CONTRA EL REDUCCIONISMO DE LA TASA DE INTERÉS

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
4 de octubre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alexander william salter, american institute for economic research, reductionism, October 28, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

¿Podemos inferir confiablemente la posición de la política monetaria a partir de las tasas de interés? Muchos observadores de los mercados dicen que sí. Afirman confiadamente que tasas altas significan que el dinero es escaso, y que tasas más bajas significan que el dinero abunda. La realidad es más complicada. La relación que describen se sostiene sólo durante períodos de tiempo breves, e incluso en ese entonces sólo bajo condiciones muy específicas. Aún más, existe abundancia de ejemplos en que la verdad ¡es justamente lo opuesto! Realmente, tenemos que sobreponernos al reduccionismo de la tasa de interés.

Hay tres canales mediante los cuales la política monetaria afecta las tasas de interés: el efecto liquidez, el efecto ingreso, y el efecto inflación.

Los comentaristas financieros y económicos típicamente se enfocan en el efecto liquidez: La expansión de la oferta de dinero pone una presión hacia abajo de las tasas de interés y una contracción de la oferta monetaria pone una presión al alza en las tasas de interés. Esto funciona mejor cuando el dinero inesperadamente se expande o se restringe más que previamente. Incluso en aquel momento, el efecto no dura mucho tiempo.

Los efectos ingreso y de inflación operan en la dirección opuesta. También, las condiciones monetarias afectan el gasto total, y, por tanto, el ingreso total. Aquellos se correlacionan positivamente con las tasas de interés. Finalmente, si la política monetaria crea inflación, debería elevar las tasas de interés (sin embargo, ajustadas por la inflación, las tasas de interés deberían permanecer invariables).

Necesitamos retocar la historia de arriba debido a que estamos bajo un sistema de piso, en vez de un sistema de corredor. La FED ajusta la tasa de fondos federales variando la tasa de interés que paga a los bancos sobre reservas. Recuerde que la tasa de fondos de la FED es la tasa que los bancos se cargan entre ellos por préstamos nocturnos. Dado que los bancos no se prestarán dinero entre ellos a una tasa menor de la que pueden obtener si parquean sus fondos en la FED, la tasa de fondos de la FED rastrea la tasa de interés pagada sobre las reservas. Ahora que la FED está cambiando las tasas de interés mediante decreto administrativo, tiene un control de corto plazo mayor de lo que tenía cuando descansaba en las operaciones de mercado abierto. Pero, una vez que empezamos a ver a intervalos de tiempo más largos, el panorama se enturbia mucho. Esto no tiene nada que ver con el sistema operativo de la FED, y sí todo que ver con los límites de la política monetaria.

En específico, los efectos de largo plazo (ingreso e inflación) operan en direcciones opuestas al efecto de corto plazo discutido arriba, independientemente de cómo la FED lo pone en marcha. Un dinero hoy expandido (y tasas más bajas), se convierte mañana en un crecimiento del ingreso e inflación (y tasas más altas). Por ello es que resulta riesgoso interpretar condiciones monetarias a partir de tasas de interés. La sabiduría convencional sostiene que tasas bajas significan dinero fácil. Pero, lo contrario podría ser cierto: Si el dinero es muy escaso, afectando la actividad económica, eso podría hacer que, alternativamente, las tasas sean menores. Lamentando el estado de la macroeconomía, Milton Friedman dijo en una ocasión: “Yo pensaba que la falacia de identificar dinero escaso con altas tasas de interés y dinero fácil con tasas de interés bajas estaba muerta. En apariencia, las viejas falacias nunca mueren.”

En el corto plazo, algunas veces es apropiado inferir cambios en la posición de la política monetaria a partir de cambios en tasas de interés. Pero, en horizontes de tiempo más amplios, la relación se rompe. Por ejemplo, una vez que estamos viendo 10 años hacia el futuro, la política monetaria es básicamente irrelevante. Las tasas de interés son determinadas por factores reales (esto es, no monetarios): disponibilidad de trabajo, capital, y recursos naturales; tecnología y productividad; y factores legales e institucionales.

Así, usar tasas de interés como apoderadas de la política monetaria es precario en el mejor de los casos y completamente inútil en el peor. ¿Qué deberíamos usar en vez de ello? Simple: oferta de dinero y demanda de dinero. Los bancos centrales tienen control significativo sobre la tasa de crecimiento de la base monetaria. Tienen menos control sobre los agregados monetarios más amplios, pero, incluso ahí, sus poderes no son despreciables. Comparar las tasas de crecimiento de la oferta de dinero y la demanda de dinero es la mejor forma de evaluar las condiciones generales de liquidez. Si la oferta de dinero crece más rápido que la demanda de dinero, todo los demás igual, también crecerá el ingreso nominal. Bases económicas independientes de las condiciones monetarias determinan la ruptura entre crecimiento del ingreso real e inflación. El signo más inmediato de un dinero fácil es un salto en el crecimiento del ingreso monetario; el signo más inmediato de un dinero escaso es una declinación en el crecimiento del ingreso nominal.

Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: La política monetaria es acerca de dinero, no de tasa de interés. Los banqueros centrales deberían dejar de poner en práctica política monetaria jugando con los precios relativos. Existen mejores medidas y mecanismos de transmisión más efectivos.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.