Pensemos si este fenómeno de la desinformación es uno nuevo o sólo ampliado con las llamadas redes sociales y no propio sólo de otros lugares, como el que comenta la autora, sino también por aquí. Como que el poder corrompe y la ambición de tener el poder estimula la desinformación.

CÓMO PERIODISTAS DE LA DESINFORMACIÓN PRACTICAN LA DESINFORMACIÓN

Por Christine Rosen
Commentary Magazine
Enero 2023

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es christine rosen, commentary magazine, journalists, January, 2023. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Si bien muchos medios noticiosos tales como CNN anunciaron recientemente una gran cantidad de despidos, una remoción periodística aún sigue en auge. Llámelo la Oficina de Desinformación. El Washington Post ha creado una nueva posición para reportar exclusivamente acerca de “desinformación de la salud,” que incluye “las fuerzas que promueven la desinformación médica y científica en temas como vacunas, drogas, suplementos nutricionales y tratamientos de cuido de la salud.” La Radio Nacional Pública [NPR por sus siglas en inglés] auspicia un “Equipo de Desinformación” completo, cuya misión es amplia: “Desde las mentiras acerca de la elección del 2020 a la influencia creciente de los activistas anti vacunas, hasta la influencia permanente del negacionismo del cambio climático, se han filtrado mentiras y teorías de la conspiración en casi todos los aspectos de la vida cotidiana moderna, tanto en Estados Unidos como alrededor del globo.”

Como lo demuestran las palabras de la NPR, el ámbito está dominado por gente de izquierda que está muy preocupada acerca de la mala información por parte de la derecha. Cuando el New York Times publicó recientemente “6 Podcasts acerca de los Peligros de la Mala Información,” los tópicos cubiertos incluían los motines del 6 de enero en Washington, célibes involuntarios, anti vacunas, y Alex Jones [comentarista de radio de extrema derecha y teórico de la conspiración]. Y, si bien en la derecha hay mucho espacio por cubrir acerca de la diseminación de la mala información y la desinformación, el enfoque partidario del ámbito incipiente ya ha producido algunas historias de advertencia.

Considere dos ejemplares de esta nueva estirpe de guerreros del teclado del computador: los reporteros de Noticias de la NBC Ben Collins y Brandy Zadrozny. Cuando los ejecutivos promovieron los dos a “reporteros séniores,” se les acreditó crear la remoción de “desinformación y mala información” en la red. La editora ejecutiva de Noticias de la NBC, Sally Shin, dijo que el reportaje de la pareja “ha servido como llamado a despertar ante los peligros que emanan de las esquinas obscuras de la Internet.” Ellos, a menudo, trabajan en conjunto.

Como escritores prolíficos de literatura barata, para su trabajo Zadrozny y Collins han descansado en una fórmula confiable: Examinan un parche dudoso en la Internet, encuentran algo terrible, luego hacen una extrapolación para aseverar que esas ideas de la periferia (siempre convenientemente del ala derecha) son ahora la corriente principal y que son peligrosas. Este fue el modelo usado para minimizar las revelaciones del New York Post acerca de la computadora portátil de Hunter Biden, en el período previo a las elecciones del 2020. Ellos amontonaron eso junto con teorías de conspiración que involucran tráfico de niños, las que, en ese momento, andaban dando vueltas en pizarras acerca de mensajes en línea del ala derecha. Los dos concluyeron que las revelaciones de la computadora portátil y las teorías de conspiración eran todo “parte de un esfuerzo más amplio por difamar a Hunter Biden y debilitar la campaña presidencial de Joe Biden, la que se movía desde las periferias de la Internet hacia los medios noticiosos más conservadores de la corriente principal.”

Collins hizo mucho de lo mismo en una pieza llamada ““QAnon’s New ‘Plan’? Run for School Board.” Él buscó implantar la etiqueta Q a diversas personas que le dijeron, bajo constancia, que no creían en las teorías del QAnon, sino que estaban participando en elecciones para las juntas de educación, debido a preocupaciones en torno a lo que estaba pasando en las escuelas públicas. No importó lo que ellos dijeron. Collins tenía su tema y no iba a soltarlo.

También, esa fue la fórmula para recientes señalamientos de Collins acerca de afirmaciones antisemitas de Kanye West. Apareciendo en MSNBC, Collins afirmó, sin evidencia, que “círculos de podcasts republicanos,” que no nombró, deberían ser culpados por los señalamientos viles de Kanye: “Hay muchas personas que están impulsando esos mismos puntos de conversación. …Ellos no está de acuerdo con la clasificación que todos los judíos están haciendo eso, que Kanye puede tener algunos puntos buenos, que es mucha de la palabrería que usted escucha en este momento en círculos de podcasts republicanos.”

No es noticia que gente ponga cosas locas en línea, y no sorprende que alguna gente, por desgracia, decide creerlas. Lo que es nuevo es la industria que ha emergido para reportarlo y vigilarlo, y el incentivo para ver crisis y peligro a la vuelta de cada esquina. El lenguaje de conflicto militar aflora regularmente cuando reporteros de la desinformación describen su trabajo. Hacen ver que están en “las líneas del frente” en una “guerra de información,” como si ver 4Chan [sitio anónimo de la Internet] y aparecer en televisión por cable fuera similar a arriesgar la vida propia en una batalla.

También, con frecuencia ellos descansan en ideas de un número pequeño de “expertos” en desinformación, que comparten sus ideas políticas y están dispuestos a dejar pasar los daños de la desinformación, cuando ella beneficia su lado político. Una fuente favorita de expertos de Collins y Zadrozny es Renee DiResta, ahora con el Observatorio de Internet de Stanford, pero antes con Yonder (llamado en una época Nuevo Conocimiento). DiResta es una persona rara para consultar, pues ella misma fue parte de un equipo en Yonder que hizo una campaña de desinformación diseñada para ayudar al demócrata Doug Jones a derrotar al republicano Roy Moore en la elección especial para el Senado en Alabama en el 2017.

Yonder “orquestó una elaborada operación de ‘bandera falsa,’ que plantó la idea de que la campaña de Moore era amplificada en medios sociales por un conjunto de robots automáticos rusos,” según un reporte interno de Yonder obtenido por el New York Times. Yonder creó miles de cuentas falsas rusas en Twitter y Facebook en apoyo de Moore, atrayendo atención negativa de medios nacionales a su campaña. Cuando se les atrapó tratando de influir de esa forma en una elección, Yonder alegó que era sólo un “experimento.” Irónicamente, también los empleados de Yonder, incluyendo a DiResta, habían trabajado hacía poco con demócratas en el Senado de Estados Unidos para que fueran autores de un reporte acerca de interferencia rusa en la elección del 2016. Evidentemente, cuando los rusos lo hacen, es una injerencia peligrosa, pero, cuando lo hacen los expertos demócratas en desinformación al servicio de derrotar a los republicanos, es una “investigación.”

Los reporteros estrella en desinformación de la NBC no se oponen al tráfico propio de desinformación. Considere un ejemplo reciente: En la posteridad inmediata a un asesinato en masa, que mató a cinco personas en un bar LGBTQ en Colorado Springs, Collins se presentó en NBC y alegó que el asesino había sido radicalizado por medios conservadores y en su ánimo contra la gente gai. Para ese momento, las fuerzas policiales no habían compartido información acerca de los motivos del asesino, pero, según Collins, los reporteros necesitaban “tener un momento de súbito reconocimiento.”
Apareciendo en MSNBC, dijo él: “¿A qué teme usted más? ¿Aparecer en Breitbart diciendo que la gente trans merece estar con vida? O, ¿tiene usted mayor temor de despertarse ante noticias de más gente muerta? Yo temo más a gente muerta.” A pesar de su temor supuesto hacia más cadáveres, él encontró tiempo para enfocar más sus señalamientos sobre sí mismo, cuando destacó muchas de sus propias historias previas y preguntar. “¿Qué estoy haciendo mal?” En un corte de dos minutos, él uso la palabra “yo” 15 veces.

Después, Collins apareció en el programa de televisión Meet the Press y repitió su afirmación de que “la campaña de meses de elegir como blanco los acontecimientos y derechos de trans y gais y simpatizantes… ha sido una narrativa persistente por la derecha anti LGBTQ en los últimos, sabe usted, seis meses en el año pasado” y que “estas narrativas han logrado tal adhesión que ellas, de hecho, están endosando la violencia en este punto.”

Sin embargo, cuando el asesino apareció en la corte, él alegó ser no binario y quería ser referido como “Mx” ̶ una alteración a la pulcra narrativa de Collins.

Pero, cuando a Collins se le preguntó en el aire en el 2019 acerca del asesino en masa en Dayton, Ohio, de quien las autoridades habían descubierto era un declarado socialista, con una historia pública de apoyo a políticos estatistas como Bernie Sanders y Elizabeth Warren y que expresó furia ante la elección del 2016 (un tuit típico: “Quiero el socialismo, y no esperaré a que los idiotas por fin lleguen a entenderlo”), se rehusó a especular acerca de la motivación. “Más neutral que cualquier otra cosa,” dijo él. “No sabemos si existe alguna afiliación política.”

Su colega Zadrozny también fue rápida en culpar a medios conservadores por los asesinatos de Colorado Springs. “He venido siguiendo esto desde alrededor de marzo y abril,” dijo ella en la NBC. “Seguimos tendencias de odio en línea, supongo. Y desde abril y marzo, la comunidad LGBT realmente ha sido el foco principal de este odio. Si hay algún conducto empieza desde alguna cuenta en línea de las más pequeñas… [luego] se mueve hacia la blogósfera del ala derecha, y luego termina en Tucker Carlson o en la boca de algún político del ala derecha. Y es un ciclo realmente peligroso que tiene consecuencias en el mundo real.”

Cuando el Washington Free Beacon tuiteó una pieza del espectáculo con una mención directa de Zadrozny, Zadrozny respondió con un tuit, “Esto absolutamente no [es] cierto y si usted tuviera una pizca de legitimidad, lo eliminaría y corregiría. No me quedaré esperando.” Exactamente, ¿corregir qué? ¿Sus propias palabras, grabadas en un video?

Como muchos reporteros en el espacio de la desinformación, a Zadrozny le disgusta Libs of Tik Tok, una cuenta de Twitter que postea fragmentos de cuentas en medios sociales orientadas a la izquierda. Libs of Tik Tok tuiteó lo siguiente después del asesinato: “Esta organización en Colorado les enseña a niños cómo convertirse en travestis y ayuda a los niños a ‘experimentar sin peligro el arte del travestismo en la escena,’” con ligámenes directos a materiales de publicidad de la organización. Zadrozny tuiteó en respuesta: “Por meses ha venido creciendo la odiosa y violenta retórica en línea teniendo como blanco la gente LGBTQ. Ahora, pocas horas después del asesinato en masa en #ClubQ, la peor de esas cuentas de odio, LibsofTikTok, está apuntando a otro acontecimiento travesti en Colorado.”
Zadrozny, la amante del enfoque Motte y Bailey al periodismo [la falacia Motte-and-Bailey por el nombre del castillo, es una forma falaz de argumentar, en que uno de quienes discute mezcla dos posiciones que comparten similitudes, una modesta y fácil de defender [el “motte”: terrón en español] y el otro más controversial y difícil de defender [el “Bailey”: patio interior en inglés] y, cuando el que argumenta así es presionando, insiste en que sólo promueve una posición más modesta], cree que una cuenta de Twitter que postea información públicamente asequible está “apuntando” a gente por violencia ̶ lo que sirve como justificación para censurarla. En esto, ella hace eco de las creencias de muchos empleados actuales y previos de plataformas de medios sociales; el anterior director de seguridad de Twitter, Yoel Roth, dijo recientemente que las cuentas de Twitter, como Libs of Tik Tok y la Babylon Bee, no sólo “no eran divertidas,” sino “peligrosas” y que su existencia “contribuye a un ambiente que hace insegura a la gente en el mundo.” “Empecemos por la premisa de que es una m…,” dijo él.

Esto sugiere un problema más amplio en la remoción de la desinformación. Estos “reporteros” se ven a sí mismos no sólo como reporteros, sino como salvadores y defensores, y, como tales, ellos reaccionan de mala manera a la crítica de sus trabajos. En el 2020, cuando Glenn Greenwald cuestionó la credibilidad de algunos reporteros acerca de la remoción de desinformación, Collins eligió responder posteando una serie de comentarios extensos y autocomplacientes de sus propias piezas. Dijo de sí mismo: “¿Allá en abril y mayo, no debería yo haber hablado con todos esos médicos, quienes me dijeron que la desinformación estaba matando sus pacientes y causando estragos en sus salas de emergencias? ¿No debería yo haber descubierto el ligamen entre los loquitos virales anti mascarillas y la invasión de QAnon dentro de grupos de bienestar y religiosos? ¿No debería yo haber trabajado con el teléfono durante meses, para luego masacrar mi salud mental al escribir estas historias?”

Si usted ha leído las historias de Collins, la respuesta es: Probablemente no. Esas piezas están cargadas de hipérbole y extrapolación y en su presentación de los problemas complicados de nuestro actual ecosistema de información son unilaterales. Su historia acerca de anti mascarillas y grupos de bienestar fue, en esencia, acerca de una mujer bipolar y quien, en una fase maníaca en aislamiento durante la cuarentena del COVID, se encontró leyendo algunas tonterías en línea y, luego, atacando una exhibición de mascarillas en su tienda Target de la comunidad. Collins logra ser condescendiente y portentoso acerca de tales “aspirantes anti mascarillas a ser influyentes,” como él los llama ̶ lo que llega como sorpresa de alguien quien dice que, al escribir acerca de grupos de bienestar en línea y teóricos de la conspiración de 4Chan, “asesinaron” su propia salud mental.

A principios de diciembre, a estos reporteros de desinformación agrietada se les dio una oportunidad de revisitar uno de sus errores más escandalosos: cubrir el alegato espurio de que la historia de la computadora portátil de Hunter Biden era una campaña rusa de desinformación. El nuevo dueño de Twitter, Elon Musk, entregó muchos de los archivos de la compañía al periodista independiente Matt Taibbi, quien luego tuiteó una exposición de los detalles de esfuerzos internos de Twitter por suprimir la historia del New York Post. De inmediato, despectivamente, Collins tuiteó que Taibbi sólo estaba haciendo “el trabajo de Relaciones Públicas para el hombre más rico del mundo.” Lo que sea que uno puede decir acerca de Matt Taibbi, y hay muchas cosas en contra de su trabajo a menudo salvaje, la idea de que él es cómplice de un multimillonario es de lo más absurda.

En una época en que la confianza en los medios como institución sigue siendo históricamente baja, en el mejor de los casos es riesgoso nombrar un pequeño cuadro de reporteros como jueces de lo que es y de lo que no es desinformación ̶ en especial dada su propia propensión al sarcasmo simplista y la insensatez, combinada con sus frecuentes descensos hacia una embarrada autocompasión.

Peor aún, quienes han sido encomendados para reportar acerca de las muchas formas en que la mala información y la desinformación se comparte entre las masas, han decidido que su trabajo es ser censor. Su lógica es esta: La única forma de salvarlos de ustedes mismos y de la credibilidad de la que sufren todos ustedes, es impedirles decir y ver cosas que nosotros hemos determinado no van en el mejor interés de la nación (tal como nosotros lo definimos).

En los embriagantes primeros años del Valle del Silicón, sus impulsores, con frecuencia, alegaron que la “información quiere ser libre.” Hoy día, como lo demuestran la computadora portátil de Hunter Biden y otras historias, casi todos los periodistas de medios de la corriente principal en torno a la remoción de la “desinformación,” deberían pensar que la información, en vez de eso, debería servir para su narrativa acordada o ser eliminados de la vista. Algo menos es “peligroso.”

Christine Rosen tiene un Ph. D en historia de la Universidad Emory y es compañera sénior en el American Enterprise Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.