Vale la pena tener esto muy presente, pues no creo que falte mucho para que veamos de nuevo el ímpetu controlista e ineficiente de controlar los precios, usado como argumento diz que para combatir la inflación.

LOS CONTROLES DE PRECIOS HAN FRACASADO DURANTE 4.000 AÑOS-Y LOS HUMANOS AÚN NO LO HAN APRENDIDO

Por Jonathan Miltimore
Fundación para la Educación Económica
Lunes 12 de setiembre del 2022

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jonathan miltimore foundation for economic education, controls, September 12, 2022 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

La gente de la antigua Eshnunna puede ser perdonada por no entender por qué los controles de precios son dañinos. Quienes hoy son responsables de las políticas, que se han beneficiado de la historia y la economía, no tienen excusa.

En 1892, el arqueólogo francés Henri Pognon hizo un descubrimiento histórico a unas pocas docenas de millas al noreste de Bagdad, Iraq: un montículo masivo que contenía las ruinas de la antigua ciudad estado Eshnunna.

Aunque no se excavó sino décadas después por otro equipo arqueológico conducido por el egiptólogo danés Henri Frankfort, el montículo fue uno de los grandes hallazgos del siglo, que reveló secretos de una ciudad mesopotámica oculta por miles de años.

Entre los secretos descubiertos en tabletas cuneiformes estaba que Eshnunna empleó controles de precios, un descubrimiento notable de lo que parece ser el registro histórico más antiguo de humanos fijando precios. (He intentado verificar este hecho con historiadores económicos, y se lo haré saber usted si obtengo una respuesta.)

“1 kor de cebada [she’um] tiene (un precio) en [ana] de 1 shekel de plata;

3 qa del ‘mejor aceite’ tiene (un precio) de 1 shekel de plata;


1 seah (y) 2 qa de aceite de sésamo tienen (un precio) de 1 shekel de plata. …El alquiler de un vagón junto con sus bueyes y su chofer es de 1 massiktum (y) 4 seah de cebada. Si es (pagado) en plata, el alquiler es sólo un tercio de un shekel.
Él tendrá que manejarlo todo el día.”

Los controles de precios de Eshnunna superan por un par de siglos al Código de Hammurabi (1755-1750 antes de Cristo), un registro más famoso de la antigua Babilonia, que era “un laberinto de regulaciones de control de precios,” como lo puso el historiador Thomas DiLorenzo.

Eso puede explicar por qué el Primer Imperio Babilónico se esfumó casi mil años antes que el gran poeta griego Homero contara la historia de la Guerra de Troya. Los controles de precios no funcionan y una historia abundante (así como la economía básica) lo comprueban.

UNA BREVE HISTORIA DE LOS CONTROLES DE PRECIOS

Los antiguos griegos pueden habernos dado a Homero y sus historias maravillosas, pero sufrieron la misma ignorancia económica que los gobernantes de Eshnunna en lo que trata de fijación de precios.

En el año 388 antes de Cristo, los precios de los granos en Atenas se desbordaron ̶ en mucho porque los gobernantes atenienses tenían un conjunto increíblemente complejo de regulaciones sobre la producción y comercio agrícola., que incluía “un ejército de inspectores del grano nombrados con el fin de fijar el precio del grano en el nivel que el gobierno ateniense pensaba era justo.” La penalidad por evadir estos controles de precios era la muerte, y, pronto, muchos comerciantes de granos se encontraron en un juicio que significaba una penalidad, al descubrirse que estaban “acaparando” el grano durante una escasez (causada por el hombre).

El Imperio Ateniense ya era historia para el momento en que Roma intentó su propio esquema de control de precios, varios cientos de años después, en escala mucho mayor. En el 301 después de Cristo, el emperador Diocleciano pasó su Edicto acerca de Precios Máximos, que establecía una tasa fija para todo, desde huevos a granos, hasta carne y ropa y más allá, así como a salarios de trabajadores que producían esos ítems. La pena para quien fuera capturado violando esos edictos era -lo adivinó- la muerte. Ante estas regulaciones, los comerciantes respondieron como uno esperaría.

“La gente no llevó más provisiones al mercado, pues por ellas no podía obtener un precio razonable,” escribió un historiador. No es coincidencia que el imperio romano luego siguiera el mismo camino que aquél de los atenienses (aunque la mitad oriental sobreviviría otros mil años).

Y, luego, está la colonia británica de Bengala, localizada al noreste de India. Hoy poca gente se acuerda de la Hambruna Bengalí de 1770, que es asombrosa si se considera que murió un estimado de 10 millones de personas, aproximadamente un tercio de su población. Lo que es aún más asombroso es qué tan poca atracción logró en su momento ese acontecimiento, al menos en la prensa londinense. Si bien muchos atribuyeron la hambruna a los monzones y la sequía que atormentó la región en 1768 y 1769, Adam Smith escribió en La Riqueza de las Naciones, en que correctamente señala que fueron los controles de precios que vinieron luego, lo que muy posiblemente convirtió una escasez de alimentos en una hambruna plena.

“La sequía en Bengala, de hace unos pocos años, probablemente puede haber causado gran cantidad de escasez. Algunas regulaciones inapropiadas, algunas restricciones poco juiciosas, impuestas por empleados de la Compañía del Este de India sobre el precio del comercio del arroz, contribuyó, tal vez, a convertir la escasez en hambruna.

Cuando el gobierno, a fin de remediar las inconveniencias de la escasez, ordenó a todos los intermediarios vender su maíz a lo que supuso era un precio razonable, ya sea les frenó llevarlo al mercado, que algunas veces puede producir una hambruna incluso al inicio de la estación; o, si lo llevaban allí, lo facilitaría a la gente y, por tanto, la estimularía consumir tan rápido, de forma que debe necesariamente producir una hambruna antes del fin de la temporada.”

Y, no olvidemos la Revolución Francesa, cuando en 1793 los lideres pausaron su poda de cabezas para que se aprobara la Ley General del Máximo, un conjunto de controles precios que se pasó para limitar la “manipulación de precios.” (Henry Hazlitt estaba en lo correcto al llamar a la ley “un intento desperado de compensar las consecuencias de la propia excesiva emisión de papel moneda por [sus líderes].”

El historiador estadounidense Andrew Dickson White (1832-1918), cofundador de la Universidad de Cornell, explicó las consecuencias de la política.

“El primer resultado del Máximo [ley de control de precios] fue que se tomó todo tipo de medios para evadir el precio fijo que se impuso, y los agricultores llevaron tan poca producción como posiblemente podían,” escribió White. “Esto aumentó la escasez y la gente de las grandes ciudades fue puesta bajo donación.”

LAS IMPORTANTES SEÑALES DEL MERCADO

Por suerte, hoy tenemos la ventaja no sólo de la historia, sino de la ciencia de la economía para mostrarnos que los controles de precios no funcionan.

La economía básica nos enseña que los precios son señales importantes del mercado. Precios altos pueden ser una molestia para los consumidores, pero señalan a los productores oportunidades de tener ganancias, lo que conduce a mayor producción e inversión. También, señalan a los consumidores que el bien es escaso, lo que estimula a la gente a usar menos de él.

Tome la gasolina. Cuando los precios son de $7.50 el galón, la gente maneja menos de lo que haría si el precio fuera $1, $3, o $5 el galón. Entre tanto, también, el precio señala a productores una oportunidad de obtener ganancias, lo que estimula la inversión y producción, lo que en última instancia conduce precios más bajos de la gasolina. Como dirán en algunas ocasiones los economistas, la solución a precios altos es precios altos.

Fijar un precio artificialmente bajo a la gasolina envía señales erradas tanto a consumidores como productores. El precio bajo desalienta que productores lleven combustible al mercado, y, también, estimula que consumidores usen más combustible pues es artificialmente barato ̶ lo que es una receta para la escasez de gasolina.

Eso es precisamente lo que pasó en la década de 1970, luego que el presidente Nixon anunciara controles de precios de la gasolina, lo que resultó en una escasez sostenida nacional y filas masivas para obtenerla. (Para lo que vale, Nixon sabía que sus controles de precios serían un desastre, pero los aprobó de todas maneras pues enviaría una señal a los votantes que él “hablaba en serio.”)

LOS CONTROLES DE PRECIOS ESTÁN DE REGRESO

Hoy, casi todos los economistas están de acuerdo en que los controles de precios son dañinos ̶ no obstante, esto no ha impedido que, de nuevo, se levante el fantasma de ellos durante nuestro actual trastorno económico global.

Tal como reportó recientemente Axios, los controles de precios están de regreso y ya no son más una reliquia de los setentas. Enfrentados a una crisis energética, los países del G-7 están buscando formar un cartel de compradores que efectivamente pondría un precio tope al petróleo crudo ruso.

El esquema, como todos los esquemas de control de precios, es posible que termine fracasando. Abundancia de evidencia muestra que la fijación de precios produce poco más que escasez, mercados negros, y, en los peores escenarios- muerte y hambruna.

La gente de la antigua Eshnunna puede ser perdonada por no entender que, fijar el precio de un kor de cebada en un shekel de plata, era una policía dañina.

Hoy, los responsables de las políticas, quienes tienen el beneficio de la historia y la economía, no tienen excusa.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune. Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.