Con esto termino mi serie sobre la inflación que les había prometido publicaría en mi muro: Espero que les haya sido, y siga siendo, útil para una mejor comprensión del tema.

RESEÑA DE LA SERIE “PAÍS DE LA INFLACIÓN” DE THOMAS L. HOGAN-QUINTA Y ÚLTIMA DE CINCO PARTES

Por Jorge Corrales Quesada

Tal como lo prometió el autor Thomas Hogan, en su último artículo él haría algunas propuestas -que expone como partes de la caja de herramientas de la FED- acerca de cómo reducir la inflación, básicamente en torno a la política monetaria del banco central de Estados Unidos (FED), pues, después de todo, la inflación es resultado de políticas expansivas a cargo de él acerca de la cantidad de dinero en la economía. Debo señalar que, si bien los comentarios se aplican a las políticas de la FED, lo son también para cualquier banco central como el nuestro, tomando en cuenta diferencias en su institucionalidad.

La primera de esas herramientas es la tasa de interés. En opinion del profesor Hagen, el serio problema actual de confianza en la FED ante la situación inflacionaria radica en que no aumentó la tasa de interés (que se transmite a una serie de tasas de interés en la economía) en el momento oportuno, cuando ya se sabía del problema inflacionario. Eso provocó que la misión esencial de la FED de mantener la estabilidad de precios no se lograra durante meses perdidos, por la inacción en cuanto a las tasas de interés de la FED, a pesar de ser una herramienta de la que hoy dispone.

Dice Hogan en este último artículo que “El plan aquí es simple: cuando la inflación supera la meta establecida [de crecimiento], eleve las tasas de interés.” Así que, ante el descuido de no elevar oportunamente las tasas de interés, la FED debe ahora aumentarlas mucho: eso enviaría el mensaje deseable de que actúa para controlar la inflación.

La segunda herramienta que el profesor Hogan propone sea empleada, es que defina una regla monetaria específica, única. En esencia, que la FED adopte una regla monetaria o de emisión de dinero, a la cual se adhiere consistentemente, lo que claramente señalaría el rumbo estratégico que la FED seguirá ante la inflación. El autor habla de dos de esas reglas, una la llamada Regla de Taylor, que es una fórmula que liga la política monetaria de un banco central con la inflación y el crecimiento económico, y, la otra, es una regla de una tasa de crecimiento nominal (como que el crecimiento de la oferta de dinero sea igual al crecimiento de la demanda de dinero). De ambas formas, la FED cumpliría con su mandato dual de estabilidad en el crecimiento de los precios y empleo máximo en lo posible.

La tercera herramienta en el arsenal de la FED para luchar contra la inflación es la neutralidad monetaria; esto porque un cambio en la cantidad de dinero en circulación no tiene un impacto real sobre la economía en el largo plazo, excepto cambiar el nivel general de precios en proporción al crecimiento de la oferta monetaria; es decir, la emisión monetaria pueda impactar los precios y salarios (las variables nominales), pero no la producción o estructura de la economía (las variables reales).

Ante esto, en palabras sencillas el profesor Hogan arguye que la FED debe buscar tener: “un toque ligero *[o tacto fino] que no cause daño, en contraste con “una mano dura para hacer el mayor bien.” Y señala que “la mayoría de economistas de la torre de marfil piensa que la FED debería guiar la economía para impedir, o, al menos, minimizar las recesiones económicas.”

Pero, indica Hogan, en la realidad las experiencias de la FED en cuanto a prevenir las catástrofes no ha sido la mejor. Casos de muestra histórica de ello son la Gran Depresión de los años Treinta, así como la Gran Inflación de los sesenta y setenta, lo que contrasta con la Gran Moderación de los años ochenta y noventa, cuando la política de neutralidad monetaria, ni demasiado dinero ni demasiado poco, logró tales resultados.

Pero, en el 2020, de nuevo, la FED expandió mucho la oferta de dinero, lo que provocó que se dispararan los precios en la economía, mientras buscaba la meta “del mayor nivel de empleo,” pero eso no dio lugar a un buen resultado.

Hogan indica que parte del problema es que la FED, para su política monetaria, se basa en modelos de predicción muy complejos, que han mostrado fallar durante décadas, por lo que su intento de manipular la economía mediante un activismo monetario no ha dado buenos resultados. Ello hace necesario un enfoque de una política de emisión monetaria de neutralidad. En ella, la variable esencial que debe interesar a la FED es la estabilidad de los precios, y no cosas como cambio climático, diversidad, inclusión, equidad y similares.

La cuarta en la caja de herramientas de la Fed propuesta por el profesor Hogan es una reforma al sistema actual de la FED, que la regrese al sistema de política monetaria previa al 2008. Durante la crisis del 2008, la Fed adoptó algunas políticas no convencionales de medidas monetarias, como la facilitación cuantitativa, que fue una ayuda a los bancos del sistema bancario para que aumentaran sus reservas, mediante la adquisición por la FED (con el dinero que emite) de activos financieros de los mercados, como acciones o bonos estales o privados, así como la decisión de que la FED pagara intereses sobre las reservas de los bancos en la FED, a menudo por encima de las tasas de interés del mercado.

Asimismo, el autor sugiere disminuir la hoja de balance de la FED, que desde el 2008 a la fecha “se ha expandido de menos de $1 billón de dólares a casi $9 billones,” lo que impactó el mercado de crédito de corto plazo al pagar intereses por las reservas de los bancos comerciales, quien sea así fueron estimulados a poner todas sus reservas en la FED y no a prestarse entre ellos.

También que los préstamos de emergencia sean “únicamente” para emergencias reales, y no como, por ejemplo, los préstamos de emergencia por el COVID.

Por igual, es deseable que la FED tome mejores decisiones, dadas sus restricciones reales. Por ello, es necesario reformar el Comité Federal de Mercado Abierto, que es el principal instrumento para la aplicación de la política monetaria de la FED. Como se comentó previamente, la FED tiene problemas con rezagos fuertes y variables de cerca de un año, que le impiden llevar a cabo una mejor conducción de la política monetaria.

La quinta herramienta que menciona es libertad monetaria; esto es, que el Banco Central tenga competencia, en vez de su monopolio actual, lo cual crearía desincentivos para evitar que los errores de la FED se trasladen a toda la economía. Eso incluye la posibilidad de que en la economía la gente pueda usar el oro, si así lo prefiere, o criptomonedas, si así lo desea, al igual que, si le gusta, pueda mantenerse usando el dólar. Como dice el autor, “si la gente tuviera alternativas, tal vez los funcionarios de la FED no serían tan irresponsables con el valor del dólar.” Esto porque la competencia disciplinaria a la FED, ayudándola así a que siga una política monetaria no inflacionaria o una menor inflación.

La sexta herramienta a que se refiere Hogan llega a la raíz del cacho: ¿Es necesaria la existencia de un Banco Central? Y menciona una cita de Milton Friedman, cuando se le preguntó en 1994 qué opinaba del Banco Central y dijo, “Por mucho tiempo he estado a favor de abolirlo. No hay institución en Estados Unidos que tenga un posicionamiento público tan elevado y tan pobre registro histórico de desempeño.” Pero, debo señalarlo, la propuesta de cerrar el Banco Central al momento no es muy ampliamente aceptada entre economistas, si bien sería deseable una mayor competencia a la FED. Al menos este es mi criterio personal en torno al tema.

Con esto concluyo mis comentarios y resúmenes de las cinco partes de la serie escrita por el Dr. Thomas Hogan titulada “Inflation Nation,” con el afán y esperanza de que mis amigos lectores en Facebook logren una mejor y más sencilla comprensión del fenómeno inflacionario, que hoy afecta a nuestro país y el mundo en general.

Publicado en mis sitios en Facebook jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 21 de octubre del 2022.