EL GOBIERNO ES BÁSICAMENTE ADIVINACIÓN

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
24 de octubre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux, american institute for economic research, guesswork, October 24, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Arnold King, con su visión profunda característica, describió recientemente “el argumento del hombre de paja contra el libertarismo y a favor de la tecnocracia.” Este argumento del hombre de paja tiene, según explica Kling, los siguientes pasos:

“1. El libertarismo descansa en los mercados.

2. Los mercados son óptimos sólo bajo condiciones de competencia perfecta.


3. Las condiciones de competencia perfecta son rara vez satisfechas.


4. Hay muchos ejemplos de fallos del mercado.


5. Por tanto, el libertarismo no funciona.


Luego, agrega Kling:

“El paso (2) es un engaño. Se mete a hurtadillas en el supuesto de que los mercados tienen que ser óptimos para que sea preferible la intervención gubernamental.


En vez de ello, hace mucho ofrecí el aforismo ‘Los mercados fracasan. Use los mercados.’ Esto es, rápidamente concedo que la economía de mercado no es algún óptimo teórico, La pregunta es qué conducirá a una mejora. Creo que la intervención gubernamental a menudo ofrecerá peores cosas. Entre tanto, la innovación empresarial y la destrucción creativa tienden a resolver los problemas económicos, incluyendo los fallos del mercado.”


Uno de quienes comentó el mensaje de Kling, Matt Gelfand, luego ofreció lo siguiente:

“Démosle vuelta a la línea de razonamiento de Arnold para examinar los méritos de la acción gubernamental.


1. La acción del gobierno descansa en actores gubernamentales que se comportan en función del interés público.


2. Los gobiernos son óptimos sólo bajo condiciones de altruismo perfecto de los actores gubernamentales.


3. Las condiciones de un gobierno perfecto son rara vez satisfechas.


4. Hay muchos ejemplos de fallos del gobierno.


5. Por tanto, el gobierno no funciona.


Hay muchos ejemplos de fallos del mercado que no pueden ser superados por los procesos libertarios de mercado, y yo creo que los libertarios estarían de acuerdo con, al menos, algunos de ellos. Usualmente involucran “bienes públicos” en donde actores competitivos serían duplicados e ineficientes. Así, un sistema de leyes, el sistema judicial, la defensa nacional, la seguridad pública (policía, bomberos), seguridad aérea, y numerosos otros ejemplos, son más eficientemente manejados por medio de políticas en vez de mercados.”


A pesar de que, al menos uno de los ejemplos del comentarista Gelfand de “buenas” acciones gubernamentales (esto es, la regulación de la seguridad de las aerolíneas) siendo altamente dudoso, mi propósito aquí no es desafiar los ejemplos señalados de “buena” acción gubernamental. En vez de eso, argüiré que el Sr. Gelfand, como muchos otros, erróneamente supone que el mercado y los gobiernos son simétricos el uno con el otro, en una forma en que no lo son.

Por supuesto, cualquier resultado deseado puede, en principio, ser perseguido ya sea mediante la acción voluntaria (el mercado, ampliamente concebido) o mediante la acción coercitiva (el gobierno). De esta manera sencilla, el mercado y el gobierno son, en efecto, simétricos el uno con el otro. Pero, allí termina la simetría. La lógica de la operación del mercado difiere categóricamente de la lógica de la operación del gobierno. Estas diferencias están enraizadas, además se extienden más allá, en el hecho de que sólo en los mercados toda acción es voluntaria.

Esta es la diferencia única más importante que separa la acción del mercado de la del gobierno: A diferencia de quienes toman decisiones en el gobierno, quienes las toman en los mercados tienen acceso a información detallada y razonablemente confiable acerca de los efectos netos que es posible que alguna de sus decisiones tenga sobre todas las partes afectadas. Además, quienes toman decisiones en los mercados son únicamente incentivados para llevar a cabo esas acciones, y sólo esas acciones, que producen los efectos netos positivos más grandes posibles sobre las partes afectadas.

Es indisputable el hecho que la información disponible en los mercados es imperfecta. También lo es el hecho que incluso actores en mercados bien informados a menudo yerran. Pero, igualmente indisputable, si bien no tan ampliamente reconocida, es la realidad que los mercados tienen (como característica esencial de su operación) un proceso inserto de detección y corrección del error, y, así, toman en cuenta a lo largo del tiempo tanto conocimiento relevante como sea posible. No existe tal proceso en el gobierno. Debido a esta diferencia categórica, cualquier supuesta simetría substancial entre la acción del mercado y la del gobierno es imaginaria.

Cualquier ventaja fundamental (si no es que la única) de descansar en los mercados en vez del gobierno para suministrar, digamos, zapatos, es que sólo en los mercados existe una fuente confiable de información acerca de cuáles variedades de zapatos producir y cómo producir eficientemente esa variedad ̶ esto es, cómo producir esas variedades de zapatos de formas que dejan disponibles tantos recursos como sean posibles para producir bienes y servicios además de zapatos.

Las cantidades de sus ingresos que los consumidores eligen gastar en Crocs, zapatillas deportivas Nike, o mocasines Gucci, registran la intensidad de las demandas de los consumidores de cada uno de estos tipos de zapatos, en relación no sólo con las demandas de los consumidores de otros tipos de zapatos, sino, también, con respecto a sus demandas de otros bienes y servicios a la venta.

Los precios de cada una de las diferentes variedades de zapatos transmiten al menos dos piezas críticas de información. Primera, los precios de los Crocs les dicen a los empresarios exactamente cuánto están dispuestos los consumidores a pagar por los Crocs, comparado con cuánto están dispuestos a pagar por zapatos deportivos y mocasines, y, también, con respecto a cuánto están dispuestos los consumidores a pagar por hamburguesas, miel, vivienda, libros, bananos, bolas de beisbol, y todo otro bien o servicio actualmente en venta en el mercado. Segunda, los precios de los Crocs comprados con los precios de los insumos que pueden usarse para producir Crocs, les dicen a los empresarios si el deseo de los consumidores por Crocs es lo suficientemente alto como para justificar usar recursos para producir Crocs, y, al hacerlo, exactamente cuántos pares de Crocs producir.

Si, como es frecuente, hay algún cambio inesperado en el mercado (por ejemplo, que súbitamente a los consumidores les dejan de gustar los Crocs), hoy los consumidores no serán servidos tanto como sea posible. Igualmente, si los empresarios como grupo cometen algún error (por ejemplo, dejan de notar la alta demanda del consumidor de zapatos de gamuza azul). Hoy demasiados recursos se dedicarán a producir Crocs, mientras que muy pocos recursos se usarán en manufacturar zapatos de gamuza azul. Como resultado, los precios de los Crocs se reducirán comparados con los precios de otros bienes y servicios, mientras que los de los zapatos de gamuza azul pronto, en verdad, serán vistos por empresarios en busca de ganancias, como lo suficientemente altos para justificar aumentar la producción de este estilo particular de calzado. Esos cambios en precios, y un reconocimiento más exacto de los existentes, hacen que, lo que hoy puede ser descrito como ineficiencias (o “fallos” del mercado), como, también, oportunidades actuales de obtener ganancias. Guiados por los precios, los empresarios obtendrán utilidades al quitar recursos a la producción de Crocs y llevarlos a la producción de otros ítems, incluyendo zapatos de gamuza azul.

Empresarios insuficientemente alertas a las realidades los mercados, según la revelan los precios tanto de insumos como productos, o empresarios muy incompetentes para actuar rentablemente con base en la información del mercado, sufren pérdidas. Así, estos empresarios terminan “controlando” menos recursos, con mayores cantidades de recursos llegando ser “controlados” por empresarios más alertas o competentes.

El interés propio de los empresarios se combina en el mercado con el interés propio de los consumidores y proveedores de insumos -y, también, con la habilidad de cada uno de los consumidores y proveedores de insumos, para decir “¡no!” a ofertas que consideran no es atractiva- para hacer que las oportunidades de mejorar la asignación de recursos sean reveladas en los precios del mercado. De nuevo, tal información nunca es revelada perfectamente. Ni tampoco se actúa siempre con pericia pura. Pero, la propia esencia del sistema de mercado es revelar tal información e incitar a todos en el mercado a actuar con base en ella.

No existe ningún proceso de revelación de la información disponible para la acción del gobierno. Precisamente, debido a que la intervención gubernamental en los mercados pretende descartar o sobreponerse a las señales del mercado, los funcionarios de gobierno, si es que están para mejorar el bienestar de los ciudadanos, deben tener acceso a información superior a aquella disponible en los mercados, Pero, de hecho, los funcionarios de gobierno no tienen fuentes superiores de información, del todo no tienen una buena fuente de información. Lo mejor que pueden hacer es adivinar.

Esta ausencia de información disponible para los funcionarios gubernamentales, es un problema especialmente agudo para aquellos funcionarios que presumen ser capaces de mejorar el desempeño de la economía, al nacionalizar industrias, usar subsidios y aranceles proteccionistas, e imponer impuestos “correctivos” aquí y allá. Pero, esta ausencia de información es ubicua a través de todos los asuntos gubernamentales. Sin importar qué proyectos emprende el gobierno como gobierno, sus funcionarios no pueden, en realidad, saber, de la manera como lo hacen los participantes en el mercado, exactamente qué producir, cuánto producir, y cómo producirlo mejor.

Hasta el gobierno local que suministra servicios de policía pagados con dólares de impuestos no tiene información sólida acerca de cuánta policía suministrar y cómo suplir mejor esos servicios. Los consumidores no expresan sus demandas de policía suministrada por el gobierno gastando dinero voluntariamente en ella, con la habilidad de cambiar la cantidad de los montos que gastan en respuesta a cambios en la calidad, o deseo, del servicio suplido. Si bien una evidencia grotesca en este frente puede impulsar mejores cambios, por medio de elecciones o de gente que vota con sus pies trasladándose a otras jurisdicciones, por muchas razones convincentes los tipos de información revelada en las elecciones o al trasladarse desde una jurisdicción hacia otra, no tienen ninguno de los detalles, matices, riqueza, u oportunidad que caracterizan la información transmitida en los mercados. La información políticamente transmitida es muy diluida, llena de ruido y fuera de plazo- y, por tanto, no es confiable- como para que difiera categóricamente de la información transmitida por el mercado.

Como lo sugiere el ejemplo de la policía, la ausencia de información disponible para que los actores gubernamentales lleven a cabo diversas tareas, no implica que no haya tareas apropiadas para que el gobierno las lleve a cabo. En ocasiones, el instinto político nos dice que esa o aquella tarea, si se deja en manos de fuerzas del mercado, sería posiblemente peor desempeñada que si fuera asignada al gobierno. Y, algunas veces, ese instinto puede ser correcto, aunque no hay forma de verificar tal conclusión.

Cualquiera sea el caso ofrecido en apoyo de la acción gubernamental, un respeto por la honestidad debería obligar a quienes formulan tal caso a admitir que los funcionarios de gobierno que llevan a cabo la acción prescrita, no son guiados ni incitados por los tipos de información detallada que guían e incitan a los actores del mercado. A diferencia de acciones llevadas a cabo en los mercados, hasta las mejores acciones gubernamentales efectuadas en las circunstancias más apropiadas, se guían por poco más que adivinación.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.