PARA DEFENDER LA LIBERTAD, CULTIVE SU LIBERTAD INTERIOR

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
30 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein, american institute for economic research, freedom, September 30, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En su ensayo clásico de 1850 “Lo que se ve y lo que no se ve,” Frédéric Bastiat enseñó más que una lección atemporal de lo que separa a un buen economista de uno malo. Desde el inicio del ensayo, Bastiat aplica sus ideas a nuestros hábitos.

Las consecuencias se derivan de nuestros hábitos. Bastiat hizo ver que, “Casi siempre sucede que, cuando la consecuencia inmediata es favorable, las consecuencias ulteriores son funestas, y vice versa… A menudo, cuanto más agradable es el primer fruto de una costumbre, más amargos son los siguientes.” A menudo, no nos damos cuenta, o entramos en negación, de las consecuencias posteriores de nuestros hábitos.

Bastiat explica que no ver lo que está frente a nuestra nariz, magnífica cualquier debilidad que podemos tener. Nuestro cálculo de costo-beneficio está muy lejos de la marca, y nuestro propósito en la vida es saboteado. “En cuanto un hombre, impresionado por el efecto que se ve, no habiendo aprendido aún a comprender los que no se ven, se abandona a sus funestas costumbres, no sólo por rutina, sino por cálculo (su propio beneficio).” Como lo dijo el mago de los Yanquis Yogi Berra, “Si usted no sabe hacia donde va, usted termina en algún otro lugar.” Sin autodisciplina, ciertamente usted nunca se acerca a cumplir con su propósito.

A menudo, suponemos que la autodisciplina es alimentada principalmente por la fuerza de voluntad. Una autodisciplina pobre es una aflicción de la que muchos sufren. Experimentos acerca de la fuerza de voluntad por el psicólogo contemporáneo Roy Baumeister se encuentran entre los más famosos en las ciencias sociales. En encuestas a “más de un millón de personas alrededor del mundo,” cuando a quienes respondieron se les preguntó que nombraran sus mayores “fortaleza de carácter,” “el autocontrol fue la que con menor posibilidad la gente reconoció en ella.”

Podemos cultivar la fuerza de voluntad para romper un hábito, pero, Bastiat nos da un poderoso atajo: Descubra las consecuencias no previstas de sus hábitos para ver sus verdaderos costos. Cuando nosotros mismos dejamos de engañarnos, veamos más allá de los beneficios inmediatos de sus hábitos, e incluyamos “consecuencias ulteriores,” nuestros costosos hábitos desaparecerán naturalmente.

El atajo de Bastiat viene con un costo de admisión que muchos de nosotros rehusamos pagar. Al darnos cuenta del costo verdadero de un hábito, nuestras creencias no examinadas llegan al frente, de forma que pueden ser descartadas. Escritores como Annie Grace y Alan Carr probablemente nunca han leído a Bastiat. Aún así, han aplicado exitosamente la idea de estar más atentos ante los costos no examinados de nuestros hábitos. Sus aplicaciones al alcohol y fumado han ayudado a muchos a renunciar a hábitos de mucho tiempo, con relativamente poco esfuerzo.

Bastiat señala el camino hacia una mayor libertad interna. La libertad interna -la habilidad de vivir según nuestros valores y propósitos más elevados- se ve comprometida por malos hábitos. No existe libertad interna cuando nos esclavizan hábitos alimentados por creencias no cuestionadas.

LOS HÁBITOS ILIBERALES DE LA MENTE

Tal como los patrones de comportamiento que reconocemos como hábitos, los hábitos de la mente operan detrás de bastidores. Apliquemos la idea de Bastiat para examinar hábitos de la mente que se contrapongan a la libertad. Como cualquier mentalidad que ese opone al florecimiento humano, podemos exponer las consecuencias no previstas y costosas de hábitos iliberales de la mente.

Apoyar la intervención gubernamental en nuestras vidas es un hábito iliberal de la mente que nos cuesta mucho. En su libro Deeper than You Think, Leonard Read hace ver que, “La mayoría de las personas no es más consciente de la libertad que del aire que respira; así, la libertad rara vez es valorada y, en pocas ocasiones, defendida, excepto en casos de restricciones súbitas.”

Los cierres y vacunación obligada para mantener un empleo provocaron reacciones de muchos. Pero, la gente se durmió durante la extensa construcción del poder ejecutivo y del poder administrativo inconstitucional y autoritario. Pocos vieron las consecuencias a largo plazo, así que sólo se enojaron cuando el impacto fue inmediato. Escribe Read:

“Deje que el autoritario súbitamente ilegalice comer pan, y la gente se levantará furiosa, alegando una afrenta a su libertad. Pero, si el autoritario instala programas que en su momento disminuirán lo que comemos, mediante un enfoque oblicuo y gradual -inflación, controles, pagando a agricultores para que no siembren, y a trabajadores para que no trabajen, etcétera- surgirán pocas voces; difícilmente una persona sentirá pérdida alguna de libertad.”

Al declinar la libertad, la acción gubernamental y burocrática es vista como la causa inmediata de nuestro sufrimiento, pero, Read nos desafía a que veamos en el espejo: “…cualquier poder de decisión que el autoritario tiene sobre la gente es acompañado precisamente de los poderes voluntarios de la gente, que han sido cedidos o expropiados, o, en todo caso, transmutados.” Como siempre, Read es directo: “Parece razonable que las probabilidades de la libertad se amplían cuando más de nosotros reconocemos que el poder corrupto y coercitivo, que plaga a la sociedad, es primero una absorción y, luego, una inversión de las libertades individuales ̶ la mía y la suya; que ese mal que aborrecemos se origina en la forma destartalada de nuestras propias murallas intelectuales y espirituales.”

Read nos recuerda que la defensa de la libertad es un trabajo interno:

“La libertad no puede más ser sostenida por la fuerza física, que por costumbre asociamos con la defensa, que lo que puede una idea, un pensamiento, una oración silenciosa. El único defensor de la libertad es la mentalidad altamente avanzada, estando este estado dentro del alcance potencial de un número adecuado de personas. La respuesta a la pregunta, ¿se levantarán ellos ante eso?, tal vez se encontrará en la respuesta que cada uno de nosotros le da a la pregunta, ¿trataré yo de levantarme ante eso?”

La experiencia, nos enseña Bastiat, puede ser una maestra brutal. La experiencia “nos enseña los efectos de una acción al hacer que la sintamos, y no podemos fallar en terminar aprendiendo que el fuego quema, al quemarnos a nosotros mismos.” Pero, ¿no sería más gentil, pregunta Bastiat, cultivar la previsión y entrenar nuestras mentes para que anticipe efectos que no se ven de inmediato?

DEFENDIENDO LA LIBERTAD

En The Constitution of Liberty [Los fundamentos de la libertad], F.A. Hayek ayuda a aprender ideas fundamentales que son la “base del argumento a favor de la libertad:”

“A través de los esfuerzos mutuamente ajustados de muchos individuos se utiliza más conocimiento del que cualquier persona posee o es posible que sintetice intelectualmente. A través de la unificación del conocimiento disperso se obtienen logros más elevados que los que cualquier inteligencia única pudiera prever y disponer.”

Hoy, ninguno de nosotros entiende y cree que “los esfuerzos mutuamente ajustados de muchos individuos” rinden beneficios insondables en los asuntos humanos, que las intervenciones del gobierno y la burocracia no pueden generar. Muchos valoran la libertad sólo cuando pueden tangiblemente ver beneficios inmediatos; Hayek explica que tal mentalidad nunca creará suficiente apoyo para mantener la libertad:

“…se deduce que, si limitamos la libertad a casos especiales en que nos consta que será beneficiosa, tal libertad no logrará sus fines. La libertad concedida tan sólo cuando se sabe de antemano que sus efectos serán beneficiosos no es libertad. Si supiéramos cuándo debería utilizarse la libertad, desaparecerían en gran medida las razones a favor de la misma. Si no se concediese la libertad incluso cuando el uso que algunos hacen de ella no nos parece deseable, nunca lograríamos los beneficios de ser libres…”

Bastiat brinda un armamento intelectual fácil de entender en defensa de la libertad. En sus Economic Sophisms [Sofismas económicos], Bastiat indicó las maravillas del orden espontáneo del siglo XIX en París:

“Me decía a mí mismo entrando en Paris en cierta ocasión que fui a visitarlo: Aquí dentro hay un millón de seres humanos que perecerían seguramente en pocos días, si no afluyesen hacia tan vasta metrópoli bastimentos de todos géneros. La imaginación se asombra al considerar la multitud inmensa de objetos que deben entrar mañana por sus puertas, so pena que se extinga la vida de sus habitantes entre los horrores del hambre, tumultos y pillaje.”

Como lo hacemos muchos de nosotros hoy, los parisinos dieron por un hecho la libertad. “Y, no obstante, todos duermen en este momento, sin que la idea de tan espantosa perspectiva turbe ni un instante su sueño pacífico. Por otra parte, ochenta departamentos han ocupado el día de hoy en preparar la provisión de Paris, pero sin convenirse previamente, sin concertarse y sin entenderse.”

Para despertarnos de nuestro sueño, Bastiat nos pide que consideremos, “¿Cómo recala diariamente sobre este gigantesco mercado precisamente lo que necesita, ni nada más, ni nada menos? ¿Quién es pues esa ingeniosa y secreta providencia que preside la pasmosa regularidad de movimientos tan complicados, regularidad a la que no hay uno que no se abandone con fe sincera y confiada, por más que de ella dependa el bienestar y la vida?

La respuesta es directa: la libertad de actuar en nuestro propio interés les sirve a otros. Escribe Bastiat,

“Este poder es un principio absoluto, el principio de la libertad en las transacciones. Nosotros tenernos fe en esta luz íntima que la Providencia ha inculcado en el corazón de los hombres; fe, a la cual está confiada la conservación y progreso indefinido de nuestra especie; interés, pues que es preciso su verdadero nombre, tan activo, tan vigilante, tan previsor, cuando es libre su acción.”

Pero, ¿no podría el orden espontáneo del mercado ser ajustado tan sólo un poquito? Bastiat lo contradice con esta pregunta:

“¿Qué sería de vosotros, habitantes de París, si a un ministro, por superiores dotes que se le atribuyan, quisiera sustituir a esta providencia, que también la hemos llamado poder, con las combinaciones de su genio? ¿si se propusiese subordinar a su dirección suprema tan prodigioso mecanismo, reunir todos los resortes en sus manos, decidir cómo, cuándo y con qué condiciones debe producirse cada objeto, transportarse, cambiarse y consumirse?”

Bastiat nos pide que miremos más allá de los efectos inmediatos de las intervenciones y consideremos si la intervención gubernamental “multiplicaría hasta lo infinito vuestro dolor y derramaría sobre vosotros todos los males de que ahora no son víctimas más que algunos de vuestros conciudadanos en muy corto número.” El trabajo de Bastiat nos recuerda que es una tontería dar por un hecho las bendiciones de la libertad; la libertad se desvanece con cada individuo que adopta los hábitos iliberales de la mente.

AUMENTANDO LA CONSCIENCIA EN APOYO DE LA LIBERTAD

En Anything That’s Peaceful, Read explica claramente un principio fundamental que apoya la libertad: “En nuestro ámbito común, cada uno de nosotros tiene una obligación moral de no dañar la vida, la forma de vida, la libertad de otros.” En Deeper than You Think, Read nos recuerda que, “Dado que ningún hombre gana libertad al negársela a otro, se deduce que la libertad individual es un poder voluntario, sin interferencia.”

Cuando nuestra consciencia es baja, no podemos generalizar este principio. Podemos alegrarnos del poder ejecutivo creciente cuando apoya nuestros fines y sólo abuchear cuando nos oponemos al resultado deseado del último decreto gubernamental. Por ejemplo, algunos demandan el derecho al aborto y, simultáneamente, exigen que otros sean vacunados. Podemos desear la paz, pero sólo si primero nuestro “enemigo” es destruido y humillado. Demandamos que otros estén sujetos a una educación pública talla única, mientras que nos deleitamos de cómo el mercado apoya todas nuestras elecciones persones e idiosincráticas.

La clave para romper con la mentalidad iliberal de los hábitos es estar en capacidad de escuchar lo que Read llama en su libro Who’s Listening, “la Vox Interna.” Si usted está familiarizado con el “espectador imparcial” de Adam Smith, los conceptos se relacionan en cuanto que ambas “voces” nos llevan mucho más allá de nuestro ego narrativo y pueden ayudarnos a ver lo que previamente “no fue visto.” Lo explica Read,

“Diferente de los procesos de escuchar la Vox Externa, escuchar la Voz Interna está rodeada de misterio. Esta Voz ha sido diversamente descrita como creatividad, idea, intuición, invención, descubrimiento, chispazos de ilustración ̶ ideas que vienen a la mente ¡quién sabe de dónde! Toda verdad y justicia conocida por el hombre se origina en la Voz Interna. Es aquí, en nosotros mismos, así como en otros, en donde acechan inmensos poderes escondidos en las profundidades inconscientes, en que las potencialidades esperan ser aprovechadas.”

Todos nosotros podemos escuchar, pero, podemos obstruir nuestra disposición a oír. Read explora las barreras internas a escuchar la voz interna. Característicamente, Red comparte valores que aumentarán nuestra habilidad de escuchar.
Él nos aconseja a ser útiles, a la vez que cautos, al renunciar al “habito anhelante de enderezar los asuntos de todos.”
Crucialmente, “crecer en humildad y menos arrogancia” ayudará a enseñar “la lección gloriosa de que yo puedo estar equivocado.”

Read explica que el crecimiento basado en el carácter nos hace “libres para crecer en consciencia simplemente porque conscientemente [nos hemos] deshecho de tales preocupaciones obsesivas como referirse a otros como estúpidos.”
Agrega Read, “El crecimiento en la consciencia es posible sólo en libertad intelectual y espiritual; esto es, cuando el yo es liberado de administrar o juzgar las vidas de otros. El mundo mejor empieza con ese hombre que atiende a su libertad interna.”

“Para los millones que están en un estado de desconocimiento ̶ los adictos a la hilaridad y la diversión,” escribió Read, el “desorden social” no es un problema. Pero, para “el individuo pensante que está inclinado hacia la forma de vida de libertad,” Read aconseja que, “el propósito de la vida” debería ser “crecer en consciencia.” En otras palabras, el éxito en nuestro propósito externo empieza por nuestra libertad interna. Nunca, escribe Read, “tanto se ha requerido en el camino de la experiencia personal para voltear la tendencia hacia la libertad.”

La mayoría nunca aprecia la libertad sino hasta que se pierde. ¿Valoramos la libertad? ¿Estamos dispuestos a examinar y deshacernos de hábitos fallidos de la mente? Hasta que lo hagamos, como lo puso Montaigne, “Ningún viento sopla para el que no se dirige a un puerto de destino.” Si suficientes de nosotros valoramos el “puerto” de la libertad interna, la libertad avanzará, y evitaremos las peores consecuencias que muchos temen correctamente.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones como la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.