BIENVENIDA LA DESINFLACIÓN, CUÍDESE DE LA NARRATIVA

Por Peter C. Earle
American Institute for Economic Research
13 de enero del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es peter c. earle, american institute for economic research, disinflation, January 13, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Hay signos crecientes de que el pico inflacionario 2021-2022 se está moderando. La medición de los encabezados del Índice de Precios al Consumidor (IPC), publicada ayer, mostró un descenso en los precios, año a año, del 7.1 por ciento en noviembre del 2022 a un 6.5 por ciento en diciembre del 2022. Si bien todavía son altos comparados con las últimas cuatro décadas, todos los principales indicadores de inflación han disminuido desde las alturas de este verano. Esa evaluación fácilmente podría probar ser prematura (en la década de los setentas, el final de los precios crecientes se anunció en numerosos casos antes que medidas decisivas fueran tomadas por Volcker) pero, por ahora, parece que lo peor quedó atrás nuestro. Aún si ese fuera el caso, y si durante los próximos años las condiciones desinflacionarias llegan a ser el ambiente económico prevaleciente, tanto el ritmo al que procede el descenso en el nivel general de precios, como el precio que se pagará por las políticas monetarias contraccionarias, es decir, una recesión, son temas que se asoman para el futuro cercano.

Una preocupación adicional involucra la aprensión cultural por los acontecimientos actuales. Las narrativas populares desempeñan un papel no trivial en la percepción de las políticas y la formación de las perspectivas públicas hacia las instituciones del gobierno y agencias afiliadas. Muchos ciudadanos, comprensiblemente, gravitan hacia explicaciones que se unen más armoniosamente con sus ideas vigentes. Pero, el impacto del poder de la narrativa es aún poco apreciado entre economistas. En el 2017, el Dr. Robert J. Schiller, profesor de la Universidad de Yale y ganador del premio Nobel en el 2013, hizo ver que las ciencias sociales, antropología, historia, sociología, psicología, y ciencia política, tenían un enfoque de investigación mayor hacia el estudio y efectos de narrativas de como lo hace la economía. Esto importa. El mundo en que estamos alimenta directamente al mundo en que pronto estaremos, y las explicaciones de consenso en formación hoy, mañana llegarán a ser las descripciones autorizadas.

Tome por ejemplo la campaña de política monetaria entre 1993 y 1995, que condujo a la amplia coronación del anterior presidente de la FED, Alan Greenspan, como el “Maestro.” Ahora conocida como “aterrizaje suave,” la idea de que, bajo la guía maestra de Greenspan, la FED hábilmente tejió un estrecho camino entre una inflación mayor y un crecimiento más lento (o una recesión) es el mismo que prevalece hasta la fecha. Pero, como muchas narrativas económicas establecidas, esta se ha aglutinado a lo largo de líneas decididamente partidarias.

De hecho, numerosos otros factores estaban en operación al crearse las condiciones de mediados de la década de 1990 por las que la FED recibió mucho aplauso. Los precios globales del petróleo se habían reducido sustancialmente luego de la primera Guerra del Golfo. Los mercados en Europa Oriental y Rusia se estaban abriendo por primera vez en medio siglo, y el comercio con China empezó a dispararse. Mientras tanto, los avances tecnológicos, aún pocos años antes de empezar la revolución de la internet, estaban elevando la productividad. Tampoco, el “aterrizaje suave” no fue tan “suave” como se le recuerda. El incremento en las tasas de interés condujo a un pico en impagos y quiebras, con un total de solicitudes de quiebra (de empresas y no empresas) de un 34.6 por ciento entre 1993 y 1996. El mercado de bonos se desplomó, afectando el acceso de muchas firmas al financiamiento. Se presentaron dos grandes crisis: la solicitud de quiebra municipal más grande en la historia de Estados Unidos del Condado de Orange, California, y la Crisis del Peso Mexicano, ambas directamente ligadas con tasas de interés crecientes. Si más escepticismo se hubiera expresado en torno a lo que banqueros centrales pueden hacer en realidad, o que más advirtieran de tener cuidado en relación con la naturaleza compleja de la política monetaria y sus efectos, ¿quién sabe qué habría pasado? La burbuja de las dot com de fines de 1990, el mercado a la baja del 2002, y la burbuja de las viviendas de inicios de los años 2000 (que condujo directamente a la Gran Recesión del 2008), muy posiblemente se hubieran desarrollado diferentemente, si es que del todo.

La administración Biden ha culpado del alza en los precios al virus del COVID, Vladimir Putin, dueños de estaciones de gasolina, firmas de transporte marítimo, y otros chivos expiatorios ridículos. Por suerte, nada ha sido especialmente persuasivo para el pueblo estadounidense. Sin embargo, podría presentarse un giro más sutil, cuando los precios desciendan y se encojan las memorias de los consumidores asediados. La cronología actual, y aquella que resulta ser la más exacta, es que los dos últimos años de inflación son consecuencia perniciosa, no prevista, de tecnócratas monetarios de un solo truco, bajo pánico. Pero, tal como con el así llamado “aterrizaje suave” de 1994, es posible que emerja una narrativa competidora. En esta, los banqueros centrales habrán enfrentado un riesgo existencial cuando hábilmente inundaron al mundo con billones de billones de dólares. Al hacerlo así, ellos diseñaron expertamente un pico inflacionario para salvar al mundo de una catástrofe, luego, hábilmente, extinguieron la conflagración cuando las exigencias habían amainado.

De prevalecer esa narrativa, una cantidad de desafortunadas consecuencias son posibles. Como mínimo, una FED hasta la fecha venerada es posible que se beneficie de mayor imprimátur político. Ese sería un lamentable paso hacia atrás, en momentos en que es dolorosamente necesario un escrutinio más cercano a sus órdenes en conflicto y una formulación de política crecientemente del “despertar.” Globalmente los bancos centrales pueden sentirse más envalentonados a llevar a cabo más metidas de patas monetarias. Peor que todo, los futuros funcionarios de la política monetaria pueden llegar a ver las políticas monetarias estadounidenses de la era de la pandemia, como indicadoras de un nuevo nivel de destreza y buscar aplicarlo en el futuro.

La reciente corriente ascendente de inflación ha sido ruinosa e innecesaria, pero, no obstante, altamente instructiva. Esperamos que la desinflación proceda expeditamente y, si así lo hace, que permanezcamos atentos de que el resultado es a pesar de, en vez de debido a, los banqueros centrales y su limitada variedad de instrumentos de política rezagados e impredecibles.

Peter C. Earle es economista y escritor, quien se unió al American Institute for Economic Research (AIER) en el 2018 y previamente pasó más de 20 años como corredor y analista en mercados en diversas firmas de valores y fondos de inversión en el área metropolitana de Nueva York, así como manejando una consultora de juegos y criptomonedas. Su investigación se centra en mercados financieros, criptomonedas, temas monetarios, la economía de los juegos y problemas de medición económica. Su nombre ha sido citado en el Wall Street Journal, Bloomberg, Reuters, CNBC, Grant´s Interest Rate Observer, NPR y muy diversas publicaciones. Pete tiene una maestría en economía aplicada de la American University, una maestría (en finanzas) y una licenciatura en ingeniería de la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point.

PUBLICACIONES SELECCIONADAS

“General Institutional Considerations of Blockchain and Emerging Applications,” coautor con David M. Waugh en The Emerald Handbook on Cryptoassets: Investment Opportunities and Challenges (próximamente), editado por Baker, Benedetti, Nikbakht, and Smith (2022)
“Operation Warp Speed,” coautor con Edwar Escalante en Pandemics and Liberty (próximamente), editado por Raymond J. March and Ryan M. Yonk (2022)
“A Virtual Weimar: Hyperinflation in Diablo III” en The Invisible Hand in Virtual Worlds: The Economic Order of Video Games, editado por Matthew McCaffrey (2021)
“The Fickle Science of Lockdowns” coautor con Phillip W. Magness, Wall Street Journal (diciembre del 2021)
“How Does a Well-Functioning Gold Standard Function?” coautor con William J. Luther, SSRN (noviembre del 2021)
“Populist Prophets, Public Prophets: Pied Pipers of Lucre, Then and Now” en Financial History (verano del 2021)
“Boston’s Forgotten Lockdowns” en The American Conservative (noviembre del 2020)
“Private Governance and Rules for a Flat World” en Creighton Journal of Interdisciplinary Leadership (junio del 2019)
“’Federal Jobs Guarantee’ Idea Is Costly, Misguided, And Increasingly Popular With Democrats” en Investor’s Business Daily (diciembre del 2018)

Traducido por Jorge Corrales Quesada.