LA CONTRADICCIÓN MALTHUSIANA

Por Antony Davies
American Institute for Economic Research
5 de diciembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es antony davies, american institute for economic research, malthusian, December 5, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El mes pasado, algo viejo se hizo nuevo otra vez. Lo nuevo es que la población mundial cruzó por primera vez la marca de 8 mil millones. Lo viejo, de más de dos siglos, es que los expertos han venido advirtiendo que nos aproximamos a una calamidad, debido a que nuestra población no es sostenible.

Cuando, en 1798, la población del mundo cruzó la marca de unos mil millones, el economista Thomas Malthus advirtió que la combinación de un crecimiento linear en la producción de alimentos y el crecimiento exponencial de la población, nos colocaba en el camino de una hambruna inevitable. La advertencia de Malthus era comprensible. Le tomó a la humanidad alrededor de 250.000 años para alcanzar una población de 500 millones, y sólo otros 200 años para agregar unos segundos quinientos millones. Eso es como un carro al que le tomó cuatro segundos para ir de 0 a 60, y, luego, tres milésimas de segundo para ir de 60 a 120. Malthus fue muy razonable en su predicción de que la población estaba encabezada hacia un impacto horrendo.

La realidad resultó ser peor de lo que Malthus predijo. Le tomó 200 años para que la población para duplicar a los mil millones de la época de Malthus. Sólo tomó 120 años para que de nuevo se duplicara hasta llegar a dos miles de millones en 1927. Le tomó 47 años para duplicarse de nuevo hasta cuatro mil millones en 1974. Malthus habría considerado a los ocho mil millones de hoy como, en el mejor de los casos, imposible, y, en el peor, como apocalíptico.
El crecimiento de la población mundial actual ha sido mucho peor de lo que Malthus podía imaginar.

Pero, también, la realidad es mejor de lo que Malthus imaginó. No sólo la producción de alimentos creció geométricamente, sino que hasta creció más rápidamente que la población, así que el mundo puede hoy alimentar a ocho mil millones más fácilmente de lo que podía con los mil millones de Malthus. No obstante, durante dos siglos, los expertos han repetido el error de Malthus de predecir el fin del mundo cada vez que la población se aproxima a otro número redondo.

Los errores de los malthusianos descansan en no entender los recursos.

Los recursos, advierten los expertos, son limitados. Eso no es del todo correcto. Los recursos específicos son limitados, Hay tanto de petróleo. Hay tanto de tierra. Sólo hay tanto de agua fresca. Pero, los recursos, en general, no son limitados. O, más bien, sólo están limitados por el ingenio humano. Hace milenios, el trabajo que una persona podía hacer estaba limitado por su energía y fuerza de sus músculos. Luego, algunos humanos emprendedores domesticaron al caballo y el buey, y, una persona, conduciendo un grupo de animales, podía hacer el trabajo de varias personas. Luego, los humanos inventaron el poder del vapor, y una persona podía hacer el trabajo de varios equipos de animales. Después, los humanos inventaron la combustión interna y las máquinas eléctricas, y, de nuevo, se multiplicó la capacidad del trabajo.

Con computadoras y máquinas, hoy un único agricultor puede alimentar alrededor de diez veces la cantidad de gente que podía un único agricultor en 1940. Y el ingenio humano ha hecho más productivos a los humanos. También ha hecho más productiva a la tierra. En 1960, en todo el mundo, una hectárea de tierra producía alrededor de 1.3 toneladas de cereales al año. Hoy, una hectárea de tierra produce más de 4 toneladas.

En los años de 1400, el mundo derivaba la mitad de su energía proveniente de animales de trabajo y la otra mitad de quemar madera. Luego, los humanos descubrieron como minar y transportar grandes cantidades de carbón, una fuente de energía con una densidad de energía 50 por ciento más alta que la madera. Para inicios de los años de 1900, más de la mitad de energía del mundo provenía del carbón. Luego, los humanos descubrieron cómo perforar por petróleo ̶ una substancia con una densidad energética 80 por ciento más alta que el carbón. Para el cierre del siglo XX, el petróleo había reemplazado al carbón como la fuente primaria de energía. Los humanos aprendieron cómo construir tuberías y distribuir gas natural, una substancia con una densidad de energía 25 por ciento más alta que el petróleo. Hoy, el gas natural y el petróleo, juntos, proveen la mitad de nuestras necesidades de energía. En el próximo siglo, los humanos aprenderán a manejar la fusión nuclear, y eso hará que la energía sea prácticamente ilimitada y casi gratuita.

Malthus se equivocó porque creía que nuestra habilidad para alimentarnos a nosotros mismos dependía de recursos naturales. Los recursos naturales importan, pero, en última instancia, no son los que nos alimentan. Lo que nos alimenta es el ingenuo humano. La Tierra brinda materiales, pero es el ingenio humano el que los convierte en recursos valiosos. Y, en tanto haya ingenio humano, siempre habrá recursos.

Y, esto nos lleva a lo que podemos llamar “la contradicción malthusiana.” Sólo una pequeña minoría de humanos tiene la inteligencia, habilidad, impulso, y suerte para inventar y descubrir nuevos recursos. Para aseguramos de tener suficientes de esos humanos escasos para mantener viva la invención y el descubrimiento, necesitamos más humanos. Si sólo uno entre mil de nosotros es un genio, y sólo uno de cada cien de esos tiene el impulso impresionante para buscar nuevos descubrimientos o crear nuevas invenciones, y sólo uno de diez de esos tiene la suerte que a menudo desempeña un papel en el descubrimiento, entonces, necesitaríamos una población de un millón para esperar obtener tan sólo un único Thomas Edison o George Washington Carver o Steve Jobs, Y, ¿qué si necesitáramos miles, o decenas de miles, de Edisons? Necesitaríamos una población bien en los miles de millones.

Una segunda cosa que los malthusianos (los viejos y los modernos) fallan en apreciar es que los sistemas complejos se corrigen por sí mismos. Al crecer el número de gente, no sólo tenemos más de esos escasos humanos ingeniosos, sino que la demanda incrementada de recursos específicos eleva los precios de esos recursos, y precios mayores convocan ejércitos de personas para buscar, establecer, financiar y asistir a esos genios. También, detrás de cada Jeff Bezos hay miles de empresarios, inversionistas, consumidores, y trabajadores poniendo a trabajar todos sus talentos y tesoros particulares. El resultado es que el crecimiento exponencial de la población necesariamente hace que surja el crecimiento exponencial de los recursos.

El contraargumento común es que, si bien hemos logrado alimentarnos a nosotros mismos, el ambiente de la tierra está gimiendo ante nuestro peso colectivo. Y, aún aquí, de nuevo, la evidencia apunta hacia humanos ingeniosos salvando la jornada. Desde 1990, las muertes alrededor del mundo debido a la contaminación del aire se han reducido un 45 por ciento en una base per cápita. Desde 1990, la deforestación en países desarrollados ha revertido su curso y convertido en reforestación. Si bien la deforestación continúa en países en desarrollo, la tasa está disminuyendo y muestra todo signo de regresar hacia la reforestación dentro de las próximas décadas por venir. En el 2000, un 60 por ciento de la población del mundo tenía acceso al agua potable segura. Hoy, es casi el 75 por ciento y se proyecta que se eleve por encima del 80 por ciento para fines de la década. Las emisiones de carbono en Estados Unidos llegaron a un pico en los años 2000 y ahora se han reducido un 30 por ciento. Las emisiones de carbono alrededor del mundo han disminuido un 5 por ciento en el 2020, comparado con el 2019, y los principales emisores de carbono (China y el resto de Asia) están paulatinamente reduciendo sus emisiones.

Se equivocan los malthusianos al pensar que los recursos son limitados y que la clave para salvar la humanidad es restringir nuestro consumo de esos recursos al limitar nuestros números. La verdad es que son los humanos quienes, en primer lugar, crean recursos. Cuando los malthusianos señalan el crecimiento explosivo de la población, piensan estar identificando el problema. En realidad, están identificando la solución.

Antony Davies es el compañero distinguido Milton Friedman de la Fundación para la Educación Económica y profesor asociado de economía en la Universidad Duquesne. Autor de Principles of Microeconomics (Cognella), Understanding Statistics (Cato Institute), y Cooperation and Coercion (ISI Books). Ha escrito cientos de páginas de opinión, incluyendo, entre otros, en el Wall Street Journal, Los Angeles Times, USA Today, the New York Post, New York Daily News, Newsday, U.S. News y el Houston Chronicle. Es también coanfitrión del podcast semanal Words & Numbers. Davies fue Funcionario Jefe Financiero de Parabon Computation, y fundó varias empresas de tecnología.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.