CONTROLES DE PRECIOS Y SALARIOS NO SON LA RESPUESTA A LA INFLACIÓN

Por Raymond C. Niles
American Institute for Economic Research
10 de enero del 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es raymond c. niles, american institute for economic research, inflation, January 10, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El prominente economista del New York Times Paul Krugman lo ha hecho de nuevo. Presentándose contra los principios aceptados de la economía, aparece a favor de los controles universales de precios y salarios.

Los controles de precios han sido plenamente desacreditados por la historia y la teoría económica. De hecho, una de las primeras lecciones en un curso introductorio estándar de microeconomía para estudiantes universitarios de primer año, explica cómo los controles de precios (y salarios; a partir de aquí, sólo “controles de precios”) causan escaseces y excedentes. Siempre que un precio se establece por debajo o por encima de un precio de mercado de equilibrio, crea un desbalance entre las cantidades demandadas y suplidas, conduciendo ya sea a una escasez o a un excedente del producto en cuestión, ya se trate de gasolina, leche, o mano de obra no calificada.

Los Diagramas de Control de Precios de un Libro de Texto de Economía Introductorio se pueden ver en el original en inglés en raymond c. niles, american institute for economic research, inflation, January 10, 2023.

Indicando el problema en términos positivos, el economista Alex Tabarrok dice que “un precio es una señal envuelta en un incentivo.” El padre de la economía, Adam Smith, identificó la importancia de los incentivos cuando habló acerca de la “mano invisible” del mercado. Motivados solamente por el incentivo del interés propio, el carnicero, el panadero, y el cervecero actúan en armonía con todos para brindarnos nuestra comida. Todo esto sucede (en exactamente las cantidades correctas y usando los métodos más eficientes de producción) debido a la operación del mecanismo de precios de mercado. El efecto coordinador de los precios como señales de qué y cuánto producir lo explicó famosamente el economista laureado con el Premio Nobel Friedrich Hayek, en su artículo de 1945, “El uso del conocimiento en la sociedad.” Este principio fue luego popularizado por el economista Leonard E. Read en su ensayo de 1958, “Yo, El Lápiz,” y más recientemente en el elegante video del 2012. “I Pencil: The Movie.”

Reforzando lo que la teoría económica nos dice, en la historia de controles de precios abunda la evidencia del daño causado, desde el infame Edicto del Emperador Diocleciano del año 303 después de Cristo, en la antigua Roma, hasta los controles del precio de la gasolina en la década de los años setenta en Estados Unidos, y, tal vez, el más infame, el desastroso experimento de ocho décadas de duración en la Ciudad de Nueva York, con el control de alquileres de viviendas.

El ejemplo más infame de controles universales de precios -que el profesor Krugman endosa- es la Unión Soviética. Bajo el comunismo, el gobierno controla todos los medios de producción, de forma que un gobierno comunista encara el peso de decidir cada precio específico en la economía. En su intento por desempeñar esta tarea imposible, en cierto momento la Unión Soviética empleó a 30.000 fijadores de precios y planificadores económicos en el Gosplán, su burocracia económica central encargada de administrar su economía y de llevar a cabo sucesivos Planes Quinquenales.
Sin que sorprenda, fue un desastre, resultando, en el peor de los casos, en hambrunas masivas (un resultado documentado en toda sociedad comunista) y, en el mejor de ellos, en una pobreza diseminada y una incapacidad completa para hacer avances tecnológicos por sí sola, sin importarlos o robarlos de Occidente. En ultima instancia, la economía soviética no podía ser planificada, y finalmente colapsó en 1991.

En este contexto, el Sr. Krugman, despreocupadamente, sugiere que controles de salarios y precios en toda la economía podrían ser la respuesta a la inflación en Estados Unidos. Los controles de salarios y precios en toda la economía se intentaron previamente en la década de 1970, en un esfuerzo por detener la inflación. En aquel entonces, ambos fallaron, pues todo intento está destinado a fracasar, pues ellos no enfrentan la causa de la inflación. El economista Milton Friedman identificó la causa al decir que “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario.” La inflación es fundamentalmente causada por una política monetaria altamente expansiva de un banco central o por un gasto gubernamental en exceso, que luego lo monetiza el banco central. Convertir déficits en dólares que inundan la economía causa el aumento de los precios. No es coincidencia que el gasto pandémico masivo y la monetización por la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, causara nuestro reciente pico en la inflación. Tampoco es coincidencia que todo episodio de hiperinflación en la historia haya estado marcado por una expansión rápida de la oferta de dinero.

El otro error preocupante del Sr. Krugman, y uno frecuente hecho por economistas, es lo que yo llamo la “Falacia del Rey Filósofo.” Es el fracaso en considerar el contexto político en que se hacen las políticas. El Sr. Krugman cita un único ejemplo en donde un pequeño país (Israel) impuso controles parciales de precios, débilmente controlados, a mediados de los años ochenta. Al citar el éxito aparente de esta política para reducir la inflación (que también comprendió importantes reformas pro mercado, no acreditadas por Krugman, tales como subsidios reducidos y privatización de empresas), Krugman implica que podríamos, quirúrgicamente y con precisión imponer y remover controles de precios sin efecto dañino alguno, logrando el objetivo esperado de reducir o frenar la inflación, sin otras consecuencias nocivas indeseadas.

La ingenuidad es inexcusable en un académico económico sofisticado y muy leído, quien con regularidad consulta con líderes políticos y entiende el proceso político. Una vez que el gobierno interfiere en la economía, de inmediato da lugar a nuevos intereses creados que harán cabildeo para retener la política dañina. Esto ha mostrado ser intratablemente cierto para un amplio rango de controles de precios, como el control de alquileres en la Ciudad de Nueva York. Al inicio, el control de la Ciudad de Nueva York era sólo parte de una red de control temporal de precios en toda la economía, en la época de guerra, impuesta durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando esos controles se repelieron en 1946, poco después de concluir la guerra, la economía liberada estadounidense fue objeto de una rápida expansión de postguerra.

Por desgracia, se mantuvieron en su sitio los controles de alquileres de apartamentos en la Ciudad de Nueva York, primero por el gobierno de la ciudad, luego por el gobierno del estado, ostensiblemente para mantener bajas las rentas para los soldados que regresaban de la guerra. Pero, los controles no tuvieron tal efecto. En vez de eso, el control de las rentas de inmediato creó una escasez de vivienda, una que, desde ese entonces, ha empeorado por décadas. En vez de hacer asequibles con alquileres bajos a los apartamentos, ha creado una escasez artificial de vivienda, una que ha tenido el efecto perverso de elevar los alquileres del mercado al nivel más alto del país, y, dentro de pocos años, en el mundo. Al mismo tiempo, dio lugar a un poderoso interés creado de inquilinos quienes, en ese momento, tenían controlada la renta (y “estabilizada,” el nuevo término para el control de alquileres después de 1969), quienes no querían que sus rentas se elevaran, a expensas de caseros cuyas propiedades fueron dañadas económicamente (e incluso destruidas) por la pérdida de ingresos por alquileres, y a expensas de inquilinos futuros, quienes tenían que pagar precios mucho más altos por los pocos apartamentos disponibles con tarifas de mercado, o que languidecían por años en apartamentos con rentas reguladas pobremente mantenidos.

Intereses creados similares se forjaron con controles de precios agrícolas (precios mínimos obligados, o “precios de sustentación”) decretados durante la Gran Depresión para productos agrícolas lácteos y trigo. Como el control de alquileres (una medida “temporal para la época de guerra”), esas medidas “temporales” diseñadas para luchar contra la Gran Depresión de los treintas aún hoy se encuentran entre nosotros, casi 90 años más tarde. Se mantienen en su sitio por los extensos esfuerzos de cabildeo de agricultores, quienes contribuyen con millones de dólares a congresistas para asegurarse que esos controles se mantengan en vigencia.

Si Estados Unidos impone controles de precios en toda la economía, como propone Krugman, eso no detendría la inflación, al igual que los controles en toda la economía del Emperador Diocleciano no detuvieron la inflación romana y tal como los controles en toda la economía de los años setenta, no frenaron la inflación estadounidense. Pero sí lanzaría arena a los engranes de la economía, destruyendo el efector coordinador de la Mano Invisible. Reduciría nuestro estándar de vida y crearía nuevos electores políticos con intereses creados a favor de mantener partes de ellos, aún si uno pudiera precisamente remover los controles “temporales” justo en el momento exacto, tal como lo esperaba el Rey Filósofo Económico.

La ventaja de la teoría verdadera establecida es que no necesitamos mantenernos repitiendo los errores del pasado. Hay partes no definidas de la teoría económica, pero, el efecto coordinador beneficioso de precios determinados por el mercado libre no es una de ellas. Me sorprende y desilusiona que un columnista económico prominente en el autodescrito “Diario de Referencia,” el New York Times, traficaría en tales disparates.

Raymond C. Niles es compañero sénior del American Institute for Economic Research. Tiñe un PhD. en Economía de la Universidad George Mason y una Maestría en Administración de Empresas en Finanzas & Economía de la Escuela de Negocios Leonard N. Stern de la Universidad de Nueva York. Previo a embarcarse en su carrera académica, Niles trabajó durante más de 15 años en Wall Street como analista sénior de investigación en acciones en Citigroup, Schroders, y Goldman Sachs, y como socio administrador de un fondo de cobertura de inversiones en acciones de energía. Niles ha publicado un capítulo en un libro y numerosos artículos en publicaciones académicas y populares.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.