(RE)INTRODUCIENDO A ADAM SMITH

Por Jesse Russell
Law & Liberty
14 de febrero del 2023

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“Fue Adam Smith, el padre de la economía de libre mercado, quien una vez dijo, ‘es justo que aquellos que proporcionan alimento, vestimenta y alojamiento para todo el cuerpo social reciban una cuota del producto de su propio trabajo suficiente para estar ellos mismos adecuadamente bien alimentados, vestidos y alojados.’ Y para quienes de ustedes no habla el viejo inglés, permítanme traducirlo. Eso significa que, si usted trabaja duro, debería lograr una vida decente. Si usted trabaja duro, usted debería ser capaz de sustentar a su familia.” ̶ Barack Obama

El nuevo trabajo de Glory M. Liu, Adam Smith’s America: How a Scottish Philosopher Became An Icon of American Capitalism [Los Estados Unidos de Adam Smith: Cómo un filósofo escocés llegó ser un ícono del capitalismo estadounidense], reaviva un debate que ha causado furor en departamentos de economía de Estados Unidos durante los últimos cincuenta y tantos años. El debate se ha centrado principalmente alrededor de la historia económica de Estados Unidos, y en esencia hay dos historias.

La primera es la marxista o, tal vez, “socialista democrática.” En esta visión de la historia económica, Estados Unidos empieza como un país agrícola y comercial que depende de mano de obra esclava y por contrato. El país se industrializa crecientemente en el siglo XIX, cuando el fiero monstruo del capitalismo consume mano de obra nativa e inmigrante para construir las ciudades, ferrocarriles, y fábricas en Estados Unidos. En respuesta, los trabajadores estadounidenses se juntan y hacen presión contra el capitalismo, al crear sindicatos. En el siglo XX, formas gubernamentales de economía keynesiana o la posterior neo keynesiana asumen el primer plano durante el Nuevo Trato de Franklin D. Roosevelt y la Gran Sociedad de Lyndon B. Johnson. Por desgracia, el socialismo democrático forjado por el gobierno y líderes sindicales empieza a ser desmantelado bajo las administraciones de Reagan y Clinton. Luego de la debacle de Occupy Wall Street [Tomen a Wall Street] en el 2011, la izquierda en mucho abandonó sus esfuerzos por moderar (o destruir) al capitalismo, enfocándose, en vez de ello, en temas de raza, género, y ambiente.

En contraste con esto está la visión liberal, libertaria, o lo que en Estados Unidos se llama la historia económica (neo)conservadora. Aquí, Estados Unidos es visto como la gran nación capitalista por excelencia, que se deshizo de los grilletes de religiosos reaccionarios y restricciones políticas y concibió una nueva nación, convirtiéndose en la fuerza económica más poderosa que el mundo jamás antes haya visto. Había injusticias dentro del sistema estadunidenses, como esclavitud y explotación de trabajadores, pero, primordialmente, fue el avance del capitalismo, no los sindicatos o la regulación gubernamental, los que terminaron con esas injusticias y brindaron un ambiente laboral más justo y próspero. En el siglo XX, un conjunto de izquierdistas y socialistas (algunos con buenas intenciones) intentó restringir el poder del capitalismo por medio de diversas restricciones que inevitablemente produjeron consecuencias destructoras.
Por fortuna, un grupo de economistas ubicado en la Universidad de Chicago estuvo en capacidad de lanzar una revolución económica en los años setenta, que, en su momento, condujo a la Revolución de Reagan en los ochenta, en que las restricciones del Nuevo Trato empezaron a ser echadas para atrás. Por desgracia (en esta lectura), el siglo XXI ha visto un resurgimiento de la derecha anticapitalista moviéndose hacia el vacío creado por el abandono de la izquierda de temas económicos hacía unos culturales y raciales.

Al diseñar sus narrativas, tanto la izquierda como la derecha estadounidense, reclaman la paternidad en economistas europeos. Para la izquierda es Karl Marx, el filósofo judío-alemán del siglo XIX, mientras que, para la derecha, es Adam Smith, el pensador escocés de la Ilustración. De hecho, mucho del discurso económico de la derecha se enfoca en Smith, como padre de la economía moderna y defensor del poder del libre y no regulado mercado (o, al menos, ligeramente regulado) sobre un gobierno asfixiante.

En Los Estados Unidos de Adam Smith, Glory Liu, de la Universidad de Harvard, busca revisar la narrativa neoconservadora de la Escuela de Chicago, en que Adam Smith es el progenitor del capitalismo de Iaissez-faire estadounidense. Con base en academia “revisionista” sobre Smith reciente, Liu dice que la idea de la economía de Smith no era tan de libre mercado como lo han dicho economistas de la Escuela de Chicago.

Liu hace ver que, en la imaginación popular, Adam Smith es casi exclusivamente asociado con su obra de 1776, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones y es ampliamente reconocido como padre de la economía de “libre mercado.” En su prólogo, Liu da un catálogo de organizaciones estadounidenses, incluyendo la Sociedad Adam Smith, el Instituto Estadounidense de la Empresa, la Fundación Adam Smith, y hasta la revista Forbes, que perpetúan la noción de que el pensamiento de Adam Smith es sinónimo de capitalismo irrestricto. Luego, a través del libro, Liu intenta argüir que no siempre Adam Smith se percibió de tal forma en Estados Unidos. Es más, y, tal vez, más importante (y controversial), Liu arguye a favor de que se vuelva a leer a Adam Smith como una figura más en línea con el capitalismo contemporáneo pasivo, post-Trump (y, por tanto, regulado).

Aunque ella provee una extensa y detallada crónica de la recepción de Adam Smith en Estados Unidos, el blanco principal de Liu parece ser el departamento de economía de la Universidad de Chicago. Su tratamiento del desarrollo en el siglo XX de la economía libertaria o lasseferiana en Chicago empieza con la Gran Depresión. El tremendo sufrimiento causado por la Depresión sirvió, para algunos con sensibilidades socialistas democráticas, como prueba de que el mercado no podía funcionar sin regulación. En respuesta, surgió el Nuevo Trato, así como lo hizo en la academia una apreciación general del trabajo de John Maynard Keynes. Liu afirma que figuras tempranas importantes de la Escuela de Chicago, como Frank Knight, Jacob Viner, Friedrich Hayek, George Stigler, y Milton Friedman, actualizaron a Adam Smith para impulsar el argumento de que los mercados no necesitaban regulación.

Liu sí reconoce que esos pensadores se aproximaron a Smith desde ángulos muy distintos. Knight y Viner mantuvieron que Smith reconocía la importancia de la intervención estatal en mercados. Friedrich Hayek, Henry Simmons, y Aaron Director, sin embargo, básicamente leyeron a Smith como el apóstol del mercado libre. Por supuesto, el lector de la Escuela de Chicago más famoso de Adam Smith fue Milton Friedman, quien arguyó a favor de una economía de libre mercado smithiana, en compañía de “la teoría de la elección racional y una defensa estridente del mercado.”

A través del libro, el tono de Liu es académico y casi que del todo evita la polémica. Pero, uno puede razonablemente leer su libro como un intento de apropiarse de Adam Smith para el nuevo sistema estadounidense post-Trump. Los Estados Unidos de Adam Smith terminan con un epílogo, detallando el criticismo “revisionista” de Adam Smith que argumenta a favor de Smith como un pensador mucho menos orientado al mercado libre de cómo lo tomó ser la Escuela de Chicago. Liu cita a la historiadora Emma Rotschild, quien (controversialmente) ha afirmado que la noción de la “mano invisible” del mercado de Adam Smith era un “chiste ligeramente irónico.”

En contraste, Liu y los académicos en los que ella se basa quieren presentar a Smith “tanto como crítico moral así como defensor de la sociedad comercial.” Este pasaje es uno de los más importantes de todo el libro. Liu discute que esta lectura común está marcada por “prejuicios” de los intérpretes de Smith en el siglo XX, quienes, supuestamente, son culpables del “escorzo, atenuación y lectura errónea” de Smith. Los trabajos de Smith, cree ella, “valen la pena leer, contemplar, defender, y criticar.” Pero, sugiere que la derecha política en Estados Unidos ha impedido que las ideas de Smith florezcan en manos de la izquierda de la generación de milenarios, que al contrario de algunos críticos conservadores, está buscando reorganizar el capitalismo en oposición a abolirlo.

Mientras muchos en la derecha se refieren al domino del marxismo y hasta del comunismo durante la administración Biden, la izquierda del sistema, como lo hizo durante las eras de Obama y Clinton, se ve a sí misma presentando una forma más bondadosa, más gentil, de capitalismo, que está dando bienvenida e inclusividad a gente que ha sido identificada como marginalizada. Para lograr ese objetivo, ciertas figuras de Occidente han sido totalmente abandonadas por ser demasiado reaccionarias para el siglo XXI, mientras otros, en este caso, Adam Smith, están siendo revisitados y rediseñados como un capital cultural.

Aunque Los Estados Unidos de Adam Smith es un libro con implicaciones políticas en última instancia orientadas hacia la izquierda, Liu hace una exploración rica y pensada sobre la historia de Adam Smith y las diversas formas en que los estadounidenses han recibido y utilizado a Smith para sus propios fines. En verdad -como todo gran pensador mundial- Adam Smith es complejo y multifacético, y su trabajo puede dar lugar razonablemente a diversas interpretaciones. Pero, implícita en el libro de Liu hay una de las preguntas principales subyacentes de nuestro tiempo, qué forma de economía impulsaría unos Estados Unidos justo y próspero en la tercera década del siglo XXI.

Jesse Russell escribe para una cantidad de publicaciones, que incluyen Catholic World Report y The European Conservative.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.