Este es un artículo que recomiendo entusiastamente para las personas interesadas en los temas de la tolerancia y la libertad y la relación ente ellos.

LIBERTAD, LA RAZÓN PARA LA TOLERANCIA

Por Douglas J. Den Uyl & Douglas B. Rasmussen
Law & Liberty
12 de octubre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es douglas j. den uyl & douglas b. rasmussen, law & liberty, tolerance, October 21, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Michael Thomas definitivamente apunta a una virtud política importante, al sugerir que la tolerancia es “la principal virtud política.” En ese sentido, es interesante reflexionar acerca de qué tan ausente dicha virtud parece estar en la consciencia del día de hoy. En vez de tolerancia, hemos adoptado la aceptación o el ostracismo como nuestro modelo. La tolerancia supone que usted puede estar en desacuerdo con una posición moral o política de algún tipo, pero, sin embargo, permite que sea practicada. En contraste, hoy uno no puede vocalizar el desacuerdo con ciertas prácticas sin enfrentarse a una presión inmensa para que se conforme con la aceptación de ellas. La clave de la presencia de la tolerancia es la no aceptación. Para que haya tolerancia, la gente debe estar dispuesta a permitir el rechazo de algunas creencias y prácticas. Eso es lo que significa tolerar algo: permitir que continúe alguna creencia o práctica a pesar de la idea propia de uno de que la creencia o práctica es errada, o inmoral. Impulsar la aceptación es un enfoque enteramente diferente a tener la conformidad en su esencia.

Así, tenemos dos modelos que, al menos en el abstracto, no necesariamente violan la libertad: uno es el modelo de tolerancia y el otro el modelo de presión hacia la aceptación. Podríamos señalar otras visiones, como la de Herbert Marcuse, que sostiene que la tolerancia es esencialmente represiva, en cuanto mantiene un estatus mayoritario. Pero, los dos modelos son suficientes para formular nuestro punto: la sociedad tolerante de Thomas enfrenta problemas autorreferenciales. Esta sociedad ideal debe ser intolerante con la intolerancia. Esto, por sí solo, nos obliga a preguntarnos por qué incluso nos importa la tolerancia. La respuesta es una que el propio Thomas presupone y emplea en sus defensas de la tolerancia; esta es, la libertad. El valor de la tolerancia es medida contra ella ̶ hacer de la protección de la libertad el propósito principal del estado.

Pero, la libertad no es sólo la ausencia de impedimentos externos o simplemente la habilidad de hacer lo que uno quiere hacer. Como lo hace ver Locke, “libertad no es licencia.” “La libertad” es una noción moral, y lo que diferencia a la libertad de la licencia es el concepto moral de los derechos naturales básicos, negativos, a la vida, libertad y propiedad, de un individuo. La libertad se encuentra cuando los derechos naturales de los individuos son protegidos por la ley positiva, la que, a su vez, protege la posibilidad de la autodirección y, así, la posibilidad de responsabilidad moral individual y la búsqueda del bien humano entre otros. Seguimos a Locke al mantener que eso determina en última instancia el propósito del estado o, más generalmente, el orden político-legal. Como lo hacemos ver en The Realist Turn, “La libertad no se opone a que haya una limitación ética a lo que la gente puede hacerse la una a la otra. En efecto, la libertad sólo existe dentro del contexto de tal limitación. Las limitaciones que definen la libertad pueden ser expresadas en el lenguaje de los derechos; de hecho, los derechos son una expresión normativa de esas mismas limitaciones.”

De hecho, fue nuestra propia preocupación por la tolerancia lo que nos condujo a desarrollar nuestro argumento a favor de los derechos naturales desde una descripción neo aristotélica de la ley moral natural. Queríamos mostrar cómo una teoría de los derechos naturales, que mantiene que la libertad es el valor supremo para el orden político-legal, no necesita suponer que la libertad es el valor moral más alto tout court [sin más.] Nuestra idea crucial era que todos los principios éticos no necesitan ser del mismo tipo o tener la misma función. Por ejemplo, los principios políticos pueden basarse en principios de ética normativa, pero no tienen que ser reducibles a ellos. La política no es ética en grande. En otras palabras, es posible que haya un orden político-legal legítimamente moral que proteja a la gente que tiene ideas y prácticas que son, de hecho, moralmente equivocadas. El tema crucial es si tales ideas y prácticas violan derechos individuales. Ellas son el ligamen entre el orden ético y el orden político-legal. La política no necesita verse como un alimento del alma, ni tampoco necesita verse como rehaciendo la sociedad para que esté de acuerdo con algún ideal moral.

Estaríamos de acuerdo con Thomas en que la tolerancia es una herramienta importante, tal vez hasta la herramienta primordial, para la protección de la libertad. Pero, no es la única, pues es lo suficientemente fácil señalar que no podemos tolerar todo. Se requieren algunos estándares, como respetar la inviolabilidad de los derechos naturales individuales. Así que, sigamos a Thomas apoyando sus argumentos de la importancia de la tolerancia, pero, también, reconozcamos que ella nos importa como virtud política pues apoya y operativiza el valor político primario de la libertad.

No obstante, Thomas puede objetar y decir que él no está presuponiendo el valor de la libertad al argüir a favor de la primacía política de la tolerancia. Más bien, puede, en vez de eso, alegar que está contra el desbalance del poder, no de la libertad. Pero, ¿presuponer que el desbalance del poder es cosa mala sólo plantea la pregunta de “¿por qué”? Gran parte de la historia humana ha estado marcada por desbalances del poder ̶ algunos desbalances han sido y aun así hasta defendidos por ser los mejores acuerdos para lograr diversos fines sociales. Así que, no podemos suponer ipso facto que un desbalance es malo. Tiene que haber una defensa. Así, la tolerancia en sí necesita apelar a un valor mayor y más fundamental, que responda la pregunta de por qué ser tolerante. La libertad parece ser el candidato mejor y más posible de ser ese valor fundamental. Un desbalance de poder, por sí sólo, no implica ya sea tolerancia o intolerancia. La libertad lo garantiza.

Douglas J. Den Uyl es Vice Presidente Emérito y Académico Residente Benjamin A. Rogge del Liberty Fund. Ha publicado ensayos o libros acerca de Spinoza, Smith, Shaftesbury, Mandeville, y otros, y más recientemente es coautor con Douglas B. Rasmussen de The Realist Turn: Repositioning Liberalism (Palgrave Macmillan, 2020).

Douglas B. Rasmussen es Profesor Emérito de Filosofía en la Universidad St. John’s en la Ciudad de Nueva York. Es Académico Afiliado Sénior del Institute for Economic Inquiry, de la Universidad Creighton, en Omaha, Nebraska, y Académico Sénior del Institute fo Economics Studies-Europe. Es co autor con Douglas J. Den Uyl de The Realist Turn: Repositioning Liberalism (Palgrave Macmillan, 2020).

Traducido por Jorge Corrales Quesada.