LA TEORÍA MONETARIA MODERNA ESTÁ MUERTA. AHORA PARA BIEN DEBE ENTERRARSE

Por David Sukoff
Fundación para la Educación Económica
Martes 3 de enero del 2023

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Destetar al gobierno y la FED de gastar e imprimir será un proceso lento y agonizante. Pero necesita suceder.

A fines de la década de 1960, Milton Friedman aclaró su famosa salida al afirmar que “En cierto sentido, ahora todos somos keynesianos; en otro, ya nadie es más un keynesiano.”

En la primera parte, ahora todos somos keynesianos porque el gasto descontrolado del gobierno nos ha forzado a serlo.
En el último sentido, no somos keynesianos porque ese gasto ha diezmado nuestro bienestar financiero. La Teoría Monetaria Moderna (TMM) es esencialmente una ramificación del keynesianismo, en que el gobierno puede gastar ad nauseam e imprimir proporcionalmente dinero sin un mal efecto. Con la inflación histórica que ahora experimentamos, la TMM ha sido plenamente repudiada. La TMM está muerta ̶ ahora debe enterrarse.

En sus libros de economía básica, el profesor Paul Krugman predica keynesianismo. Él enseña a estudiantes acerca del multiplicador del gasto gubernamental. En su cuento de hadas, el gobierno gasta un dólar y la economía crece más de un dólar. La primera pregunta del estudiante debería ser: ¿De dónde proviene ese dólar de gasto? La segunda pregunta del estudiante debería ser: Si en efecto ese místico multiplicador fuera real, entonces, ¿por qué no gastar y gastar y gastar? Las respuestas son claras y son la base del repudio a la TMM. En algún momento, un dólar de gasto del gobierno debe provenir de un dólar de impuestos. Sobre la segunda, el gobierno federal creía en ambos el mito de Krugman como en la TMM, y gastó tanto como posiblemente pudiera. Con el tiempo, vino el final inevitable, y no era un cuento de hadas.

Si no hubiera una consecuencia discernible del gasto gubernamental, entonces, el incentivo para cualquier gobierno sería rociar dinero en toda dirección. Todos, el keynesianismo, el multiplicador de Krugman y la TMM, intentaron proporcionar cobertura, y permitir al gobierno que gastara. Es sencillamente imposible, y no está en disputa, que, en cierto punto, ese dólar de gasto deba provenir de un dólar de impuestos. Si hay un déficit presupuestario, el gobierno pide prestado para llenar el hueco. Básicamente, el gobierno pide dólares prestados emitiendo bonos del gobierno. Para sostener ese deseo insaciable de gastar dinero, y no elevar los impuestos actuales a niveles poco atractivos, el gobierno emite deuda adicional.

En años recientes, el cociente de la deuda con respecto al PIB ha cruzado el nivel del 100 por ciento y a la fecha está en un nivel histórico. Esto crea numerosos problemas, de los que no menos importante es la tasa creciente de interés. Si el gobierno adiciona a la oferta de bonos, el precio debería reducirse, y la rentabilidad (el rendimiento en intereses) aumentaría. Con esa deuda colosal, los rendimientos crecientes deberían obligar al gobierno a gastar aún más en pago de intereses, resultando en todo tipo de otros efectos negativos sobre la economía en general.

Introduzca la magia de la Facilitación Cuantitativa (FC) [el banco central aumentando la oferta de dinero, con una política monetaria no convencional al aumentar el exceso de reservas en el sistema bancario al comprar activos financieros en el mercado] y la TMM. El gobierno quiere gastar, pero no aumentar los impuestos. Entonces, debe emitir deuda, pero no causar un alza en las tasas de interés. Bueno, ¡la Reserva Federal (FED) puede intervenir y comprar bonos! Suena perfecto ̶ ciertamente para los funcionarios de gobierno que quieren gastar, y alegar que están estimulando la economía. Aún mejor, no hay un límite real de dólares en bonos a lo que la FED puede comprar. Billones sobre billones son posibles. La cuenta de balance de la FED se elevó en aproximadamente $8 billones durante los últimos 20 años, con más de $4 billones de eso tan sólo en los últimos dos años. Hay un problema crucial, y es donde la TMM se utiliza para confundir: Cuando la FED compra bonos, está imprimiendo dinero.

Es una imprenta bastante sencilla. La Reserva Federal le compra un bono a un vendedor. El vendedor le entrega el bono a la FED, y la FED aprieta un botón para depositar dinero en la cuenta del vendedor. Ese dinero es creado con un golpe a la tecla. El sonido de esta imprenta es Ingrese-Ingrese-Ingrese, clic, clic, clic. Y es así como, en los últimos dos años, la FED “imprimió” $4 billones de nuevos dólares. También, la FED es por mucho el mayor tenedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos ̶ con una hoja de balance actual de más de $8 billones. Pero, la TMM dijo que ese no era un problema, y por años y años parecía ser lo correcto cuando la FED estaba aumentando su hoja de balance sin signo discernible de inflación.

Pero, hubo inflación. Simplemente se manifestó en otros lugares además de los precios a los consumidores. La inflación es un fenómeno monetario. Es matemática básica. Si se agregan nuevos dólares a la oferta total de dólares, entonces, debe aumentar el precio de todo aquello por lo que un dólar se puede intercambiar. Este es sencillamente un hecho matemático ̶ no una teoría económica como un multiplicador o imprimir y gastar ad nauseam. Se agregan dólares, los precios en dólares se elevan. Cuando la FED estaba llevando a cabo la FC agregando a su hoja de balance e imprimir dinero, el precio de los activos financieros se disparó por los cielos. Fuimos testigos de una de las mayores transferencias imaginables de riqueza hacia los tenedores de activos financieros, desde el público como un todo.
Irónicamente, muchos que promovieron el keynesianismo y la TMM son los mismos que se quejan más fuertemente acerca de la desigualdad de la riqueza que sus políticas causaron directamente. Las burbujas son infladas por dólares,
Y, dado que la puesta en práctica de la FC fue la piedra básica de la política de la FED, esa burbuja no estaba en peligro de estallar, pues la FED sólo compraría más bonos, e imprimiría más dinero. Se dijo que la TMM estaba bien.

Pero, como el agua, el dinero en su momento encuentra su camino y rompe la presa. Con acciones y criptomonedas y bienes raíces por los cielos, era sólo un asunto de tiempo para que todo ese dinero encontrara su camino hacia los bienes de consumo. La inflación, como comúnmente la entendemos, había arribado. Estaba matemáticamente preordenada, y, no obstante, aún algo inesperada. Históricamente alta. Estamos hablando de la altura de los años de 1970. Tan altas como para romper los presupuestos familiares. Tan alta como para aplastar el crecimiento económico. Y todo debido al fracaso de preguntar en voz alta y entender esas dos preguntas muy básicas: ¿De dónde viene el dinero?, y, si la teoría en la realidad funcionaba, ¿no debería el gobierno tan sólo emitir una cantidad infinita de dinero?

Tal vez, aquellos en el gobierno simplemente no querían preguntar o entender estas preguntas. Era divertido, para algunos, mientras duraba. Pero, ahora se acabó. Esas preguntas necesitan hacerse, una y otra vez, de nuevo. Porque las respuestas son obvias, y claras, e indisputables. Por desgracia, también lo es la solución a nuestra actual crisis inflacionaria. El gobierno necesita reducir dramáticamente el gasto, y la FED necesita desenrollar su hoja de balance.

Destetar al gobierno y alejar la FED del gasto y la impresión será un largo y agonizante proceso. Y enteramente necesario. Nadie debería ser más un keynesiano. Ciertamente, no si el objetivo es reducir la inflación y tener una economía creciente, robusta, y libre.

El keynesianismo, el multiplicador de Krugman, y la TMM, todos, han sido repudiados empírica, lógica, matemática, y plenamente.

David Sukoff es asesor en la comunidad de administración de inversiones y previamente cofundó y manejó un fundo de un valor relativo de ingreso fijo de $500 billones. También, es cofundador de una compañía de software e inventor de múltiples patentes. Dave se graduó del MIT, en donde su carrera principal fue en finanzas y economía.

Traducido por Jorge Corrales Quesada