COMUNICANDO LA ECONOMÍA A LA GENTE JOVEN

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
15 de diciembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux, american institute for economic research, young, December 15, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Entre las cosas más satisfactorias de mis deberes profesionales como educador de la economía, está una que no anticipé desempeñar, al obtener mi primer empleo en la Universidad George Mason. Tampoco recibo compensación financiera alguna por mi desempeño de este deber. Pero las compensaciones intelectuales y emocionales son enormes. Tal deber es comunicarme, principalmente por email, con estudiantes alrededor del país y, en algunas ocasiones, del extranjero, acerca de economía y liberalismo. La mayoría de estos estudiantes está en universidades, pero algunos están en colegios de secundaria. También, ocasionalmente recibo emails de maestros de esos colegios. Aquí comparto cinco de mis cartas de los últimos años.

La primera es una carta del 2016 a una estudiante de la Universidad de Iowa, quien me escribió para decirme que lee mi blog (Café Hayek) “para ver lo que piensan los conservadores.”

“Srta. C:

Gracias por su correo electrónico. Primero, no soy conservador. Soy liberal en el sentido original y correcto de ese término.

Segundo, me temo que no comparto su entusiasmo por la política, sea o no democrática. Donde usted ve ciudadanos [en las elecciones] seleccionando a nuestros lideres, yo veo gente votando por cuál persona loca por el poder le dará un latigazo a esa misma gente y la marcará y arreará como ganado. En donde usted se ‘inspira’ por un candidato que hace campaña abiertamente para ganar la elección,’ a me da miedo, al darme cuenta que esos hombres y mujeres embadurnados de arrogancia, en realidad llegarán tener tanto poder que ningún hombre o mujer es, o son enormes alguna vez, es apto para tenerlo. Cuando usted se ‘emociona’ con ‘debates vigorosos’ entre candidatos, mi estómago da vueltas y mi inteligencia se siente insultada por temas de conversación (y gritería) ausentes de economía, tensos por los hechos y, muy a menudo, vacíos, que pasan por ser una discusión seria de los asuntos.

Y, donde usted dice que ‘confía en los votantes’ más de lo que yo confío en ellos, eso depende. Usted está en lo correcto de que yo desconfío de la gente como votante, pues en tal capacidad básicamente expresan opiniones acerca de cómo el dinero de otra gente (sus conciudadanos) debería gastarse y acerca de cómo deberían ser guiadas las vidas de las personas. Pero, yo confío, tal vez más que usted, y en verdad más que cualesquiera de los candidatos, en esos mismos votantes como individuos, en donde cada uno gaste sabiamente su dinero propio y dirija bien su vida, cada quien de acuerdo con sus propias luces, sin interferencia o dirección de alguno de los candidatos oficiosos, arrogantes, y venales, que buscan poder sobre las vidas de otras personas.

Sinceramente,

Donald J. Boudreaux”

La siguiente es una carta del 2019 a un estudiante de un colegio de secundaria en California, quien hizo solicitud para ingresar a la Universidad George Mason:

“Srta. S:

Gracias por su email. Me siento honrado que usted lee Café Hayek, y ¡me encantaría mucho tenerla algún día como estudiante en mis clases!

Su pregunta es excelente. ‘¿Cuál es el error más grave hecho por personas que luchan contra el libre comercio?’

Éticamente, es suponer que alguna gente, en específico, funcionarios de gobierno o quienes hoy están en mayoría política, tiene derecho a interferir en elecciones comerciales pacíficas de otras personas. Creo que dicha interferencia es depredadora, a pesar de ser envuelta en el traje de la burocracia.

Económicamente, el error único más grave cometido por los oponentes al libre comercio, es difícil de identificarlo, pues cometen demasiados errores. Pero, obligado a escoger alguno, ofrezco este error: Los proteccionistas sólo ven los empleos y empresas en concreto que el comercio internacional ‘destruye.’ Los proteccionistas se enceguecen ante los empleos y negocios específicos que el comercio internacional crea.

Sinceramente,

Donald J. Boudreaux”

Ahora viene mi respuesta a una carta del 2016 de un estudiante que luego supe asistía a la Universidad Duke:

“Sr. J:

Usted descarta por ‘errada a primer vista’ mi conclusión de que ’Si usted realmente quiere luchar contra la pobreza, luche por acabar con los salarios mínimos.’ Usted insiste en que ‘el salario mínimo le da un aumento del ingreso necesitado para quienes más lo requieren.’

A pesar de ello, ¿cómo aumentan los ingresos de los trabajadores menos calificados el quedarse sin empleo por esa política de precios? Por ejemplo, ¿piensa usted que los ingresos de dueños de casas que alquilan pequeños apartamentos básicos, se elevarían si el gobierno los obligara a cobrar rentas mínimas, rentas mucho más cercanas a las cobradas por apartamentos de mayor categoría? ¿Piensa usted que los ingresos de personas que venden carros usados se incrementarían si el gobierno las obligara a cobrar precios mínimos por los carros, precios mucho más cercanos a los pagados por carros nuevos? ¿Piensa usted que los ingresos de las franquicias que operan hoteles de bajo costo, como Motel 6 y Days Inn, se elevarían si el gobierno las obligara a cobrar tarifas mínimas por las habitaciones más cercanas a las cobradas por Hilton y Hyatt? ¿Piensa usted que los ingresos de los operadores de buses en distancias largas serían mayores si el gobierno los forzara a cobrar tarifas de autobús mínimas, mucho más cercanas a las cobradas por aerolíneas?

¿Cree usted que los ingresos de novelistas jóvenes, desconocidos, quienes apenas empiezan, se verían incrementados si el gobierno les obligara a que se les paguen, por la aceptación de sus manuscritos, adelantos mínimos y regalías cercanas a las pagadas a gente como Stephen King o J.K. Rowling?

Si usted sospecha que estos ejemplos de precios y tarifas mínimas dañarían a los vendedores a quienes ostensiblemente les ayudarían, entonces, usted debería ver que mi argumento de que los salarios mínimos dañan más que ayudan a los obreros menos calificados, no es errado a primera vista.

Sinceramente,

Donald J. Boudreaux”

El estudiante universitario a quien se dirige esta siguiente carta, escrita en el 2017, no me indicó dónde estaba matriculado:

“Sr. D:

Usted me pregunta por qué insisto en que no hay perdidosos con el comercio internacional. Su pregunta es justa, pues tal insistencia, lo confieso, emite el olor de lo que usted llama fanatismo. Pero estoy firme en mi insistencia. Permítame repetir aquí una de las justificaciones claves de mi posición. Es una justificación que toma en serio el impacto que tiene el lenguaje sobre nuestra comprensión de la realidad.

Decir, como mucho lo dicen, que ‘el comercio internacional tiene perdedores’ transmite la impresión de que las llamadas pérdidas por el comercio internacional son exclusivas de dicho comercio. Sin embargo, esa impresión de que este problema es exclusivo del comercio internacional, es falsa, el menos en dos formas relacionadas.

Primera, restringir el intercambio destruye, e impide la creación de tantos empleos como el comercio en sí destruye e impide crear. Segundo y más fundamental, en los mercados libres no es en realidad el comercio internacional el que destruye empleos concretos; es la competencia económica. En cualquier economía en donde los vendedores son libres de competir por el patrocinio de los consumidores y los consumidores son libres para responder a dicha competencia, algunos empleos concretos serán destruidos, mientras otros son creados. Los empleos se agitarán constantemente.

La competencia de vendedores en jurisdicciones del exterior es sólo una de innumerables manifestaciones específicas de competencia que destruye (y crea) empleos en la economía doméstica. Por lo tanto, decir que el comercio con extranjeros, la competencia de extranjeros, destruye empleos, no es ni más ni menos cierto que decir que el comercio con gente de Arizona destruye empleos o que el comercio con gente de ojos azules destruye empleos o que el comercio con mujeres destruye empleos. Usted puede decir tal cosa, y habrá un grano de verdad en ello, pero, la impresión transmitida será totalmente falsa. Simplemente no es verdad, tanto que tal comercio es único en destruir empleos específicos, como que la destrucción de empleos concretos será reducida necesariamente con obstáculos gubernamentales a dicho comercio.

Sinceramente,

Donald J. Boudreaux”

Esta carta final, escrita en el 2020, es a un maestro de colegio en Virginia:

“Sr. J:

Gracias por compartir sus ideas acerca de mi ensayo reciente acerca de la importancia del curso Econ 101 [Principios de Economía].

Si bien estoy de acuerdo con mucho de lo que usted escribe, me declaro culpable de ‘embotar la excitación de los estudiantes de resolver desafíos colectivos por medio de la gobernabilidad democrática.’ En mi opinión, demasiadas personas, y en especial gente joven, se excitan mucho con el uso del estado para ‘resolver’ ese y aquel desafío, tanto reales como (con frecuencia es el caso) ilusorios. Embotar esa excitación, me jacto, es uno de mis pocos actos verdaderamente productivos que llevo a cabo.

La lección sencilla y más grande transmitida por los Principios de Economía, cuando son bien enseñados, es la humildad. Vemos la humildad que surge de reconocer la realidad de la escasez, de la inevitabilidad de las compensaciones, de la ubicuidad de las consecuencias no previstas, y de la insignificancia de la mente humana comparada con la complejidad inconmensurable de los detalles de las instituciones sociales en general, y de procesos de mercado competitivos, en particular. Y así, si bien no es mi objetivo, al enseñar Principios de Economía, embotar la excitación de los estudiantes de resolver los desafíos colectivos por medio de la gobernabilidad democrática, reconozco que, en efecto, está entre las consecuencias más felices de aprender Principios de Economía.

El célebre economista Jacob Viner lo dijo bien en un discurso de convocatoria en la Universidad Brown: ‘En efecto, gran parte del aprendizaje verdadero toma la forma de conocimiento negativo, de consciencia creciente acerca del alcance y profundidad de nuestra ignorancia no conquistada, y es una de las mayores virtudes de la erudición que sólo por medio de ella, la propia de uno o de alguien más, pueda uno saber cuándo es seguro prescindir de ella. Por tanto, la ignorancia aprendida es a menudo loable, aunque el aprendizaje ignorante… nunca lo es.’

Sinceramente,

Donald J. Boudreaux”

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.