Tal como se lo prometí ayer a mis amigos lectores, he aquí este interesante, valioso y útil artículo. Sugiero leerlo, por partes, debida su extensión.

LA RELIGIÓN CAMBIANTE DEL PERIODISMO

Por Terry Mattingly
Religion & Liberty, Vol. 33, No. 1
30 de enero del 2023

Si la cobertura de medios de la “corriente principal” acerca de religión, valores, cultura, y educación parece hostil a las creencias de muchos estadounidenses, hay razón para ello. Ha habido un cambio de paradigma en cómo se hace el periodismo, y para quién.

Aproximándose la elección presidencial del 2016, el New York Times publicó un manifiesto periodístico que estaba disfrazado como simple comentario político.

El nombre del candidato estaba en el encabezado, pero, las implicaciones del ensayo del 7 de agosto del 2016, “Trump Is Testing the Norms of Objectivity in Journalism” [“Trump está probando las normas de objetividad en el periodismo”] incluían una cobertura de un amplio rango de temas ligados a esperanzas, temores, y creencias de estadounidenses que se sentían impulsados a votar por él.

La gran idea -nunca abiertamente afirmada- fue que el famoso lema del periódico más poderoso de Estados Unidos, “All the News That’s Fit to Print” [“Todas las noticias que son aptas para imprimir”, podía reducirse a “All the News That Fits” [“Todas las noticias que calzan”]. El escritor en general Jim Rutenberg abrió con este disparo al aire:

“Si usted es un periodista que trabaja y cree que Donald J. Trump es un demagogo jugando a las peores tendencias racistas y nacionalistas de la nación, que él intima con dictadores antiestadounidenses y que él sería peligroso con el control de los códigos nucleares de Estados Unidos, ¿cómo diablos se supone que usted lo cubra?

Pues, si usted cree todas esas cosas, tiene que botar el libro de texto que el periodismo estadounidense ha estado usando durante la última mitad de siglo, si no es que por más tiempo, y lo enfoca de manera que nunca ha aproximado algo en su carrera.”

Esto planteó una gran pregunta, agregó él, para periodistas que se sumergen en el periodismo de defensa: ¿Se aplican los estándares normales? Y si no, ¿qué debería tomar su lugar?

Preguntas como esas tienen implicaciones obvias para la cobertura de la política estadounidense, en especial porque la mayoría de periodistas estadounidenses ve al mundo -incluso en temas ligados con la moral, cultura, y fe- a través de un lente político. Después de todo, la política es real. ¿La religión? No tanto.

Pero estos debates se han trasladado más allá de las ardientes guerras mediáticas sesgadas de décadas recientes. Al periodismo estadounidense se le mueve el piso y eso afecta toda la vida estadounidense, en especial asuntos de la Primera Enmienda ligados con la libertad de expresión, libertad de asociación y libertad religiosa.

Este terremoto está ligado a la ola de innovaciones tecnológicas que ha obligado a todo tipo de empresas, incluyendo organizaciones noticiosas, a cambiar sus productos en un intento por sobrevivir en la era digital. La clave es un proceso familiar para cualquiera que haya surfeado en la internet. El objetivo es convencer a los usuarios a hacer clic en “me gusta,” “hacia delante,” “tuit,” “pone,” o, en última instancia, que pague más dinero por recibir más contenido de este tipo.

Este modelo de negocio que predica para el coro trabaja con gaticos bonitos y perros heroicos. Trabaja con videos emocionales de soldados regresando a casa y sorprenden a seres amados, así como con aquellos maestros con cabellos de arco iris predicando a estudiantes de escuela primaria acerca del género.

Esta secuencia funciona -en diferentes audiencias- con “noticias” acerca de los tropiezos verbales y físicos del presidente Joe Biden o sermones negadores de las elecciones del anterior presidente Trump. Funciona con reportes acerca del apocalipsis ambiental o el potencial de guerra nuclear en Ucrania. Funciona cuando agentes federales arrestan a abuelos que protestan en clínicas de abortos, así como cuando hay pocos arrestos, si es que alguno, en casos que involucran activistas destrozando iglesia pro vida o lanzando bombas incendiarias a centros de crisis por embarazos. Funciona al cerrar algunas iglesias, mientras otras siguen abiertas, durante una pandemia global. Funciona cuando algunos padres eligen tomar acciones radicales en respuesta a síntomas rápidos de disforia de género en sus niños, en tanto otros arriesgan encuentros con autoridades estatales a la vez que se oponen a tratamientos de este tipo.

Estos cambios proveen algo del ADN digital en conflictos que están dividiendo a los Estados Unidos. Políticos, padres, pastores, y abundancia de otras personas, están luchando por entender qué esta pasando en sus vidas, al voltearse hacia Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, TikTok, Parler, BitChute, Gab, Gettr, Rumble, Telegram, y Truth Social. Y hay esquinas más obscuras de este mudo, como 4chan y la “Red Obscura.” Y nunca olvide esta realidad crucial del periodismo: Escribir opiniones es barato, mientras que el contenido de noticias duras es costoso.

Hay mucho dinero por hacer, pero una realidad se asoma por encima de quienes tratan de mantenerse en el negocio ̶ investigadores creen que dos tercios de los dólares gastados en anuncios en el mercado estadounidense, se dirigen directo a los motores de las Grandes Tecnológicas, como Facebook, Google, y Amazon. Intente operar una sala de noticias ordinaria local o nacional cuando compite con eso.

Los consumidores insisten en que no están contentos con los resultados, pero los investigadores hacen ver que ellos continúan construyendo sus propios búnkeres de información personal usando proveedores de nichos de noticias.

Entre tanto, un estudio del 2022 del Pew Research Center encontró que sólo un 44% de periodistas piensa que “todo lado de un asunto merece ‘igual cobertura.’” Mientras que ciudadanos en general apoyan la cobertura balanceada al tono de un 76%. Jóvenes periodistas fueron los que tal vez apoyaron menos la cobertura balanceada.

¿Cómo afectarán el futuro estas tendencias? El bien conocido abogado de la Primera Enmienda y experto evangélico David French, describió la crisis en su libro Divided We Fall: America’s Secession Threat and How to Restore Our Nation.
En resumen: Los estadounidenses están divididos en sus escogencias acerca de noticias y cultura popular, eligiendo vivir en silos protectores de contenido digital. Estados Unidos sigue siendo la nación más religiosa del mundo en desarrollo, sin embargo, sus élites secularizadas ocupan un conjunto de códigos postales, mientras que la mayoría de creyentes religiosos vive en otro. Estos ejércitos no comparten estándares comunes acerca de “hechos,” “exactitud,” o “imparcialidad.”

“Ya es hora que los estadounidenses despierten ante la realidad fundamental: no se puede garantizar la unidad continuada de Estados Unidos,” escribió French. En este momento, “No hay una única fuerza cultural, religiosa, política o social importante que esté juntando a los estadounidenses más que la que nos está separando.”

EL MODELO ESTADOUNIDENSE DE PRENSA

Cuando el reportero de medios Ben Smith arribó al New York Times, se dio cuenta de inmediato que había firmado con una institución que experimentaba una revolución.

“Yo llegué allí un poco escéptico,” escribió Smith, en un ensayo en su sitio en la red Semafor. “Rápidamente llegué a admirar el profundo compromiso que mis colegas tenían con la institución, y la durabilidad de sus costumbres. Pero, también, en parte crecí porque puse atención a la advertencia de mis colegas antes de empezar: ‘No intente, bajo circunstancia alguna, cambiar algo.’”

Pero, el cambio estaba en camino, obligando las realidades de la internet a virar a los administradores del Times hacia un modelo de negocios en que, vender contenido a consumidores en diversidad de formas, era la clave para la supervivencia y, luego, para un crecimiento explosivo. Preguntas sobre la antigua división entre anuncios y contenido editorial, que los periodistas por mucho tiempo han llamado la separación de la iglesia y el estado, se reemplazaron por preguntas sobre la importancia de complacer a lectores fieles ̶ una manada en línea escandalosa y ferviente.

Smith dijo que un antiguo ejecutivo del Times enfatizó que este periódico en particular es “un negocio envuelto alrededor de una iglesia.”

Usando esa metáfora, es fácil ver que la congregación actual del Times está exigiendo cambios doctrinarios en el contenido de esta iglesia del periodismo. Quiere que los editores, para usar una expresión del Cinturón Bíblico, “prediquen para el coro” ̶ o sufren las consecuencias en Twitter y en otros santuarios de los medios sociales.

Básicamente, el periódico más influyente del mundo se va alejando del viejo liberalismo de la libertad de expresión de lo que historiadores llaman el “Modelo Estadounidense de Prensa,” con poco comentario público acerca de las consecuencias de este movimiento estratégico, aparte de la ocasional explosión de franqueza, como la del ensayo de Rutenberg acerca de luchar contra Trump. La Dama Gris [apodo como se le conoce al New York Times] parece estar regresando a un Modelo Europeo de Prensa más viejo, que ofrece las noticias cuidadosamente elaboradas para complacer a una audiencia específica o, como mínimo, evitar ofenderla. Estos periódicos del modelo europeo fueron en una época definidos por el lenguaje, política, economía, religión, y aún raza.

La clave: En ese modelo más viejo, los periodistas trabajan en salas de redacción que abiertamente expresan sus sesgos, dejando a los lectores saber qué esperar. Si bien se espera que periodistas en estas salas de redacción sean precisos, no hay necesidad de una cobertura balanceada y, a menudo, de despliegues de respeto al tratar con oponentes. Esto da forma al contenido de las noticias. Algunas causas son lógicas y virtuosas, mientras otras son estúpidas y hasta peligrosas. Una vez más, esto afecta asuntos de fe, familias, educación, y cultura popular ̶ no sólo la política partidaria.

Esto es radicalmente diferente del Modelo Estadounidense de Prensa, con su énfasis en dejar que los lectores tomen sus decisiones propias sobre temas controversiales, luego de leer una cobertura balanceada de puntos de vista competidos.
Los periodistas que trabajan de acuerdo con este modelo, luchan por seguir un concepto de objetividad que se define, no como una filosofía de “mi mente está en blanco,” sino en términos de estándares profesionales que buscan exactitud, balance, rectitud, y respeto.

¿Cómo saben los periodistas, en el modelo estadounidense, que están haciendo el trabajo? Por mucho tiempo, periodistas del Instituto Poynter han usado un término útil - “partes interesadas”- en estas discusiones. Ellos definen “parte interesada” como alguien cuya vida será directamente impactada por una historia noticiosa particular. Cuando partes interesadas se mantienen diciendo que la cobertura es inexacta, eso es malo. Cuando partes interesadas dicen que la cobertura es sesgada, es importante escucharlos y considerar si están diciendo la verdad.

Entre tanto, ¿cómo saben los periodistas en el modelo europeo del mercado digital, que están logrando hacer el trabajo? Es fácil; Cuando los lectores están contentos.

ORTODOXIAS LIBERALES EN CONFLICTO

Para lectores que han prestado una estrecha atención a la cobertura de la religión y cultura en décadas recientes -lo que yo he hecho como columnista sindicado, profesor de medios, y crítico de medios en GetReligion.org- es claro que las doctrinas en evolución del Times son típicas de una revolución más amplia.

Pero, discutir acontecimientos en el Times merece atención especial, pues decisiones tomadas en esa compañía influyen a muchos reporteros de élite, editores, y administradores en el negocio de las noticias de otras organizaciones noticiosas. Por ejemplo, lo que pasa en el Times afectará en su momento a la Prensa Asociada, conduciendo a cambios en los periódicos locales y regionales de costa a costa.

La fe religiosa es parte de esa ecuación. Como le dijo a la Radio Nacional Pública en el 2016 el entonces editor del Times Dean Baquet, al discutir la elección: “Nosotros no tenemos religión. Nosotros no entendemos el papel de la religión en la vida de las personas.”

Por tanto, he aquí un resumen en tres actos de algunos de los momentos claves en un juego de pasión periodística, vigente en la sala de redacción del periódico más poderoso de Estados Unidos.

ACTO I: “LA ORTODOXIA DE LAS NO ORTODOXIAS.”

En el 2004, el profesor de periodismo de la Universidad de Nueva York, Jay Rosen, publicó un provocador ensayo en Press Think bajo este encabezado: “Journalism Is Itself a Religion” [“El periodismo es en sí una religión], con este subtitulo “A Theological Investigation” [“Una investigación teológica”]. Hizo ver que mucho del debate acerca de la ética e incluso moral del periodismo moderno, y hasta de lo que él llamó el “sacerdocio de la prensa,” da vueltas acerca de una pregunta específica: “¿Qué resulta de la ‘impiedad relativa de los periodistas de la corriente principal?’” Ello ha conducido a fieros debates acerca de la cobertura de noticias religiosas en la prensa, o la ausencia de un cobertura exacta e informada.

Todo esto condujo a Rosen a discutir en 1999 una famosa historia del New York Times Magazine acerca de las creencias religiosas de un activista anti aborto radical. Incluía estas palabras del reportero David Samuels: “Es una premisa compartida, si bien no hablada del mundo que la mayoría de nosotros habita, que los absolutos no existen y que la gente que alega haberlos encontrado está loca.”

Los críticos, hizo ver Rosen, pensaron que esta declaración de que no hay verdades morales absolutas, sonaba como “dogma.” También, era claro que “el mundo que la mayoría de nosotros habita” consistía de códigos postales cercanos al Times, si no la propia sala de redacción. Para ilustrar esto, él se volcó hacia una mis columnas nacionales “Sobre la religión,” en que entrevisté a William Proctor ̶ un graduado de la Escuela de Derecho de Harvard y previo reportero sobre asuntos legales para el New York Daily News. Proctor es autor del libro del 2000 The Gospel According to the New York Times.

Rosen citó lo siguiente: “Los críticos se equivocan si alegan que el New York Times es un bastión del secularismo. …A su manera, el periódico hace una cruzada para reformar la sociedad y aún convertir a ‘fundamentalistas’ rebeldes. Así, cuando hace una lista de los ‘pecados mortales’ a los que se opone el Times, [Proctor] no alega deliberadamente que él periódico rechaza la fe religiosa. En vez de ello, dijo que el periódico más influyente condena ‘el pecado de la certeza religiosa.’”

Esta “ortodoxia de prohibir todas las ortodoxias,” dijo Rose, atacó alegatos de verdad trascendente de fes religiosas tradicionales. He aquí otra porción de mi columna:

“Sin embargo, he aquí la ironía de todo esto. La agenda que promueve el Times se basa en un conjunto de verdades absolutas,” dijo Proctor. Sus líderes están “absolutamente seguros de que los grupos religiosos que ellos consideran intolerantes y críticos se equivocan absolutamente, especialmente católicos romanos tradicionales, evangélicos y la mayoría de judíos ortodoxos. Y por igual están convencidos de que los grupos religiosos que consideran tolerantes y progresistas tienen toda la razón.”

¿Cómo afecta esto la cobertura de las vidas y creencias de los estadounidenses ordinarios?

ACTO II: EL PREVIO EDITOR DEL TIMES BILL KELLER DA PISTAS DE TIEMPOS QUE CAMBIAN

Poco después de dejar el trabajo como editor del New York Times, Bill Keller viajó a Austin, Texas, para un foro en el 2011 en la Biblioteca Lyndon Baines Johnson. Para sorpresa de nadie, se le preguntó si su periódico podía ser llamado “liberal.” [Recuerde el amigo lector que la palabra “liberal” en Estados Unidos suele asociarse con el intervencionismo estatal].

Keller afirmó que los profesionales del Times, durante su permanencia, trabajaban duro por ser balanceados y justos al cubrir la política. Pero, las mismas reglas no eran aplicables, dijo él, cuando se cubrían asuntos de moral, religión, y cambio social. Ahí es cuando los periodistas veían el mundo a través de lo que él describió como anteojos sofisticados, intelectuales, y tolerantes.

“Somos liberales en el sentido de que …las escuelas de artes liberales son liberales,” dijo él. “Somos liberales en el sentido de que somos urbanos, de mente abierta, del tipo tolerante. Nuestra página de bodas incluye -y hasta lo hizo antes que Nueva York tuviera una ley de matrimonio gai- uniones de gais. Así que, somos liberales en ese sentido de la palabra, supongo. Socialmente liberales.”

Al preguntársele si el Times favorecía la izquierda política, agregó: “Aparte de los valores liberales, una especie de cosa de valores sociales acerca de la que hablé, no, no pienso que lo es.”

Note estas palabras cruciales: “aparte de.” El problema es que temas sociales candentes, luego que Roe versus Wade [la conocida decisión de la Corte Suprema de Justicia que en su momento se suponía apoyaba el aborto] han dominado la política estadounidense, en especial en elecciones ligadas a asientos en la Corte Suprema de Estados Unidos. Según Keller, su sala de redacción llevó a cabo periodismo de la vieja escuela ̶ excepto cuando trataba asuntos como aborto, eutanasia, sexualidad, matrimonio, familia, derechos de gais, educación, clonación, y otros temas sensibles que inevitablemente están ligados a la religión. Eso es todo.

De nuevo, los periodistas tienden a ver temas religiosos como esos, a través de los lentes de la política. Así, Keller -un autoidentificado como “Católico estrellado”- en una ocasión escribió una columna en la que argüía que creyentes, en especial protestantes evangélicos y católicos conservadores, deberían ser objeto de escrutinio especial cuando buscan un cargo más alto. Después de todo, afirmó él, si un candidato cree que “extraños del espacio moran entre nosotros,” ¿no deberían los votantes saber si las creencias de este tipo darán forma a políticas públicas?

Esta visión del mundo puede hacer que sea difícil cubrir las noticias fuera de la Ciudad de Nueva York. Keller hizo ver que, en una ocasión, el columnista Daniel Okrent “correctamente nos regañó por mirar por debajo de nuestras narices urbanas a quienes iban a la iglesia, poseían armas, y los iletrados.”

ACTO III: LA SALIDA DE LIZ SPAYD, LA EDITORA PÚBLICA QUE HACÍA PREGUNTAS DIFÍCILES

A la ex profesional golpeadora de la religión Kelly McBride no le divertía oír que el New York Times había puesto puertas afuera a la editora pública Liz Spayd, luego de sus ensayos francos y a menudo mordaces posteriores a la victoria de Trump.

“¡No, el New York Times! ¡No la editora pública! ¿Por qué, con la confianza por los suelos de todos los tiempos en las organizaciones de noticias, cortaría la única posición dedicada a mantener sus periodistas como responsables ante el público? Necesitamos que ustedes lo reconsideren,” escribió ella en el 2017, en un ensayo en línea escrito como especialista sobre ética periodística del Instituto Poynter. “Sabemos que ustedes puedan pagar por eso. Gracias a un fuerte aumento en suscriptores (¡a quienes representa el editor público!) sus ingresos digitales están en el momento más alto de todos los tiempos.”

Una antigua líder del Columbia Journalism Review, Spayd era una liberal de la vieja guardia, encargada de defender los estándares esenciales en la sala de redacción. Ella inició una pieza temprana, titulada “Why Readers See The Times as Liberal” [“Por qué los lectores ven al Times como liberal”] con esta apertura:

“He estado aquí menos de un mes, pero ya he descubierto algo que ciertamente ha de ser malo para los negocios, si su negocio es manejar el New York Times. Viene por la vía del buzón de entrada del editor público, de gente como Gary Taustine de Manhattan, quien escribe: “El NY Times está alienando a sus lectores independientes y de mentes abiertas, y al hacerlo, limitando el alcance del mensaje de ellos y su posible influencia.”

Otro lector de California llegó más lejos, acusando a periodistas del Times de tratar de manipular la opinión pública: “Nunca pensé que vería el día en que, como un liberal, empezaría a sentirme tan frustrado con el reportaje unilateral, que empezaría a dar el salto al sitio en la red de Noticias Fox, para leer un artículo y obtener el resto de la historia que el NYT se rehusó publicar.”

Es importante notar que Spayd estaba enfatizando quejas de lectores del Times, no troles conservadores o conservadores religiosos. Sus preocupaciones se enfocaban en si los líderes del Times estaban frustrando que se oyeran voces cruciales en el discurso público y, con ello, estaba perdiendo muchas historias importantes de la vida estadounidense ̶ punto.

La gran pregunta: ¿Estaba todavía el New York Times tratando de cubrir noticias en Estados Unidos como un todo, o simplemente los códigos postales en su base de suscriptores? Esto condujo a una columna firme de Spayd con este encabezado: “Want to Know What America’s Thinking? Try Asking” [‘¿Quiere saber lo que Estados Unidos está pensando? Trate de preguntar”].

He aquí otro importante comentario, citado por Spayd. Un lector de Houston escribió:

“Ahora que el mundo se ha trastocado y todos usted están, para una persona, en un estado de sorpresa y choque, usted podría querer considerar si debería cambiar su enfoque de decirle al lector qué y cómo pensar, y, en vez de ello, dedicarse ustedes mismos a averiguar lo que en realidad el lector (y los no lectores) piensa. [sic]”

Sí, la retórica de Trump, hizo ver Spayd, fue un elemento esencial en la cobertura de la elección. Pero, Trump se convirtió en la única historia “conservadora” en la prensa de élite ̶ con los editores ignorando muchas de las inquietudes morales, culturales, y religiosas de votantes que votaron por él o contra la demócrata Hillary Clinton. La política de Trump “ahogó el tipo de narrativas de agenda libres y profundas que podían haber llevado a lectores del Time más profundamente hacia las vidas y valores de gente que acababa de elegir al siguiente presidente.”

De nuevo, está esa pregunta de la doctrina del periodismo. ¿Estaba el Times dispuesto a escuchar voces fuera de la sala de redacción o del coro escandaloso de los medios sociales de sus suscriptores? Esa pregunta parece haber sido demasiado para la administración del Times. Spayd tenía que ser despedida.

EL VALOR DE LA TRANSPARENCIA

La revolución que está tomando lugar dentro del New York Times puede verse -a menudo en formas más sutiles- en muchas salas de redacción, desde la Prensa Asociada hasta USA Today y NPR, desde el Washington Post hasta Los Angeles Times. En el periodismo televisivo, es fácil entender la atracción de los nichos mediáticos de la MSNBC en la izquierda y Fox News en la derecha.

Entre tanto, la CNN ha enfrentado crisis de calificaciones en un mundo en donde había otras líneas históricas que cubrir, ahora que Donald Trump ya no estaba más en el cargo. La administración intentó, con algunos cambios estratégicos de personal, sugerir que la CNN quería reclamar su viejo lema, “El nombre más confiable en las noticias,” con programaciones para todos los estadounidenses.

El futuro de la CNN importaba para millones de consumidores de noticias, escribió Tom Jones, escritor sénior de medios en el Instituto Poynter. Él citó un editorial del Chicago Tribune, haciendo ver: “¿Se está moviendo la CNN hacia el centro? Eso es bueno para nuestra democracia. …Cierto, no todo tema tiene dos partes… pero la mayoría de ellos lo tiene.”

Había un problema con ese llamado al balance, afirmó Jones: “Todos los estadounidenses no son lo suficientemente razonables o están dispuestos a aceptar lo que es verdad.”

Y, ahí está el problema. Para millones de estadounidenses, la “verdad” está determinada por lo que eligen fuentes de noticias que ellos quiere abrazar y apoyar con su tiempo, dinero, y clics. En estos Estados Unidos, no hay necesidad de que los ciudadanos toleren ideas de aquellos considerados como fanáticos, ignorantes, peligrosos, o intolerantes. Esto es cierto con debates en bancas de iglesias, tanto como en urnas electorales.

Este cambio en el mercado ha impactado la cobertura, o su carencia, de muchos temas, incluyendo la religión. ¿Es mala la violencia en la vida pública o es aceptable cuando se practica por activistas con quienes simpatizamos? ¿Es la opresión en Ucrania tema de noticias pero no la masacre de cristianos en Nigeria? ¿Son importantes los derechos de la Primera Enmienda de internos en prisiones, pero no los de aquellos panaderos, floristas y diseñadores de sitios en la red? ¿Tienen derecho los padres progresistas a llevar a sus hijos a horas de historias de drag queens [“artista o cantante masculino que actúa vestido con atuendos propios de mujer… y exhibe maneras exageradamente femeninas”], mientras que padres conservadores luchan por proteger a sus hijos de materiales educativos que contienen temas e imágenes similares que ellos creen atacan su fe?

Bajo el Modelo Estadounidense de Prensa, se les pidió a periodistas que produjeran cobertura de historias candentes como esas, con énfasis en el balance, imparcialidad, exactitud, y “objetividad.” El objetivo era brindar información en la que pudieran confiar tantos lectores como fuera posible, que era buena para anuncios y resultados económicos.

Eso era en aquel entonces. ¿Qué pasa ahora? En su libro del 2014, The New Ethics of Journalism, Kelly McBride del Poynter Institute y Tom Rosenstiel del American Press Institute, se enfocaron en periodistas que buscaban “transparencia” en oposición a una “omnisapiencia falsa” o exigencias obligatorias de “objetividad.”

En un manifiesto actualizado de Poynter, ellos urgieron a periodistas que “mostraran cómo se hacía el reportaje y por qué la gente debería creer en él. Que explicaran sus fuentes, evidencia y las elecciones que ustedes tomaron.” Esto condujo a su directriz clave para la era de la Internet:

“Articule con claridad su enfoque periodístico, ya sea que usted se esfuerza por independencia o enfoca la información desde un punto de vista político o filosófico. Describa cómo su punto de vista impacta la información que usted reporta, incluyendo cómo selecciona los tópicos que cubre y las fuentes que informan su trabajo.”

Hasta el momento, los lideres de las salas de redacción han evitado dar declaraciones claras acerca de las visiones del mundo que dan forma a su cobertura, dice el historiador del periodismo Marvin Olasky, autor de numerosos libros, como Telling the Truth: How to Revitalize Christian Journalism, y académico y compañero afiliado del Instituto Acton.
Durante tres décadas como editor de la revista World, Olasky fue firme impulsor de un modelo de “reportaje dirigido” y de “objetividad bíblica,” con sus raíces en el más viejo Modelo Europeo de Prensa.

Si el nuevo objetivo es “transparencia,” administradores sinceros de la sala de redacción necesitarán nuevas maneras de edificar la confianza de lectores potenciales, dice él, alcanzados por teléfono. En los viejos días, esto significó proteger el trabajo en ls sala de redacción ante inquietudes de la administración acerca de negocios y anuncios ̶ la vieja “separación de la iglesia y el estado.”

“Si usted no tiene esa separación, es difícil conservar la honestidad cuando usted está tratando de ser transparente con los lectores,” agrega Olasky, quien dejó de ser editor de World después de que, lo que él le dijo al New York Times, tuvo un voto de censura de parte de la junta directiva de la revista. El asunto era la creación de un nuevo sitio en la red de World impulsado por la opinión, que correría al lado del trabajo en noticias.

El progresista Texas Tribune, hace ver Olasky, publica en línea los nombres de todos sus donantes, “ya sea que donen $100.000 o $5.” Otras publicaciones -liberales o conservadoras- deberían ser así de sinceras. “Además, si hay un donante grande que se relaciona con alguna historia en particular, eso deberá revelarse al final de un artículo,” agrega él.

Pero, en el mundo feliz del periodismo digital, las organizaciones noticiosas necesitarán ser honestas sobre del impacto en sus lectores producto de las noticias. Después de todo, ahora los suscriptores son tan poderosos como los anunciantes, y esa influencia está creciendo año tras año.

“Esa ecuación se ha hecho obvia,” dice Olasky. Pero, los periodistas de élite no han estado dispuestos a decir, “Estamos creando nuestras noticias para satisfacer a una audiencia específica.”

Esta fue la realidad que la anterior editora de la página editorial del Times Bari Weiss enfrentó en su muy anunciada carta renuncia en el 2020, luego que defendiera una carta de opinión del senador Tom Cotton, en que afirmaba que las tropas de la Guardia Nacional podían ser usadas para proteger vecindades urbanas amenazadas por alborotadores tarde en la noche, alegando ser parte del movimiento Black Lives Matter.

“Un nuevo consenso ha emergido en la prensa, pero, tal vez, en especial en este periódico: que la verdad no es un proceso de descubrimiento colectivo, sino una ortodoxia ya conocida a unos pocos iluminados cuyo trabajo es informar a todos los demás,” escribió Weiss, cuyo liberalismo de la vieja escuela de la Primera Enmienda se convirtió en herejía en la sala de redacción. “Twitter no está en el membrete del New York Times. Pero, Twitter se ha convertido en su máximo editor.”

En este ambiente, una vieja pregunta se ha hecho relevante; ¿Qué es la verdad?

“La objetividad o, tal vez, hasta la exactitud, no es algo que a muchos periodistas en este momento les va a preocupar mucho,” dice Olasky. “Al fin y al cabo, cualquier sentido de objetividad supone algún grado de creencia en la verdad objetiva.” Esto tiene que afectar cómo las organizaciones noticiosas cubren las noticias religiosas y debates políticos ligados a la moral y la cultura.

¿Qué significa transparencia en la era de Twitter? Si bien es relativamente fácil para los editores ser transparentes acerca de los donantes, es difícil imaginar cómo pueden “ser transparentes acerca de los sesgos encontrados en su base de lectores, en términos de sus ingresos, sesgos políticos, y en dónde viven y trabajan,” hace la observación Olasky.
“Parece que hemos entrado en una era en que los lectores tendrán que tratar las salas de redacción como partidos políticos. Necesitamos más información acerca de qué es lo que está dando forma a las noticias, al tratar nosotros de tomar decisiones informadas. …Si la transparencia es el nuevo modelo, entonces, los reporteros de los medios necesitan presionar las organizaciones noticiosas para que publiquen más información sobre todos esos temas.”

El resultado final aleccionador: Al estar buscando periodismo en el que puedan confiar, tal vez hasta noticias que ofrezcan una cobertura balanceada, exacta, de ideas distintas a las propias, los ciudadanos estadounidenses se encuentran solos cuando buscan en la Red Global Mundial. Dios los ayude.

Terry Mattingly (tmall.net) dirige GetReligion.org y vive en Oak Ridge, Tennessee. Es compañero senior en el Centro Overby de la Universidad de Mississippi.

Traducido por Jorge Corrales Quesada