EL PROBLEMA DE KARL MARX

Por Phillip Magness & Michael Makovi
American Institute for Economic Research
16 de noviembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es phillip w. magness & michaek makovi, american institute for economic research, Marx, November 16, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En su libro clásico, Logic of Collective Action [La lógica de la acción colectiva: Bienes públicos y la teoría de grupos], Mancur Olson hizo ver una característica peculiar acerca de la organización política socialista. La teoría marxista se imagina a sí misma como una manifestación de intereses colectivos de clase, siendo la clase proletaria la más numerosa. Sin embargo, como observó Olson, “las revoluciones ‘marxistas’ que han tenido lugar se han llevado a cabo por élites conspirativas pequeñas que tomaron ventaja de gobiernos débiles en períodos de desorganización social.” La revolución marxista, así parecía, no era resultado inevitable de un juego básico de números, una vez que la consciencia de clase se hubiera despertada. Emergieron de Lenin y sus imitadores efectuando golpes de estado violentos para ponerse ellos en el poder.

Por mucho tiempo los intelectuales marxistas han luchado con esta implicación, en cuanto señala a acciones políticas -incluso acciones que involucran insurrección, subterfugio, y derrame de sangre masivo - como los mecanismos primarios para que exista el sistema socioeconómico deseado. Tal vez, comprensiblemente, desean retener el marco teórico de Marx, pero eliminando los violentos legados de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, Castro, y otras figuras políticas desacreditadas.

En un nuevo artículo, examinamos una pregunta relacionada: ¿hasta qué grado es la propia reputación de Marx dependiente intelectual de los “éxitos” políticos de sus seguidores de principios del siglo XX? Resulta que la respuesta es que mucho. Nuestro artículo completo apareció recientemente en línea en el Journal of Political Economy, y presenta una investigación empírica acerca del rol de la Revolución Soviética de 1917 en la “integración” de la reputación intelectual de Marx.

Se admite que es una situación compleja, pero, para responderla, empecemos viendo un rompecabezas académico. Por razones de simplicidad, llamemos a ese rompecabezas “el Problema de Karl Marx,” como un homenaje al pensador socialista.

“El Problema de Karl Marx” se reduce a una paradoja que rodea su recepción académica. Durante décadas después de su muerte en 1883, las teorías de Marx fueron examinadas minuciosamente por otros economistas y rechazadas casi universalmente. La obra maestra de Marx en 1867, El Capital, construyó su argumento central sobre una teoría del valor fallida ̶ la Teoría del Valor Trabajo. Empezando con un par de libros de Carl Menger y William Stanley Jevons, encontraron que simplemente no podía explicar muchos escenarios observables del mundo real. En vez de eso, se dieron cuenta que el valor económico se deriva de preferencias subjetivas individuales, ejercidas en el margen de la toma de decisiones.

Asimismo, había otro problema con el sistema de Marx. Simplemente no cuadraba la matemática de construir una economía alrededor de una “plusvalía” derivada del trabajo, pues luchaba por convertir al trabajo -insumo importante de la producción económica- en un precio funcional. La teoría de Marx en el primer volumen de El Capital supone que los valores de intercambio (precios) se derivan del trabajo desempeñado. Pero, en el volumen 3, en un intento por explicar cómo se igualan las tasas de ganancias del mercado, postula, en vez de ello, que los valores de intercambio difieren de los costos del trabajo. Pero, si también los insumos se compran a precios de mercado, emerge una circularidad empírica en el razonamiento de Marx. Los propios trabajos no publicados de Marx lucharon para capear esta contradicción, principalmente mediante juegos semánticos. En 1896, Eugen von Böhm Bawerk destacó esa contradicción interna ̶ que es independiente de la crítica marginalista a la teoría del valor trabajo. Y, escribiendo en 1907, el matemático Ladislaus Bortkiewicz ilustró concluyentemente que el “Problema de la Transformación” Marxista no podía ser resuelto como lo intentaba Marx.

La acometida dual de estos desafíos al sistema de Marx le dejaron impotente. En pocas décadas luego de su muerte, la “Revolución Marginalista” había ganado en la profesión económica, en donde permanece como base de la teoría del valor aceptada. Para el momento en que Lenin apareció en 1917, las teorías de Marx ya eran consideradas obsoletas e imprácticas. Nada menos que una fuente como John Maynard Keynes consideraría en un ensayo de 1925 a El Capital de Marx como “un libro de texto obsoleto …sin interés o aplicación para el mundo moderno.”

No obstante, el acertijo continúa después del rechazo temprano a la economía de Marx. Si bien las teorías económicas de Marx se tambalearon a principios del siglo XX, la reputación intelectual de Marx ha continuado surgiendo en la era moderna. Hoy, Marx consistentemente califica entre las figuras más fuertemente citadas en la historia, medido por referencias en revistas académicas. También, sus trabajos están entre las lecturas asignadas con mayor frecuencia en el sílabo de cursos universitarios en Estados Unidos. Curiosamente, la reputación de Marx creció y se solidificó en áreas que básicamente le ignoraron en su propia época: las humanidades, artes, y ciencias sociales blandas.

Así, arribamos al “Problema de Karl Marx:” ¿cómo reconciliamos el hecho temprano y decisivo de rechazo a las teorías económicas de Marx luego de la Revolución Marginal, con la elevada aclamación que hoy esas teorías disfrutan entre intelectuales, si bien casi totalmente fuera de la profesión económica?

Para responder esta pregunta, debemos voltearnos hacia acontecimientos políticos.

Por mucho tiempo los historiadores han luchado con la lenta absorción de las teorías de Marx en las décadas posteriores a su muerte. Como observara Alan Ryan, “La economía de Marx no fue tomada seriamente excepto por la izquierda marxista” a principios del siglo XX. Kirk Willis, en un estudio clásico de la recepción de Marx en Gran Bretaña, nota similarmente el “hecho ineludible” que “la alternativa marxista fue rechazada por una mayoría abrumadora de ingleses a fines del siglo XIX ̶ ya fueran economistas, líderes sindicales, trabajadores, políticos, o intelectuales.” Para los años veinte y treinta, Marx había emergido de su posición de relativa oscuridad a raíz de un acontecimiento geopolítico, la Revolución Soviética.

Ese acontecimiento da lugar a un experimento mental intrigante, propuesto en muchas ocasiones pero rara vez investigado. ¿Sirvieron los éxitos políticos de Lenin y los Soviets un propósito simultáneo de recatar las doctrinas de Marx y elevarlas hacia una prominencia más amplia? Frederick Charles Copleston da a entender ese tanto en los diversos volúmenes de su célebre historia de la filosofía. Igual lo hace Loren Lomasky, quien pondera que por Lenin fue que Marx puede disfrutar de “básicamente el mismo número de notas al pie de página disfrutado por otros economistas difuntos del siglo XIX de una estatura similar ̶ Nassau Senior, por ejemplo.”

En años más recientes, el economista Branko Milanovic ha propuesto el mismo ejercicio mental. Si no fuera por la Primera Guerra Mundial, especula él, “no es imposible pensar que la influencio de Marx habría desaparecido gradualmente en el tanto que los socialdemócratas en Alemania se movieron hacia el reformismo y el ‘revisionismo.’ Su retrato probablemente se habría desplegado entre los ‘maîtres à penser’ histórico de la democracia social alemana, pero mucha de su influencia no hubiera permanecido, ya fuera en política o ciencias sociales.” Así que, ¿qué cambió? continúa Milanovic: “Pero, luego vinieron la Revolución de Octubre y Lenin.” El resultado “’catapultó’ el pensamiento y fama de Marx.”

Para investigar empíricamente estas preguntas, nos volcamos a los últimos avances en econometría. Usando la herramienta del buscador Ngrama de Google, ensamblamos una lista de más de 225 pensadores históricos prominentes en el catálogo intelectual. Incluye economistas, filósofos, teóricos de la política, socialistas y no socialistas, figuras literarias, e incluso unos pocos científicos destacados, todos los cuales ya sea vivieron contemporáneamente con Marx o lo precedieron. Esto nos permite tabular y trazar las tasas a las que parecen los nombres de diversos autores en libros impresos a lo largo del tiempo, y compararlos ente sí.

Los patrones de Marx en Ngrama son interesantes. A lo largo de su vida y las siguientes tres décadas después de su muerte, son relativamente planos. Los escritores de fines del siglo XIX referencian su trabajo, como las arriba mencionadas críticas marginalistas de Marx, pero la tasa es relativamente baja e invariable. Aunque tenemos dificultad en medir el nivel absoluto de las referencias de Marx (por razones detalladas en nuestro artículo), no obstante, el nivel de referencias de Marx crece a la misma tasa relativa de aquellas de colegas socialistas, como Johann Karl Rodbertus y Pierre-Joseph Proudhon. Empezando en 1917, crecen agudamente las referencias a Marx, a diferencia de casi cualesquiera otros autores en nuestro conjunto de datos, incluyendo figuras como Adam Smith, Herbert Spencer, y John Stuart Mill. En sólo unos pocos años, ellas se triplican en frecuencia y continúan esa trayectoria hasta la fecha. Entonces, nuestra hipótesis es que Lenin y los Soviets son candidatos posibles de este súbito aumento en las referencias a Marx ̶ tanto por el interés que generaron alrededor de las ideas relativamente obscuras de Marx, así como por su subsecuente promoción de Marx como teórico primordial de la revolución y el estado soviético.

Para probar esta hipótesis, usamos la técnica econométrica llamada Control Sintético. Este enfoque toma el conjunto de datos de los más de 225 autores que ensamblamos y encuentra una composición ponderada de otros autores, cuyos propios patrones de referencias “calzan” con aquellos de Marx hasta 1917. La ponderación se hace por un algoritmo que minimiza los sesgos, en esencia permitiendo al computador elegir los autores que más cercanamente siguen el patrón de Marx. Esto nos permite generar un “Marx sintético” hipotético para los años ulteriores al efecto del tratamiento sospechado de la Revolución Soviética de 1917. Tomamos las ponderaciones pre 1917 de los otros autores y las extrapolamos hacia el futuro, para ver cómo se desempeñaron luego de 1917. Si el Marx verdadero diverge del hipotético sintético, tenemos nuestra primera señal de una relación causal. Mostraría que el resultado soviético impulsó a Marx, pero no a los autores que constituían la medida sintética ponderada.

Como lo sospechamos, nuestros resultados apuntan hacia una divergencia profunda y estadísticamente significativa después de 1917.

El cuadro correspondiente de esto se muestra en la versión original en inglés en phillip w. magness & michaek makovi, american institute for economic research, Marx, November 16, 2022.

Con nuestra teoría ahora validada por este hallazgo, luego, la sujetamos a una serie de pruebas de robustez para identificar y eliminar otras posibilidades. En lo que es tal vez la pregunta más importante para un examen adicional, queríamos determinar si nuestros hallazgos se sostenían en otras lenguas distintas del inglés. Marx escribió la mayoría de sus trabajos en alemán, y muchos marxistas plantean la hipótesis de que sus ideas se enraizaron en el mundo de habla alemana antes de filtrarse al inglés. Marx logró algunos seguidores en varios movimientos laborales y partidos políticos izquierdistas alemanes antes de 1917, y, también, inspiró el levantamiento fallido Espartaquista de 1919 en Alemania. Para probar si Marx se asentó en una fecha precisa en Alemania, repetimos nuestro análisis a través de varias iteraciones que se enfocaron sólo en Ngramas en idioma alemán y en autores de habla alemana.

Los resultados confirman nuestros hallazgos en lengua inglesa, y contradicen la, a menudo, especulada previa influencia de Marx en Alemania. Lo que es más, también revelaron dos acontecimientos de tratamiento sucesivos que alteraron la recepción subsecuente de Marx en fuentes de lengua alemana. Antes de dispararse a raíz de la Revolución Soviética de 1917, los Ngramas alemanes de Marx súbitamente se desplomaron en 1933. Este es un efecto obvio del ascenso al poder del régimen nazi y la censura de trabajos socialistas, incluyendo a Marx. El patrón cambia de nuevo con un fuerte surgimiento después de 1946, cuando la Unión Soviética estableció un estado explícitamente marxista en Alemania Oriental. En cada caso, los resultados del idioma alemán muestran que los patrones de referencias de Marx responden fuertemente a una sucesión de acontecimientos políticos que promovieron, suprimieron, y, de nuevo, promovieron su trabajo.

El cuadro correspondiente de esto se muestra en la versión original en inglés en phillip w. magness & michaek makovi, american institute for economic research, Marx, November 16, 2022.

También preguntamos si nuestros resultados se mantendrían si usáramos una medición distinta que la base de datos Ngrama. Las estadísticas Ngrama se calculan de libros escaneados parte del corpus de Google. Si bien los datos allí contenidos son masivos, sólo reflejan los contenidos de libros impresos. Publicaciones más breves, como periódicos y revistas, no están incluidos.

Para ver si nuestra tesis se mantiene en otros lugares, nos volcamos hacia la base de datos de periódicos escaneados en línea provenientes del servicio de subscripción Newspapers.com. Usando un subconjunto de nuestra base de autores, construimos una base de datos originales de periódicos de referencias del autor, como paralelo de la serie de Ngrama para libros. Luego, corrimos la misma prueba de control sintético, y encontramos una confirmación independiente de nuestros resultados. Al igual que con los libros, las referencias a Marx en periódicos se elevaron agudamente después de 1917. La única diferencia importante fue en 1883, cuando Friedrich Engels pagó por una trasmisión telegrafiada del obituario de Marx luego de su funeral, ocasionando un salto temporal en las referencias periodísticas, que se disiparon el año siguiente.

El cuadro correspondiente de esto se muestra en la versión original en inglés en phillip w. magness & michaek makovi, american institute for economic research, Marx, November 16, 2022.

Nuestra investigación empírica continúa con chequeos adicionales de robustez, para ver si nuestros principales resultados se sostienen. Por ejemplo, corremos una serie de pruebas para determinar si los hallazgos de 1917 son una coincidencia espuria al variar el año del tratamiento (no lo son). También, vimos otros acontecimientos que los rodean, como la fallida Revolución Rusa de 1905, para ver si desató un surgimiento temprano de atención a Marx (cualesquiera señales de esto son eclipsadas por los efectos de 1917). Tratamos de limitar nuestro estudio sólo a escritores socialistas, para ver si algo único emergía en sus patrones de referencias (no lo hubo). Con estos y otros factores tomados en cuenta, estamos confiados en que hemos identificado la causa única más importante del surgimiento en las referencias acerca de Marx. La Unión Soviética desempeñó un papel importante en elevar a Marx hacia la corriente principal intelectual, y posiblemente ocasionó ese relativamente bajo y relativamente aplanado patrón de Ngrama, para dispararlo por los cielos en su secuela inmediata.

Parecería que “el Problema de Karl Marx” se resuelve al estudiar las repercusiones intelectuales luego que Lenin tomó el control del gobierno de un importante poder mundial, en un momento de caos y de imposición forzada de un estado marxista sobre su población.

Estos resultados son, era esperado, controversiales en ciertos círculos. Y en ningún lugar esto es más evidente que entre seguidores actuales de Marx. Curiosamente, las reacciones iniciales que hemos visto de marxistas revelan un cisma interno en sus filas. Cerca de la mitad de los marxistas que respondió, consideran obvios nuestros hallazgos, incluso cuestionando porqué debería dedicarse un esfuerzo tal para “probar” aquello que ya se sabía. En efecto, siguiendo la visión materialista de la historia, el propio Marx puede haber pregonado evidencia de que las ideas intelectuales son determinadas principalmente por acontecimientos políticos. La respuesta de la otra mitad niega con firmeza el rol de gobierno de Lenin en hacer que la tradición intelectual marxista fuera parte de la corriente principal.
Ansiosos por desasociarse del peso del legado de la Unión Soviética, lanzan otras y más aceptables explicaciones del pico en las referencias a Marx. Por el momento, los candidatos favoritos son partidos políticos adyacentes a Marx en Alemania previo a 1917, y la fundación en occidente de la marxista Escuela de Frankfurt en los años veinte, aunque la evidencia empírica de estas teorías es abrumadoramente insignificante, comparada con el efecto bolchevique en 1917.

Con una facción marxista insistiendo en que nuestros resultados serán demasiado “obvios” como para garantizar la atención, y la otra del todo negando su validez, inadvertidamente se destaca la necesidad de una resolución empírica a la pregunta.

Es suficiente con decir que tal investigación empírica necesitaría usar herramientas que minimicen la introducción del sesgo humano. No es suficiente con escoger unas pocas referencias a Marx en un trabajo a partir de 1905 e insistir que sobrepasan patrones de datos empíricos agregados a través de millones de páginas de textos. Tampoco podemos simplemente discernir la influencia de Marx midiendo a ojo adónde sus patrones Ngramas tienen un paralelo con otros autores. La técnica del control sintético ayuda a navegar alrededor de estos problemas, dejando que la computadora identifique y elija las cifras agregadas.

El resultado es un Marx hipotético enteramente plausible, compuesto primariamente por sus competidores socialistas, como Ferdinand Lassalle y Johann Karl Rodbertus.

Note que no alegamos que Marx habría desaparecido de la relevancia en ausencia de 1917. Tampoco sugerimos que el trabajo de Marx no recibió atención antes de 1917, como algunos de nuestros críticos más perezosos han alegado. Claramente, Marx atrajo la atención -si bien duramente crítica- de otros economistas de fines del siglo XIX, quienes se dedicaron a trabajar en disecar y refutar sus teorías. Él también tenía seguidores, si bien básicamente entre activistas laborales radicales. No obstante, nuestra pregunta tiene que ver con su sitio en las discusiones académicas de la corriente principal.

La historia de “¿y qué sí?” de nuestra hipótesis sugiere que, en ausencia de los acontecimientos de 1917, Marx habría continuado siendo objeto de un nicho en la investigación académica y el activismo laboral radical. Posiblemente, habría continuado compitiendo por atención en esos mismos círculos radicales, como el principal pensador de una de sus muchas facciones. Después del impulso soviético a Marx, efectivamente desplazó del mundo socialista a los otros actores.

Por supuesto, también especialistas académicos notaron a Marx, tanto antes como después de 1917. Alfred Marshall evaluó sus doctrinas económicas en un libro de texto de 1890, describiéndolas como un ejercicio en razonamiento circular disfrazado de un “denso lenguaje hegeliano.” Luego, en un artículo en 1907 en el Economic Journal, Alfred Marshall mencionó a Marx al lado de Adam Smith y J.S. Mill ̶ pero, crucialmente, en el mismo aliento que también a Ferdinand Lassalle, quien -a pesar de su importancia histórica- no es citado en parte alguna tan frecuentemente como hoy lo es Marx. Otros tenían una visión más favorable, y aún otros se involucraron más en Marx por medio de sus sucesores y actores posteriores.

Pero, los acontecimientos de 1917 brindaron un alza notoria a la relevancia de Marx en las discusiones intelectuales. Por algún tiempo el sociólogo Max Weber había conocido el trabajo de Marx, habiendo competido con el contemporáneo influenciado por Marx, Werner Sombart, en torno a la teoría y significado del capitalismo. No obstante, el estudio clásico de Weber de 1905, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism [La ética protestante y el espíritu del capitalismo] casi que del todo evita el nombre de Marx, excepto por una única nota pasajera al pie de página.

Poco antes de su muerte alrededor de 15 años después, Weber habló ante un pequeño grupo de estudiantes acerca del panorama filosófico de la época. “El mundo en que vivimos como intelectuales,” explicó él, “lleva en gran medida la impronta de Marx y Nietzsche.” Era un mundo en donde las doctrinas de ambos pensadores iban en ascenso y estaban en tensión, haciendo un paralelo directo con los acontecimientos políticos que los habían hecho posibles.

Phillip W. Magness es investigador sénior y director interino de investigación y educación en el American Institute for Economic Research. Él tiene un PhD y una Maestría en Asuntos Públicos de la Escuela de Política Pública de la Universidad George Mason, y una licenciatura de la Universidad de St. Thomas (Houston). Antes de unirse a AIER, el Dr. Magness pasó una década enseñando política pública, economía, y comercio internacional en instituciones que incluyen a la American University, Universidad George Mason y Berry College. El trabajo de Magness comprende la historia de Estados Unidos y del mundo Atlántico, con especializaciones en las dimensiones económicas de la esclavitud y discriminación racial, historia tributaria, y mediciones de la desigualdad económica en el tiempo. También, mantiene un interés activo en la investigación de la política de educación superior e historia del pensamiento económico. Además de su labor académica, los escritos populares del Dr. Magness han aparecido en numerosos medios, incluyendo el Wall Street Journal, New York Times, Politico, Reason, National Review, y Chronicle of Higher Education.

Publicaciones Seleccionadas

“How pronounced is the U-curve? Revisiting income inequality in the United States, 1917-1960
” Coautor con Vincent Geloso, Philip Schlosser, & John Moore. The Economic Journal (marzo de 2022) “The Great Overestimation: Tax Data and Inequality Measurements in the United States, 1913-1943.” Coautor con Vincent Geloso. Economic Inquiry (abril del 2020). “The anti-discriminatory tradition in Virginia school public choice theory.” Public Choice. James M. Buchanan Centennial Issue. (marzo del 2020). “John Maynard Keynes, H.G. Wells, and a Problematic Utopia.” Coautor con James Harrigan. History of Political Economy (primavera del 2020) “Detecting Historical Inequality Patterns: A Replication of Thomas Piketty’s Wealth Concentration Estimates for the United Kingdom.” Social Science Quarterly (verano del 2019) “James M. Buchanan and the Political Economy of Desegregation,” Coautor con Art Carden & Vincent Geloso. Southern Economic Journal (enero del 2019) “Lincoln’s Swing State Strategy: Tariff Surrogates and the Pennsylvania Election of 1860Pennsylvania Magazine of History and Biography, (enero del 2019) “Are Adjuncts Exploited?: Some Grounds for Skepticism.” Coautor con Jason Brennan. Journal of Business Ethics. (primavera del 2017). “Estimating the Cost of Adjunct Justice: A Case Study in University Business Ethics.” Coautor con Jason Brennan. Journal of Business Ethics. (enero del 2016) “The American System and the Political Economy of Black Colonization.” Journal of the History of Economic Thought, (junio del 2015). “The British Honduras Colony: Black Emigrationist Support for Colonization in the Lincoln Presidency.” Slavery & Abolition, 34-1 (marzo del 2013) “Morrill and the Missing Industries: Strategic Lobbying Behavior and the Tariff of 1861.Journal of the Early Republic, 29 (verano del 2009).

Michael Makovi, Ph. D., es profesor asistente de economía en la Universidad Northwood. Obtuvo su Ph. D., y su Maestría en Ciencias de la Universidad Texas Tech en Lubbock, Texas, así como una Licenciatura en Artes de la Universidad Loyola en Nueva Orleans, Louisiana, Sus especialidades incluyen Elección Pública, Economía Política Constitucional, y Econometría Aplicada.