LOS TIEMPOS REQUIEREN VALENTÍA

Por Henry Hazlitt
Fundación para la Educación Económica
Martes 7 de febrero del 2023

Para decir la verdad y trabajar duro.

¿Por qué estamos deslizándonos más y más profundamente hacia el socialismo y la noche obscura de totalitarismo? ¿Por qué aquellos de nosotros quienes creemos en la libertad humana hemos sido tan inefectivos?

Voy a darle lo que, sin duda, es una respuesta terriblemente sobre simplificada a esa pregunta. En primer lugar, somos irremediablemente sobrepasados en número. Nuestras voces son simplemente ahogadas en el tumulto y clamor generalizado. Pero, hay otra razón. Y esto es difícil de decir, sobre todo ante una audiencia como esta, que contiene algunos de los escritores y mentes más brillantes en los campos de la economía, la jurisprudencia, la política, no sólo de esta época, sino también de cualquiera. Pero, la cosa difícil debe decirse, que colectivamente no hemos sido lo suficientemente buenos. No hemos convencido a la mayoría. ¿Se debe esto a que la mayoría no escuchará la razón?
Soy lo suficientemente optimista, y tengo suficiente fe en la naturaleza humana, para creer que la gente escuchará la razón si está convencida de que esa es la razón. En alguna parte, debe haber algún argumento que falta, algo que no hayamos visto con la suficiente claridad, o dicho lo suficientemente claro o, tal vez, sólo no dicho muy a menudo.

Una minoría está en una posición muy incómoda. Los individuos en ella no pueden darse el lujo de ser tan buenos como los individuos en la mayoría. Si aquellos mantienen la esperanza de convertir a la mayoría, tienen que ser mucho mejores, y, entre más pequeña la minoría, tienen que ser aún mejores. Tienen que pensar mejor. Tienen que saber más. Tienen que escribir mejor. Tienen que tener mejores modales polémicos. Sobre todo, tienen que tener mucha mayor valentía. Y tienen que ser infinitamente pacientes.

Cuando veo en retroceso mi propia carrera, puedo encontrar abundancia de razones para el desaliento, el desaliento personal. No he carecido de diligencia. He escrito una docena de libros. Durante más de 50 años, desde la edad de 20, he estado escribiendo prácticamente cada semana: temas de noticias, editoriales, columnas, artículos. Creo que debo haber escrito un total de cerca de 10.000 editoriales, artículos, y columnas; ¡alrededor de 10.000.000 de palabras! ¡E impresas! ¡El equivalente verbal de alrededor de 150 libros de un tamaño promedio!

Y, a pesar de lo anterior, ¿qué he logrado? Confieso, en la confianza de estas cuatro paredes, aquello que me he repetido algunas veces. En efecto, hay algunas personas lo insuficientemente amables como para decir que ¡no he estado diciendo algo nuevo durante cincuenta años! Y, en cierto sentido, estarían en lo correcto. He venido predicando esencialmente la misma cosa. He venido predicando la libertad contra la coerción. He estado predicando el capitalismo contra el socialismo; y he estado predicando esta doctrina en toda forma y sin excusa alguna. Y, no obstante, el mundo es enormemente mucho más socializado de cuando yo empecé.

Hay un carácter en Sterne o Smollett ̶ ¿o era el Tío Toby? [El primero fue un escritor de humor y el segundo un historiador del siglo XVIII, y el último un carácter de una novela de Sterne]. De todos modos, aquél solía enojarse con la política, y cada año se encontraba a sí mismo enojándose más y más y la política sin mejorar. Bueno, cada año me encuentro enojándome más y más y la política se pone peor y peor.

Pero, no sé si debería alardear acerca de mi propia inefectividad pues estoy en muy buena compañía. Eugene Lyons ha estado dedicando su vida a escribir brillante y persistentemente contra el comunismo. Incluso ahora tiene una tremenda circulación de Selecciones del Reader’s Digest tras él. Y, sin embargo, al final de estos años en que ha estado escribiendo, el comunismo es más fuerte y cubre enormemente más territorio que cuando empezó. Y Max Eastman ha estado en esto mucho más tiempo que cualquiera del resto de nosotros, y ha estado escribiendo una prosa poética y poderosa y lanzando su tremenda elocuencia a la causa, y, no obstante, ha sido tan inefectivo como el resto de nosotros, en lo que se refiere a consecuencias políticas.

Pero, a pesar de ello, tengo la esperanza. Después de todo, tengo buena salud, y aún soy libre de escribir, aún todavía soy libre de escribir opiniones impopulares, y seguir en eso. E igual lo son muchos de ustedes. Así que les traigo este mensaje: Tenga buen corazón. Tenga buen ánimo. Si la batalla aún no está ganada, tampoco está perdida.

Supongo que la mayoría de ustedes en este salón ha leído ese libro poderoso, 1984 de George Orwell. En la superficie es una novela profundamente deprimente, pero, me sorprendió encontrarme extrañamente estimulado por ella. Al fin, decidí que este estimulo surgió a partir de una de las escenas finales en él. El héroe, Winston Smith, es presentado como un hombre ordinario, un hombre inteligente pero no brillante, y en verdad no como un valiente. Winston Smith ha estado manteniendo un diario secreto, en el que escribió: “Libertad es la libertad de decir que dos más dos son cuatro.” Ahora, este diario ha sido descubierto por el Partido. O’Brien, su inquisidor, le está haciendo preguntas. Winston Smith está atado a un tablón o una rueda, de forma que O’Brien, tan sólo moviendo una palanca, puede infligirle cualquier cantidad de dolor insoportable (y le explica a él cuánto dolor le pueda infligir y qué tan fácil sería para él romper la columna de Smith). Al principio O’Brien inflige sobre Winston Smith una cierta cantidad de dolor no de todo intolerable. Luego, eleva los cuatro dedos de su mano izquierda, y dice, “¿Cuántos dedos tengo levantados? Winston sabe que la respuesta exigida es cinco. Así que, O’Brien mueve de nuevo la palanca, e inflige aún mayor dolor agonizante sobre el él, y dice, “Piense de nuevo. ¿Cuántos dedos tengo levantados?” Winston Smith dice, “Cuatro. Cuatro. Cuatro dedos.” Bueno, finalmente él capitula, como lo saben ustedes, no hasta haber presentado una magnífica batalla.

Todavía ninguno de nosotros se encuentra sobre el potro de tortura; aún no estamos en la cárcel; estamos siendo objeto de diversos acosos y molestias, pero, lo que realmente arriesgamos es sencillamente nuestra popularidad, el peligro de que se nos digan nombres repugnantes. Así que, antes que estemos en la posición de Winston Smith, ciertamente podemos tener suficiente valentía como para mantenernos diciendo que dos más dos son cuatro.

Ese es el deber que se nos impone. Tenemos un deber de hablar con todavía mayor claridad y valentía, trabajar más fuerte, y mantenernos luchando esta batalla con la fortaleza que aún tenemos en nuestro interior. Pero, no puedo hacer nada mejor que leer las palabras del gran economista, el gran pensador, el gran escritor, quien me honra, en más de lo que puedo decir, con su presencia aquí esta noche, Ludwig von Mises. Esto es lo que él escribió en el párrafo final de su gran libro acerca del socialismo hace 40 años:

“Cada uno lleva sobre sus espaldas una fracción de la sociedad y ninguna persona puede ser liberada de su parte de responsabilidad por nadie. Y ningún hombre puede encontrar para sí un medio de salvación si la sociedad, en conjunto, corre a la ruina. Por esta razón debe cada uno, en su propio interés, empeñar todas sus fuerzas en la lucha de las ideas. Nadie puede mantenerse aparte y considerarse extraño a la discusión, pues el interés de cada quien está en peligro. Quiéranlo o no, todos los hombres están comprometidos en la gran lucha histórica, en la batalla decisiva, frente a la cual nos ha colocado nuestra época.”

Estas palabras -palabras misteriosamente proféticas- fueron escritas a principios de los años veinte. Bueno, no tengo algún mensaje nuevo que sea un mejor mensaje que ese.

Incluso aquellos de nosotros que hemos llegado y pasado nuestro cumpleaños setenta no podemos darnos el lujo de descansar sobre nuestros remos y pasar el resto de nuestras vidas durmiendo bajo el sol de Florida. Los tiempos requieren valentía. Los tiempos llaman a trabajar duro. Pero, si las exigencias son altas, se debe a que los riesgos son aún mayores. Son nada menos que el futuro de la libertad humana, lo que significa el futuro de la civilización.

Esta pieza fue extraída de las palabras de Henry Hazlitt en celebración de su cumpleaños el 29 de noviembre de 1964.

Henry Hazlitt (1894-1993) fue el gran periodista económico del siglo XX. Es autor de Economía en una lección entre otros 20 libros. (Ver su biografía completa). Fue jefe de escritores de editoriales del New York Times, y escribió semanalmente para la revista Newsweek. Sirvió en su capacidad de editor en The Freeman y fue miembro de la Junta Directiva de la Fundación para la Educación Económica.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.