EL ENFOQUE DEL “NUEVO ESTUDIO ENCUENTRA QUE” PARA LA REGULACIÓN EXCESIVA

Por Jon Sanders
American Institute for Economic Research
13 de febrero del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es jon sanders, american institute for economic research, overregulation, February 13, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

¡Ahora estamos cocinando con gas!

Esta expresión clásica estadounidense conlleva el sentido de progreso definitivo, la cosa funcionando según el plan, y estar en dirección al éxito (tal vez, después de un inicio incierto). Tiene el mismo peso que “Adelante a todo vapor.” Fue popularizada por las estrellas de la radio Bob Hope y Jack Benny en los años treinta, e incluso fue usada en una caricatura del Pato Donald.

No obstante, se originó en una brillante idea de mercadeo. En los años treinta, las cocinas de gas y sus competidoras eléctricas estaban luchando por reemplazar las viejas cocinas de leña. Pero, en vez de usar el eslogan impreso y en anuncios de televisión, el ejecutivo de relaciones públicas de la Asociación Estadounidense del Gas, Carroll Everard “Deke” Houlgate, decidió plantarla en los escritos de guiones de Hope. Pronto se convirtió en el lema del comediante, y Benny y otros, a partir de eso, lo tomaron de ahí al entrar en el léxico del público.

Sin embargo, casi un siglo después, a fanáticos ambientalistas en la administración Biden y sus apologistas en los medios, les gustaría hacer que cocinar fuera más difícil, o imposible. Cuando apareció un nuevo estudio, que se proponía ligar las cocinas de gas con asma en los niños, en el International Journal of Environmental Research and Public Health del 21 de diciembre del 2022, han de haber pensado: “¡Ahora estamos cocinando con gas!”

Viniendo de investigadores en RMI, un centro de pensamiento que busca una “revolución de energía limpia,” de la Universidad de Sidney, y el Colegio de Medicina Albert Einstein, la investigación cumplió el rol de un estudio desde la era del COVID: sólo suministre un atisbo del tipo “Nuevo Estudio Encuentra Que” para justificar una intervención gubernamental predeterminada, y dejar que medios admiradores del estado hagan el resto Las políticas de la pandemia mostraron que, a pesar de la ausencia de rigor, pocos son los que dirán “al diablo con su estudio, en primer lugar, este no es un asunto del gobierno.”

El estudio en cuestión podría servir como ejemplo en un aula de clases de confundir correlación con causación. Los autores empezaron con 357 estudios usando una búsqueda por palabras clave, que redujeron a un puñado de estudios “potencialmente pertinentes” basados en disminuir su enfoque a datos específicos sólo para Estados Unidos y Europa.
Concordantemente, significó descartar el estudio más compresivo en la literatura de investigación sobre el tema: un estudio del 2013 para la fase tres del Estudio Internacional sobre Asma y Alergias en la Infancia, que involucraba a “512.707 niños de escuelas primara y secundaria de 108 centros en 47 países.”

El estudio “no encontró evidencia de asociación entre el uso de gas como combustible para cocinar y ya fueran síntomas de asma o diagnosis de asma.”

En vez de ello, los autores usaron estimaciones combinadas de efectos de cocinas de gas sobre el riesgo de desarrollar asma infantil en Norteamérica (tres estudios) y Europa (siete estudios), y, luego, estimaron la proporción de niños en Estados Unidos en hogares con cocinas de gas, usando datos de la Encuesta de Hogares de Estados Unidos. No hay una medición del nivel de exposición de algún niño a la cocina de gas en el hogar. Pero, por una cadena de inferencias y asociaciones, produjeron una estadística de que “un 12.7 por ciento del asma infantil actual en todo el país se atribuye al uso de cocinas de gas, lo que es similar al peso del asma infantil atribuido a exposición al humo de segunda mano.”

La frase “atribuido a” en verdad parecía apuntar el dedo a la causalidad. Pero, uno de los autores del estudio, Brady A. Seals, le dijo al Washington Examiner que el estudio “no supone o estima una relación causal” entre asma infantil y cocinas de gas. ¡Oh!

Aún si el estudio no supusiera causalidad al usar un lenguaje que indica causalidad, sus autores supusieron que sabían cómo mitigarla. “Dado que esta exposición es prevenible, nuestro estudio demuestra que estrategias conocidas de mitigación reducirán el asma infantil proveniente de cocinas de gas,” escribieron. Por “demuestra” dan a atender fabrica: “podemos concebir una intervención de salud pública ampliamente basada para reducir el riesgo de enfermedad en niños expuestos al cocinado con gas, a aquel de los no expuestos,” lo que sería “remover la fuente al reemplazar el cocinado con gas por alternativas más limpias (por ejemplo, eléctricas)” y “reducir la exposición por medio de ventilación (por ejemplo, campanas extractoras).”

Para resumir: los autores eligieron un puñado de estudios, descartaron, al elegir, tantos como 35 (incluso uno que involucraba a más de medio millón de niños a través de cuatro docenas de países), agregaron los riesgos estimados de cocinas de gas de los pocos estudios que mantuvieron, usaron la Encuesta de Hogares para proyectar cuántos niños hay en hogares con cocinas de gas, y determinaron que, cerca de uno en ocho casos de asma infantil, se puede atribuir a algo que está en dos de cada cinco hogares. Esa es “causación” de la misma forma que es ciencia forense una adivinanza en el juego de “Clue.” En vez de que la magnitud de sus hallazgos les diera una pausa, mucho menos ante el hecho que nunca midieron el nivel de exposición de niño alguno a la cocina de gas, de inmediato, propusieron “estrategias de mitigación,” conducentes al “reemplazo de cocinar con gas.”

Todo era en el momento oportuno. Los ciudadanos estadounidenses apenas estaban empezando a darse cuenta de esfuerzos dentro de la Comisión de Protección a la Seguridad del Consumidor de Estados Unidos [CPSC por sus siglas en inglés], que iban tan atrás como octubre del 2022, por regular y prohibir potencialmente algunas cocinas de gas, y eso enfureció a la gente. Luego, la secretaria de Energía Jennifer Granholm le dijo a un noticiero de Arizona que todo eso era “tan ridículo” ̶ pocos días antes que el Departamento de Energía [DOE por sus siglas en inglés] propusiera nuevos límites energéticos al uso en cocinas. No importa la CPSC, las regulaciones del DOR son tan restrictivas que “eliminarían la mayoría de modelos actuales” de cocinas de gas, prohibiendo efectivamente un estimado del 95 por ciento de ellas. Tomando enormes 86 páginas en el Registro Federal, esas reglas obviamente habían estado en proceso desde hacía buen rato.

Así que, estos esfuerzos regulatorios preexistentes obtuvieron ese crucial salvavidas de un “nuevo estadio encuentra.” “La contaminación por cocinas de gas ocasiona un 12.7 por ciento del asma infantil, encuentra el estudio,” reportó el Washington Post. “Alrededor del 12 por ciento de casos de asma infantil pueden ser ligados al uso de cocinas de gas, según un estudio reciente, dijo U.S. News & World Report. “Uno de cada ocho casos de asma en niños de Estados Unidos causado por contaminación de cocinas de gas ̶ estudio,” declaró el Guardian. Noticias de Yahoo optó por “Cocinas de gas les han causado asma a 650.000 niños estadounidenses, encuentra un estudio.”

Como lo ha hecho plenamente evidente esta década, la distinción entre correlación y causación no es importante para quienes quieren expandir el poder gubernamental. Una burocracia agresiva sólo necesita de justificación para una regulación o prohibición que ya está en proceso.

Jon Sanders es economista y director del Centro para Alimentos, Energía, y Vida en la Fundación John Locke, en Raleigh, Carolina del Norte, en donde también sirve como editor de investigación. El centro se enfoca en proteger y expandir la libertad en las áreas vitales de agricultura, energía y ambiente.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.