3 FALACIAS ECONÓMICAS FRECUENTES QUE NECESITAN ACABAR

Por Corey Iacono
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 18 de enero del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es corey iacono, foundation for economic education, fallacies, January 18, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En Estados Unidos, parece ser una creencia difundida que la economía “no funciona” para la mayoría de estadounidenses. Pero, examinemos algunos de los alegatos más frecuentes.

Aparentemente, todos los días aparecen reportes noticiosos y comentaristas políticos repitiendo falacias económicas, que deberían haber muerto y sido enterradas hace mucho tiempo.

Por desgracia, estos conceptos erróneos a menudo se toman por el público como ciertos al pie de la letra, típicamente porque su repetición frecuente les ha dado un sentimiento inmerecido de legitimidad. De hecho, es muy frecuente escuchar quejas acerca de la naturaleza de la economía que se usan para impulsar narrativas políticas y políticas específicas, lo que hace que investigarlas con escepticismo importe más.

1. LAS IMPORTACIONES LE RESTAN AL CRECIMIENTO ECONÓMICO

Nuestra primera falacia es la concepción errada de que el valor de los bienes importados de países del exterior le resta al desempeño económico general de un país (medido por el Producto Interno Bruto, o PIB).

En efecto, cada vez que el gobierno publica nuevos datos acerca del crecimiento económico, el ciclo de noticias que le acompaña está lleno de reportes que contienen afirmaciones erradas, como que “el comercio internacional substrajo 3.2 puntos porcentuales del crecimiento del PIB general, cuando las exportaciones cayeron fuertemente y las importaciones se dispararon.”

Esta lógica implica que cada dólar que los estadounidenses gastan en bienes importados, reduce en un dólar el tamaño de la economía estadounidense. Ahora bien, si eso fuera cierto, bien podríamos frenar del todo la importación de cualesquiera bienes ̶ pero, tal como sucede, esta creencia se basa completamente en una equivocación acerca de cómo se calcula el PIB.

PIB = consumo privado + inversión privada + gasto total del gobierno + (exportaciones – importaciones)

Cuando vemos la ecuación del PIB, parece cómo si el último componente, las exportaciones netas, supone que las importaciones en efecto le restan al PIB. Lo que no es visto en la ecuación es que las importaciones ya están incluidas en el gasto e inversión de los sectores privado y de gobierno, para sólo ser substraídas en la parte de las exportaciones netas de la ecuación. Para la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de Estados Unidos, “la producción de los Estados Unidos habría sido sobrestimada si la fórmula [del PIB] no removiera las importaciones.”

Aquí el efecto neto es que las importaciones no tienen un impacto en cómo se calcula el PIB. Sólo piense acerca de ello, el PIB es una medida de la producción económica total de la economía doméstica y, por tanto, los bienes extranjeros importados no deberían tener impacto sobre el PIB.

Ahora bien, aunque las importaciones no afectan cómo se calcula el PIB, ellas pueden afectar al PIB en sí, al influenciar factores como productividad, niveles de empleo, salarios, creación (o colapso) de empresas domésticas, etcétera.
Mucho se ha escrito sobre el tema, y, por lo general, la investigación encuentra que reducir las barreras a la importación (como los aranceles) conduce a un crecimiento económico más rápido, al aumentar la eficiencia en toda la economía.

2. EL ESTANCAMIENTO DE LA CLASE MEDIA

En Estados Unidos, parece haber una creencia extendida de que la economía “no funciona” para la mayoría de estadounidenses. Típicamente, para este alegato la referencia a la evidencia es que los salarios se han estancado para estadounidenses de clase media, a pesar de décadas de crecimiento económico.

Al pie de la letra, esta inquietud no deja de tener méritos. Los datos de la Oficina de Estadística Laborales de Estados Unidos muestran que la mediana de los salarios sólo ha crecido alrededor de un 11 por ciento cuando se ajustan por la inflación entre 1979 y el 2021. Paradójicamente, el consumo de familias de ingreso medio y menor ha crecido constantemente durante ese tiempo. Si los salarios están estancados, ¿cómo puede ser ese el caso?

Resulta que, la observación de “salarios estancados” es enteramente dependiente del uso del índice de Precios al Consumidor (IPC) ajustado por la inflación. Por mucho tiempo se ha sabido por economistas que el IPC sobrevalora la inflación pasada debido a una variedad de sesgos de medición, como fallar en tomar en cuenta correctamente mejoras en la calidad de los productos y la substitución del consumidor, con el paso del tiempo, de bienes relativamente más caros por otros menos caros. Al irnos más hacia atrás en el tiempo, el sesgo empeora.

En verdad, no hay un índice de precios es perfecto -y hay muchos- pero, por lo general los economistas consideran que el índice de Gastos en Consumo Personal (PCE por sus siglas en inglés) de la Oficina de Análisis Económico, mide con más exactitud la inflación para el consumidor al pasar el tiempo, pues da mejor cuenta de cambios en su comportamiento y brinda una cobertura más amplia de los bienes y servicios.

El cuadro “empleados de tiempo completo: Mediana de salarios semanales usuales ajustados por la inflación -trabajadores con sueldos y salarios (16 años y más),” se ve en corey iacono, foundation for economic education, fallacies, January 18, 2023.

Al usar el PCE para medir estándares de vida a lo largo del tiempo, implosiona el mito del “estancamiento salarial.” Como se muestra en el gráfico citado arriba, los salarios ajustados por el PCE crecieron un 33 por ciento entre 1979 y el 2021, consistente con otros análisis que también muestran una mediana de salarios crecientes.

Además de todo esto, la no partidaria Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos usa el PCE para medir el bienestar de familias estadounidenses a través del tiempo. Encuentra que, antes de tomar en cuenta impuestos y pagos de transferencias, los hogares en los tres quintiles del medio en la distribución de ingresos (lo que con amplitud consideraríamos como la “clase media”) vieron crecer en un 43 por ciento sus ingresos entre 1979 y el 2019. Esos hogares vieron sus ingresos aumentar en un aún mayor 59 por ciento luego de tomar en cuenta impuestos y transferencias.

Y ¿qué pasa con los hogares más pobres? Bueno, vieron sus ingresos crecer en un 45 por ciento antes de tomar en cuenta impuestos y transferencias y un impresionante 94 por ciento, luego de ello. Tal vez el crecimiento del ingreso podría ser más fuerte, pero, en verdad, no se ha estancado en el curso de los más o menos últimos cuarenta años.

3. EL BACHE SALARIAL SEGÚN EL GÉNERO

La creencia de que las mujeres son pagadas substancialmente menos que los hombres por el mismo trabajo (eso esto, “el bache salarial según el género”] está tan engranado en nuestra sociedad, que hasta la Oficina del Censo de Estados Unidos tiene un día del año dedicado a simbolizar cuántos días extra tienen que trabajar supuestamente las mujeres, para alcanzar la paridad con los hombres.

Esta realidad estadística de una diferencia en el promedio anual de ingresos para hombres y mujeres es, a menudo, retorcida para dar a entender que intencionalmente las empresas les pagan menos a las mujeres que a los hombres por hacer el mismo trabajo. En otras palabras, se mezcla la disparidad estadística con la discriminación.

Pero, la realidad es que los hombres y las mujeres no trabajan en los mismos empleos, no tienen la misma experiencia, no trabajan las mismas horas, etcétera. Si estuviéramos interesados verdaderamente en si las mujeres son injustamente pagadas menos, compararíamos hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo, con las mismas calificaciones. Un estudio de PayScale hizo eso en la realidad y encontró que las mujeres ganaban 99 centavos por cada dólar que un hombre se gana. Mito desacreditado, ¿verdad? No ante los ojos de ellos. Un artículo de PayScale que lo acompaña declara, “ningún bache es aceptable, así que el bache en la paga es real.”

¿De veras? O, tal vez, lo poco que queda del bache “no explicado” es resultado de factores no medidos, que pueden no estar relacionados con la discriminación. Por ejemplo, un estudio de PLoS One, que analizó un mercado de trabajo anónimo en línea, encontró que un 10.5 por ciento de bache en la paga por género a pesar de que la discriminación de género era una imposibilidad. Y el bache no desaparecía del todo también al tomar en cuenta otros factores, conduciendo a los autores a concluir que:

“…los baches en la paga por género pueden surgir a pesar de la ausencia de una discriminación abierta, una segregación en el trabajo, y acuerdos laborales inflexibles, aún después de que fueron controlados por experiencia, educación, y otros factores de capital humano.”

Bien puede ser el caso que, debido a la discriminación de género, estereotipos y presión social, a las mujeres no siempre se les otorgan las mismas oportunidades que a los hombres, contribuyendo a una divergencia en los salarios promedio de hombres y mujeres. Esa parece ser una cosa razonable de creer, pero, también, es una afirmación completamente diferente de aquella de que las mujeres son pagadas mucho menos que los hombres por el mismo trabajo.

Ahora bien, ¡tampoco tome este articulo como un hecho! También, piense críticamente e investigue esos puntos usted mismo.

Corey Iacono es un estudiante de posgrado de Maestría en Negocios en la Universidad de Rhode Island, con una licenciatura en Ciencia Farmacéutica y estudios en Economía.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.