TRIBALISMO Y POLÍTICA ELECTORAL

Por Randall G. Holcombe
American Institute for Economic Research
22 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es randall g. holcombe, american institute for economic research, tribalism, September 22, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Los humanos siempre han vivido y trabajado en grupos e instintivamente buscan cooperar el uno con el otro dentro de su grupo, a la vez que ven a la gente de otros grupos con hostilidad. Gente de la misma tribu trabaja junto para su propio bien común. La gente de otras tribus son depredadores potenciales o presas potenciales.

Esos instintos tribales han permanecido con nosotros en épocas modernas, a menudo en formas socialmente dañinas. Los instintos tribales son la base del racismo y yacen en las bases del nacionalismo. Las sociedades modernas han desarrollado instituciones para canalizar el tribalismo de formas no destructivas, como deportes organizados. En vez de ir a la guerra con aquellos de otra tribu, jugamos contra ellos, dándonos la satisfacción de batallar contra otra tribu, a la vez que minimizamos la muerte y destrucción que acompaña otros tipos de batallas.

También, la política electoral se aprovecha de instintos tribales. Escogemos lados, y es nosotros contra ellos. Cómo escogemos lados depende, al menos en parte, de los políticos que están por ser electos.

La elección presidencial del 2016 ofrece un buen ejemplo. En un desafío que puso a “nosotros” contra “ellos,” Hillary Clinton llamó a quienes apoyaban a Trump “un canasto de deplorables,” claramente poniendo a quienes apoyaban a Trump en la categoría de “ellos.” A su vez, Trump era crítico de mexicanos, chinos, e inmigrantes ilegales.

Un aspecto interesante de estos llamados a instintos tribales es que Clinton puso a muchos votantes potenciales que apoyaban a Trump, en la categoría de “ellos.” Trump puso a extranjeros que no votaban, en la categoría de “ellos.” Él incluyó a todos los estadounidenses como parte del grupo “nosotros.”

Como lo enmarcó Trump, nosotros los estadounidenses, quienes podíamos votar en la elección éramos parte de su grupo, mientras que, como lo enmarcó Clinton, algunos estadounidenses estaban dentro de su tribu, pero otros no. El marco de Trump puso a estadunidenses contra extranjeros. Todos los votantes estaban en su grupo “nosotros.” El marco de Clinton puso a algunos votantes en contra de otros.

De nuevo, vemos desplegar la marca de tribalismo de Clinton, cuando el presidente Biden califica de semi fascistas a MAGA republicanos (MAGA, siglas en inglés de “Make America Great Again;” esto es, “Hagan a Estados Unidos grande de nuevo.” ¿Por qué un político querría alienar una proporción tan alta de votantes potenciales? ¿No tendría más sentido tratar de unir a votantes contra un enemigo común, en vez de calificar a, tal vez, la mitad de votantes potenciales como el enemigo?

El mensaje más inclusivo parecería tener más sentido si el objeto de la retórica tribal fuera ganar votantes indecisos o convencer a votantes potenciales de cambiar hacia el lado del orador. La estrategia de Trump dice que, en esto, nosotros, todos los estadounidenses que votamos, estamos juntos contra un enemigo extranjero común, que no vota.

Sin embargo, no es que muchos votantes estén genuinamente indecisos, e incluso menos que ya hayan escogido un lado, desertarán hacia el otro bando. La política electoral es más acerca de participación. La participación electoral de medio período tiende a ser alrededor de un 50%, así que el camino hacia la victoria debe alimentarse haciendo que se presenten a votar “nuestros” partidarios, al tiempo que se desalienta que voten los partidarios de “ellos.”

Una forma caritativa de ver las estrategias tribales de Clinton y Biden es que, colocar a sus oponentes bajo una luz indeseable, estimulará que partidarios de Clinton y Biden salgan a votar contra los deplorables y fascistas. Actúan para motivar a su base.

Aun así, esta parece ser una estrategia pobre, pues tiene el potencial de motivar la base de oponentes tanto como la propia. Suponga que usted es una de esas personas que está siendo llamada deplorable y fascista. En tal caso, usted puede ser motivado a golpear a quienes están haciendo esas acusaciones.

Mi suposición es que, al tratar de forma deliberada de alienar a una gran porción de votantes, la estrategia tribal de Clinton-Biden cuesta más votos de los que gana, pues motiva a votantes de “ellos” más que a votantes “nuestros.” El enfoque de Trump de incluir a todos los estadounidenses dentro del grupo de los “nuestros” contra los extranjeros en el grupo de “ellos,” parece ser una mejor política electoral. Trump atacó a Clinton, llamándola “la mentirosa Hillary,” pero no atacó a quienes apoyan a Clinton.

El presidente Biden fue la elección de su partido en la elección presidencial del 2020, en parte al verse como un demócrata más moderado, que podía apelar a un espectro más amplio de votantes. Después de ser electo, se presentó como un presidente que quería unir a Estados Unidos. Parece que ahora ha escogido una estrategia política diferente ̶ una que puede haber mantenido a Clinton fuera de la Casa Blanca, en vez de su vieja estrategia que lo podía haber puesto en la Casa Blanca.

Todavía los humanos tienen esos instintos tribales, y los políticos pueden jugar con ellos de manera diferente, al definir a quienes incluyen en su grupo de “nosotros” y a quienes definen como los de “ellos.” Sus estrategias son totalmente intencionales. La caracterización como semi fascistas del presidente Biden a los MAGA republicanos tenía la plena intención de actuar fundamentada en los instintos tribales de su base, pero es posible que tendrá un impacto mayor sobre los instintos tribales de aquellos fuera de su base. Usted no tiene que ser un MAGA republicano para sentirse ofendido porque el presidente llamara semi fascistas a una gran proporción de estadounidenses.

Reimpreso del Independent Institute.

Randall G. Holcombe es profesor de economía DeVoe Moore en Florida State University. Obtuvo su PhD. en economía en Virginia Tech, y enseñó en las universidades Texas A&M y Auburn, antes de llegar a Florida State en 1988. El Dr. Holcombe es también compañero sénior del Instituto James Madison y compañero sénior del Instituto Independiente en Oakland, California. El Dr. Holcombe es autor de veinte libros y más de 200 artículos publicados en revistas académicas y profesionales, Sus libros incluyen Political Capitalism: How Economic and Political Power Is Made and Maintained (2018) y Coordination, Cooperation, and Control: The Evolution of Economic and Political Power (2020).

Traducido por Jorge Corrales Quesada.