tienen que ser reemplazados. Las escaseces de personal son frecuentes.
Niños en edad escolar, cuyos padres comprensiblemente dudaron de la necesidad de vacunarlos, fueron excluidos de la escuela, agravando la pérdida de clases en persona por cierres previos de escuelas. Las pérdidas educativas han sido asombrosas y afectan desproporcionadamente a comunidades ya en desventaja.

Refuerzos de vacunas, en particular refuerzos bivalentes recientemente introducidos, han sido promovidos por Fauci y otros con poca evidencia experimental de que ellos reducen la trasmisión por más que breves períodos de tiempo. Offit concluyó que “la dosis de refuerzo es tal vez mejor reservada para gente que más tal vez necesita protección contra enfermedad severa ̶ en particular, adultos mayores, gente con múltiples condiciones coexistentes que la ponen en alto riesgo de enfermad severa, y a aquellos inmunocomprometidos. …Deberían dejar de tratar de prevenir todas las infecciones sintomáticas en gente joven, saludable, al reforzarlos con vacunas que contienen mRNA de cepas que pocos meses después pueden desparecer.”

Quizá, el efecto colateral más serio de la resistencia prolongada de Fauci a reconocer las limitaciones predecibles y, en su momento, ampliamente conocidas de la vacuna contra el Covid, ha sido minar la confianza en las autoridades de salud pública. A lo largo de la pandemia, los pronunciamientos sobre salud de autoridades federales han sido, a menudo, confusos y, algunas veces, totalmente engañosos. El factor más importante para el combate de pandemias futuras será los comportamientos voluntarios de la gente para evitar riesgos, incluyendo su disposición de cumplir con un consejo razonable de salud pública. Si la gente tiene poca fe en el consejo que recibe, las consecuencias podrían ser calamitosas.

Joel Zinberg es compañero sénior del Instituto de la Empresa Competitiva, director de la Iniciativa de Salud Pública y Bienestar Estadounidense del Instituto de Salud Paragon, y profesor clínico asociado de cirugía en la Escuela Icahn Mont Sinai de Medicina. Fue asesor general y economista sénior del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca entre el 2017 y el 2019.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.