Este artículo se deriva del que publiqué el día de ayer y es respuesta de uno de los autores de ese último a cuestionamientos de la teoría que presentaron.

CUANDO LENIN LEYÓ UN LIBRO ACERCA DE MARX

Por Phillip W. Magness
American Institute for Economic Research
29 de noviembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es phillip w. magness, american institute for economic research, Lenin, November 29, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Yo esperé un contraataque a la tesis de mi artículo (escrito en conjunto con Michael Makovi) “The Mainstreaming of Marx: Measuring the Effect of the Russian Revolution on Karl Marx’s Influence” [“La integración de Marx: Midiendo el Efecto de la Revolución Rusa sobre la influencia de Karl Marx”] de parte de marxistas y otros seguidores del filósofo socialista.

En ese artículo, usamos el Ngrama de Google y una base de datos separada para trazar a lo largo del tiempo las menciones de texto del nombre Karl Marx. Un hallazgo importante es que la revolución soviética de 1917 esencialmente revitalizó la reputación de Marx, al convertirlo en un nombre familiar.

Comparado con sus menciones luego de 1917, al momento de su muerte en 1883 Marx era una figura relativamente obscura. En las décadas que siguieron, Marx fue conocido primariamente entre otros activistas socialistas radicales (usualmente como líder de una de las muchas facciones en lucha en el mundo socialista) o para cuando la corriente principal de la profesión de la economía refutó sus argumentos acerca de la Teoría del Valor Trabajo. Por ejemplo, Philip Wicksteed, Alfred Marshall, y Eugen von Boehm-Bawerk escribieron críticas marginalistas del sistema de Marx a fines del siglo XIX. Sus análisis minuciosos de su sistema le dieron un golpe devastador, haciendo efectivamente obsoleta a la economía marxista al cambio del siglo.

Luego de aparecer en línea nuestro artículo, varios de quienes respondieron invocaron la historia del Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD) [Partido Socialdemócrata Alemán] como contraargumento, insistiendo que eso probaba la prominencia de Marx en la corriente principal antes que los bolcheviques asumieran la causa. Un partido político grande en Alemania centrado en el trabajo, el SPD estaba bajo el liderazgo de teóricos marxistas como August Bebel, Eduard Bernstein, y Karl Kautsky (este último designado sucesor de Friedrich Engels) entre 1891 y el inicio de la Primera Guerra Mundial. Si su argumento se sostiene, Kautsky et al. habrían convertido el nombre de Marx en familiar antes de la revolución soviética.

Implícitamente miramos esta teoría en nuestro artículo original, encontrando poca evidencia durante los años previos a 1917de un alza en las menciones a Marx en Ngramas en lengua alemana. En la cúspide supuesta de influencia de Marx en el SPD entre 1891 y 1913, sus Ngramas en lengua alemana muestran pocos signos de movimiento. En comparación, las referencias alemanas a Marx despegan después de 1917, tal como lo hacen en los Ngramas ingleses.

El cuadro correspondiente de esto se muestra en la versión original en inglés en phillip w. magness, american institute for economic research, Lenin, November 29, 2022

Pero, una cadena de conversaciones en Twitter -a menudo adornada de obscenidades y escarnios similares- nos acusó de negar el papel del SPD en la “historia intelectual” de la diseminación del marxismo. Anticipamos que presentaremos un análisis empírico más detallado de este contraargumento en el futuro cercano, pero, por el momento, echemos una mirada más cercana al argumento de que Marx llegó a ser corriente principal en los años del SPD, ganándole a los soviets por una década o más.

Una complicación significativa de la contrademanda del SPD proviene del propio Karl Kautsky. En sus memorias al final de su vida, el teórico de la casa en todas las cosas de Marx en el SPD redactó una concesión fascinante: “En el partido se me hizo conocer El Capital de Marx, la Biblia del Socialismo, como era conocido. Sólo unos pocos lo habían leído, y aún menos fueron aquellos que lo entendieron.”

Las implicaciones de la afirmación de Kautsky no le hacen un favor al contraargumento del SPD. Si es algo, confirma por qué los patrones de Ngramas de Marx en textos en lengua alemana fueron relativamente aplanados antes de hacer un pico agudo en 1917. Kautsky y sus colegas pueden haber estado escribiendo trabajos de alto nivel explícitamente marxistas de teoría socialista, imprimiendo y traduciendo libros de Marx, y desarrollando un sistema de filosofía política marxista entre sus círculos intelectuales. Pero, la membresía de las tropas del SPD no lo leyó o puso interés en él.

Evidencia de nuestra interpretación y contrario al contraargumento del SPD, proviene de una fuente poco esperable: el fallecido historiador marxista Eric Hobsbawm (1917-2012). Además de sus escritos históricos, Hobsbawm es bien conocido por escribir la introducción académica a una de las ediciones más ampliamente usadas del Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Brinda un trasfondo histórico detallado de cómo el Manifiesto se publicó y diseminó a lo largo de décadas, luego de su composición en 1848. También, Hobsbawm mira específicamente al fracaso del rol del liderazgo del SPD en diseminar las teorías de Marx a su membresía de tropas. Escribe él:

“Esta distribución geográfica desigual no sólo reflejó el desarrollo desigual del movimiento socialista, y la propia influencia de Marx, tan distinta de otras ideologías revolucionarias, como el anarquismo. También, debería recordarnos que no había correlación fuerte entre el tamaño y poder de los partidos socialdemócratas y laboristas y la circulación del Manifiesto. Así, hasta 1905, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), con sus cientos de miles de miembros y millones de votantes, publicó no más de 2.000-3.000 copias de nuevas ediciones impresas del Manifiesto. El Programa de Erfurt del partido en 1891 se publicó en 120.000 copias, a la vez que en los 11 años entre 1895 y 1905 parece que publicó no más de 16.000 copias del Manifiesto, año en que la circulación de su revista teórica, Die Neue Zeit, fue de 6.400. El miembro promedio de un masivo partido marxista social democrático no se esperaba que pasara los exámenes en la teoría.”

Hobsbawm mira las tendencias en otros países, hallando una “distribución de sectas marxistas en el mundo anglosajón, operando en el flanco izquierdista de esos partidos laboristas y socialistas existentes.” Estos grupos eran pocos, existiendo casi en su totalidad en la periferia del espectro político. Así, Hobsbawm concluye, incluso acerca del número de lectores del comparativamente asequible Manifiesto Comunista, que ellos “eran casi ciertamente no una muestra representativa de su membresía” asociada con los diversos partidos y organizaciones políticas laboristas.

¿Cuándo cambió esta tendencia, y cuándo el trabajo más accesible de Marx ganó al fin relevancia entre un grupo más amplio de lectores Hobsbawm nos da una respuesta:

“Esta situación cambió después de la Revolución de Octubre ̶ en todo caso, en los Partidos Comunistas. A diferencia de los partidos de masas de la Segunda Internacional (1889-1914), aquellos de la Tercera (1919-1943) esperaban que todos sus miembros entendieran -o, al menos mostraran algún conocimiento- de la teoría marxista. La dicotomía entre líderes políticos efectivos, no interesados en escribir libros, y los ‘teóricos’ como Karl Kautsky -conocidos y respetados como tales, pero no como tomadores de decisiones políticas- se desvaneció. Luego de Lenin, se suponía ahora que todos los líderes fueran importantes teóricos, pues todas las decisiones políticas se justificaban basadas en el análisis marxista ̶ o, más probable, por referencia a la autoridad textual de ‘los clásicos’: Marx, Engels, Lenin y, en su debido momento, Stalin. Por tanto, la publicación y distribución popular de los textos de Marx y Engels llegaron a ser más centrales al movimiento de lo que habían sido en los días de la Segunda Internacional. Oscilaron entre series de escritos cortos, probablemente iniciadas por la alemana Elementarbücher des Kommunismus durante la República del Weimar, y el compendio de lecturas seleccionadas apropiadamente, y la invaluable Correspondencia Selecta de Marx y Engels, hasta los Trabajos Seleccionados de Marx y Engels en dos -luego tres- volúmenes, y la preparación de sus Obras Recopiladas [Gesamtausgabe]; todos respaldados con -para tales fines- los recursos ilimitados del Partido Comunista Soviético, y, a menudo, impresos en la Unión Soviética en una diversidad de idiomas extranjeros.”

Luego, Hobsbawm anticipa directamente otro punto que hacemos en nuestro artículo. La publicación en masa en la Unión Soviética y promoción de los trabajos de Marx se filtró también a otros países, cuando organizaciones socialistas y marxistas copiaron la estrategia provista por los bolcheviques de Lenin. En poco tiempo, el frenesí promocional inyectó a Marx en la corriente principal del sistema universitario, cuando académicos tomaron sus trabajos y empezaron a enseñarlos. Continúa Hobsbawm:

“El Manifiesto Comunista se benefició con esta nueva situación en tres formas. Su circulación sin duda aumentó. La edición barata publicada en 1932 por las casas editoras oficiales de los Partidos Comunistas de Estados Unidos y Gran Bretaña de ‘cientos de miles’ de copias, se ha descrito como ‘tal vez la mayor edición en masa jamás emitida en idioma inglés.’ Su título ya no era más un asunto de supervivencia histórica, sino que ahora directamente se ligó con la política del momento. Dado que ahora un estado importante alegaba representar la ideología marxista, se reforzó la posición del Manifiesto como texto en la ciencia política, y, según ello, entró en los programas de enseñanza de universidades, destinado a expandirse rápidamente luego de la Segunda Guerra Mundial, en que el marxismo de los lectores intelectuales iba a encontrar su público más entusiasta en los años sesenta y setenta.”

Hoy, pocos marxistas, si es que alguno, disputaría la estatura intelectual de Hobsbawm como uno de los historiadores marxistas preeminentes del siglo pasado. Tampoco ellos, al momento, han desafiado su análisis en el ensayo arriba señalado, que aparece en múltiples ediciones de salones de clases del Manifiesto Comunista ̶ uno de los textos más frecuentemente asignados en el sílabo universitario actual. Es, por tanto, no una ironía pequeña que la investigación cualitativa de Hobsbawm acerca de la diseminación y distribución de Marx, ahora encuentre validación empírica en una de las fuentes menos probables: nuestro análisis econométrico de los efectos de la revolución soviética sobre los patrones de referencia de Marx a partir de 1917.

Phillip W. Magness es investigador sénior y director interino de investigación y educación en el American Institute for Economic Research. Él tiene un PhD y una Maestría en Asuntos Públicos de la Escuela de Política Pública de la Universidad George Mason, y una licenciatura de la Universidad de St. Thomas (Houston). Antes de unirse a AIER, el Dr. Magness pasó una década enseñando política pública, economía, y comercio internacional en instituciones que incluyen a la American University, Universidad George Mason y Berry College. El trabajo de Magness comprende la historia de Estados Unidos y del mundo Atlántico, con especializaciones en las dimensiones económicas de la esclavitud y discriminación racial, historia tributaria, y mediciones de la desigualdad económica en el tiempo. También, mantiene un interés activo en la investigación de la política de educación superior e historia del pensamiento económico. Además de su labor académica, los escritos populares del Dr. Magness han aparecido en numerosos medios, incluyendo el Wall Street Journal, New York Times, Politico, Reason, National Review, y Chronicle of Higher Education.

Publicaciones Seleccionadas

“How pronounced is the U-curve? Revisiting income inequality in the United States, 1917-1960
” Coautor con Vincent Geloso, Philip Schlosser, & John Moore. The Economic Journal (marzo de 2022) “The Great Overestimation: Tax Data and Inequality Measurements in the United States, 1913-1943.” Coautor con Vincent Geloso. Economic Inquiry (abril del 2020). “The anti-discriminatory tradition in Virginia school public choice theory.” Public Choice. James M. Buchanan Centennial Issue. (marzo del 2020). “John Maynard Keynes, H.G. Wells, and a Problematic Utopia.” Coautor con James Harrigan. History of Political Economy (primavera del 2020) “Detecting Historical Inequality Patterns: A Replication of Thomas Piketty’s Wealth Concentration Estimates for the United Kingdom.” Social Science Quarterly (verano del 2019) “James M. Buchanan and the Political Economy of Desegregation,” Coautor con Art Carden & Vincent Geloso. Southern Economic Journal (enero del 2019) “Lincoln’s Swing State Strategy: Tariff Surrogates and the Pennsylvania Election of 1860Pennsylvania Magazine of History and Biography, (enero del 2019) “Are Adjuncts Exploited?: Some Grounds for Skepticism.” Coautor con Jason Brennan. Journal of Business Ethics. (primavera del 2017). “Estimating the Cost of Adjunct Justice: A Case Study in University Business Ethics.” Coautor con Jason Brennan. Journal of Business Ethics. (enero del 2016) “The American System and the Political Economy of Black Colonization.” Journal of the History of Economic Thought, (junio del 2015). “The British Honduras Colony: Black Emigrationist Support for Colonization in the Lincoln Presidency.” Slavery & Abolition, 34-1 (marzo del 2013) “Morrill and the Missing Industries: Strategic Lobbying Behavior and the Tariff of 1861.Journal of the Early Republic, 29 (verano del 2009).

Traducido por Jorge Corrales Quesada.