Tres absurdos económicos a veces propuestos irresponsablemente se analizan de una manera inusual, pero debida y esclarecedora.

¡JAJAJA!

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
26 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux, american institute for economic research, LOL, September 28, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Si bien casi nunca encuentro un argumento persuasivo a favor -o una justificación- de la intervención gubernamental en la economía, a pesar de ello, encuentro algunas peticiones de intervención que podría imaginar que son persuasivas, si mi confianza en el conocimiento y santidad de los funcionarios de gobierno fuera un poco más elevada de lo que es. Yo clasifico tales argumentos como serios y creíbles. Aunque casi siempre rechazo esos argumentos, los respeto, y me doy cuenta que, en alguna instancia específica, puedo estar equivocado.

Por desgracia, en el conjunto completo de argumentos ofrecidos para la intervención gubernamental en la economía, aquellos que son serios y creíbles son la excepción, en vez de la regla. La mayoría de argumentos para la intervención son simplemente no creíbles, con más de unos pocos siendo totalmente tontos.

¡EL SALARIO MÍNIMO SE PAGA POR SÍ SOLO!

Una de tales justificaciones increíbles de intervención es, a menudo, usada para apoyar legislación de salarios mínimos.
Esta es: “¡El salario mínimo se paga por sí sólo, al darle a los trabajadores afectados más poder adquisitivo! Los trabajadores gastarán sus ingresos mayores en formas que aumentan la demanda de bienes y servicios que estos trabajadores producen, ¡resultando en que no hay destrucción de empleos!”
¡JAJAJA!

Si fuera válido este argumento en favor de salarios mínimos, ningún empleador esperaría a que el gobierno le ordene aumentar los salarios de sus empleados. Todo empleador elevaría los salarios según su propia decisión, pues (según el argumento) todo, o, al menos, la mayor parte, del dinero extra pagado a los trabajadores, regresará al empleador como una demanda de su producto ̶ una demanda que el empleador encontraría rentable satisfacer.

Este argumento a favor del salario mínimo equivale a una afirmación de que existe una máquina económica de movimiento perpetuo. Salarios mayores terminan en que trabajadores reciben una paga mayor. A su vez (continúa el argumento), suficiente de esa paga mayor se gasta por los trabajadores en comprar lo suficiente de los mismos productos que esos trabajadores producen, por lo que los empleadores hallan que les resulta rentable producir esas producciones adicionales. Y así sucesivamente ̶ de nuevo, si este argumento favor del salario minino fuera válido, no sólo ningún empleador tendría que ser ordenado por el gobierno a que aumente los salarios de los trabajadores, sino que cada empleador sería incentivado para elevar continuamente los salarios, digamos, cada mes, e, incluso, cada día. Después de todo, según el supuesto, todos los aumentos pagados a los trabajadores retornan a cada empleador, como una demanda del incremento rentable en la producción de ese empleador.

Una versión diferente e igualmente tonta del argumento de que “el salario mínimo se paga por sí solo” asevera que un aumento obligado en los salarios por hora hace que aumente la productividad del trabajador en, al menos, lo suficiente como para cubrir el costo del salario más alto. Lo absurdo de este argumento es que él, por igual, implica que ningún empleador remotamente competente deba ser obligado por la legislación de salario mínimo a elevar los salarios de sus trabajadores.

Si, de hecho, elevar los salarios de los trabajadores “se paga por sí solo” en la forma de una demanda incrementada del producto del trabajador o por una productividad aumentada del trabajador, entonces, los empleadores elevarían los salarios sin tengan que ser obligados a hacerlo.

¡DEBEMOS ACTUAR PARA FRENAR NUESTRO DÉFICIT COMERCIAL CON CHINA!

Otra justificación tonta para la intervención gubernamental en la economía es la existencia de un “déficit comercial” bilateral, tal como el llamado déficit de Estados Unidos con China. “¡Tenemos un déficit comercial con China! ¡Debemos, por tanto, erigir barreras contra las importaciones chinas hasta que se resuelva este problema!!

¡JAJAJA!

Expresiones de preocupación acerca de la cadena continua de casi medio siglo de déficit comerciales anuales de Estados Unidos con el resto del mundo -esto es, con todos los países juntos- son tan tontas. Pero, expresiones de preocupación acerca del déficit comercial de Estados Unidos con un único país, alcanzan un nivel de ridiculez máxima.

Aún si, en contra del hecho, hubiera algo deseable acerca de los Estados Unidos al tener un llamado comercio ‘balanceado’ con el resto del mundo -es decir, algo deseable acerca de que la cantidad total anual de exportaciones de Estados Unidos iguala la cantidad total anual de importaciones de Estados Unidos- no habrá nada de valor acerca de que Estados Unidos tenga un comercio ‘balanceado’ con algún país en particular. En un mundo de más de dos países, nada en la teoría económica o de sentido común sugiera que cada par de países deba comprar, y vender, entre sí, las mismas cantidades de bienes y servicios. En efecto, en el mundo globalizado de hoy, de casi 200 países, sería monstruosamente inverosímil descubrir que cada país tiene un comercio ‘balanceado’ con cada uno de los otros países individuales.

Si usted nada piensa del hecho que ninguna persona en la economía global de hoy de miles de millones de personas tiene, o que, alguna vez tendrá un comercio “balanceado” con cada una de las otras personas con la que intercambia -si, por ejemplo, no piensa nada acerca de su “déficit comercial” con su supermercado o su “superávit comercial” con su empleador- entonces, no debería pensar nada acerca del “déficit comercial” con China. Y, por ende, también, debería reírse estruendosamente de quien usa el llamado “déficit comercial” de Estados Unidos con China, para justificar restricciones punitivas al comercio que estadunidenses llevan a cabo con chinos.

¡LAS ESCUELAS GRATUITAS POSEÍDAS Y OPERADAS POR EL GOBIERNO SON LOS MEJORES MEDIOS PARA SUMINISTRAR ESCOLARIZACIÓN DESDE KINDER HASTA SECUNDARIA!


Una tercera y totalmente grotesca justificación de la intervención gubernamental se encuentra en las defensas del sistema actualmente usado a través de los Estados Unidos por gobiernos estatales y locales, para suministrar la escolaridad desde kínder hasta secundaria. “¡La educación primaria y secundaria es un derecho! Por tanto, ¡el gobierno debería poseer y operar las escuelas de primaria y secundaria que son pagadas mediante los dólares de impuestos y que admiten gratuitamente a niños residentes! ¿Sólo, entonces, se garantizará a los niños una educación de alta calidad!

¡JAJAJA!

Si hace muchos años se motivó a un genio del mal imponer sobre los estadounidenses un sistema de educación desde kínder hasta secundaria irracional, costoso, ineficiente, e insensible, ese demonio no podía haber logrado mejor sus propósitos que diseñando el sistema hoy vigente. Garantiza a cada escuela poseída y operada por el gobierno un ingreso anual que está divorciado, excepto tal vez perversamente (ver abajo), de la calidad de la educación que brinda a los estudiantes. ¡Compruébelo! Requiere que todos los dueños de propiedad, incluso quienes no tienen hijos y aquellos que envían sus hijos a escuelas privadas, a pagar por esta escolaridad. ¡Compruébelo! Requiere que todos los niños sean formalmente escolarizados, y le asigna a cada estudiante una escuela gubernamental específica. No se permite buscar. ¡Compruébelo!

¿Quién en su sano juicio cree que los administradores de escuelas, que reciben sus ingresos directamente del gobierno estatal o local (en vez de directo de padres de niños de edad escolar), y que tienen una reserva de clientes en gran medida cautivos, están fuertemente motivados para asegurar que niños matriculados en sus escuelas reciban la mejor educación posible? Nadie. Agregue a este acuerdo distópico la facilidad con que, las escuelas que tienen un cumplimiento pobre, usan su mal desempeño como justificación para recibir un financiamiento mayor, y estamos en un mundo de ensueño. Pero, este acuerdo es el que prevalece a través de la república.

Si alguien propusiera usar tal acuerdo lunático para suministrarles alimentos a los ciudadanos, ese alguien sería correctamente ridiculizado al considerársele un loco. Pero, usar el mismo arreglo para suplir el importante servicio de la educación, es considerado por mucha gente, no sólo como viable, sino admirable y hasta sagrado ̶ ante cuya actitud no puedo resistirme a reír con toda la fuerza.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.