Lamentablemente, lo que uno ve en nuestro medio no es una propuesta de recorte de impuestos, sino aumentar y crear nuevos gravámenes, diz que impulsados por asociaciones internacionales de gobiernos que precisamente se caracterizan por homogeneizar los impuestos siempre hacia arriba y nunca hacia abajo, pues lo primero es lo que les conviene a los políticos gobernantes.

IMPUESTOS, PRIVILEGIOS ESPECIALES, Y “EMPRESA PRIVADA”

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
17 de noviembre del 2022

Tal vez la más profunda incomprensión del caso a favor de recortar impuestos es que los beneficios de recortes de impuestos son abrumadoramente apropiados por aquellos individuos cuyos impuestos se recortan. Dado que una parte desproporcionadamente grande de las recaudaciones impositivas son pagadas por individuos de altos ingresos, y porque las empresas pagan más impuestos cuando están progresando, que cuando están luchando, parece deducirse que, cuando el gobierno recorta impuestos, les otorga favores a los ricos y exitosos a expensas del público en general.

También, progresistas y otros opositores a recortes impositivos creen que, cualesquiera beneficios que la tasa menor de impuestos trae para la economía como un todo, provienen principalmente del mayor gasto que recortes impositivos estimulan a que ricos y exitosos hagan. Algo de ese gasto, se cree, puede “gotear hacia abajo” hacia trabajadores ordinarios y sus familias, pero estas ganancias a las masas son (concluye el cuento progresista) mínimas, comparadas tanto con las enormes ganancias de los ricos, como con el daño infligido al tesoro público.

Pero, esa posición progresista acerca del caso económico a favor de recortar las tasas impositivas es totalmente errada. El caso económico a favor de recortar impuestos no es que la economía será “estimulada” por un gasto incrementado efectuado por trabajadores de altos ingresos y accionistas, quienes, como resultado de los recortes impositivos, tienen ingresos disponibles más altos. En vez de ello, el caso económico a favor de recortar impuestos es que la actividad productiva (no menos importante, la inversión) es desalentada por los impuestos y, así, se estimula cuando se reducen las tasas impositivas.

El gobierno obtiene la mayoría de sus recaudaciones gravando actividades productivas. Como correctamente lo reconocen los impulsores de impuestos a emisiones de carbono y los proponentes de aranceles proteccionistas a las importaciones, cuando usted grava una actividad, hay menos de esa actividad. Los impuestos al ingreso reducen la cantidad de trabajo productivo que se lleva cabo en el mercado. Los impuestos a las empresas reducen sus esfuerzos por aumentar su eficiencia e innovación. Los impuestos a las ganancias de capital reducen la inversión productiva y la asunción de riesgos. Y ciertamente se deduce que reducir esos impuestos aumenta la cantidad de actividad productiva que ocurre en el mercado.

Por supuesto que se beneficia el cirujano cardiovascular Jones, quien, cuando se recortan los impuestos al ingreso, desempeña tres cirugías más anualmente. Pero, los beneficios económicos significativamente mayores son apropiados por gente que disfruta del aumento resultante en el cuido de la salud. Por supuesto que los accionistas de Acme, Inc., ganan cuando los impuestos a las empresas se recortan y las empresas reducen exitosamente sus costos operativos en un dos por ciento. Pero, las ganancias económicas significativamente mayores son apropiadas por los clientes de Acme, quienes pagan precios menores, y por los trabajadores de Acme, cuyos salarios aumentan debido a que estos trabajadores se han hecho más productivos. Entre los clientes que se benefician de la eficiencia operativa mejorada de Acme, están, también, los clientes de los competidores de Acme, quienes, para competir con Acme exitosamente deben reducir sus precios o mejorar las cualidades de sus productos.

El inversionista Smith, quien, debido a que se reduce la tasa del impuesto a las ganancias de capital, se ve incentivado a invertir un millón de dólares en la idea del empresario Williams de construir una mejor ratonera, es, por supuesto, recompensado si la nueva empresa de Williams muestra ser rentable. Pero, la recompensa económica significativa mayor es cosechada por el empresario Williams y, hasta más, por los empleados de Williams y (¡lo siento ratones!) por los compradores de ratoneras.

A menudo, estas realidades se ocultan del público en general, no sólo por simple ignorancia de economía, sino también por un lenguaje pobre.

Aquí un culpable primordial es la descripción comúnmente usada de mercado libre: “sistema de empresa privada.” El mercado libre es privado sólo en el sentido de que las decisiones de qué y cómo producir se llevan a cabo por individuos que gastan sus propios recursos, en vez de funcionarios gubernamentales que gastan recursos de otras personas. Pero, en un mercado libre, cualquier empresario o inversionista que produce e invierte tan sólo para satisfacer directamente sus deseos privados -cualquier empresario o inversionista que descarta los deseos del público- no sobrevivirá por mucho tiempo como empresario o inversionista.

Lady Gaga gana millones de dólares anualmente, no porque actuar directamente le gratifica, sino, más bien, porque sus actuaciones complacen tanto a millones de personas (en donde casi todos son extraños para ella), que cada uno de sus aficionados está dispuesto a pagarle para que actúe. Jeff Bezos es hoy multimillonario no porque él encuentra una enorme satisfacción personal en hacer en línea ventas al menudeo, sino, más bien, porque sus habilidades y esfuerzos en las ventas en línea al menudeo satisfacen los deseos de cientos de millones de nosotros en el público en general. La riqueza neta de Warren Buffett excede los $100 miles de millones, no poque él tiene un aprecio personal, no económico, de compañías en las que invierte su empresa Berkshire Hathaway, sino, más bien, porque es inusualmente hábil en dirigir recursos a empresas que son, por sí solas, hábiles para producir bienes y servicios que son ansiosamente comprados por incontables miembros del público en general.

En el mercado, las actividades económicamente rentables (y, por tanto, gravables) son abrumadoramente aquellas que mejoran el bienestar del público en general.

Irónicamente, las únicas empresas realmente privadas son aquellas que existen y sobreviven debido a privilegios especiales otorgados en línea por el gobierno. El agricultor de caña de azúcar del sur de Louisiana o Florida adquiere su jugoso ingreso no satisfaciendo al público en general, sino, en vez de eso, porque nosotros en el público estadounidense en general somos obstruidos por nuestro propio gobierno para que compremos azúcar importado. El gobierno de Estados Unidos daña al público para poder otorgar riquezas no ganadas a agricultores de azúcar de Estados Unidos. Sólo por medio de esas intervenciones, como aranceles proteccionistas, subsidios, y restricciones de licencias ocupacionales, son capaces los dueños de empresas de satisfacer sus propios deseos privados, sin tener que satisfacer los deseos del público en general. Sólo por medio de esas intervenciones son las “ganancias” e ingresos del productor protegido extraídas del público en general, en vez de ser recompensas por contribuir con el público en general.

Los hombres, mujeres y niños comunes y corrientes sólo prosperarán si, y sólo en tanto, las actividades verdaderamente producidas no sean indebidamente desalentadas por impuestos y otras intervenciones gubernamentales. Los impuestos al ingreso, a empresas, y ganancias de capital, son impuestos al bienestar general. Asimismo, son dañinos para el bienestar público los aranceles proteccionistas y restricciones similares de cómo puede la gente, pacíficamente, gastar su propio dinero.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.